La mezquindad que no falte
No s¨¦ ahora, pero durante siglos se aprend¨ªa desde la ni?ez que en las peleas no pod¨ªa abusarse
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s da?inas de nuestro tiempo y de nuestro pa¨ªs es la resistencia a aplaudir y a admirar nada. Sobre todo entre las nuevas generaciones, est¨¢ tan extendida la idea de que todo debe ser puesto a caldo, que no hay logro ni acci¨®n noble que no despierten furibundas diatribas. Si alguien es generoso o se comporta ejemplarmente, en seguida se dice que es ¡°postureo¡±. Si un magnate como Bill Gates (u otros fil¨¢ntropos) entrega una inmensa porci¨®n de su fortuna para combatir enfermedades o paliar el hambre, casi nadie se lo agradece, y las reacciones oscilan entre frases del tipo ¡°Con el dinero que tiene, eso carece de m¨¦rito¡± (olvidando que podr¨ªa no haberse desprendido de un c¨¦ntimo y nadie se lo habr¨ªa reprochado), y del tipo ¡°Eso lo hace para mejorar su imagen, as¨ª que de altruismo nada, es una inversi¨®n como otra cualquiera¡±.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s da?inas de nuestro tiempo y de nuestro pa¨ªs es la resistencia a aplaudir y a admirar nada
Y, desde luego, lo que jam¨¢s existe es la unanimidad ante una buena reacci¨®n. Casi la consigui¨® Alejandro Sanz hace poco, cuando interrumpi¨® un concierto suyo en M¨¦xico al observar que un hombre maltrataba a una mujer entre el p¨²blico. Se fue hacia ¨¦l, lo ri?¨®, lo increp¨®, y el equipo de seguridad lo expuls¨® del recinto. Al parecer, el cantante fue ovacionado y las redes sociales se llenaron, con justicia, de parabienes. Pero leo que, inevitablemente, tambi¨¦n ha habido comentarios censurando su conducta, incluido un art¨ªculo-editorial de este peri¨®dico, que le reprochaba lo que esos comentarios tuiteros, a saber: a) que ¡°sus formas podr¨ªan haber sido igual de aleccionadoras pero menos musculosas: Sanz se fue hacia el tipejo en cuesti¨®n como quien se decide a cortar una injusticia por las bravas ¡ El m¨²sico podr¨ªa haber ordenado la expulsi¨®n del agresor desde el escenario ¡¡± (es probable que, de haber hecho eso, se lo acusara ahora de cobard¨ªa); y b) que, a lo dicho por Sanz una vez zanjado el incidente, ¡°le sobraron las cinco ¨²ltimas palabras, que arrastran un deje de la tradicional concepci¨®n de la mujer como sexo d¨¦bil¡±.
?Y cu¨¢les fueron esas palabras que, seg¨²n los tuiteros y el comentarista de este diario, le sobraron? Lo que dijo el cantante al regresar a su sitio fue: ¡°Yo no concibo que nadie toque a nadie, y menos a una mujer¡±. As¨ª que lo que se deber¨ªa haber ahorrado, por machista o sexista, es ¡°y menos a una mujer¡±. Llama la atenci¨®n, porque ?en qu¨¦ quedamos? La actual legislaci¨®n espa?ola estipula una agravante, dentro de la mal llamada ¡°violencia de g¨¦nero¡±, cuando la agresi¨®n o el maltrato son de un var¨®n a una mujer, y poco antes de las ¨²ltimas elecciones una torpe representante de Ciudadanos estuvo a punto de hundir la campa?a de su partido por defender, antip¨¢ticamente, la supresi¨®n de esta agravante. Si ¨¦sta existe, y la mayor parte de la sociedad est¨¢ de acuerdo en que exista, es justamente porque, por lo general, en la paliza que le da un hombre a una mujer (o a un ni?o, o a un anciano) hay un abuso a?adido. Con la salvedad de algunas mujeres entrenadas en artes marciales y de las se?oras enormes que sol¨ªa dibujar Mingote junto a maridos escuchimizados (existen esas parejas), a la hora de un enfrentamiento f¨ªsico el var¨®n acostumbra ser m¨¢s fuerte y lleva las de ganar.
Claro que la mujer es ¡°el sexo d¨¦bil¡±, en ese exclusivo sentido, y precisamente por ello las leyes son como son y la sobreprotegen
La expresi¨®n ¡°sexo d¨¦bil¡±, que por lo visto ahora ofende a quienes ans¨ªan ofenderse, no supone menosprecio hacia el femenino, ni alude a otra cosa que a la mencionada ventaja f¨ªsica. Cualquier mujer no susceptible o no soliviantada sabe, para su desgracia, que si tiene un mal encuentro en la calle o en su casa, lleva las de perder (con las excepciones ya apuntadas). Que si un var¨®n se pone bestia, lo m¨¢s probable es que ella sufra mucho m¨¢s da?o del que ella a ¨¦l pueda infligirle. Por la misma raz¨®n, el 99% de las violaciones que se dan en el mundo (y a¨²n me quedo corto en el porcentaje) son de hombres a mujeres, y seguramente el 1% restante se corresponda m¨¢s con las de hombres a otros hombres que con las de mujeres a varones. Lejos de parecerme criticable, ¡°y menos a una mujer¡± es una apostilla necesaria, m¨¢s en un pa¨ªs como M¨¦xico, en cuya Ciudad Ju¨¢rez se han producido incontables asesinatos de muchachas a lo largo de d¨¦cadas, la mayor¨ªa premiados con la impunidad m¨¢s absoluta.
Claro que la mujer es ¡°el sexo d¨¦bil¡±, en ese exclusivo sentido, y precisamente por ello las leyes son como son y la sobreprotegen. No s¨¦ ahora, pero durante siglos se aprend¨ªa desde la ni?ez que en las peleas no pod¨ªa abusarse. A eso responde la frase tantas veces o¨ªda en las pel¨ªculas, ¡°B¨²scate a uno de tu tama?o¡±, cuando el que pegaba era palmariamente m¨¢s alto, grande y fornido que el pegado. Por eso resulta repugnante el adulto que se ensa?a con un ni?o, que no puede defenderse. Por eso resulta tambi¨¦n repugnante el hombre que pega a una mujer, la cual, aunque se defienda, sabe que las m¨¢s de las veces llevar¨¢ la peor parte. Nadie puede negar que las mujeres a¨²n viven con un suplemento de miedo, y a menudo tienen que ir por el mundo con la vista y el o¨ªdo alerta. Porque saben que es m¨¢s f¨¢cil atacarlas a ellas con posibilidades de ¨¦xito. Los peros a la actuaci¨®n de Sanz s¨®lo demuestran lo que dije al principio: la mezquindad de nuestro tiempo y de nuestro pa¨ªs, incapaz de aplaudir, agradecer y admirar sin reservas ¡ nada.?
elpaissemanal@elpais.es
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