Transexuales abrazados al islam
Las pol¨ªticas de Malasia, supuesto pa¨ªs musulm¨¢n moderado, mutilan los derechos de este colectivo
Camelia rebusca en su armario uno de esos vestidos que le hacen sentirse m¨¢s mujer. Empez¨® a llevarlos cuando termin¨® el colegio, encontr¨® su primer trabajo y pudo ahorrar para vestir a la dama que sent¨ªa dentro. Era y sigue siendo musulmana pero, aunque desde bien temprano tuvo claro cu¨¢l era el camino hacia su libertad, su entorno no lo tuvo tanto.
¡°Fui a una escuela religiosa en Penang, al norte de Malasia. Me sent¨ªa muy atra¨ªda por las chicas que llevaban hiyab y le ped¨ª a mi madre que me cosiera uno. A mi padre no le hizo ninguna gracia y culp¨® a mi madre por animarme a ser una mujer¡±, recuerda con la mirada perdida entre sus trajes. Al final encuentra el vestido que buscaba. Igual que el resto de vestimenta isl¨¢mica femenina que le gusta llevar, lo cosi¨® ella. De esos primeros hiyab en el colegio hoy ya solo queda el recuerdo de sus compa?eros ri¨¦ndose de ella. A sus 38 a?os, Camelia malvive en un suburbio de Kuala Lumpur, mientras enfrenta con valent¨ªa las amenazas de ser transexual en Malasia.
En Malasia, las mujeres transexuales ¡ªel mayor grueso del colectivo¡ª son conocidas como mak nyah, que deriva del malayo mak ("madre"). A pesar de que hist¨®ricamente las personas transg¨¦nero han disfrutado de un alto grado de aceptaci¨®n en el pa¨ªs, una serie de iniciativas legislativas lanzadas a partir de los ochenta obstruyeron las libertades y derechos del colectivo.
Hoy, el gobierno del primer ministro Najib Razak presenta este pa¨ªs asi¨¢tico como "musulm¨¢n moderado¡± ante la comunidad internacional, pero la pol¨ªtica interna del pa¨ªs resulta ser ¡°una interpretaci¨®n estricta del Islam que restringe los derechos de la comunidad LGBT¡±, seg¨²n un informe de la organizaci¨®n Human Rights Watch (HRW). Las detenciones de personas transexuales suelen tener lugar bajo las leyes de la sharia (ley isl¨¢mica) del Estado, impuestas por los Departamentos Religiosos Isl¨¢micos y s¨®lo son aplicables a los musulmanes (aproximadamente el 60% de la poblaci¨®n).
HRW denunciaba la discriminaci¨®n y el abuso por parte de funcionarios estatales hacia este colectivo. Trabajadores de la salud p¨²blica, guardias de prisi¨®n, agentes de la polic¨ªa religiosa o maestros de escuelas p¨²blicas, entre otros, hacen de la vida de estas personas una mutilaci¨®n de la misma. ¡°La mentalidad de la gente es que somos hombres y debemos portarnos como tal. Las leyes se fundamentan en la religi¨®n y el objetivo puede ser curarnos, pero en ning¨²n caso aceptarnos¡±, mantiene Camelia. Tambi¨¦n denuncia la falta de educaci¨®n sexual, a la que achaca un aumento de los casos de VIH. ¡°Malasia solo avanzar¨¢ cuando religi¨®n y pol¨ªtica dejen de ir de la mano¡±, remata contundente.
La religi¨®n como instrumento pol¨ªtico
Otra investigaci¨®n publicada en el International Journal of Transgenderism, constat¨® que en Malasia, los transexuales musulmanes ¡ªla mayor¨ªa de esta comunidad¡ª comparten caracter¨ªsticas con transexuales de otras partes del mundo. Sin embargo, la fuerte influencia religiosa ha hecho que muchos acepten la restricci¨®n de sus derechos y libertades como, por ejemplo, las operaciones de cambio de sexo. ¡°Recuerdo un d¨ªa, al principio de todo, cuando todav¨ªa intentaba entrar en la mezquita para rezar¡ Me dijeron que me fuese a casa porque los desconcentraba¡±, explica Camelia.
Otro d¨ªa que fue a rezar, unos polic¨ªas religiosos la detuvieron y estuvo encerrada d¨ªa y medio en el calabozo. Para entonces ya hab¨ªa sido diagnosticada de sida y fue liberada para tomar su medicaci¨®n. ¡°Muchos imanes no nos dejan entrar en las mezquitas o nos piden que probemos nuestro g¨¦nero. Es lamentable pero la mayor¨ªa de transexuales en Malasia no podemos rezar en p¨²blico y tenemos que hacerlo a escondidas¡±, denuncia. Aunque sea desde casa, Camelia sigue el dictamen de su credo: ¡°Las personas que sentimos nacer en un cuerpo que no era el nuestro somos tratadas como si fu¨¦semos un error, pero aunque seamos transexuales tambi¨¦n queremos rezar. Tenemos derecho a creer en Al¨¢¡±.
El islam es la religi¨®n mayoritaria, pero no la ¨²nica en el pa¨ªs. A los mak nyahs no musulmanes ¡ªprincipalmente chinos e indios budistas, cristianos o hinduistas¡ª no se les aplican estas restricciones. A¨²n as¨ª, los despidos en el trabajo, los desalojos de sus casas, los abusos f¨ªsicos y sexuales o la denegaci¨®n de acceso a la atenci¨®n sanitaria, no entienden de fe, y todos los sufren. ¡°En Malasia los transexuales estamos condenados a la marginaci¨®n. Aunque tengamos estudios no podemos acceder a puestos cualificados: nunca ver¨¢s a un transexual trabajando como abogado o m¨¦dico¡±, asegura Camelia.
