Terry Gilliam, memorias de un Monty Python que triunf¨® fracasando
Ha sido c¨®mico, director de culto, creador de proyectos malditos y hasta le han dado por muerto. Pero el director brit¨¢nico no solo ha sobrevivido a s¨ª mismo, sino que lo cuenta todo en sus memorias
Antes de convertir en im¨¢genes las lis¨¦rgicas andanzas del escritor Hunter S. Thompson en Miedo y asco en Las Vegas; mucho antes de mandar al pasado, al futuro, y otra vez al pasado a Bruce Willis en 12 monos; antes incluso de proferir blasfemias en La vida de Brian junto a sus compinches de Monty Python, a ¨¦l s¨®lo le importaban los c¨®mics. "Para m¨ª, Mad era como la Biblia", blasfema, todav¨ªa ¡ªy a Dios gracias¡ª, Terry Gilliam (Minneapolis, 1940). "Esa revista fue la que me ense?¨® todo lo que s¨¦ sobre s¨¢tira. Mad era a la vez inteligente, boba y apasionante". De inteligencia, bobaliconer¨ªa y pasi¨®n hay a espuertas, en Gilliamismos, las memorias del artista reci¨¦n publicadas. "Recuperamos im¨¢genes que no sab¨ªa ni que exist¨ªan. Escribi¨¦ndolo descubr¨ª que hab¨ªa olvidado la mayor parte de mi vida", cuenta. "Lo peor de todo es que los recuerdos realmente interesantes volvieron a m¨ª una vez que el libro ya estaba en imprenta".
De los recuerdos que s¨ª llegaron a imprimirse, uno de los m¨¢s reveladores ¡ªpara entender, al menos, c¨®mo a?os m¨¢s tarde Gilliam pondr¨ªa patas arriba, junto a los Python, el relamido humor brit¨¢nico¡ª es la participaci¨®n del autor en el sat¨ªrico Help! "All¨ª coincid¨ª con Harvey Kurtzman, que ven¨ªa de Mad. Fue mi mentor: me ense?¨® que para parodiar algo ten¨ªas que ser t¨¦cnicamente superior al material del que part¨ªas".
Con la lecci¨®n aprendida y un billete a Londres solo de ida, Gilliam dar¨ªa sus primeros pasos en el audiovisual dentro del ya inmortal programa Monty Python¡¯s flying circus. "De todos los sketches que hicimos en televisi¨®n, mi preferido es aqu¨¦l en el que John Cleese arrastra un saco con su madre muerta hasta la funeraria. Graham Chapman le ofrece varias maneras de dar sepultura al cad¨¢ver, entre ellas com¨¦rselo y vomitarlo en la tumba", rememora. "Era todo lo que necesita una comedia para serlo: repugnante, ofensiva e incre¨ªblemente hilarante".
"Me pareci¨® muy divertido tener toda la atenci¨®n de la prensa, pero es verdad que al d¨ªa siguiente ese inter¨¦s hab¨ªa desaparecido"
Abandonados los rayos cat¨®dicos por la gran pantalla, Gilliam y los Monty Python firmar¨ªan algunos de los t¨ªtulos imprescindibles del cine de humor, como Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores o El sentido de la vida, galardonada con el premio del jurado en Cannes. "Cuando se anunci¨® que nos lo iban a dar, ni siquiera est¨¢bamos en el festival. Terry Jones tuvo que volver para recogerlo", recuerda.?"Me pareci¨® muy divertido tener de repente toda la atenci¨®n de la prensa, pero tambi¨¦n es verdad que al d¨ªa siguiente ese inter¨¦s hab¨ªa desaparecido. Fue una valiosa lecci¨®n sobre lo ef¨ªmera que puede ser la fama".
Si algo no es ef¨ªmero, sin embargo, es la influencia que todas esas pel¨ªculas han ejercido en obras posteriores, como atestiguan los mon¨®logos del brit¨¢nico Eddie Izzard o la serie de animaci¨®n South Park. "Trey Parker y Matt Stone, los creadores de esos dibujos, han dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n ser mis hijos ileg¨ªtimos".
