40 a?os despu¨¦s, 'Carrie' demuestra que re¨²ne los miedos del ser humano
Temor al sexo, a controlar la ira, a madurar, a ser diferente... La pel¨ªcula es un tutorial escalofriante de lo que nos aflige
Un d¨ªa, un lector desafi¨® al escritor Stephen King: "Siempre escribes cosas de machos. No sabes escribir sobre mujeres. Te asustan". King no ten¨ªa nada que perder, hab¨ªa vendido su coche y desinstalado el tel¨¦fono porque no pod¨ªa mantenerlos. Los relatos que escrib¨ªa para diversas publicaciones no daban para mucho. Para concebir a su antihero¨ªna, el novelista se inspir¨® en dos chicas de su instituto cuya existencia le hab¨ªa despertado semejante l¨¢stima que a?os despu¨¦s segu¨ªa record¨¢ndolas. Una era objeto de burlas en clase porque siempre llevaba la misma ropa, la otra sufr¨ªa la opresi¨®n religiosa de su madre. Cuando Stephen King (Portland, 1947) se sent¨® a escribir Carrie, ambas chicas estaban muertas: la primera de forma s¨²bita, y la segunda se dispar¨® en el est¨®mago durante su depresi¨®n posparto.
Tras escribir tres p¨¢ginas, se sinti¨® incapaz de seguir adelante, y las tir¨® a la basura. Le acech¨® el miedo. Pero d¨ªas despu¨¦s su mujer las recuper¨® y le convenci¨® para que continuase. As¨ª naci¨® Carrie, una introvertida adolescente martirizada por su madre fan¨¢tica y humillada por sus compa?eros de instituto, hasta que sus poderes telequin¨¦ticos (poder de desplazar objetos con la mente) explotan en una org¨ªa de muerte, brillantina y sangre de cerdo durante el baile de promoci¨®n.
La novela fue un ¨¦xito de ventas y estableci¨® a Stephen King como el rey del bestseller de terror. A pesar de que no todas sus novelas son del g¨¦nero, el miedo siempre es el motor que mueve a sus personajes. La adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Carrie (Brian De Palma, 1976) cumple 40 a?os, y sigue vigente como un escalofriante autorretrato de todos los miedos con los que el ser humano debe aprender a coexistir desde su adolescencia. Empezando por la propia pubertad, uno de los episodios m¨¢s terror¨ªficos de la vida. "Si recuerdas tus a?os en el instituto como el mejor momento de tu vida, es que est¨¢s jodido", advierte King. Y a?ade: "La mayor¨ªa de nosotros recordamos el instituto como un lugar del que escapamos". Analicemos los miedos de la pel¨ªcula...
El miedo a que el sexo se nos vuelva en contra
La primera escena de Carrie es deliberadamente sensual. Docenas de chicas j¨®venes se pasean desnudas por el vestuario, y la c¨¢mara se recrea escandalosamente en sus partes ¨ªntimas el suficiente tiempo como para que la estampa parezca una pel¨ªcula porno vintage. Cuando a¨²n seguimos embelesados, la naturaleza dinamita la enso?aci¨®n ensa?¨¢ndose por primera vez con Carrie: el miedo a estar desnuda en p¨²blico, el miedo a que tu cuerpo te traicione. La reacci¨®n de arrebatada violencia de sus compa?eras persigue el mismo efecto que cuando est¨¢s viendo una pel¨ªcula porno y de repente uno de los personajes hace algo desagradable: no s¨®lo te disgusta, sino que adem¨¢s te sientes culpable por haberte excitado antes.
El miedo a no controlar tu ira
Cualquiera puede reconocer ese momento en el que, en plena catarsis de c¨®lera, te planteas si quiz¨¢ te est¨¢s pasando. Eso significa que ya hace rato que te has pasado. Como Jessica Rabbit (la protagonista de ?Qui¨¦n enga?¨® a Roger Rabbit?), Carrie no es mala, simplemente la han dibujado as¨ª. No puede controlar su ira, pero la frialdad con la que asesina a todos los asistentes al baile sugiere que se est¨¢ quedando bien a gusto. Porque hay algo ciertamente liberador en dejarse llevar por la furia.
