De pastor a promotor de la educaci¨®n digital
Un joven ghan¨¦s afincado en Barcelona env¨ªa ordenadores reciclados a su pa¨ªs
Ousman Umar tiene m¨¢s o menos 28 a?os. M¨¢s o menos, porque cuando en 2005 lleg¨® a Fuerteventura desde Ghana, su pa¨ªs de origen, los estudios m¨¦dicos determinaron que ten¨ªa 17 a?os. Es decir, era menor. Y eso fue lo que le permiti¨® quedarse en Espa?a. El 24 de febrero de 2005 se baj¨® en Barcelona de un tren procedente de M¨¢laga, donde le hab¨ªan dado una botella de agua, un bocadillo de at¨²n y un papel que, por su edad, le autorizaba a residir en el pa¨ªs. Hoy, estudia un grado y ha montado una ONG para acercar la inform¨¢tica a los j¨®venes ghaneses.
Aunque no se cansa de repetir que es un hombre afortunado y de dar las gracias a todo el mundo, nadie le ha regalado esa nueva vida. ?l mismo se la ha construido. La apariencia menuda de Ousman Umar oculta un esp¨ªritu inquieto. Es un hombre risue?o, incluso cuando relata su demencial recorrido desde una peque?a localidad en el centro de Ghana hasta Barcelona. Esa existencia que ha fraguado en la Ciudad Condal, donde acab¨® casi por azar, comenz¨® a constru¨ªrsela hace cuatro a?os.
¡°En Fuerteventura pas¨¦ 33 d¨ªas en el CIE. Lo llaman Centro de Internamiento de Extranjeros, pero eso, en realidad, es una c¨¢rcel". Despu¨¦s lo mandaron a M¨¢laga y all¨ª le preguntaron a qu¨¦ ciudad de Espa?a quer¨ªa viajar. "No ten¨ªa ni idea. No conoc¨ªa a nadie y dije Bar?a porque el primer partido de f¨²tbol que vi por la tele fue un partido de la Champions League del Barcelona. Los funcionarios se rieron y entendieron que cuando dec¨ªa Bar?a me refer¨ªa a la ciudad¡±, relata Umar. As¨ª puso fin a un periplo de cuatro a?os en cami¨®n, todoterreno, autob¨²s, a pie y en patera para cruzar siete pa¨ªses, incluido el desierto del S¨¢hara y el oc¨¦ano que separa las costas de Mauritania y las islas Canarias.
Fue la inquietud lo que le llev¨® a salir de su aldea natal en el centro de Ghana para ir a Techiman, como aprendiz de metal¨²rgico. Ten¨ªa nueve a?os. ¡°Me dedicaba a cuidar a los animales de la familia. Era pastor. Pero me preguntaba muchas cosas, por ejemplo, c¨®mo pod¨ªa ser que el avi¨®n que ve¨ªa en el cielo volase. La gente convenci¨® a mi padre para que me enviase a la ciudad a aprender a un taller de construcciones met¨¢licas. Siempre hab¨ªa sido muy habilidoso construyendo cosas¡±, comenta. Fue de taller en taller subiendo escalones hasta llegar a la capital ghanesa, Accra. Esa misma inquietud le decidi¨® a ir a Europa, el lugar del que llegaban los barcos que amarraban en el puerto, cerca de su trabajo. ¡°Ahorre dinero y consegu¨ª que un camionero al que hab¨ªa hecho reparaciones me llevase hacia Burkina. Me enter¨¦ que hab¨ªa pasaportes demasiado tarde¡±, explica con sorna. Ten¨ªa trece a?os.
Despu¨¦s se enfrent¨® al desierto, a los traficantes de personas, a trabajos en Libia para seguir ahorrando dinero, a m¨¢s mafias, a redadas, a la polic¨ªa en Argelia y a la deportaci¨®n a Mal¨ª, al regreso a Argelia, a la disyuntiva entre cruzar por la valla de Melilla o por el mar hacia las Canarias y a ese mismo mar para llegar a las islas. En esos cuatro a?os, el adolescente que una vez fue Umar se convirti¨® en un hombre, quiz¨¢ se endureci¨®, pero no perdi¨® la ilusi¨®n. ¡°A veces pienso las veces que he estado a punto de morir y me pregunto c¨®mo sigo vivo¡±, dice Ousman.
En Barcelona, sin embargo, encontr¨® con una familia de acogida que se ocup¨® de ¨¦l en los momentos m¨¢s duros, cuando no conoc¨ªa a nadie, cuando ni siquiera hablaba el idioma, cuando el joven de 17 a?os no pod¨ªa aplacar su obsesi¨®n por aprender. ¡°Me costaba dormir por las noches pensando en lo que iba a aprender al d¨ªa siguiente en clase¡±, cuenta sin poder ocultar parte de aquella misma excitaci¨®n. Aprendi¨® castellano y catal¨¢n, inform¨¢tica, hizo el Bachillerato y la Selectividad, y todo en un tiempo r¨¦cord. ¡°Me apuntaba a todo lo que pod¨ªa. Lo he aprendido todo en 10 a?os¡±, afirma. Empez¨® la carrera de Qu¨ªmica en la Universitat de Barcelona. ¡°Quer¨ªa saber si la magia exist¨ªa¡±, confiesa. Pero solo curs¨® dos a?os. En parte, porque encontr¨® relativamente la respuesta que buscaba; en parte, porque los problemas laborales lo hicieron insostenible.
