¡°Un muelle, que une tierra y mar, es la arquitectura m¨¢s rotunda¡±
Manuel Gallego es uno de los arquitectos espa?oles m¨¢s poderosos y menos conocidos
Una visi¨®n integradora en la que cabe desde lo global hasta lo cotidiano. A punto de cumplir 80 a?os y con 50 en la profesi¨®n, odia el localismo y los estilos cerrados. Huye de artificios en busca de la sencillez. Para ¨¦l, el mejor s¨ªmbolo de Galicia es un ¨¢rbol. All¨ª, en su tierra, rinden homenaje a su dilatada trayectoria.
Manuel Gallego representa un modelo de arquitectura ¨¦tica avalada por medio siglo de proyectos. Su obra llena el espacio, pero no lo invade. Por eso apenas se ve.?Testigo de excepci¨®n de la burbuja del ladrillo, se muestra cr¨ªtico con obras fara¨®nicas como la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela. Un ejemplo, dice, de opacidad, desorden en los materiales, falta de sentido com¨²n y vac¨ªo de contenido. Conoci¨® bien a Manuel Fraga, para quien construy¨® la nueva residencia del presidente de la Xunta de Galicia. Ahora, con 79 a?os, la Fundaci¨®n Barri¨¦ de la Maza de A Coru?a le rinde homenaje.
La suya es una arquitectura de mundo y de pueblo a la vez. S¨ª. Me ha preocupado siempre que la cultura no sea algo alejado de la vida. Me he preguntado tambi¨¦n si una cultura debe suplantar a otra anterior o la puede abarcar. Y creo que la verdadera cultura abarca. Desde una cultura puedes entender otra. No acepto que una borre a la anterior. Eso no es cultura. De modo que, cuando tras estudiar y aprender a ¡°ser moderno¡± me encontr¨¦ con lo que yo era y hab¨ªa visto ¨Cla cultura casi antropol¨®gica de la arquitectura gallega que era etnograf¨ªa pura¨C, empec¨¦ a darle vueltas. Me preguntaba si ambos mundos ser¨ªan compatibles.
?C¨®mo se tiende un puente en lugar de decantarse por lo rural o lo cosmopolita? No hay nada que me horrorice m¨¢s que el localismo que lleva a ver solo lo que tienes delante. Lo que me gusta es lo cotidiano, lo inmediato, la atenci¨®n al vecino. Las culturas como la escandinava, que dan importancia a la vida cotidiana, demuestran inteligencia. Mucho m¨¢s que conced¨¦rsela a lo excepcional. Pero incluso eso, lo popular, se transforma constantemente. Esa es una de mis obsesiones: s¨¦ que todo se hace todos los d¨ªas.
?Tiene m¨¢s obsesiones? Como arquitecto, los estilos. Reniego de ellos. Me aterran porque coartan la libertad. La lucha en cualquier arte es por tratar de ser completamente libre.
"El car¨¢cter de Fraga era endiablado, gritaba hasta a su hija"
Si se trata de actuar sin prejuicios, ?qu¨¦ papel le queda a la experiencia? El de la emotividad. Yo lo hago todo por instinto. Siempre lo he hecho. Como casi todo el mundo, ?no? Cuando dudas, recurres al instinto. Me pasa tambi¨¦n con la gente.
?Y le funciona? Regular. En la vida hay luces y sombras.
En 1999 Manuel Fraga le encarg¨® la vivienda del presidente de la Xunta en Santiago de Compostela. ?Le sorprendi¨®? Pues s¨ª. En aquel momento hab¨ªa firmado una reivindicaci¨®n de la lengua y otra serie de reclamaciones en contra de Fraga. Por eso me sorprendi¨® que me la encargara.
?Cree que Fraga lo hizo para compensar la extravagancia que Peter Eisenman despleg¨® ese a?o para la Ciudad de la Cultura que hoy es un s¨ªmbolo de la burbuja cultural? Muchas obras irreales son fruto de la obcecaci¨®n de los arquitectos. Y no se corresponden con la realidad. Por eso creo que Eisenman est¨¢ equivocado. La arquitectura no necesita de otros argumentos que su propia realidad. Toda mi vida he tratado de entender la raz¨®n de las cosas: por qu¨¦ son as¨ª. Y s¨¦ que la arquitectura no necesita ni met¨¢fora, ni narrativa ¨Cque dicen ahora¨C ni hablar con s¨ªmbolos y signos. Me interesa la filosof¨ªa, pero no la utilizar¨ªa nunca como argumento para justificar un edificio.
