¡°?Estamos vacunando con poco m¨¢s que agua?¡±
Ante el reto de mantener la cadena del fr¨ªo en pa¨ªses en desarrollo, un m¨¦dico de RDC se pregunta si las inmunizaciones son siempre efectivas
13 personas por hora. Ese es el ritmo de muertes que provoc¨® en 2014 el sarampi¨®n en todo el mundo. Es una enfermedad que dif¨ªcilmente nos alarma en esas raras ocasiones en que la vemos por casa, pero sigue golpeando con mucha fuerza en otros rincones del mundo. Seg¨²n Naciones Unidas, en 2014 el sarampi¨®n mato a casi 115.000 personas a pesar de que es una dolencia muy f¨¢cil de prevenir mediante una vacuna usada desde hace medio siglo. Inmunizar a un ni?o cuesta aproximadamente un euro, pero a pesar de ello cientos de miles caen desprotegidos cada a?o ante un virus que en los casos graves es dif¨ªcil de tratar y puede resultar mortal.
¡°Cuando se complica, el sarampi¨®n puede provocar problemas en los ojos y la garganta hasta el punto de dificultar la respiraci¨®n. Se llegan a desarrollar incluso problemas pulmonares y gastrointestinales, y si encima hay una carencia de base como desnutrici¨®n o malaria, lo agrava todo mucho m¨¢s¡±, detalla Nuria Balbuena, responsable m¨¦dica del equipo de MSF que a finales del a?o pasado estuvo vacunando en el sur de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC). El sarampi¨®n es una enfermedad sutil, todo el mundo la conoce, no suele inquietar demasiado porque acostumbra a ser benigna, y en lugares como Congo muchos desisten de ir al puesto de salud porque eso cuesta dinero. Y las comunidades congole?as no andan sobradas ni de dinero ni de centros de salud.
Si vacunar parece una soluci¨®n tan obvia y hasta cierto punto asequible, ?por qu¨¦ la regi¨®n congole?a de Katanga ¡ªde un tama?o similar al de Espa?a¡ª registr¨® solo el a?o pasado cerca de 40.000 casos y medio millar de muertes? Las respuestas no son tan obvias.
En un pa¨ªs como RDC, que est¨¢ en el pelot¨®n de cabeza en incidencia de sarampi¨®n, los problemas son diversos e incluyen la enorme dispersi¨®n de la poblaci¨®n en algunas zonas y la dificultades de los pacientes para acceder a los escasos y mal dotados puestos de salud, pero hay un obst¨¢culo que todos los expertos sin excepci¨®n mencionan como clave para explicar la persistencia de esta enfermedad: las deficiencias en la cadena de fr¨ªo.
¡°La vacuna del sarampi¨®n tiene que estar conservada entre dos y ocho grados. Es sensible a la luz y al calor y necesita unas condiciones muy espec¨ªficas de conservaci¨®n, lo cual hace que una vacunaci¨®n en puntos remotos sea tan complicada¡±, explica Balbuena. ¡°Lo que se inyecta se compone de la vacuna en s¨ª y de un disolvente. Una vez se abre el vial y se hace la mezcla, hay que usarla antes de seis horas, si no hay un gran riesgo de que lo que se inyecta no tenga la capacidad inmunizadora necesaria¡±, advierte.
As¨ª, un lugar con temperaturas altas, malas carreteras ¡ªa veces casi inexistentes¡ª y escasez de recursos plantea el peor escenario. ¡°A menudo no existen los medios para llegar a un lugar en el que hay que vacunar, y cuando se llega se hace con vacunas de efectividad discutible porque la cadena de fr¨ªo se ha roto dos o tres veces desde el origen hasta que llega al destino¡±, a?ade Luis Montiel, compa?ero de Balbuena y coordinador del proyecto.
