Resistencia a antibi¨®ticos: es ahora o nunca
A medida que los f¨¢rmacos vayan perdiendo eficacia, procedimientos de rutina se volver¨¢n cada vez m¨¢s peligrosos debido a infecciones intratables
Generalmente, damos por sentado que todas las infecciones son curables, y que la todopoderosa medicina moderna funcionar¨¢ siempre.
Pero imaginemos una situaci¨®n distinta: a cierta persona le diagnostican una enfermedad infecciosa potencialmente mortal; en otros tiempos pod¨ªa tratarse en cuesti¨®n de semanas o meses, pero le dicen que ahora el tratamiento durar¨¢ al menos dos a?os, y que incluir¨¢ varios meses de inyecciones diarias y unas 14 000 pastillas, con graves efectos secundarios. El paciente tiene la ¡°suerte¡± de pertenecer a la minor¨ªa de los que reciben diagn¨®stico y tratamiento, pero a¨²n as¨ª, la probabilidad de que le gane a la enfermedad es s¨®lo 50%.
La mayor¨ªa de nosotros dir¨ªa que la situaci¨®n descrita no corresponde a la ¡°medicina moderna¡±; pero es una realidad tr¨¢gica para las numerosas personas (500.000 y en alza) que sufren tuberculosis multirresistente a f¨¢rmacos (TB?MR). La TB?MR es resultado de la p¨¦rdida de eficacia de los f¨¢rmacos contra nuevas cepas de organismos infecciosos que antes eran tratables. La tuberculosis se ha vuelto la enfermedad infecciosa m¨¢s letal del mundo, con mucho m¨¢s de un mill¨®n de muertes al a?o; y la TB?MR sigue difundi¨¦ndose en pa¨ªses de ingresos bajos y medios, contra los esfuerzos de los m¨¦dicos por combatirla.
La TB?MR es una carga enorme para los sistemas sanitarios y las econom¨ªas, y preanuncio de lo que aguarda a todos los pa¨ªses, ricos o pobres, conforme se difunda la resistencia bacteriana a antibi¨®ticos (RBA). De no mediar una respuesta conjunta, las cepas farmacorresistentes de otros organismos infecciosos comunes como el Staphylococcus aureus o la Escherichia coli se extender¨¢n cada vez m¨¢s, con efectos muy graves en los sistemas sanitarios y la salud de las personas en todo el mundo.
A medida que la RBA vaya provocando p¨¦rdida de eficacia de los antibi¨®ticos conocidos, procedimientos de rutina (como el transplante de ¨®rganos o la quimioterapia oncol¨®gica) se volver¨¢n cada vez m¨¢s peligrosos debido a infecciones intratables. El incremento de la RBA puede generar un enorme costo humano y econ¨®mico: si no se las controla, las infecciones farmacorresistentes pueden cobrarse unos 10 millones de vidas al a?o de aqu¨ª a 2050, con un costo acumulado en t¨¦rminos del PIB global de hasta cien billones de d¨®lares.
Si no presionamos a nuestros l¨ªderes para que cumplan sus compromisos, las consecuencias para todos pueden ser fatales
S¨®lo el lanzamiento inmediato de una respuesta efectiva puede evitarnos un futuro aciago. Felizmente, en la cumbre del G20 celebrada hace unos d¨ªas en Hangzhou (China), los gobiernos del grupo incluyeron por primera vez la RBA en la agenda colectiva, lo cual es se?al de que la comunidad internacional reconoce que es una amenaza real al desarrollo econ¨®mico y la prosperidad en todo el mundo. El G20 tambi¨¦n hizo el mayor esfuerzo habido hasta la fecha para la reconstituci¨®n de las l¨ªneas de desarrollo de nuevos antibi¨®ticos (que se necesitan con urgencia para reemplazar los que se han vuelto ineficaces) y para la introducci¨®n de pruebas diagn¨®sticas que permitan a los m¨¦dicos cl¨ªnicos usar con m¨¢s eficacia los f¨¢rmacos disponibles.
La reuni¨®n de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebra esta semana en Nueva York es otra oportunidad de mostrar liderazgo global en relaci¨®n con la RBA. Aqu¨ª tambi¨¦n ser¨¢ la primera vez que la cuesti¨®n figurar¨¢ en el orden del d¨ªa; el secretario general Ban Ki-moon y los gobiernos del mundo se comprometer¨¢n en una importante reuni¨®n de alto nivel a hacer frente al incremento de la resistencia a antibi¨®ticos.
Para detener la RBA, la ONU debe basarse en el trabajo iniciado por el G20. Por ser el foro de gobernanza global m¨¢s grande e inclusivo que tenemos, la ONU es la ¨²nica instituci¨®n capaz de convocar los recursos y el compromiso dirigencial que demanda el problema. Pero para ello, debe tomar algunas medidas cruciales.
En primer lugar, los estados miembros de la ONU deben comenzar a unificar la respuesta a la RBA desde todos los organismos regulatorios y sectores pertinentes, entre ellos la atenci¨®n m¨¦dica, la agricultura y las finanzas. La ONU es el organismo m¨¢s indicado para ayudar a hacerlo. Puede convocar a los l¨ªderes mundiales y fomentar la cooperaci¨®n internacional e interorganizacional frente a los problemas econ¨®micos y sociales globales; y puede aprovechar el poder de sus propias agencias para movilizar recursos globales contra la RBA.
En segundo lugar, para garantizar un avance sostenido, la ONU debe establecer criterios claros, basados en resultados medibles, y debe comprometerse a volver a poner la RBA en el orden del d¨ªa de la Asamblea General cada dos a?os. Esto crear¨ªa un marco para la medici¨®n del progreso mundial y tambi¨¦n enviar¨ªa un claro mensaje de que el compromiso de la ONU es a largo plazo y de que la RBA seguir¨¢ siendo alta prioridad cuando el actual secretario general deje el cargo.
Por ¨²ltimo, para garantizar un progreso continuo en los a?os venideros, la ONU debe designar un enviado especial para la RBA. Debe ser un puesto de alto nivel, con autoridad para trabajar con los pa¨ªses y organismos de gobernanza multilaterales en pos de asegurar que la batalla contra la RBA no se detenga.
Hay motivos para ser cautamente optimistas: parece que la RBA finalmente recibe la atenci¨®n mundial que merece. Pero esa atenci¨®n tambi¨¦n puede ser muy pasajera (como sabemos muy bien quienes asistimos a los debates anteriores y actuales sobre las enfermedades infecciosas). Si no presionamos a nuestros l¨ªderes para que cumplan sus compromisos, las consecuencias para todos pueden ser fatales.
Traducci¨®n: Esteban Flamini
Jim O¡¯Neill, expresidente de Goldman Sachs, es secretario comercial del Tesoro del Reino Unido y presidente del Comit¨¦ sobre Resistencia Bacteriana a Antibi¨®ticos del gobierno de ese pa¨ªs. Eric Goosby, excoordinador global de Estados Unidos en la lucha contra el sida, es enviado especial de la ONU para la tuberculosis.
Copyright: Project Syndicate, 2016.
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