?C¨®mo es la casa del presidente de la Xunta? Es una estructura deformable con el uso por sentido com¨²n. Cuando me la encargaron me daba miedo de que quedara fuera de mi cultura arquitect¨®nica. No quer¨ªa representar al poder, sino al ciudadano al que sirve el poder. Quer¨ªa que quien fuera all¨ª estuviera c¨®modo. Y recurr¨ª a la cultura popular: que pasara inadvertida, que supiera convivir. La posmodernidad hablaba del rescate de la historia a partir de su imagen, es decir, de su superficie. Yo aprend¨ª que el tiempo puede ser profundo. Siempre me interes¨® m¨¢s lo que contin¨²a que lo que se rompe.
?Fraga vivi¨® all¨ª? S¨ª. Y fue la persona m¨¢s sensata que me tropec¨¦ en ese proyecto, cuesta trabajo decirlo, ?verdad? Pero los que le rodeaban eran muy insensatos. Y yo disfrutaba cuando ¨¦l les echaba la bronca, porque ten¨ªa un car¨¢cter endiablado. Hasta a su hija la re?¨ªa a gritos. A los dos a?os de acabar la casa me llam¨®: ¡°Oiga usted, venga aqu¨ª¡±. Pens¨¦: ¡°Ahora me caer¨¢ una¡±. Pero dijo que estaba muy agradecido por la casa que le hice. ¡°?Habr¨¢ le¨ªdo ¨Cseguro¨C el Elogio de la figura c¨²bica, de Juan de Herrera?¡±, me espet¨®. Dije que ni lo hab¨ªa le¨ªdo ni hab¨ªa o¨ªdo nunca hablar de ¨¦l. Me ech¨® una reprimenda¡ Al salir pens¨¦ que deb¨ªa conseguirlo y leerlo.
Manuel?Gallego Jorreto(O Carballi?o, Ourense, 1936) tiene dos nietos. A Teo, el mayor, que tiene ya 13 a?os, quiere ense?arle a ser cr¨ªtico. "Que haga lo que quiera, pero que lo sienta. Que sepa y quiera involucrarse". ?l lo hizo desde que, tras estudiar en Madrid y trabajar tambi¨¦n en Oslo, opt¨® por regresar a Galicia. Premio Nacional de Arquitectura Espa?ola (1997) y Medalla de Oro de la disciplina (2011), hace unos a?os Gallego dibuj¨® ¨Ca petici¨®n de la revista Brav¨²¨C su idea de una embajada de Galicia en el mundo. Propuso un roble con un banco debajo para poder sentarse a la sombra. "Era como una gasolinera donde reponer fuerzas. ?Qu¨¦ hay m¨¢s local que un ¨¢rbol? ?Qu¨¦ m¨¢s universal? Eso es para m¨ª Galicia".
?Lo hizo? S¨ª. No hay dios que lo entienda. Pero hice bien en leerlo porque me lo volvi¨® a preguntar. Me llam¨® la atenci¨®n que hubiera le¨ªdo a Juan de Herrera. Pero tras leerlo y comentarlo, tengo mis dudas. Creo que lo hab¨ªa le¨ªdo de segundas. Con todo, era una persona culta. Escuchaba. No era santo de mi devoci¨®n, pero le reconozco la preparaci¨®n.
?C¨®mo puede un pol¨ªtico dejar un legado tan antag¨®nico como una residencia sensata y una Ciudad de la Cultura prepotente? La ciudad da pena verla hoy. La ves y parece un supermercado. Te planteas c¨®mo pueden ordenarse tan mal estos materiales. C¨®mo se puede faltar tanto al sentido com¨²n con lo hermosas que son las obras que irradian claridad. La Ciudad de la Cultura es opaca. Creo que Eisenman como profesional tiene una actitud muy respetable. A m¨ª no me gusta. Es un camino que exige echar mucha carne en el asador. Pero admiro ese esfuerzo.
?No es un doble fracaso esforzarse mucho para fracasar? Eisenman rompe con los moldes de lo que es la arquitectura. Para ¨¦l no tiene nada que ver con el uso. El individuo no tiene relaci¨®n con la energ¨ªa del proyecto. Para ¨¦l es un ensayo un tanto esnob.
?Por qu¨¦? Le interesa m¨¢s la interpretaci¨®n que el mensaje. Nos pone una vieira representando lo gen¨¦tico del Camino de Santiago y jugando a la provocaci¨®n, pero es una provocaci¨®n infantil, ?no? Es un ejercicio ret¨®rico.
