Los chabolistas que vencieron a los Juegos Ol¨ªmpicos
Despu¨¦s de m¨¢s de dos a?os de demoliciones, 20 familias consiguen permanecer en la favela Vila Aut¨®dromo tras un dif¨ªcil acuerdo de urbanizaci¨®n con el ayuntamiento de R?o de Janeiro
¡°?Por qu¨¦ yo tengo que salir de mi casa para un evento que va a durar 18 d¨ªas si vivo aqu¨ª desde hace 20 a?os y la comunidad existe desde hace 40? Es muy injusto, y sabemos que el motivo real no son las Olimpiadas¡±, afirma la joven Nathalia Silva manifestando el absurdo de quienes la obligaban a abandonar el lugar que la vio crecer bajo el pretexto de la gran cita deportiva. No obstante, irse de la Vila Aut¨®dromo nunca estuvo entre sus planes y hoy, despu¨¦s de varios a?os de incertidumbre, puede afirmar orgullosa que ella se queda.
Un total de 20 familias de una comunidad que tan solo dos a?os atr¨¢s albergaba casi 600 (con unas 3.000 personas) han conseguido permanecer en esta favela, vecina del Parque Ol¨ªmpico y objeto de una fuerte revalorizaci¨®n inmobiliaria al localizarse en el barrio noble de Barra da Tijuca; zona oeste de Rio de Janeiro y sede principal de los Juegos Ol¨ªmpicos 2016. 20 son las casas que el ayuntamiento est¨¢ construyendo y cuyas llaves tiene previsto entregar este martes 26 para que las familias dejen de vivir en contenedores provisionales.
¡°Las personas a veces piensan en el pobre como basura para ser removida. No somos basura, somos personas con derechos que tienen que ser respetados. Yo luch¨¦ para demostrar que tenemos voz y que existe una soluci¨®n, solo hace falta que el pueblo luche con dignidad¡±, explica Mar¨ªa da Penha, madre de Nathalia y s¨ªmbolo de resistencia de la sempiterna amenazada Vila Aut¨®dromo. Fiel a sus pensamientos, nunca acept¨® indemnizaci¨®n alguna ni tampoco trasladarse al complejo urban¨ªstico Parque Carioca ¡ªproyecto de reubicaci¨®n dentro del programa estatal Minha Casa Minha Vida¡ª incluso, cuando su casa fue demolida y tuvo que buscar cobijo en la iglesia local.
¡°La iglesia es la casa de todos. Es un lugar que debe servir al pueblo y que no est¨¢ ah¨ª solo para adoraci¨®n¡±, matiza una convicta Penha, cuya fe le proporcion¨® parte de la fuerza necesaria para afrontar esta lucha. Emigrante del estado norte?o de Para¨ªba, vivi¨® durante varios a?os en el inmenso complejo favelado de Rocinha hasta que decidi¨® invertir todo lo que ten¨ªa en busca de una mejor calidadde vida en la Vila Aut¨®dromo, donde lleva resistiendo 24 a?os.
Pero la tranquilidad de esta peque?a comunidad ¡ªsin tr¨¢fico de drogas ni milicia¡ª ser¨ªa interrumpida con las primeras demoliciones en marzo de 2014. Una vez que los primeros vecinos comenzaron a aceptar los t¨¦rminos de salida, los que se resistieron se vieron obligados a convivir entre escombros, temblores y todo tipo de estrategias con el fin de echarles. ¡°Primero me cortaron la luz y luego el agua. Yo ten¨ªa dos ni?os peque?os, con tanto mosquito y sin luz no pod¨ªamos quedarnos¡±, explica Wagnei Carvalho, quien vivi¨® de alquiler durante cuatro a?os en la Vila Aut¨®dromo. Despu¨¦s de salir de all¨ª se traslad¨® a la favela C¨¦sar Maia, en guerra con la Ciudad de Dios, por lo que tuvo que mudarse de nuevo.
Al menos 4.120 familias ya han sido desalojadas de sus casas por motivos relacionados directa o indirectamente con la cita ol¨ªmpica
¡°Su principal estrategia fue dividir para ocupar. Dividieron hasta familias: el esposo quer¨ªa irse, la esposa no; un hijo s¨ª, el otro hermano no... la desarmon¨ªa fue total¡±, recuerda Nathalia. Las negociaciones pasaron a ser individuales, las llamadas a pie de puerta continuas e incluso, se lleg¨® a la violencia f¨ªsica. Una fecha no sale de su cabeza: 3 de junio de 2015. Ese d¨ªa, junto a otros vecinos, su madre fue agredida por la Tropa de Choque al intentar impedir el desalojo por orden judicial de una familia de la comunidad. El desahucio se evit¨® gracias a la creaci¨®n de un cord¨®n humano y a la retransmisi¨®n en vivo por parte de algunos medios de comunicaci¨®n.
