¡°Guatemala est¨¢ al servicio de las empresas privadas¡±
El activista denuncia el alto coste de la irrupci¨®n de multinacionales para las zonas m¨¢s pobres del pa¨ªs
La llegada de empresas multinacionales a Guatemala, asegura el activista ecol¨®gico Julio Gonz¨¢lez, ha tenido como consecuencia un incremento de la pobreza en el pa¨ªs a lo largo de los ¨²ltimos a?os. El miembro del colectivo Madre Selva, sin embargo, rechaza la idea de que el desarrollo sea para unos poco y achaca la culpa de esta situaci¨®n al modelo econ¨®mico imperante, que prima al sector extractivo.
¡°El modelo econ¨®mico que nos han impuesto es la principal causa de toda la conflictividad actual¡±, explica. ¡°Lo que pretendemos es un desarrollo sostenible. La gente quiere vivir y eso se traduce en tener alimentos suficientes, agua con la calidad y la abundancia necesaria, el no acaparamiento de los recursos. A las poblaciones locales les duele que la irrupci¨®n de una gran compa?¨ªa destruya una monta?a, un cerro sagrado, un lugar de culto, y que encima los recursos no les aporten ning¨²n beneficio¡±.
Gonz¨¢lez (1953) trabaja con el colectivo Madre Selva desde hace m¨¢s de ocho a?os, tras dedicarse a la cooperaci¨®n internacional en el ¨¢rea rural. Durante sus estudios en la Facultad de Ciencias Qu¨ªmicas y Farmacia de la Universidad de San Carlos, fue presidente de la asociaci¨®n de estudiantes, una tarea complicada en un per¨ªodo turbulento como fue el principio de los ochenta en Guatemala. La militancia le cost¨® caro y la persecuci¨®n hacia los que levantaban sus voces le llev¨® a emigrar a M¨¦xico, donde permaneci¨® hasta la firma en 1996 de los acuerdos de paz en su pa¨ªs, que pusieron fin a casi cuatro d¨¦cadas de enfrentamiento armado interno.
Hay seguridad para las empresas, pero no para la gente
Su trabajo con Madre Selva, centrado en acompa?amiento a comunidades, identificaci¨®n de casos de conflicto y b¨²squeda de soluciones, tambi¨¦n le ha causado alg¨²n que otro dolor de cabeza. ¡°Nosotros tambi¨¦n empezamos a recibir amenazas. El Gobierno deber¨ªa proteger a los defensores de derechos, pero sus pol¨ªticas han significado persecuci¨®n, estigmatizaci¨®n y represi¨®n¡±, asegura. Esta situaci¨®n, seg¨²n ¨¦l, empeor¨® a partir del a?o 2000, cuando la econom¨ªa del pa¨ªs pas¨® de ser agroexportadora a centrarse en el sector extractivo y a la producci¨®n de energ¨ªa, actividades que llevaron a abusos sobre el territorio y a un mal manejo del agua.
El colectivo ecologista tiene identificados aproximadamente 1.200 conflictos vinculados con empresas que supuestamente est¨¢n vulnerando derechos humanos de las comunidades donde planean desarrollar actividades. ¡°Violan todas las normativas ambientales y se niegan a escuchar las demandas de las poblaciones, imponiendo sus proyectos a sangre y fuego¡±, sostiene Gonz¨¢lez, quien denuncia casos de acoso y violencia, incluso de asesinatos, hacia activistas.
¡°Los gobiernos establecen acuerdos econ¨®micos que ponen en grave riesgo el futuro de la poblaci¨®n de nuestro pa¨ªs, uno de los 10 m¨¢s vulnerables del mundo. Se pone en peligro la disponibilidad de los recursos h¨ªdricos, hay una explotaci¨®n irracional del suelo, que cada vez destina menos espacio a la producci¨®n de alimentos. Se est¨¢ promoviendo el conflicto social y se limita el derecho a vivir con dignidad¡±, afirma.