¡°Para llevar a cabo las vacunaciones previstas en el calendario, algunos enfermeros tienen que recorrer unos 240 kil¨®metros en bicicleta ¡ªy por los pedregosos caminos que cubren buena parte de Congo¡ª para venir desde su puesto de salud hasta aqu¨ª y recoger las vacunas. De vuelta tardan dos o tres d¨ªas, y cuando llegan los congeladores han perdido el fr¨ªo por completo¡±, explica el doctor Robert Kasongo, m¨¦dico jefe de la zona de Songa. ¡°Puede que avancemos en las vacunaciones de rutina, ?pero con qu¨¦ calidad de vacunas? ?Estamos inmunizando con poco m¨¢s que agua?¡±, se pregunta este m¨¦dico originario de esta regi¨®n y que desde hace una d¨¦cada intenta obrar el milagro de mantener en pie casi sin recursos el precario sistema de salud de un ¨¢rea ampl¨ªsima con decenas de miles de personas. ¡°Puede ser que vacunemos a muchos ni?os, ?pero con qu¨¦ eficacia? Si no somos efectivos, la epidemia va a seguir viniendo. Porque no atacamos el foco de la infecci¨®n¡±, advierte el doctor Kasongo sin perder el ¨¢nimo, a pesar de que, seg¨²n me explica, desde hace tres meses no reciben el combustible para las neveras que deber¨ªan mantener la delicada cadena de fr¨ªo. MSF ha empezado a llevar neveras alimentadas con energ¨ªa solar a sus proyectos en Congo, pero muchas zonas del pa¨ªs no tienen a¨²n acceso a este recurso. Por si fuera poco, el doctor tiene apenas dos motos para cubrir nueve ¨¢reas de salud con una poblaci¨®n tremendamente dispersa ¡ªapenas nueve habitantes por kil¨®metro cuadrado¡ª por lo que el suministro a los puestos de salud es un reto casi inabordable.
Pero a pesar de todas es dificultades, es posible proteger a la poblaci¨®n. En 2015, MSF realiz¨® un enorme despliegue para poner en marcha una campa?a de vacunaci¨®n que logr¨® llegar a casi un mill¨®n de ni?os de entre seis meses y 15 a?os, un n¨²mero parecido al que se alcanz¨® en otra campa?a similar de MSF en Katanga en el a?o 2011.
El equipo liderado por Montiel y Balbuena situ¨® su base en Kamina, capital de Haut-Lomami, una de las cuatro nuevas provincias que ahora componen la antigua demarcaci¨®n de Katanga. Desde all¨ª se alcanz¨® las ¨¢reas de salud de Kinda y Songa, donde en total fueron inmunizados 81.590 ni?os y j¨®venes. Fueron necesarias cerca de 200 personas en varios equipos durante m¨¢s de dos meses para conseguir llegar a aldeas que en algunos casos apenas ten¨ªan unas decenas de habitantes. El grueso lo compon¨ªan los conductores del m¨¢s de medio centenar de motos que, cargadas de congeladores, llevaban todo lo necesario para vacunar por todos los rincones del ¨¢rea asignada.
En 2014 el sarampi¨®n mato a casi 115.000 personas a pesar de que es una dolencia muy f¨¢cil de prevenir mediante una vacuna
Una de las aldeas adonde llega el convoy de MSF se llama Dikuluye, a unas dos horas de Kamina. Los cerca de 2.000 habitantes del pueblo han sido informados d¨ªas antes para que se aprestaran a llevar a sus ni?os a la vacunaci¨®n. Un sensibilizador propuesto por la propia comunidad, Kabuja, se pasea altavoz en mano recordando con todas sus fuerzas lo importante que es vacunar contra el sarampi¨®n. ¡°Venid y participad, es gratuito¡±, repite incesante en kilumba, la lengua local, mientras las madres hacen cola intrigadas por el inhabitual despliegue que est¨¢n viendo, aunque seguras de la necesidad de tanto esfuerzo. La escuela del lugar organiz¨® a sus alumnos para que en estricta formaci¨®n caminara el kil¨®metro que los separaba del puesto designado para la inmunizaci¨®n, la iglesia.
Un centenar de ni?os de entre 6 y 15 a?os esperan uniformados su turno junto a sus profesores. ¡°Les hemos explicado para qu¨¦ sirve una vacuna y lo importante que es para ellos¡±, dice Sengan Kambi, el profesor que tambi¨¦n va vestido de gala para la ocasi¨®n. Al preguntar a sus alumnos por el sarampi¨®n, uno de los de primera fila responde enseguida. Se llama Kalombo y tiene 13 a?os: ¡°Aqu¨ª lo llamamos kabukosue y lo he visto, te salen como unas ronchas por el cuerpo¡±.
Cadena de fr¨ªo de ida y vuelta
Los fallos en la cadena de fr¨ªo deterioran y llegan a inutilizar las vacunas que se administran, pero tienen adem¨¢s otro efecto menos evidente que tambi¨¦n reduce la eficacia de las campa?as de inmunizaci¨®n.
El sarampi¨®n suele presentar unos s¨ªntomas claros y visibles en una exploraci¨®n cl¨ªnica ¡ªfiebre alta y las conocidas erupciones en la piel¡ª, pero en ocasiones incluso ese primer diagn¨®stico es problem¨¢tico. ¡°Hay personal que est¨¢ bien preparado, pero a veces los enfermeros tienen poca formaci¨®n o informaci¨®n limitada y sus diagn¨®sticos no son fiables¡±, explica el coordinador general de MSF para la vacunaci¨®n en Katanga, Benoit Chabaud.
