?Se puede elegir cuidar?
La atenci¨®n a los hijos y a los padres ancianos es una experiencia humana que resulta arriesgado sortear
La sociolog¨ªa siempre se encuentra en esa compleja tesitura de intentar hallar una explicaci¨®n com¨²n para unas pr¨¢cticas sociales que, bien miradas, no son m¨¢s que la suma de un mont¨®n de pr¨¢cticas individuales. Y estas, como es natural, pueden explicarse por causas muy diversas. Es como si en f¨ªsica tuvi¨¦ramos que reconocer que, aunque las manzanas tienden a caer de los ¨¢rboles al suelo por la ley de la gravedad, algunas lo hacen por otros motivos, e incluso las hay que no caen. Esta peculiaridad de las ¡°ciencias¡± humanas se convierte, en todo lo que ata?e a la maternidad/paternidad, en un motivo constante de bronca y malos entendidos. Vaya, pues, por delante que cualquier decisi¨®n individual en materia de reproducci¨®n me parece perfectamente v¨¢lida.
Por lo dem¨¢s, es posible que a nuestro medio ambiente ideol¨®gico, lastrado por fuertes inercias patriarcales, le venga bien una reivindicaci¨®n de la no maternidad libremente elegida. Pero buena parte del movimiento childfree puede explicarse poni¨¦ndolo en relaci¨®n no solo con las grandes ventajas de nuestra ¨¦poca ¡ªlibertad de elecci¨®n de itinerarios vitales¡ª, sino tambi¨¦n con algunos de sus peores defectos.
Uno de los principales problemas de nuestra sociedad es su desprecio de todo lo que tiene que ver con la vulnerabilidad humana. Una vulnerabilidad particularmente notoria en la infancia, la vejez y la discapacidad. Hemos construido nuestra vida en com¨²n alrededor del mito del adulto aut¨®nomo y fuerte que busca maximizar sus opciones a lo largo de una trayectoria vital reducida a una serie de intercambios, entendidos a semejanza de los mercantiles. Elijo mi estilo de vestir igual que elijo a mis amigos, mi trabajo (supuestamente) y si tengo o no tengo hijos. Y si elijo comportarme de manera altruista y cuidar de mi pr¨®jimo lo hago precisamente as¨ª, como elecci¨®n, no como expresi¨®n de un compromiso al que estoy obligada por formar parte de una red de reciprocidad e interdependencia que me ha permitido, entre otras cosas, llegar a adulta. Nos dejamos enga?ar por el espejismo de la autonom¨ªa y la independencia y no vemos que si estamos aqu¨ª eligiendo ser as¨ª o as¨¢ es porque nos han cuidado, y mucho. Venimos al mundo como seres desvalidos totalmente dependientes, y seguimos siendo vulnerables y dependientes en mayor o menor grado a lo largo de toda nuestra vida.
Entre las experiencias b¨¢sicas de socializaci¨®n y desarrollo de ni?os y j¨®venes se cont¨®, durante milenios, la de cuidar, no solo la de ser cuidado. Hoy d¨ªa, en cambio, la mayor¨ªa de las personas ¡ªespecialmente las de clase media o alta entre las que triunfa el estilo de vida childfree¡ª llegan a adultas sin haber cuidado de nadie, en lo que es posiblemente una singularidad hist¨®rica sin precedentes. Tal vez por eso tanta gente experimenta la maternidad/paternidad como una brecha vital profunda. Y por eso hay cada vez m¨¢s gente que considera el cuidado una opci¨®n, algo que puede elegirse o evitarse, cuando seguramente sea una experiencia humana fundamental que, como m¨ªnimo, es arriesgado intentar sortear.
Uno de los problemas de nuestra sociedad es su desprecio de todo lo que tiene que ver con la vulnerabilidad humana
Mariarosa Dalla Costa hablaba del amargo descubrimiento de aquellas mujeres que en los a?os setenta tomaron la decisi¨®n de no tener hijos con el objeto de salvaguardar su autonom¨ªa y luego se encontraron con que no pod¨ªan obviar el cuidado de sus padres ancianos. Durante demasiado tiempo el cuidado ha sido destino y obligaci¨®n para las mujeres: sin duda, ha llegado el momento de repartirlo (entre sexos y clases) y dotarlo del apoyo y la institucionalizaci¨®n social que tanto necesita. Pero eso no significa que no deba ser ya asunto nuestro, ni tampoco que su asunci¨®n deba ser necesariamente amarga. Ojal¨¢ los childfree actuales se ahorren el descubrimiento del que hablaba Dalla Costa, pero espero que sea porque entre todos hayamos sido capaces de construir una sociedad que ponga el cuidado en el centro de sus preocupaciones, y no porque se hayan ¡°liberado¡± tambi¨¦n de ese otro ¡°lastre¡±.
Carolina del Olmo es ensayista, autora de ?D¨®nde est¨¢ mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista.
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