Pero estas 20 familias han podido observar c¨®mo sus nuevas casas fueron emergiendo entre tanta destrucci¨®n y finalmente, pueden asegurar sin miedo que se quedan; que hoy Vila Aut¨®dromo existe y resiste gracias a su peque?a gran rebeld¨ªa. ¡°La lucha es de todos los que ya pasaron por esta comunidad y de todos los que nos apoyaron, es una victoria colectiva de toda la sociedad¡±, reconoce Penha. Por su parte, su hija Nathalia se mantiene alerta: ¡°Vamos a continuar luchando para que tambi¨¦n cumplan con la construcci¨®n de un centro cultural y de una asociaci¨®n de moradores, seg¨²n fue acordado en las cl¨¢usulas del contrato¡±.
Amenaza continua de remoci¨®n
¡°En un domingo por la tarde en la Vila Aut¨®dromo es frecuente ver ni?os jugando, se?oras sentadas a pie de calle conversando, gallinas corriendo y escuchar la m¨²sica de alg¨²n ruidoso sertajeno. Son comunes las casas con comercios, los bares, los mercadillos y los salones de belleza¡±, describe en un libro-reportaje sobre esta favela la estudiante de Ciencias Sociales Paula Paiva, en marzo de 2013. En la actualidad el suelo est¨¢ minado de surcos, los obreros caminan de un lado para otro escondidos bajo coloridos cascos y tan solo se oye el pitido de alguna m¨¢quina excavadora.
¡°Hay que acabar con esa podredumbre por detr¨¢s de los Juegos¡±, exclama la vecina Nathalia Silva.
El tiempo ha hecho estragos en esta favela que desde su nacimiento convive con el fantasma de la remoci¨®n. Fundada por pescadores en la d¨¦cada de los setenta, el Ayuntamiento de Rio intent¨® primero desalojarla acus¨¢ndola de ¡°da?o al medio natural, urbano, est¨¦tico y visual¡±. A ojos de Nathalia la hipocres¨ªa es enorme: ¡°Todos los edificios que hoy tenemos alrededor da?an, sin lugar a dudas, infinitas veces m¨¢s el medio ambiente que una comunidad de 600 familias¡±. A escasos metros de distancia se erige la Villa Ol¨ªmpica ¡ªhogar ol¨ªmpico donde se hospedar¨¢n los cerca de 15.000 deportistas¡ª compuesta por 31 edificios de 17 plantas cada uno.
A?os m¨¢s tarde, despu¨¦s de las intensas lluvias de 1996, el poder p¨²blico aleg¨® que la regi¨®n se encontraba en una ¡°¨¢rea de riesgo¡±, pero una vez m¨¢s la acusaci¨®n fue recusada. Vila Aut¨®dromo ten¨ªa derecho a existir gracias a la concesi¨®n estatal de un Derecho Real de Uso v¨¢lida por 99 a?os prorrogables. Eso no impidi¨®, no obstante, que durante los preparativos de los Juegos Panamericanos de 2007 varias casas sufriesen amenazas de ser removidas, igual que durante los a?os previos a la Copa del Mundo 2014.
En esta ¨²ltima ocasi¨®n el actual alcalde de Rio de Janeiro, Eduardo Paes, argument¨® que la favela deb¨ªa ser desocupada por exigencias del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) pues invad¨ªa el per¨ªmetro de seguridad de los Juegos y despu¨¦s, por causa de la construcci¨®n de diversas instalaciones. El Defensor del Pueblo mand¨® entonces una notificaci¨®n al presidente del COI, Jaques Rogge, explicando que la Vila Aut¨®dromo era una comunidad pac¨ªfica. ¡°Por la noche me sentaba a ver la televisi¨®n, me quedaba dormida y la casa quedaba toda abierta. Nunca fui robada, nadie se met¨ªa con nadie...¡±, a?ade la todav¨ªa vecina Dalva Chrispino de Oliveira.