Nuevas oportunidades
Ahora, Ousman Umar estudia un grado de Comunicaci¨®n y M¨¢rketing, porque cree que es una herramienta fundamental para sacar adelante su otro gran sue?o. Ese otro reto se llama Nasco ICT y es una ONG que fund¨® en 2012 junto a su hermano, estudiante de Ciencias Pol¨ªticas en Ghana. El objetivo: acercar la inform¨¢tica a los estudiantes ghaneses. ¡°Siendo un chaval hac¨ªamos siete kil¨®metros cada d¨ªa para ir a la escuela. Cuando volv¨ª a mi pueblo en 2012, segu¨ªan haciendo lo mismo. No tienen facilidades y se esfuerzan por estudiar. ?Imag¨ªnate si se lo facilit¨¢semos! Solo necesitan un empuj¨®n¡±, sostiene el joven ghan¨¦s. ¡°En ese viaje me di cuenta de que en las aulas faltaban ordenadores: ser¨ªan una herramienta preciosa para acceder a toda la informaci¨®n que necesitan¡±.
La organizaci¨®n tutela a 5.850 alumnos a trav¨¦s de las tres aulas de inform¨¢tica que ha montado en el norte de Ghana
Ese fue el motivo por el que fund¨® Nasco ICT. Aunque en estos cuatro a?os el esp¨ªritu de la organizaci¨®n se ha ido modificando. En una primera acci¨®n solidaria, Ousman tom¨® 12.000 euros de su propio dinero para comprar 45 ordenadores y enviarlos a su tierra. Pero no era exactamente lo que quer¨ªa. ¡°Comprar el material no es sostenible. En Occidente hay un exceso de equipaci¨®n y esos equipos all¨ª (en Ghana) todav¨ªa podr¨ªan ser ¨²tiles¡±, explica. Por eso ahora busca el apoyo de empresas que renuevan su equipamiento inform¨¢tico para darle una nueva vida en colegios rurales ghaneses. ¡°Para los estudiantes es una oportunidad. Para las empresas, responsabilidad social corporativa. Y, para el medio ambiente, reducci¨®n de los desechos inform¨¢ticos¡±, comenta satisfecho.
La ONG exige a las empresas con las que colabora un compromiso que hace sostenible el proyecto y que aumenta su impacto. Las compa?¨ªas deben donar sus ordenadores y sufragar el traslado, pero adem¨¢s deben garantizar cinco ordenadores m¨¢s al a?o para reponer los donados y becas a los tres mejores estudiantes para facilitarles su acceso a la universidad. ¡°Les damos la oportunidad de deshacerse de sus ordenadores viejos y de cumplir con su responsabilidad social corporativa, al mismo tiempo. Adem¨¢s, pueden ofrecer a sus trabajadores una experiencia de turismo solidario en la que ven el efecto de su colaboraci¨®n¡±, cuenta el responsable de la iniciativa.
Con esta f¨®rmula, Nasco ICT, ha conseguido montar desde 2012 tres aulas de inform¨¢tica y una biblioteca, en centros escolares de Sawla, Tuna y Wa, tres localidades del noroeste de Ghana. En total casi 6.000 alumnos se han beneficiado de estas instalaciones. Y ahora, uno de ellos est¨¢ a punto de terminar su formaci¨®n universidad como profesor y ser¨¢ contratado por la ONG para gestionar las aulas.
Pero el propio Ousman Umar reconoce una ligera debilidad en el proyecto. Los ordenadores tambi¨¦n acaban siendo inservibles en su pa¨ªs de origen. ¡°Mi sue?o es poder hacer una planta de reciclaje de basura electr¨®nica en Ghana, pero ese es un proyecto muy grande¡±, afirma. En todo caso, el impulsor de Nasco ICT colabora con la Universitat Polit¨¨cnica de Catalunya (UPC) para intentar buscar soluciones tambi¨¦n en ese sentido. ¡°El c¨ªrculo se cerrar¨ªa completamente si consigui¨¦semos crear esa planta y dar trabajo a los chavales que est¨¢n esperando para cruzar la valla de Melilla, porque s¨¦ lo que est¨¢n pasando¡±, sue?a Ousman en voz alta.
De momento, seg¨²n Umar, las aulas han incrementado la asistencia a la escuela y han mejorado el acceso a la universidad de los beneficiarios. Adem¨¢s, la influencia en los 5.800 alumnos supone un impacto indirecto en un n¨²mero mucho mayor de miembros de la comunidad. ¡°Intentamos transmitirles que su futuro depende de ellos, que ser¨¢n lo que quieran ser¡±, sentencia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.