Todas las personas infelices tienen esto en com¨²n
Ninguna se libra: la amargura existencial sin motivo ni trastorno nace del ego¨ªsmo, la queja o la imposibilidad de entenderse a uno mismo
Mientras algunos parecen ser la alegr¨ªa de la huerta, otros de la huerta solo tienen la cara de acelga. Son esas personas tristes y atormentadas para las que la vida solo es cuesta arriba, y que cambian el cascabel por la banda sonora de las lamentaciones. ?Sesgo perceptivo? ?Procesamiento cerebral? Diferentes teor¨ªas explican la g¨¦nesis de una personalidad gris, ap¨¢tica o depresiva. Lo cierto es que estos perfiles tienen mucho en com¨²n.
M¨¢s all¨¢ de la psicolog¨ªa cl¨ªnica y de la psiquiatr¨ªa, existe todo un mundo de personalidades que en ocasiones rayar¨¢n la sospecha patol¨®gica. Pero no est¨¢n enfermos: son as¨ª. De este modo lo explica Ram¨®n Oria de Rueda, psicoterapeuta: ¡°Descartando lo que los manuales diagn¨®sticos llaman trastornos del estado de ¨¢nimo, que tienen como caracter¨ªstica principal una alteraci¨®n del humor, y los trastornos de la personalidad, quedan algunas personas de las que podemos decir que son, simplemente, negativas¡±. Ahondar en el origen de este mal quiz¨¢ sea est¨¦ril, porque en realidad solo habr¨¢ una manera de combatir la lacra de la negatividad, seg¨²n a?ade Oria: ¡°No sabemos cu¨¢nto hay de herencia gen¨¦tica y cu¨¢nto de aprendizaje, y no pudiendo influir sobre lo primero, trataremos de facilitar el aprendizaje de un estilo positivo¡±.
¡°La felicidad, al igual que el ¨¦xito, tiene una definici¨®n subjetiva¡±, nos recuerda, por su parte, Dafne Catalu?a, psic¨®loga y coach del Instituto Europeo de Psicolog¨ªa Positiva. Para la experta ser¨¢n fundamentales las expectativas que vertamos sobre nosotros mismos, y la forma en que respondamos a algunos interrogantes acerca de nuestros objetivos y su causa. ¡°?Son realmente nuestros, o est¨¢n motivados por nuestra necesidad de aprobaci¨®n de los dem¨¢s?¡±, invita a considerar. Si se trata de esto ¨²ltimo, nos llenar¨¢ de frustraci¨®n, algo de lo que precisamente pueden presumir los caracteres amargados. Son individuos frustrados.
La vida no es 'chuli', por mucho que lo diga Mr Wonderful
Aunque las expectativas de fracaso suelen precipitarlo y conllevan desilusi¨®n y amargura, no conviene dejarse enga?ar por esos cantos de sirena, eco de las corrientes de autoayuda de las redes sociales. Oria alerta de un tipo de pensamiento m¨¢gico que nos dota de fantas¨ªas de omnipotencia: "No paramos de escuchar que podemos hacer aquello que nos propongamos, y no es verdad. Frases como si quieres volar despliega las alas, o aquello de que el universo conspira a nuestro favor, nos incitan a creer que somos todopoderosos". Esto, a la larga, puede ser peor: "No podemos dejarnos llevar por la industria de la autoayuda, que acaba generando una mayor frustraci¨®n y solo conviene a sus propios autores". En vez de alinearse en un pensamiento m¨¢gico como el de los supuestos astros que velan por nuestros intereses, los psic¨®logos recomiendan "ser objetivos respecto a las propias capacidades y ponerse manos a la obra". Al fin y al cabo, las cosas no saldr¨¢n solas, ni siquiera cuando uno las merezca.
Pero adem¨¢s de objetivos distorsionados, las personas infelices (esas que siempre est¨¢n amargadas sin motivo aparente que lo justifique) tienen en com¨²n otra serie de cosas.
1. ¡°Son tendentes a hacer una atribuci¨®n interna de incapacidad y una atribuci¨®n externa de mala suerte¡±, asegura el cl¨ªnico. Es decir: piensan, por un lado, que no son capaces, y por otro, que cuando les va mal, no es culpa suya.
2. Presentan un d¨¦ficit en las habilidades metacognitivas. "No se permiten reflexionar sobre los propios estados mentales ni reconocer las emociones que surgen¡±, seg¨²n explica el psiquiatra y psicoterapeuta italiano Antonio Semerari, autor de varios libros de esta materia. Aprender a relacionarse con lo que uno siente, observando los pensamientos desde la no identificaci¨®n con ellos, ha demostrado ser muy eficaz para los perfiles con depresi¨®n y ansiedad, seg¨²n contempla un reciente estudio realizado por la doctora en Psicolog¨ªa Leticia Linares, de la Universidad de Deusto.
3. "La queja es el centro de su vida. Lo ven todo como una profec¨ªa auto-cumplida¡±, describe Oria. Un patr¨®n sano conllevar¨ªa, por el contrario, ¡°perder el miedo a pedir ayuda y comunicar las necesidades personales con empat¨ªa¡±, recuerda Dafne Catalu?a, defendiendo los preceptos del profesor de Harvard Tal Ben-Shahar, quien aconseja huir del perfeccionismo para ser feliz en su libro La b¨²squeda de la felicidad.
4. "Sienten envidia y dificultad para admirar al otro¡±, advierte el psicoterapeuta: ¡°Son personalidades centradas en s¨ª mismas y en ocasiones con una visi¨®n paranoide que les hace dif¨ªcil mirar m¨¢s all¨¢¡±. Superar la envidia pasar¨¢ por autoaceptarse a uno mismo tal cual es, con sus fortalezas y debilidades, como opina Catalu?a. Con este proceso, ¡°se llegar¨¢ a la madurez psicol¨®gica¡±.
5. ¡°El ego¨ªsmo es la base de su personalidad¡±, refiere el psic¨®logo. ¡°La gente negativa es ego¨ªsta: habla de sus problemas, de sus dificultades, de s¨ª misma y de su mala fortuna, y esa misma forma de pensar hace que se cumplan sus expectativas¡±. Adem¨¢s, ¡°aunque encuentren a quien cargue con su desgracia, los ego¨ªstas son m¨¢s enfermizos, m¨¢s pobres y est¨¢n m¨¢s solos¡±. Justo lo contrario que los m¨¢s alegres, que derrochan generosidad. ¡°Manejando la gratitud, sentiremos que lo conseguido es valioso y merecedor de elogio¡±, dice la psic¨®loga positivista.
6. Su pensamiento est¨¢ distorsionado y lleno de ideas falaces. Frases como ¡°me lo merezco¡± (y por ello deber¨ªa tener ese ascenso), ¡°tengo que caer bien¡±, o ¡°si valgo, he de conseguir lo que me proponga¡±, no son certezas, sino etiquetas mentales poco realistas. El psic¨®logo americano Albert Ellis, pionero en el uso de la psicolog¨ªa cognitiva all¨¢ por los a?os 50, invent¨® la Terapia Racional Emotiva, todav¨ªa en vigor, cuyos principios postulan que ¡°no son los hechos lo que nos altera, sino la interpretaci¨®n que les damos¡±.
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