Puede que los Monty Python se disolvieran, pero nunca entregaron las armas: si algunos de ellos, como Michael Palin o Eric Idle, se convirtieron en afamados actores de comedia, Terry Gilliam opt¨® por ponerse detr¨¢s de las c¨¢maras para levantar proyectos como Las aventuras del Bar¨®n Munchausen o El rey pescador. "Pese a haber dirigido pel¨ªculas que han funcionado bien en taquilla, a los cr¨ªticos todav¨ªa les cuesta verme como un realizador serio. Sigo relegado a la categor¨ªa de director de culto".
Quiz¨¢s sea precisamente por eso, por el culto, que los fans siguen dedicando oraciones paganas a sus primeros trabajos, como Brazil. "No parece que Brazil vaya a caer en el olvido, desde luego. Puede que las pel¨ªculas con las que comenc¨¦ en el negocio sean mejores que las ¨²ltimas que he estrenado, pero me resisto a pensarlo", asegura, contradiciendo a las voces que ven signos de debilidad en propuestas recientes como Tideland o The zero theorem, que define como "mi visi¨®n de c¨®mo Internet es capaz de da?ar nuestra manera de relacionarnos con el mundo real. La red se ha apoderado de nuestras vidas, haciendo que conversar cara a cara sea m¨¢s dif¨ªcil que hacerlo a trav¨¦s de un ordenador", nos dice, parad¨®jicamente ¡ªy a elecci¨®n suya¡ª, v¨ªa mail.
"Con cada una de mis pel¨ªculas he tratado de explorar caminos diferentes, dependiendo de lo que me resultaba interesante en cada momento, pero nunca he recibido el benepl¨¢cito de los estudios para promocionarlas como es debido", se lamenta cuando le preguntamos por su experiencia en Hollywood. "Tras El secreto de los Hermanos Grimm decid¨ª que ya hab¨ªa tenido suficiente, por lo que ahora mismo, aunque encuentre m¨¢s dificultades, quiero trabajar de forma independiente", expone. Terry Gilliam preferir¨ªa estar muerto que volver a la meca del cine, s¨ª, pero sobre todo como movimiento de marketing. "La revista Variety public¨® un art¨ªculo en el que se me daba por muerto. Pero, oye: por publicidad lo que sea".
"No acepto los l¨ªmites que me impone la realidad. Claramente, Me encanta darme hostias"
Volviendo a su filmograf¨ªa, cabe se?alar que en la trayectoria de Gilliam son tan importantes las pel¨ªculas que ha hecho como sus proyectos irrealizables. "Mucho antes de que Zack Snyder se interesase por adaptarla, escribimos un gui¨®n para llevar Watchmen al cine, y ten¨ªamos incluso la bendici¨®n de Alan Moore: si alguien ten¨ªa que joder su obra, mejor que fu¨¦semos nosotros. Era un buen libreto, pero jam¨¢s conseguimos el presupuesto para llevarlo a cabo".
Lejos de ver sus sue?os frustrados ¨²nicamente en la fase de preproducci¨®n, en el documental Lost in La Mancha asistimos al accidentado rodaje de su pel¨ªcula inacabada: The man who killed Don Quixote. ?Sentir¨¢ quiz¨¢s que sus producciones se encuentran con m¨¢s dificultades que las de otros directores??"No. Simplemente tengo m¨¢s equipos de documentalistas sigui¨¦ndome".
Esperamos que eso no cambie, porque a finales de este a?o, si nada lo impide, Gilliam volver¨¢ a enfrentarse a los molinos. "Siempre acabo retomando este filme porque yo mismo soy muy quijotesco: no quiero aceptar los l¨ªmites que me impone la realidad", declara. "Y tambi¨¦n porque, claramente, me encanta darme hostias".
? Gilliamismos est¨¢ publicado por Malpaso.
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