Pero hay m¨¢s. Tras ese primer examen cl¨ªnico, las dificultades aumentan porque solo un an¨¢lisis de sangre en laboratorio puede confirmar la presencia del virus que la provoca y, por tanto, la aparici¨®n de posibles brotes infecciosos. ¡°Es muy importante que las muestras de sangre tambi¨¦n se mantengan a baja temperatura¡±, dice Chabaud. ¡°En el caso de esta vacunaci¨®n, la muestra tomada debe recorrer un buen trecho desde el centro de salud hasta la ciudad de Lubumbashi, pero de ah¨ª a¨²n debe ir a la capital, Kinshasa (a 1.600 kil¨®metros), donde est¨¢ el ¨²nico laboratorio de referencia del pa¨ªs¡±, detalla Chabaud. ¡°Es un camino muy largo y no siempre estamos seguros que la cadena de fr¨ªo se respeta de inicio a fin¡±, admite. Por si la distancia fuera poco obst¨¢culo en un contexto as¨ª, hace unos meses el laboratorio estuvo semanas sin poder realizar ex¨¢menes ¡°porque se les acabaron los reactivos qu¨ªmicos necesarios¡±.
En conjunto, la decisi¨®n sobre d¨®nde o cu¨¢ndo vacunar debe tomarse a la vista de unos datos que no siempre son de la m¨¢xima fiabilidad.
Durante la vacunaci¨®n en Katanga, MSF ha puesto en marcha un peque?o equipo encargado de comprobar sobre el terreno los datos sobre algunas de las alertas de casos, y tambi¨¦n ha hecho seguimiento del transporte de muestras al laboratorio de Kinshasa, donde se ha prestado apoyo al personal local para intentar garantizar al m¨¢ximo la fiabilidad de los resultados.
Kumuinba Ngoy trae a sus tres hijos, de uno, cuatro y ocho a?os. La mayor, Monga, dice tras recibir la temida inyecci¨®n, que lo doli¨® ¡°lo normal¡±, pero que es importante ¡°para no enfermarse¡±. La madre incluso pide a los sanitarios que si pueden les den vacunas para otras enfermedades, y lamenta tener problemas para alimentar bien a sus hijos. Nuria Balbuena confirma la presencia de muchos ni?os desnutridos. ¡°La mayor¨ªa de familias no invierten en comida para sus hijos, en parte por falta de cultura sobre la importancia de alimentarse bien¡±, explica. Al llegar a ¨¢reas remotas y con un acceso muy limitado a los servicios de salud, los equipos de vacunaci¨®n pueden detectar y a veces tratar, adem¨¢s de sarampi¨®n, numerosos episodios de desnutrici¨®n u otras enfermedades muy comunes, como malaria y afecciones respiratorias o gastrointestinales.
Otra madre, Virginie Ilonga, dice orgullosa que trae a sus hijos ¡°para protegerlos de la enfermedad¡±. Ha venido con tres de sus ni?os, de uno, dos y cinco a?os; y a?ade que conoce a muchos otros de la comunidad que se han contagiado de la enfermedad. Mientras tiene lugar la vacunaci¨®n, que incluye administraci¨®n a los m¨¢s peque?os de vitamina A para paliar en parte la mala dieta, la responsable m¨¦dica del equipo entra y sale del puesto de vacunaci¨®n para asegurarse de que todo funciona bien. No deja de hablar animadamente con las madres. Una se acerca con su ni?o porque el equipo ha detectado que tiene fiebre; con apenas una somera exploraci¨®n, Balbuena est¨¢ casi segura de que en efecto tiene sarampi¨®n. El ni?o se llama Monga Kalenga y es el mayor de los cuatro hijos que tra¨ªa su madre. Llega otro caso. Este tiene solo cuatro a?os, y su madre explica que uno de sus hermanos est¨¢ en casa con sarampi¨®n. Se les da tratamiento para bajar la fiebre y evitar las complicaciones de la enfermedad. Con un poco de suerte, sus propias defensas vencer¨¢n al virus y estos casos no se complicar¨¢n. Pero, tambi¨¦n muy importante, el riesgo de que contagien a los cientos de ni?os del pueblo es ahora m¨ªnimo, porque han recibido eso tan sencillo pero tan dif¨ªcil de llevarles en buen estado: una vacuna.
Pau Miranda, responsable de comunicaci¨®n de MSF para la RDC.
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