?Y si hubiera elecciones en junio?
La experiencia de Madrid en las auton¨®micas de 2003 sugiere que repetir los comicios puede desmovilizar al electorado. Al cansancio de acudir a las urnas se une el enojo con los pol¨ªticos por su incapacidad para formar gobierno
Las elecciones generales del pasado diciembre dejaron un arco parlamentario altamente fragmentado y sin mayor¨ªas claras. Cualquier posible coalici¨®n est¨¢ formada por piezas de muy dif¨ªcil encaje. Por un lado, un eventual Gobierno de izquierdas no es viable sin la connivencia de los nacionalistas perif¨¦ricos, algunos de los cuales con un mandato inequ¨ªvoco de ruptura con Espa?a. Por el otro, cualquier Gobierno ¡°mestizo¡±, ya sea una gran coalici¨®n o bien un Gobierno socialista respaldado por Podemos y Ciudadanos, pasa por poner de acuerdo a partidos que, por el momento, prefieren presentarse como incompatibles.
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Este complicado sudoku ha provocado que una parte considerable de la opini¨®n p¨²blica vea como inevitable la convocatoria de nuevas elecciones generales. Puede que a¨²n haya tiempo para que cuaje alg¨²n tipo de acuerdo de gobierno, pero si finalmente ning¨²n candidato es capaz de superar una sesi¨®n de investidura, ?qu¨¦ deber¨ªamos esperar de unas nuevas elecciones? Hacer pron¨®sticos es, sin duda, una tarea arriesgada, pero quiz¨¢s podamos encontrar alguna pista en el ¨²nico precedente que tenemos en nuestro pa¨ªs de elecciones anticipadas tras una investidura fallida: las elecciones auton¨®micas de la Comunidad de Madrid de 2003.
Los madrile?os fueron convocados en mayo de 2003 para elegir su sexta legislatura auton¨®mica. La nueva candidata del PP, Esperanza Aguirre, no consigui¨® hacerse con la mayor¨ªa absoluta por tan solo un esca?o. As¨ª, por primera vez tras ocho a?os de Gobierno conservador, una coalici¨®n alternativa de izquierdas era viable. Sin embargo, el esc¨¢ndalo de transfuguismo conocido como el tamayazo acab¨® con las aspiraciones del socialista Rafael Simancas a presidir la Comunidad de Madrid. Ante la imposibilidad de investir a ning¨²n candidato, los madrile?os se vieron obligados cinco meses m¨¢s tarde a acudir nuevamente a las urnas.
El principal cambio que provoc¨® la repetici¨®n de elecciones fue un aumento considerable de la abstenci¨®n. En efecto, la participaci¨®n cay¨® casi siete puntos porcentuales, pasando del 69,3% en mayo de 2003, un porcentaje cercano al m¨¢ximo hist¨®rico, a un modesto 62,6% en octubre de ese mismo a?o, el segundo valor de participaci¨®n m¨¢s bajo desde la instauraci¨®n del Parlamento aut¨®nomo madrile?o.
Esta desmovilizaci¨®n del electorado era en cierto modo esperable. Generalmente, cuando a los ciudadanos se les pide acudir a las urnas de forma reiterada se produce un cansancio que acaba provocando un aumento de la abstenci¨®n. Aun con ello, no todos los partidos se vieron igualmente afectados por la ca¨ªda de la participaci¨®n. Seg¨²n los datos del CIS, el principal damnificado fue el PSOE. Un 10,5% de sus votantes decidieron pasarse a la abstenci¨®n cuando se les pidi¨® que volvieran a votar tras la investidura fallida. Se trata de un porcentaje entre tres y cuatro puntos por encima de los que encontramos entre el electorado del PP e IU.
El PSOE es el partido que m¨¢s preocupado deber¨ªa mostrarse por un aumento de la abstenci¨®n
Las encuestas indican que ese aumento de la abstenci¨®n se debi¨® principalmente al cansancio o hartazgo por el hecho de tener que votar de nuevo. No obstante, la desmovilizaci¨®n del electorado socialista estaba tambi¨¦n particularmente motivada por la decepci¨®n de muchos de sus votantes con la actuaci¨®n del PSOE, muy marcada por el esc¨¢ndalo del tamayazo. As¨ª, la experiencia de Madrid sugiere que la repetici¨®n de elecciones puede provocar una desmovilizaci¨®n del electorado, motivada tanto por el cansancio de acudir frecuentemente a las urnas como por el enojo con los pol¨ªticos por su incapacidad para formar Gobierno.