Un incierto tira y afloja que lejos de ser una excepci¨®n afecta a muchos otros asentamientos irregulares. Seg¨²n el ¨²ltimo dossier del Comit¨¦ Popular de R¨ªo de Janeiro para la Copa Mundial y las Olimpiadas, al menos 4.120 familias ya han sido desalojadas de sus casas y 2.486 conviven con ese peligro por proyectos relacionados directa o indirectamente con los Juegos. Comunidades hist¨®ricas como Favela do Samb¨®dromo, Vila das Torres, Largo do Campinho, Restinga... han sido completamente removidas. Otras como la Vila Uni?o de Curicica o la peque?a Metr?-Mangueira ¡ªesta ¨²ltima a espaldas del gigantesco Estadio de Maracan?¡ª est¨¢n siendo poco a poco mermadas.
?Juegos Ol¨ªmpicos para qui¨¦n?
Ni el virus del Zika, ni la fuerte crisis econ¨®mica que asola el pa¨ªs, ni el golpe pol¨ªtico contra la presiente electa Dilma Rousseff han sido lo suficiente convincentes como para alterar la fecha de esta cita mundial con el deporte. Tras una inversi¨®n que supera los 38.000 millones de reales (cerca de 10.000 millones de euros) las zonas oeste y centro de Rio, principalmente, son hoy un hervidero de obras; con algunas funcionando 24 horas al d¨ªa, siete d¨ªas por semana. Todo debe estar listo el pr¨®ximo d¨ªa 5 de agosto, pistoletazo de una fiesta deportiva de la que no todos van a poder disfrutar.
¡°Yo soy vecina del Parque Ol¨ªmpico, ?pero acaso voy a tener dinero para comprar una entrada y participar de las Olimpiadas? No, las Olimpiadas no son para m¨ª sino para una minor¨ªa ¡ªreconoce Mar¨ªa da Penha quien ha trabajado como limpiadora por varios a?os¡ª adem¨¢s, en mi caso fue peor porque en su nombre destruyeron mi historia, mi comunidad y la casa de mis sue?os¡±. El valor actual del salario m¨ªnimo en Brasil se establece en 880 reales (unos 225 euros) mientras que una entrada ol¨ªmpica con precio popular ronda los 70 reales (entorno a los 18 euros).
¡°No soy en contra de las Olimpiadas, s¨ª en contra de utilizar un megaevento para hacer higienizaci¨®n social; para excluir y empeorar la vida de las personas que ya viven en una precariedad inmensa lo que, por otro lado, ya es pr¨¢ctica com¨²n por donde sea que los Juegos pasan¡±, matiza Nathalia. Barrios como Barra da Tijuca o Recreio dos Bandeirantes han sido los m¨¢s perjudicados por su alta revalorizaci¨®n inmobiliaria y el deseo de edificar apartamentos de clase media. ¡°Hay que acabar con esa podredumbre por detr¨¢s de los Juegos¡±, a?ade contundente.
Adem¨¢s, son muchos los vecinos de esta favela que se quejan tambi¨¦n del escaso 'legado social' que este tipo de eventos retornan una vez que se acaban. Por ejemplo, en el Parque Ol¨ªmpico se encuentran el Centro Acu¨¢tico Mar¨ªa Lenk o el gimnasio Rio Arena, ambos herencia de los Juegos Panamericanos 2007. ¡°Pero no hay un solo ni?o de los nuestros que vaya a nadar all¨ª¡±, se lamenta Dalva Chrispino. ¡°?Del Panamericano hasta el d¨ªa de hoy cu¨¢ntos atletas podr¨ªan haber formado para competir en las Olimpiadas?¡±, se pregunta sagaz su hijo Dilso de Oliveira.
En general, estas instalaciones son reservadas para eventos puntuales como espect¨¢culos o competiciones. ¡°Ya que se hacen conciertos, ?por qu¨¦ no tambi¨¦n otro tipo de actividades culturales sin cifras astron¨®micas? El pueblo, que es quien vota, tambi¨¦n merece cultura¡±, insiste un hastiado Dilso. Los griegos siempre entendieron los Juegos Ol¨ªmpicos como un periodo de paz. Bajo ninguna circunstancia pod¨ªan iniciarse conflictos b¨¦licos y los que estaban en curso deb¨ªan ser interrumpidos. Se buscaba la armon¨ªa de todos, locales y extranjeros. A d¨ªa de hoy, esa tregua sagrada conocida como Ekecheiri no parece m¨¢s que un antiguo mito griego.
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