Ella trabajaba en un banco pero tuvo que dejarlo por las burlas de sus compa?eros. La historia de su infancia se repet¨ªa para derribar la vida que se hab¨ªa construido: ¡°Nunca hab¨ªa recibido ninguna queja de mis clientes, pero un d¨ªa lleg¨® mi jefe y me pidi¨® que me cortase el pelo y me pusiese corbata si quer¨ªa seguir trabajando en all¨ª. Finalmente decid¨ª dejarlo y buscarme la vida de una forma donde pudiese sentirme c¨®moda siendo yo misma¡±, evoca con malestar. Esa alternativa es la que muchos transexuales terminan adoptando por falta de oportunidades: la prostituci¨®n.
Blancos f¨¢ciles de la polic¨ªa religiosa
V¨ªctima de extorsiones y abusos por parte de la polic¨ªa y los clientes, Camelia estuvo haciendo la calle cuatro a?os hasta que contrajo el sida. ¡°La polic¨ªa se aprovechaba nosotras, sab¨ªan que les ¨ªbamos a dar el dinero porque no quer¨ªamos ir a prisi¨®n¡±, relata. En Malasia, los mak nyahs pueden ser multados con entre 800 a 3.000 ringgits malayos (180-700€ aproximadamente), encarcelamiento o ambos. La autoridad religiosa isl¨¢mica, como la polic¨ªa, puede llevar a cabo redadas entre la comunidad musulmana. HRW denunciaba que las mujeres transexuales condenadas a prisi¨®n son enviadas a recintos masculinos donde se enfrentan al abuso sexual.
¡°No puedo decir que Malasia sea un pa¨ªs peligroso para los transexuales comparado otros pa¨ªses musulmanes. Pero, aunque en general nuestra vida no corre peligro, no podemos vivir en libertad¡±, opina Camelia. Ella ha nacido y vivido siempre en Malasia, aunque sus conocidos han ido emigrando: ¡±Muchos se van a pa¨ªses vecinos como Tailandia, Indonesia o Filipinas donde las libertades son mayores para nosotras¡±. Sus amigos emigrantes le enviaban la medicaci¨®n contra el VIH a trav¨¦s de agentes.
La falta de soporte del sector sanitario
El acoso laboral, la imposibilidad de adoptar hijos o de contraer matrimonio son aspectos que impiden a estas personas desarrollar sus vidas plenamente. Pero la discriminaci¨®n llega tambi¨¦n al sector sanitario. La Administraci¨®n malaya ha reconocido algunas de sus necesidades para prevenir las infecciones por VIH y garantizar que los seropositivos reciban tratamiento. Pero, aunque en principio las instituciones m¨¦dicas no musulmanas podr¨ªan ofrecer la cirug¨ªa de reasignaci¨®n de sexo (CRS) a cualquier ciudadano, a los transexuales locales les resulta dif¨ªcil encontrar a alguien que las realice.
Seg¨²n el estudio publicado en el International Journal of Transgenderism, el registro nacional no permite cambios de sexo en las tarjetas de identidad, ni siqueira cuando alguien se ha operado en el extranjero. Esto les obliga a vivir en un limbo legal en el que su cuerpo no coincide con el sexo que aparece en su tarjeta de identidad.
¡°Al no poder cambiar nuestro nombre en la tarjeta de identidad, los doctores nos llaman por el nombre que ya no usamos aunque nos conozcan perfectamente. A m¨ª la doctora que siempre me visita tambi¨¦n es musulmana y nunca ha sido capaz de tratarme de mujer a mujer", cuenta Camelia, que suma el estigma del sida. ¡°Cuando mi padre supo que ten¨ªa esta enfermedad me puso un plato delante, me hizo coger una cuchara y me dijo: ¡®A partir de ahora t¨² solo vas a comer de aqu¨ª¡¯. Ten¨ªa miedo que le contagiase y pensaba que ten¨ªa sida porque era transexual¡±. El tiempo la ha ayudado a entender que aquellas fueron las palabras del miedo ante la posibilidad de ver morir a una hija que no entend¨ªan: ¡°Como padre de familia debe ser muy dif¨ªcil soportar durante a?os en la calle el desprecio a los tuyos solo porque tu hija es diferente¡±, asume.
Por todo ello, aunque muchos de los mak nyahs musulmanes confesaron para el citado estudio que se sentir¨ªan m¨¢s felices si se sometieran a una operaci¨®n de cambio de sexo, en realidad son reacios a hacerlo. Las dos principales razones fueron la falta de presupuesto (pues tendr¨ªan que operarse en el extranjero) y que se plantear¨ªa un problema para sus familiares en el momento de su muerte, ya que los ritos musulmanes var¨ªan en funci¨®n del g¨¦nero de la persona.
La identidad de g¨¦nero no es lo mismo que la orientaci¨®n sexual. Las personas transexuales experimentan un profundo sentido de identificaci¨®n con un g¨¦nero diferente del sexo con el que nacieron. A pesar de los desaf¨ªos que enfrentan, los mak nyahs en Malasia no son v¨ªctimas pasivas de sus circunstancias. La organizaci¨®n Justice for Sisters, con sede en Kuala Lumpur, pretende aumentar la conciencia p¨²blica acerca de la violencia y la persecuci¨®n contra las mujeres transexuales, as¨ª como advertir de que la transexualidad es compatible con el islam. Camelia acept¨® su transexualidad cuando entendi¨® que la religi¨®n no era quien le privaba de su libertad: ¡°La gente dice que el sida es nuestro castigo por ser impuros, lo toman como una se?al para que volvamos a ser hombres. Pero yo estoy bien tranquila de ser quien soy. Aunque tenga que rezar sola en casa¡±.
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