El colectivo ecologista tiene identificados aproximadamente 1.200 conflictos vinculados con empresas
¡°En los ¨²ltimos 16 a?os, ha aumentado la cantidad de pobres y extremadamente pobres. ?Qu¨¦ mejor calificaci¨®n para un modelo fallido de que no est¨¢ beneficiando a nadie?¡±, insiste. ¡°Las ganancias de la extracci¨®n se van para fuera. La industria minera en Guatemala en tres meses genera beneficios por 73 millones de d¨®lares en producto, de los cuales apenas cinco permanecen en el pa¨ªs. ¡°Estas empresas est¨¢n exentas de impuestos y est¨¢n contribuyendo a una situaci¨®n insostenible en el campo, porque no crean trabajo para los locales¡±.
Para el activista, ¡°el estado de derecho en Guatemala est¨¢ al servicio de las empresas privadas¡±, como ha demostrado el reciente estallido de distintos casos de corrupci¨®n que han salpicado las m¨¢s altas esferas de gobierno, poniendo de manifiesto la existencias de una red de sobornos millonarios para conceder licencias de explotaci¨®n a multinacionales. ¡°Hay seguridad para las empresas, pero no para la gente¡±, recalca.
Gonz¨¢lez pone como ejemplo el caso del complejo hidroel¨¦ctrico Renace, situado en la cuenca del r¨ªo Cahab¨®n (en el departamento de Alta Verapaz), que est¨¢ impactando en los derechos humanos de 29.0000 ind¨ªgenas quekch¨ª que viven en esta zona, con graves repercusiones para el medio ambiente. El proyecto, propiedad del grupo guatemalteco Corporaci¨®n Multi-Inversiones (CMI), que ha subcontratado para la realizaci¨®n de las obras a la empresa espa?ola Grupo Cobra (ACS), se extiende a lo largo de unos 30 kil¨®metros del Cahab¨®n. Una investigaci¨®n realizada por la ONG Alianza por la Solidaridad ha registrado una p¨¦rdida del 90% del caudal del r¨ªo, hasta el punto de dejarlo pr¨¢cticamente sin agua en ¨¦poca seca.
Los gobiernos establecen acuerdos econ¨®micos que ponen en grave riesgo el futuro de la poblaci¨®n de nuestro pa¨ªs
Madre Selva exige al Gobierno guatemalteco que respete el derecho de las comunidades locales a ser consultadas. Los activistas piden, adem¨¢s, que los impactos de estos proyectos se midan con transparencia y fiabilidad y, sobre todo, que las empresas paguen impuestos de acuerdo a sus ganancias. ¡°Estas firmas llegan con enga?os, construyen iglesias o escuelas, pintan centros de salud o regalan una mochila a los lugare?os. Estos son ni siquiera paliativos, son limosnas¡±, se queja Gonz¨¢lez. La semana pasada, el representante del colectivo llev¨® este caso a Bruselas para pedir al Parlamento Europeo un mayor compromiso de las empresas con la responsabilidad social corporativa.
El activista califica de positivo el incremento de la presi¨®n de la sociedad civil y de las movilizaciones sociales del ¨²ltimo a?o, as¨ª como el trabajo de la Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad, aunque reconoce que a¨²n queda mucho por camino por recorrer. Cuando se le pregunta qu¨¦ le empuja a seguir siendo activista, r¨ªe. ¡°Somos personas que no podemos ver injusticias. Si algo nos mueve, no es el inter¨¦s econ¨®mico. De hecho, nos mantenemos en la l¨ªnea de pobreza¡±, bromea. ¡°Pero tenemos una enorme riqueza en lo que se refiere a solidaridad, a hermanamiento con la gente, a crecimiento de tipo espiritual. Hay comunidades que han sido hist¨®ricamente pobres y que mantienen una riqueza cultural que el mundo no comprende. Hay en todos ellos una relaci¨®n de respeto hacia la naturaleza, una veneraci¨®n por el agua que para ellos significa vida. Nos ense?an que la tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la tierra¡±.
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