Encuentros en la tercera fase, en el siglo dieciocho
'Materia' desaf¨ªa a sus lectores a resolver este segundo desaf¨ªo cient¨ªfico, que acompa?a a la biblioteca 'Descubrir la ciencia'.
El gran Ray Bradbury, autor de Cr¨®nicas marcianas y Fahrenheit 451, defini¨® la ciencia ficci¨®n como ¡°el arte de lo posible¡±, a diferencia de lo imposible que pertenece al reino de la fantas¨ªa. Pero es evidente que esta frontera ha ido desplaz¨¢ndose a lo largo de la historia gracias al progreso del conocimiento cient¨ªfico. ?Qu¨¦ es lo posible? Hoy la ciencia ha tra¨ªdo al mundo real infinidad de avances que en otras ¨¦pocas habr¨ªan pasado por mero delirio de la imaginaci¨®n.
Una muestra de ello es quiz¨¢ el favorito de entre los temas de la ciencia ficci¨®n: las fronteras del cosmos y sus habitantes. Los relatos sobre viajes espaciales y seres alien¨ªgenas son mucho m¨¢s antiguos que la propia existencia reconocida del g¨¦nero. Exponentes pioneros son la Historia verdadera de Luciano de Samosata, escrita en el siglo II de nuestra era, o la divertida Historia c¨®mica de los estados e imperios de la Luna de Cyrano de Bergerac, publicada en 1657.
Sin embargo, en muchos casos la intenci¨®n de estos precursores de la ciencia ficci¨®n era satirizar y parodiar los entresijos de nuestra propia sociedad. Otro ejemplo es posiblemente el primer encuentro en la tercera fase de la historia de la literatura, publicado en 1752 por un famoso autor que normalmente sol¨ªa dedicarse a otros asuntos muy alejados de la imaginaria visita a la Tierra de dos gigantescos alien¨ªgenas.
Este escritor mantuvo una relaci¨®n duradera con una brillante mujer cient¨ªfica, cuyo trabajo m¨¢s celebrado fue la traducci¨®n de una de las obras esenciales de la historia de la ciencia, a la que a?adi¨® sus propias y valiosas anotaciones. El autor de este volumen fue un cient¨ªfico hoy recordado por sus muchas aportaciones, tantas que incluso se le atribuyen algunas claramente estramb¨®ticas: un libro de 1827 le adjudicaba la invenci¨®n de la gatera, que ide¨® como soluci¨®n a las distracciones que le provocaban los molestos ara?azos de su gato en la puerta.
Este cient¨ªfico fue precisamente un caso paradigm¨¢tico de c¨®mo la frontera entre lo posible y lo imposible ha ido variando a lo largo de los siglos. Gran parte de su trabajo vers¨® sobre materias que despu¨¦s quedaron desterradas del mundo de la ciencia, pero que en su ¨¦poca a¨²n pod¨ªan merecer la atenci¨®n de un acad¨¦mico respetable.
Entre estos asuntos estaba la posible existencia real de una clase de criaturas m¨ªticas. El hoy famoso cient¨ªfico patrocin¨® y financi¨® la obra de otro colega en la que ¨¦ste describ¨ªa la existencia de tales seres, documentada durante sus viajes de exploraci¨®n naturalista. Es obvio que el autor nunca contempl¨® estas criaturas por s¨ª mismo, pero dio cr¨¦dito al floclore local. El resultado fue que su fidedigna descripci¨®n de unos animales cien por cien imaginarios hoy lleva el marchamo de uno de los cient¨ªficos m¨¢s grandes de la historia. ?l, sin pretenderlo, prest¨® as¨ª su nombre a una obra de pura ficci¨®n con pretensiones de ciencia.
?C¨®mo se llamaba este cient¨ªfico, qui¨¦n era el autor de la obra que patrocin¨®, y cu¨¢les eran las criaturas m¨ªticas que se describ¨ªan en ella?
Escribe tu respuesta y cu¨¦ntanos c¨®mo has llegado a ella. El plazo para responder a este desaf¨ªo finaliza el domingo 12 de junio a las 12:00 (hora peninsular espa?ola).
Respuesta correcta: el cient¨ªfico era Isaac Newton, que patrocin¨® una obra de?Johann Jakob Scheuchzer en la que se describ¨ªan dragones como si fueran seres reales.
Ganador: Luc¨ªa Rodr¨ªguez Gonz¨¢les, de Madrid, tras un sorteo entre todos los acertantes de este desaf¨ªo.
Finalizado
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