Nonagenaria

Es la ciudadana m¨¢s conocida del planeta Tierra, con permiso incluso de Kate Middleton (Obama, Letizia, Kardashians de pacotilla: bleh). Si pones su retrato ¡ªcon sombrero, por favor¡ª ante casi cualquiera en casi cualquier pa¨ªs sabr¨¢ dec¨ªrtelo: ?La reina! ?The Queen!

Ese conocimiento choca, es inevitable, con lo opaco de su figura. Conocemos al dedillo la canci¨®n favorita de Obama, el champ¨² de Letizia y el ?todo? de las herman¨ªsimas de pacotilla, pero apenas sabemos nada de ella. Isabel II resulta tan hiperexpuesta como herm¨¦tica. De su madre se conoc¨ªan sus gustos, como por la siempre refrescante ginebra; de su marido, su car¨¢cter, con una iron¨ªa que roza la mala educaci¨®n (ser duque real¨ªsimo no dispensa de malafoll¨¢); de su primog¨¦nito y heredero, sus pasiones (no hablamos de Tampax): la naturaleza, lo eco, lo bio.

De ella apenas alg¨²n gesto, alguna an¨¦cdota. Dicen que es austera en todo, de la comida a la calefacci¨®n, que tiene sentido del humor (esa escena con James Bond¡­), que quiso a sus hijos aunque lo expres¨® mejor con sus nietos y babea por sus bisnietos. Que siempre lleva el mismo peinado, el mismo tipo de vestido, el mismo color en bloque para que sea f¨¢cil de reconocer, para que la gente que vea esa figurilla rodeada de su corte capte d¨®nde est¨¢ la mujer que es su soberana, la cabeza de su iglesia.

90 a?os cumpli¨® ayer esta reina que lo fue por pura carambola, a la que proclamaron monarca en plena sabana keniata con 26 a?os. Lleva casi 65 de discreci¨®n y sonrisas congeladas. Nadie sabe cu¨¢nto se estirar¨¢n los 90 ni que vendr¨¢ en los pr¨®ximos 65. Discreci¨®n y hermetismo helado seguro que no. Testas coronadas, veremos cu¨¢ntas.