?Qu¨¦ le parece interesante entonces? Me interesa ¨¦l, no el proyecto. Tener una muestra peque?a de un arquitecto divergente eleva la ambici¨®n; pero esto, lo que tenemos, es una estupidez: ni es ciudad ni es cultura.
Usted fue invitado al concurso. Si hubiera ganado, tal vez tambi¨¦n habr¨ªa quedado atrapado en este proyecto sin fin. Quiero pensar que lo hubiera controlado. Yo hablo del contexto siempre porque yo mismo pertenezco al contexto, al lugar, m¨¢s que a la obra excepcional. No creo que me hubiese metido en jardines. S¨¦ que la moda es tan atractiva y subyugadora que uno termina atrapado por ella. Pero es muy peligrosa. Mezcla lo econ¨®mico, llega al terreno social afectando a actitudes y comportamientos y por eso crea confusi¨®n. Y en la confusi¨®n gana. Puede que yo tambi¨¦n hubiera quedado atrapado, pero en ese proyecto aprend¨ª algo. Me plante¨¦ que si todo me parec¨ªa mal, si rechazo a Eisenman, a Nouvel ¨Cque tambi¨¦n se present¨®¨C y a los dem¨¢s arquitectos que eran admirados, ?qu¨¦ me quedaba? La construcci¨®n. La grandeza de la arquitectura est¨¢ en construirla. No en las ideas sino en el resultado. La arquitectura consiste en las sensaciones que produce.
Peter Eisenman dijo a EL PA?S que con pol¨ªticos de derechas es m¨¢s f¨¢cil hacer arquitectura. ?Comparte ese juicio? Veo en esa frase algo de cinismo.
Desde su ideolog¨ªa progresista, ?c¨®mo vive el momento pol¨ªtico actual en Espa?a? Con cautela, pero con esperanza. Parece que se est¨¢n abriendo las ventanas y entra aire fresco. La cautela, pensando en el contexto econ¨®mico que envuelve al pol¨ªtico.
?En el mundo, qu¨¦ le preocupa m¨¢s? En parte, eso que parece intocable y que llamamos sistema. ?Ad¨®nde nos lleva? Tambi¨¦n me preocupa el nivel cultural, el desarrollo econ¨®mico y sostenible del pa¨ªs: la agricultura, el medio ambiente, el medio urbano, la cultura. En todo esto tan serio creo que es fundamental la creatividad. Y dentro de ella, el humor que ayuda a vivir mejor. Me gusta la vida que sobrepasa todas las trabas y se impone.
Naci¨® en Ourense. ?Se crio en esa ciudad? Pues un poco en todos lados. Mi padre era oriundo de Lugo, de un pueblo de monta?a.
?A qu¨¦ se dedicaba? Era abogado. Pero hab¨ªa sido emigrante. Se fue a Cuba con 14 a?os. Regres¨® a los 19 diciendo que quer¨ªa estudiar.
Y luego pensamos que la vida actual es dura. ?Verdad? Ahora he arreglado la casita que mi padre ten¨ªa en Incio (Lugo). Y me paso all¨ª muchas horas.
?C¨®mo era su madre? Muy distinta. Oriunda de Madrid. Gente de una clase social m¨¢s alta. A mi abuelo, que era catedr¨¢tico de dibujo, le recetaron un clima sano para la tuberculosis. Y por eso llegaron a Ourense.
?La arquitectura entonces le lleg¨® por su abuelo? No. Yo no lo conoc¨ª, muri¨® muy joven. S¨ª conoc¨ª mucho a mi abuela Manola, su esposa. Era maestra y de gran talento. Se qued¨® ciega y yo era el nieto que le le¨ªa. As¨ª me aficion¨¦ a la lectura.
Su madre tambi¨¦n era maestra. Se form¨® en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza. Y me orient¨® en el dibujo. Ella lo hac¨ªa muy bien. Dibujar da una forma de ver.
Esa forma de ver, el deseo de permanencia y el proyectar solo lo que uno es capaz de construir son puntos en com¨²n con su amigo el arquitecto ingl¨¦s David Chipperfield. ?Es cierto que ¨¦l se hizo una casa en Galicia por usted? Bueno¡, fue una liada. Lo conoc¨ª en Mil¨¢n. Me cont¨® que pasaba el verano en un lugar maravilloso en la costa del sur de Italia. Le tom¨¦ el pelo y le dije que lo maravilloso era el Atl¨¢ntico, que era como el ingl¨¦s pero con sol y como si fuera ?frica. En oto?o me llam¨® porque quer¨ªa venir. Le dije que estaba de broma, que hab¨ªa niebla, que hac¨ªa fr¨ªo. Pero vino. Y empez¨® a fre¨ªr pimientos y a hacer tortillas.
