Iveth, la rapera justiciera
La artista mozambique?a de 31 a?os es abogada y defensora de Eva Anad¨®n, cooperante espa?ola expulsada del pa¨ªs por protestar contra los abusos sexuales a las menores
¡°Vives como los cr¨ªos, en un gozoso estado de emoci¨®n continua¡±, apostillaba una querida amiga el otro d¨ªa, con m¨¢s raz¨®n que un m¨¢rtir. Resulta que, de dermis para adentro y sin potingues, me estoy quitando d¨¦cadas de encima. Nada se me hab¨ªa perdido en Mozambique, donde rastreando sin premeditaci¨®n, coincido con mucho de lo perdido. El colmo de la serendipia.
Fundaci¨®n Mozambique Sur, la ONG mentora de mi aventura en ?frica, prepara para el 12 de mayo un festival de Hip Hop, all¨¢ en Madrid. Las ganancias se trocar¨¢n en becas para estudiar Bellas Artes aqu¨ª, en el pa¨ªs de las sonrisas. Me piden, como apoyo, que entreviste a alg¨²n rapero del lugar. Investigo. Doy con una mujer que me fascina. Una famosa rapista, como dicen en portugu¨¦s a las pocas f¨¦minas que se atreven a irrumpir en el territorio de los gallos.
Se llama Iveth, y adem¨¢s de rimar por la justicia social, practica la equidad tanto en su despacho de jurista, como en las aulas universitarias donde ense?a. Tambi¨¦n preside la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la Orden de los Abogados. Leo que se trata de una gladiadora femenina, feminista y feminizante. En 2011 particip¨® en un documental que os recomiendo, Voces desde Mozambique, de Susana Guardiola y Fran?oise Polo. Cinco historias de mujeres a partir de la guerrillera revolucionaria, Josina Machel, primera esposa del presidente que estren¨® este pa¨ªs libre del colonialismo portugu¨¦s, en 1975, Samora Michel. Josina muri¨® en 1971, un 7 de abril, desde entonces, Dia da Mulher Mo?ambicana.
Contacto con Iveth y acordamos encontrarnos en su domicilio. Vive alejada del centro de Maputo. Cerca del mar, en una de esas casas africanas de ventanas con rejas y un peque?o jard¨ªn, que resisten el embate colonialista del siglo XXI: la burbuja inmobiliaria China. De un tiempo a esta parte, los asi¨¢ticos edifican cualquier cosa solo para acaudalados, (adem¨¢s del aeropuerto de Maputo), a cambio del gas y otras riquezas naturales descubiertas al norte del pa¨ªs. Revelaciones de la tierra que habr¨ªan de paliar el hambre en el tercer pa¨ªs m¨¢s pobre del planeta, pero acaban en manos diferentes. Mucho m¨¢s ¨¢vidas. Menos necesitadas.
Acudo en la grata compa?¨ªa de un grupo de Gaiatos (de Casa do Gaiato), entusiasmados de conocer mejor a Iveth. Pruebo varias veces la videoc¨¢mara que Canon ha regalado a los chicos, para asegurarme de que todo ir¨¢ bien. Cuando le pregunto a Iveth, lo que sabe de Espa?a, me descubre que es la jurista encargada del caso, Eva Anad¨®n, la cooperante espa?ola reci¨¦n expulsada de Mozambique, por participar, presuntamente, en una marcha ilegal contra los abusos sexuales a las ni?as.
Iveth, la justiciera en verso y prosa, nos relata. ¡°No hubo tal manifestaci¨®n. Se trataba de una pieza teatral que no lleg¨® a representarse. Eva fue expulsada sin derecho a defenderse. Sin condena firme, ni documento alguno que legitime la deportaci¨®n. Como abogada no pude hablar con ella. Gran violaci¨®n de los derechos humanos y civiles¡±.
Le cuento que un peri¨®dico espa?ol, se atrevi¨® con un repugnante titular. ¡°Deportada por defender la minifalda¡±. Est¨¢ al tanto. ¡°Aqu¨ª tambi¨¦n se llev¨® el asunto al largo de las faldas del uniforme escolar femenino. Quieren que les llegue hasta los pies, para no tentar a los hombres. ?Combatimos as¨ª un asunto donde las v¨ªctimas son ellas? No soy apologista de faldas cortas o largas. Soy apologista de la dignidad de la mujer. Eva Anad¨®n no ha sido tratada dignamente. Ahora est¨¢ en Espa?a, y nosotros vamos a recurrirlo todo, al margen de las reclamaciones diplom¨¢ticas. Mientras ella no podr¨¢ volver en diez a?os, tenemos a un hombre que estupr¨® a ocho ni?as, y en un par de a?os saldr¨¢ de la c¨¢rcel. Nadie ha considerado su expulsi¨®n. La violaci¨®n de los derechos de las mujeres es constante. El 50% se casa prematuramente, y son madres desde los 14 a?os. Eso genera desigualdad en la escolarizaci¨®n, lesiones f¨ªsicas, y vulnerabilidad ante la violencia machista. Todo, porque vivimos en una sociedad patriarcal¡±.
Iveth adora escribir, y reconoce que despacho y escenario se retroalimentan. ¡°Siendo abogada conozco mejor las injusticias, y el rap me ense?a a acercarme a quienes me necesitan¡±.
La tarde pasa al ritmo estimulante y sincopado de sus composiciones. Es hora de marchar. Iveth se dirige con ternura a los gaiatos. ¡°Aunque vuestra vida ha sido dura, yo no os veo como v¨ªctimas. Sois muchachos preparados para afrontar cualquier futuro¡±.
Y, de repente, p¨ªcara, c¨®mplice, y hasta maternal (Iveth nos confes¨® que ya ¡°ha llamado a la cig¨¹e?a¡±), a?ade: ¡°Escoged bien el momento para enamoraros. Y, no olvid¨¦is usar preservativo. ?Me entendieron?¡± Pausa para repetir. ¡°?Me entendieron?¡±.
Cuando el asombro les desbloquea la voz, dicen que s¨ª.
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