Gentrificaci¨®n urbana con caf¨¦
Foto de David Robert Bliwas en Flickr Creative Commons.
En un bar del centro de la ciudad de Madrid. Un grupo de mujeres, de una edad posiblemente entre 60 y 70 a?os, comentaban animadas el s¨¢bado pasado como la cafeter¨ªa en la que entraban, y en la que yo descansaba, se mantiene casi intacta desde hace a?os, a diferencia de otras muchas del barrio. A partir de ah¨ª, comenzaron a rememorar el centro madrile?o de anta?o y a revivir an¨¦cdotas de la vida cotidiana de entonces. Algunas de ellas hablaban con nostalgia, otras aseguraban que los cambios hab¨ªan sido a mejor. Pero todas estaban de acuerdo en que la transformaci¨®n hab¨ªa llegado a gran velocidad, y que ahora la est¨¦tica de su ¡°barrio de siempre¡± y las personas que lo habitan eran muy, pero que muy, diferentes. Y as¨ª, entre pastas y caf¨¦s, y posiblemente sin darse cuenta, las mujeres se ocuparon de un fen¨®meno urban¨ªstico que provoca tambi¨¦n grandes debates cient¨ªficos: la gentrificaci¨®n de los centros urbanos.
Un t¨¦rmino que, en el sentido que actualmente se le concede, se refiere a la sustituci¨®n de la poblaci¨®n y aburguesamiento de determinados sectores urbanos. Y un neologismo ingl¨¦s introducido en 1964 por la soci¨®loga marxista Ruth Glass que utiliz¨® el concepto gentry (que hace referencia a la peque?a nobleza terrateniente inglesa y com¨²nmente, a la buena sociedad, con un sentido peyorativo) para explicar la sustituci¨®n de la poblaci¨®n original de barrios obreros pr¨®ximos al centro de Londres ante la llegada de miembros de la clase media que rehabilitaban las viviendas, haciendo subir sus precios. En los a?os 1970-1980 ge¨®grafos ingleses y norteamericanos retomaron este concepto, y teorizaron sobre un regreso al ¡®centro¡¯ de las clases altas. Y hoy, la gentrificaci¨®n sigue siendo un concepto controvertido en el ¨¢mbito de los estudios urbanos. Para algunos, el proceso es sencillo: personas con un mayor poder adquisitivo, atra¨ªdos por precios asequibles, compran viviendas y locales en barrios c¨¦ntricos degradados. Tras su rehabilitaci¨®n, sube el precio de los alquileres, comienza a llegar al barrio una poblaci¨®n y un comercio m¨¢s elitista, y la poblaci¨®n original es expulsada. Para otros, el asunto es mucho m¨¢s complejo: y, si bien existen vecinos que se ven forzados a abandonar estos barrios, son mayores los beneficios de la gentrificaci¨®n para las comunidades afectadas que los perjuicios, siempre y cuando los ayuntamientos realicen una gesti¨®n cuidadosa de este proceso, con la mirada puesta sobre las necesidades de los colectivos m¨¢s vulnerables. As¨ª, podr¨ªa suponer la generaci¨®n de empleo y una mejora de las condiciones de vida del barrio.
Y es que son muy diversos los casos de gentrificaci¨®n urbana. El madrile?o barrio de Chueca, por ejemplo, es una zona con la comunidad gay como agente gentrificador. El barrio fue rehabilitado, su tejido social se ha transformado, y se ha revalorizado enormemente el suelo. Un proceso similar al Greenwich Village neoyorquino o al Castro Street en San Francisco. Y cuya g¨¦nesis responder¨ªa, como argumentan investigadores como David Ley, a la demanda de ciertas clases m¨¢s o menos acomodadas por un barrio determinado. El barrio de Lavapi¨¦s es otro de los puntos calientes de la gentrificaci¨®n, con su gran oferta cultural. Procesos similares, a trav¨¦s del inter¨¦s cultural, han tenido lugar en lugares como la zona del Soho en Manhattan, donde se establecieron bohemios y artistas. Otros expertos, como el ge¨®grafo Neil Smith, ponen el acento del origen de este proceso en la oferta, y tiene lugar cuando las operaciones inmobiliarias son las que dirigen el proceso. Ejemplo de ello es el tri¨¢ngulo de la calle Ballesta de Madrid, donde la asociaci¨®n de comerciantes TriBall compr¨® en 2007 varios prost¨ªbulos de la zona y se los cedi¨® temporalmente a dise?adores y artistas. O los barrios en que las tiendas caras aparecen primero, y la rotaci¨®n inmobiliaria se da desde el comienzo. Antiguos barrios portuarios como Canary Wharf en Londres, Hafen City en Hamburgo o Borneo en Amsterdam son ejemplos de ¨¢reas c¨¦ntricas que tras venirse abajo la actividad portuaria se regeneran mediante grandes intervenciones p¨²blico-privadas. En algunos casos son los ayuntamientos los que estimulan fiscalmente a empresas de vanguardia a instalarse en ¨¢reas concretas, como es el caso del sector 22@ de Barcelona, que transform¨® el antiguo barrio industrial del Poblenou.
Indudablemente, como reflexionaban las mujeres de la cafeter¨ªa, en poco tiempo hemos asistido a grandes transformaciones urbanas y seguramente seguiremos siendo testigos de numerosos cambios en el futuro, tanto en el aspecto de las ciudades como en la manera de vivirlas. Y lo ¨²nico que podr¨ªa asegurar que todos estos procesos de regeneraci¨®n urbana supongan una mejora real, es que los intereses que los provocan velen por los intereses y las necesidades de todos los ciudadanos.
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