Y se hizo la casa. Y consigui¨® hac¨¦rsela perfecta. Cuando uno critica la manera de construir de un lugar deber¨ªa preguntarse por qu¨¦ a Chipperfield le sale bien en todas partes: en M¨¦xico (Museo Jumex), en Galicia¡
Chipperfield dec¨ªa que Galicia ser¨ªa la Costa del Sol si hubiera alguien interesado en comprarla y construir masivamente. ?Cree que lo local desaparecer¨¢? S¨ª, pero tambi¨¦n s¨¦ que volver¨¢ a nacer. Lo que es demasiado importante para perderse termina por volver.
Parece tener respuestas para todo. ?Nada le inquieta? Lo que m¨¢s me intriga es la experiencia que tendremos de lo virtual. Nuestros sentimientos m¨¢s profundos son recuerdos de experiencias. Y lo virtual se experimenta.
Sus dos hijos han seguido sus pasos. Elisa empez¨® haciendo dibujos y unas extra?as fotos de figuras de alambre. Hizo una exposici¨®n. Al mismo tiempo hace ilustraciones y libros para ni?os. Una tesis sobre un paisaje de Galicia la llev¨® a estudiar la semejanza con otros paisajes atl¨¢nticos similares como Gales o Escocia. Y eso la llev¨® a la fotograf¨ªa, que estudi¨® en la Universidad de Nueva York. Ahora busca trabajo. No para. Pero est¨¢ en el paro.
Su hijo Pablo tambi¨¦n es arquitecto. Ha ido muchos a?os por libre y a veces trabajamos juntos.
?C¨®mo ve el futuro de su profesi¨®n? Inquietante. Hoy el arquitecto sobra, cuando todo gira alrededor del consumo.
O hace m¨¢s falta que nunca. Demasiados arquitectos han renunciado a mucho, pero van a tener que sacrificar su ego y eso creo que no lo har¨¢n. Lo esconder¨¢n bajo la modestia.
Usted siempre ha puesto la modestia por delante. No es modestia.
Ll¨¢melo lucidez. El arquitecto estrella gallego es el m¨¢ximo representante de la discreci¨®n, de la huida de las modas. Pero yo me siento mucho m¨¢s radical que los que son m¨¢s lanzados. Me parecen m¨¢s viejecitos los que se empe?an en decir algo que en realidad ya se ha dicho.
?Qu¨¦ riesgos ha corrido como arquitecto? Desaparecer, olvidarse de uno.
?Eso ha sido un aprendizaje o es car¨¢cter? Algo aprend¨ª de [Alejandro de la] Sota, con el que trabaj¨¦. Con ¨¦l siempre hab¨ªa algo que no acababa de convencerme plenamente, que es esa renuncia a cosas evidentes en su obra. Renunciaba a lo m¨¢s pl¨¢stico, a lo m¨¢s bello.
?Por qu¨¦? ?Por influencia del catolicismo? S¨ª. Creo que era por eso.
Eligi¨® trabajar en Noruega para Erling Viksj?. ?Qu¨¦ hay de ese pa¨ªs en su obra? Llegu¨¦ all¨ª porque soy un lector empedernido de [Knut] Hamsun. La naturaleza me entusiasma. Todo me gusta all¨ª: el romanticismo, las noruegas¡
Ah, se refiere a ese romanticismo¡ Me siento atra¨ªdo por Escandinavia [risas]. Me parece una lecci¨®n que una cultura valore lo cotidiano, los instrumentos para el trabajo, el paisaje. Es un mundo que demuestra que sin ser latino se puede ser muy apasionado.
Ha dicho que es lector de Hamsun. ?De qui¨¦n m¨¢s es lector? De John Berger, de Octavio Paz, de Mar¨ªa Zambrano¡ Leo desordenadamente y dej¨¢ndome llevar.
?Hay alg¨²n escritor gallego al que vea como un autor paralelo a usted? ?Alguien que hable desde lo local un idioma universal? S¨ª. ?nxel Fole, ?lvaro Cunqueiro o Xos¨¦ Lu¨ªs M¨¦ndez Ferr¨ªn. Creo que todos ellos hablan del hombre. De sus pasiones y de sus esp¨ªritus. Son universales.
Acaba de cumplir 79 a?os. A Karl Popper le preguntaron una vez: ¡°Usted que tiene tantos a?os, ?qu¨¦ piensa de la vejez?¡±. ¡°?La vejez?, ya ni me acuerdo¡±.
