Los m¨¦dicos robots
LA tecnolog¨ªa lo est¨¢ cambiando todo. Los coches van a conducir solos, los frigor¨ªficos har¨¢n la compra sin preguntarnos y podremos recuperar un recuerdo perdido de nuestra ni?ez buscando en la tarjeta SD de nuestro cerebro. La biotecnolog¨ªa, por su parte, lograr¨¢ no menos maravillas: imprimiremos en 3D ¨®rganos compatibles con nuestro cuerpo y, seg¨²n algunos optimistas, seremos capaces de aprender idiomas tomando pastillas.
Este paisaje futurista a unos les parece deseable y a otros dist¨®pico, pero incluso los m¨¢s apocal¨ªpticos buscan el provecho de los cambios. La vida ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil y larga, y eso a nadie disgusta.
De entre todas las revoluciones en marcha, una de las m¨¢s importantes es la de la medicina. Desde el origen de la disciplina, con Hip¨®crates, el juicio m¨¦dico ha estado fundamentado en la relaci¨®n doctor-paciente. En el trato humano. En la observaci¨®n, en el examen, en la confesi¨®n de s¨ªntomas y de dolores.
Y seg¨²n Ignacio Riesgo, autor del libro ?M¨¦dicos o robots? La medicina que viene (Rasche), hay una parte de esa relaci¨®n que nunca cambiar¨¢, por muchos avances tecnol¨®gicos que se produzcan: ¡°La labor de comunicaci¨®n del m¨¦dico con el paciente no es sustituible por ninguna m¨¢quina. Ni ahora ni nunca¡±.
Sin embargo, la medicina est¨¢ cambiando mucho y seguir¨¢ haci¨¦ndolo, seg¨²n Riesgo: ¡°Vinod Khosla, cofundador de Sun Microsystems, dice que el 80% del trabajo puede ser sustituido por m¨¢quinas. Por ordenadores de apoyo o robots. Si representar¨¢ el 80% o el 50%, no lo s¨¦, pero es seguro que gran parte del trabajo que hacen hoy los m¨¦dicos podr¨¢ ser sustituido por m¨¢quinas y por otros profesionales¡±.
Los descubrimientos gen¨¦ticos que permiten anticipar el desarrollo de enfermedades y crear terapias farmacol¨®gicas para curarlas forman parte de ese paisaje tecnol¨®gico que revoluciona la medicina del siglo XXI: a partir del ADN del paciente, se personalizar¨¢ su biograf¨ªa cl¨ªnica y prescribir¨¢n tratamientos a la carta que, al parecer, erradicar¨¢n enfermedades como la hemofilia, el p¨¢rkinson, la fibrosis qu¨ªstica y la diabetes, entre otras muchas.
¡°Lo que nunca dejar¨¢ de hacer el m¨¦dico, sean cuales sean los avances, es la llamada medicina narrativa¡±, explica Riesgo. ¡°Ayudar al paciente a elaborar un relato sobre su enfermedad: qu¨¦ significa en su vida, qu¨¦ limitaciones le impone, qu¨¦ opciones le abre, qu¨¦ medidas preventivas debe seguir, qu¨¦ decisiones tiene que tomar, etc¨¦tera. En esto el m¨¦dico nunca podr¨¢ ser sustituido¡±.
Tal vez tambi¨¦n ser¨¢ tarea de los m¨¦dicos liderar la soluci¨®n a los problemas ¨¦ticos que las nuevas tecnolog¨ªas m¨¦dicas traen de la mano. En primer lugar, los m¨¢s cl¨¢sicos, los que tienen que ver con la eugenesia y con el perfeccionamiento de la especie: ?es leg¨ªtimo moralmente alterar la espontaneidad gen¨¦tica para crear una raza de hombres sanos e inmortales? Y en segundo lugar, los que tienen que ver con la justicia social, pues los usos tecnol¨®gicos son en algunos casos extremadamente caros y abren la posibilidad de que la salud sea solo para quien pueda pagarla. ¡°El gran reto de los sistemas sanitarios de acceso universal, como los que tenemos en Europa y en la mayor parte de los pa¨ªses industrializados, es que las innovaciones terap¨¦uticas sean accesibles a toda la poblaci¨®n y no se vuelva a crear lo que exist¨ªa antes de su aparici¨®n: una medicina para ricos y otra para pobres¡±, advierte Riesgo. ¡°La industrializaci¨®n de la medicina va en esa l¨ªnea: crear productos de m¨¢s calidad, m¨¢s baratos y accesibles a mayores capas de la poblaci¨®n. El objetivo es lograr dar atenci¨®n sanitaria a los m¨¢s de 7.000 millones de habitantes del planeta¡±. Con muchos robots pero tambi¨¦n con muchos seres de carne y hueso.
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