Es probable que una nueva convocatoria de elecciones generales para el pr¨®ximo junio tambi¨¦n provoque un aumento de la abstenci¨®n. A¨²n con ello, es importante destacar que el nivel de participaci¨®n en las pasadas elecciones generales de diciembre ya fue, en cierto modo, decepcionante. A pesar de tratarse de unos comicios marcados por la ruptura del sistema de partidos, con niveles m¨¢ximos de inter¨¦s por la pol¨ªtica y con una gran incertidumbre sobre qui¨¦n ser¨ªa el nuevo inquilino en La Moncloa, el nivel de participaci¨®n fue tan solo del 69,7%, casi cuatro puntos por debajo de la media. En este sentido, puede que la abstenci¨®n tenga en esta ocasi¨®n un margen de crecimiento m¨¢s modesto, pues ya partimos de niveles de participaci¨®n relativamente bajos.
De producirse unas hipot¨¦ticas nuevas elecciones, probablemente es el PSOE quien deber¨ªa mostrarse m¨¢s preocupado por un aumento de la abstenci¨®n debido al cansancio o hartazgo. El electorado socialista es el menos movilizado e interesado por la pol¨ªtica. Seg¨²n el CIS, casi dos tercios del electorado socialista declara tener poco o ning¨²n inter¨¦s por las cuestiones pol¨ªticas. Se trata de una cifra superior a la del resto de partidos y muy especialmente a la de Podemos, la formaci¨®n con un electorado m¨¢s involucrado pol¨ªticamente. Estos datos sugieren que la previsible fatiga generada por una eventual repetici¨®n de elecciones estar¨ªa particularmente presente entre las filas socialistas.
Podemos no es h¨¢bil al convencer a los suyos de que no son responsables de que siga Rajoy
Sin embargo, a¨²n desconocemos qu¨¦ partido acabar¨¢ finalmente acarreando la culpa de un eventual fracaso de las negociaciones. En comparaci¨®n con las elecciones auton¨®micas de Madrid de 2003, los votantes tendr¨ªan ahora mayores dificultades para se?alar a un claro responsable, pues en esta ocasi¨®n no existe un culpable tan visible como ocurri¨® con el tamayazo. Aun as¨ª, el reciente sondeo de MyWord para la SER parece se?alar que son los votantes de Podemos los m¨¢s cr¨ªticos con su propio partido. Seg¨²n esta encuesta, el 18% de los que votaron a Podemos consideran que es su propio partido el principal culpable de que a¨²n no tengamos un nuevo Gobierno. En cambio, en el caso de Ciudadanos apenas un 4% de sus votantes lo responsabilizan de que sigamos con un Gobierno en funciones.
En definitiva, existen indicios de que unas nuevas elecciones generales podr¨ªan conllevar un aumento de la abstenci¨®n debido tanto al cansancio de tener que acudir reiteradamente a las urnas como al descontento por no haberse logrado un acuerdo de gobierno. El PSOE podr¨ªa partir con cierta desventaja pues cuenta con el electorado menos activo e interesado y, por ende, m¨¢s propenso a abstenerse por hartazgo. No obstante, es Podemos quien m¨¢s deber¨ªa preocuparse por c¨®mo se est¨¢n gestionando las negociaciones de investidura. Por el momento, el equipo de Pablo Iglesias no est¨¢ siendo particularmente h¨¢bil a la hora de convencer a los suyos de que ellos no son los principales responsables de que Mariano Rajoy siga de presidente en funciones. Aun con ello, las pr¨®ximas semanas a¨²n pueden depararnos sorpresas. Si algo demostr¨® Podemos en las pasadas elecciones es su capacidad de reacci¨®n en los ¨²ltimos minutos de partido.
Llu¨ªs Orriols es doctor por la Universidad de Oxford y profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Carlos III de Madrid.
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