El ser humano saliniza el agua dulce
Cient¨ªficos de ocho pa¨ªses encienden las alarmas por el aumento de sales en los r¨ªos
Vi¨¦ndolo disfrazado de cebra mientras canta "rock ortop¨¦dico" con su grupo Conjunto Musical es dif¨ªcil de imaginar, pero el ec¨®logo Miguel Ca?edo-Arg¨¹elles lidera un incipiente movimiento cient¨ªfico para evitar un desastre medioambiental a escala planetaria. El investigador espa?ol encabeza hoy un llamamiento en la revista Science, templo de la ciencia mundial, para exigir leyes internacionales contra la salinizaci¨®n de los r¨ªos, un fen¨®meno sorprendentemente descuidado que amenaza los cursos de agua.
¡°El tema de la sal no est¨¢ legislado. No existen unos l¨ªmites legales de sal claros para proteger a la fauna y a la flora de los r¨ªos¡±, lamenta Ca?edo-Arg¨¹elles, de la Universidad de Vic. Su art¨ªculo, firmado por otra veintena de cient¨ªficos de ocho pa¨ªses, se?ala que las actuales normativas de calidad del agua ¡ªincluida la de la UE¡ª regulan la concentraci¨®n de sales, pero solo con el objetivo de que sea potable y apta para el riego, sin tener en cuenta los da?os a la biodiversidad. Algunos r¨ªos y lagos, por culpa de actividades humanas como la agricultura o la extracci¨®n de gas y carb¨®n, est¨¢n demasiado salados para sus animales y plantas. La vida desaparece.
En Espa?a, explica Ca?edo-Arg¨¹elles, estos efectos nocivos se aprecian con claridad en la comarca del Bages (Barcelona), donde los residuos de las minas de potasa de la empresa Iberpotash han creado monta?as, literalmente, de millones de toneladas de sales que suponen un problema de ¡°salud p¨²blica¡±, seg¨²n la UE. La salinizaci¨®n afecta al r¨ªo Llobregat, fuente de agua para la poblaci¨®n de la regi¨®n metropolitana de Barcelona. La Comisi¨®n Europea investiga a Iberpotash ¡ªfilial del gigante israel¨ª ICL dedicada a la obtenci¨®n de potasa para fertilizantes agr¨ªcolas y usos industriales¡ª por presuntos incumplimientos de las leyes europeas sobre calidad de agua.
"No existen unos l¨ªmites legales de sal claros para proteger a la fauna y la flora de los r¨ªos", denuncia el ec¨®logo Miguel Ca?edo-Arg¨¹elles
La Agencia Catalana del Agua, subraya Ca?edo-Arg¨¹elles, ¡°ha gastado 200 millones de euros para remediar los impactos ambientales de Iberpotash¡±, como la salinizaci¨®n de los r¨ªos Llobregat y Cardener. En la comarca del Bages, las monta?as de residuos de las minas de potasa son m¨¢s altas que las aut¨¦nticas monta?as. ¡°Son 200 millones de euros que hemos gastado los ciudadanos, de nuestros bolsillos¡±, remacha el ec¨®logo.
Tambi¨¦n hay problemas de intrusi¨®n salina en el delta del Ebro y muy probablemente en Asturias, seg¨²n destaca el autor, por las minas de carb¨®n. ¡°En Am¨¦rica Latina no se han reportado muchos casos, pero porque no se han estudiado, no porque no existan. Aunque un estudio reciente hablaba de grandes cantidades de sal en el Amazonas debido a la extracci¨®n de minerales a lo largo de la cuenca¡±, a?ade Ca?edo-Arg¨¹elles.
¡°Hasta ahora se ha enfocado el tema del agua desde el punto de vista del consumo humano, pero hay que pensar tambi¨¦n en los da?os de la salinizaci¨®n a los ecosistemas: los peces, los insectos de los r¨ªos¡±, sostiene el investigador espa?ol. Un agua con m¨¢s sales conduce mejor la electricidad, as¨ª que las autoridades miden la conductividad el¨¦ctrica del agua para estimar su salinidad. Una medici¨®n de dos milisiemens por cent¨ªmetro (la unidad empleada) es aceptable para beber y regar, ¡°pero puede eliminar muchas especies de insectos de agua dulce¡±, seg¨²n denuncian los cient¨ªficos en Science. Estos insectos son los encargados de digerir el material vegetal presente en los r¨ªos y son una fuente de alimento para el resto de animales. Sin ellos, la biodiversidad se descuajaringa.
Ca?edo-Arg¨¹elles y sus colegas advierten de que las pocas regulaciones que ya limitan la salinidad con criterios ecol¨®gicos, como las de EE UU y Australia, ¡°son insuficientes¡±. Estas normativas citan concentraciones de sal recomendadas, pero un mismo total de sales puede tener efectos muy diferentes en dos r¨ªos, en funci¨®n de su composici¨®n concreta. Las inmensas monta?as de residuos de la comarca del Bages son b¨¢sicamente de cloruro s¨®dico (la sal com¨²n con la que cocinamos), pero tambi¨¦n intervienen otros compuestos. ¡°Queremos una legislaci¨®n que fije l¨ªmites espec¨ªficos para sales de potasio, de magnesio, de calcio¡±, enumera el ec¨®logo.
Canad¨¢ y EE UU son los ¨²nicos pa¨ªses del mundo que identifican concentraciones de un compuesto espec¨ªfico ¡ªlos cloruros¡ª por encima de las cuales la biodiversidad de un r¨ªo se ve golpeada. ¡°Globalmente, las concentraciones de otros iones, como el magnesio y el bicarbonato, siguen sin regularse pese a su potencial toxicidad¡±, alertan los investigadores, entre los que se encuentra el ec¨®logo James Lazorchak, de la Agencia de Protecci¨®n Ambiental de EE UU.
Los autores proponen, entre otras medidas, un sistema de comercio de sales, similar al que ya existe entre las empresas que emiten CO2, gas responsable del calentamiento global. Las compa?¨ªas tendr¨ªan un l¨ªmite de toneladas de sales para verter y si no llegaran a su tope podr¨ªan vender sus derechos de emisi¨®n. El sistema est¨¢ dando resultados prometedores en Australia. ¡°No podemos obviar el impacto econ¨®mico de estas empresas y su creaci¨®n de puestos de trabajo, pero que asuman sus responsabilidades ambientales¡±, zanja Ca?edo-Arg¨¹elles.
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