Su mujer es francesa. Trabaj¨® con usted durante a?os y hoy dirige una ONG. Ella estudi¨® cultura hisp¨¢nica y coincidimos en Madrid. Me ayud¨® mucho. Sin ella no hubiera podido llevar el estudio. Pero adem¨¢s tej¨ªa unos tapices muy bonitos. Hizo exposiciones y vivi¨® as¨ª hasta 1999. El ¨²ltimo d¨ªa de ese a?o nuestro hijo mayor, Santiago, se mat¨® en un accidente de autom¨®vil. Cambi¨® nuestra vida. Ella se refugi¨® en la ayuda a los dem¨¢s. Mont¨® STOP Accidentes con otra madre de v¨ªctima catalana. Hoy sigue en la brecha en el ¨¢mbito internacional. Es presidenta de una asociaci¨®n iberoamericana. Yo sal¨ª del agujero gracias a la arquitectura.
Lleva 40 a?os en A Coru?a, una ciudad que, ha dicho, ¡°venci¨® a la geograf¨ªa para mal¡±. S¨ª, la geograf¨ªa es hermos¨ªsima. En el avi¨®n es una maravilla. Pero bajas a tierra y se le ven a?adidos que sobran por todos los lados. Es una ciudad con unos niveles de incultura grandes en sus dirigentes.
El arquitecto gallego Carlos Quint¨¢ns dice que est¨¢ plagada de ¡°narcodelineantes¡±. Sin embargo, la geograf¨ªa resiste. Resiste. Al ser como una isla metida en el agua est¨¢ muy batida por el viento y eso le da una luz esplendorosa. A m¨ª me gusta mucho recordar la luz de los sitios y la de A Coru?a es la de la cubierta de un barco: va cambiando.
Cuando a uno le preocupa la construcci¨®n de la arquitectura, defiende lo m¨¢s rotundo para conseguir lo m¨¢s sutil. ?Lo sutil se va a perder? Se debe cuidar con decisi¨®n. A los alumnos les dec¨ªa que se fijen en los muelles. Es la arquitectura m¨¢s clara y rotunda que hay. Y su construcci¨®n es evidente. El muelle es un lugar donde lo mar¨ªtimo y lo terrestre est¨¢n enlazados por una rampa. Solo una rampa y el agua que sube y a veces borra los l¨ªmites. Lo sutil est¨¢ en el contraste entre lo ligero y lo pesado.
?Qu¨¦ quiere decir a los futuros arquitectos? Las decisiones en arquitectura no pueden quedar reducidas al capricho y la irresponsabilidad. El autor con sus vicios y su estupidez de artista no puede firmar edificios. La sociedad no lo tolera. Tampoco la forma de organizar los concursos, las viciadas relaciones con la Administraci¨®n, incluso la formaci¨®n como arquitecto no son aceptables ni tienen vigencia. Todo va en contra del arquitecto como persona sensible que entienda lo profundamente humana que es la profesi¨®n. Hay que cambiar el sistema hacia un mundo m¨¢s humano.
?En qu¨¦ arquitectura se traduce eso? La arquitectura ser¨¢ m¨¢s humana cuando el mundo que la rodea lo sea. Lo dem¨¢s son francotiradores que no sirven para nada. Uno hace una cosa y a los dos d¨ªas se la cambian.
?De qu¨¦ habla su retrospectiva? Yo no quer¨ªa hacerla. La ve¨ªa una exposici¨®n prep¨®stuma.
No se enga?a nada, ?verdad? ?Por qu¨¦ la hizo? Porque, como todo desaparece, termin¨¦ vi¨¦ndola como una manera de guardar algo. Un modo de decir: yo quise hacer este edificio y durante unos a?os fue. Luego vino un t¨ªo y lo cambi¨® todo. Y no pas¨® nada. Que las cosas puedan ser ¨Caunque sea por un tiempo¨C es un tema que me interesa. El otro es dejar anotado un camino. Todo lo que hacemos en la vida es eso: las botellas del n¨¢ufrago. He aprendido a ser feliz as¨ª. Y me importa un pepino.
?Qu¨¦ le importa un pepino? El resultado. Si alguien abre la botella, bien. Pero si no la abre nadie, no pasa nada. La vida es as¨ª.
Bueno, ah¨ª quedan las botellas para quien las quiera abrir. A lo mejor alguien las destapa para ver si tienen vino, ?ja, ja, ja!.
elpaissemanal@elpais.es
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