Definitivamente, hay que ducharse m¨¢s
El chorro de agua que cae sobre el cuerpo no solo limpia y refresca. Tambi¨¦n inspira, anima y ayuda a encontrar soluciones. Bendito momento
Seguro que le ha pasado m¨¢s de una vez. Lleva horas y horas agobiado dando vueltas a un asunto y una vez que lo deja aparcado por imposible y opta por darse una ducha, ?eureka!, se le ocurre la soluci¨®n casi de inmediato, como por arte de magia. Pues no, lo que le ha ocurrido no es producto de ning¨²n juego malabar ni fruto de la influencia divina, sino el resultado de una serie de reacciones qu¨ªmicas que la ducha produce en su organismo. Las enumeramos.
Activa las conexiones cerebrales. Seg¨²n una investigaci¨®n realizada por el neur¨®logo Marcus E. Raichle, publicada en la revista Investigaci¨®n y Ciencia en mayo de 2010, la red neuronal por defecto es una parte de nuestro cerebro que se activa cuando ¡°desconectamos¡± y nos ayuda a hacer conexiones entre la informaci¨®n que recibimos del exterior y los datos que tenemos almacenados en nuestra mente. Llegamos as¨ª a un estado de ¡°atenci¨®n descentralizada¡±, que favorece la aparici¨®n de buenas ideas. ?Y en qu¨¦ momentos del d¨ªa alcanzamos este estado? ¡°Cuando escuchamos nuestra m¨²sica preferida, practicamos ejercicio f¨ªsico moderado o nos damos una ducha; pero, ojo, siempre y cuando disfrutemos de estas actividades relajadamente. Si o¨ªmos m¨²sica al tiempo que nos abrimos paso en el metro, practicamos ejercicio deprisa y corriendo al mediod¨ªa, en el tiempo que deber¨ªamos dedicar a comer, o nos duchamos a la carrera, pendientes del reloj para no llegar tarde a una cita, es evidente que no nos vamos a inspirar en absoluto¡±, afirma Concepci¨®n Oca?a, psic¨®loga cl¨ªnica del Colegio Oficial de Psic¨®logos de Madrid, con consulta propia en esta ciudad.
Nos centra en nosotros mismos. El efecto del agua sobre la piel es un b¨¢lsamo que nos centra en nuestro cuerpo, en nuestras sensaciones, ¡°y esta interiorizaci¨®n nos induce a ser m¨¢s creativos¡±, contin¨²a Concepci¨®n Oca?a, ¡°porque la paz que sentimos, aunque sea moment¨¢nea, nos aleja de los problemas y de las preocupaciones del d¨ªa, nos desbloquea la mente y logra que la memoria y la capacidad de razonamiento fluyan mejor¡±.
Libera el inconsciente. Un art¨ªculo publicado en la revista Mental Floss en 2013 asegura que esas revelaciones intuitivas que nos sorprenden gratamente cuando nos duchamos se deben a lo que en psicolog¨ªa recibe el nombre de ¡°incubaci¨®n¡±. Este fen¨®meno consiste en enchufar el ¡°piloto autom¨¢tico¡± cuando realizamos actos rutinarios que no requieren trabajo intelectual, o lo que es lo mismo, dejar que nuestro inconsciente se ponga a trabajar en otra cosa, divague, juegue con lo que se le ocurra¡ ¡°Y acabe dando con la soluci¨®n que buscamos gracias a la asociaci¨®n libre de ideas¡±, apostilla Elena Aparicio, psicoterapeuta y directora del Centro de Psicolog¨ªa Kamyno, en A Coru?a. El economista Nassim Nicholas Taleb resume este hecho en su obra The bed of Procrutes: philosophical and practical aphorisms (Ed. Random House), con la siguiente m¨¢xima: ¡°Tu cerebro se vuelve m¨¢s inteligente cuando no le ordenas nada que hacer, algo que algunas personas descubren de manera accidental cuando se dan una ducha¡±.
Produce m¨¢s dopamina. Alice Flaherty, neur¨®loga del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos), asegura que el ingrediente biol¨®gico fundamental en la incubaci¨®n es la dopamina, el neurotransmisor que liberamos cuando nos relajamos y que nos dota de una mayor motivaci¨®n y de un n¨²mero m¨¢s elevado de ideas productivas, de manera que ¡°a m¨¢s relajaci¨®n, m¨¢s dopamina, y a m¨¢s dopamina, mayor capacidad creativa¡±.
Alivia los estados melancol¨ªa. ¡°La ducha tambi¨¦n nos ayuda a canalizar la tristeza debido a que activa la producci¨®n de noradrenalina, que es la hormona que suaviza los cuadros depresivos. L¨®gicamente, si disfrutamos de un estado mental m¨¢s sereno, tambi¨¦n nos resulta m¨¢s sencillo pensar de manera m¨¢s productiva y encontrar antes la soluci¨®n a un problema que nos tra¨ªa de cabeza¡±, concluye la psic¨®loga Elena Aparicio.
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