A Carrie ya no le consuela llorar, es demasiado tarde, la ¨²nica forma de quedarse como nueva es desatar esa rabia que lleva bulliendo desde que naci¨®. La ic¨®nica imagen de Carrie cubierta de sangre ha hecho que la pel¨ªcula haya pasado a la historia como un drama de terror, pero en realidad es una denuncia del sistema social clasista que, como los bailes de promoci¨®n, lleva d¨¦cadas sin evolucionar.
El miedo a madurar
La pel¨ªcula arranca con la t¨ªmida Carrie (la actriz Sissy Spacek) en las duchas de su instituto tras la clase de gimnasia. La adolescente se enfrenta a su primer periodo (aunque cuando se rod¨® la pel¨ªcula, en 1976, Spacek ten¨ªa 27 a?os), y la falta de educaci¨®n sexual recibida la lleva a creer que se est¨¢ desangrando. Sus compa?eras, como animales salvajes casi crueles por naturaleza, la humillan tir¨¢ndole tampones. El ciclo menstrual es algo naturalizado y asumido por todas las mujeres, pero Carrie no est¨¢ preparada para ser adulta porque ni siquiera ha aprendido a ser ni?a. Para ella, el periodo es una manifestaci¨®n monstruosa de su propio cuerpo y, como todo en su vida, est¨¢ completamente fuera de su control.
El miedo a ser diferente
Mucha gente ha sufrido alg¨²n tipo de marginaci¨®n en el instituto. Incluso los que disfrutaron de la popularidad se sintieron raros en secreto. La adolescencia, por definici¨®n, arrasa con el mundo tal y como lo percib¨ªamos de ni?os: atravesamos un desajuste entre lo que sentimos y lo que el mundo espera de nosotros. Como todo adolescente marginado, Carrie siente que si le dieran la oportunidad podr¨ªa ser la jefa de las animadoras y ligarse al capit¨¢n del equipo de rugby. Pero el mundo no est¨¢ dise?ado as¨ª.
Carrie representa esa primera jerarqu¨ªa social (el instituto) como un campo de batalla hostil en el que no hay lugar para los grises. O eres popular o eres un marginado. En medio de la vor¨¢gine est¨¢ la aturdida Sue Snell (interpretada por Amy Irving), colocada casi por inercia en el bando de los triunfadores, pero sensible y emp¨¢tica hacia los perdedores como Carrie. Ella quiere ayudarla a sentirse mejor, quiere salvar in extremis la experiencia de Carrie, as¨ª que convence a su novio de que invite a Carrie al baile de promoci¨®n.
Pero los que est¨¢n arriba, para mantener su posici¨®n, sienten la necesidad de boicotear a los inferiores. Si es dif¨ªcil llegar arriba, m¨¢s lo es mantenerse. Por eso Chris (interpretada por Nancy Allen) trama un plan para humillar a Carrie y recordarle a qu¨¦ lugar pertenece, coron¨¢ndola como reina del baile primero y tir¨¢ndole un cubo de sangre de cerdo encima despu¨¦s, con ayuda de su novio (John Travolta: s¨ª, aunque no lo recuerdes, est¨¢ en la pel¨ªcula). Una perversidad retorcida que Chris lamentar¨¢ durante el resto de su (corta) vida.
El miedo a que se est¨¦n riendo de ti sin que te des cuenta
Los interminables minutos durante los cuales Carrie es la persona m¨¢s feliz del mundo en el baile de promoci¨®n son un sobresaliente ejemplo, tal y como apunt¨® la cr¨ªtica de la pel¨ªcula en el New York Times, de la explicaci¨®n que sol¨ªa dar Alfred Hitchcock sobre la diferencia entre el suspense y la sorpresa: "Saber que una bomba va a explotar es tensi¨®n, sufrir la explosi¨®n inesperadamente es sorpresa. La imagen de Carrie cubierta de sangre [en el p¨®ster de la pel¨ªcula] es la bomba que el p¨²blico ya hab¨ªa visto antes de entrar a la sala de cine". Cada vez que a alguien le pasa algo bueno, una parte de su subconsciente sufrir¨¢ un escalofr¨ªo de temor ante la posibilidad de que esa felicidad acabe, o incluso sea una farsa. La coronaci¨®n de Carrie es un formidable ejemplo de tensi¨®n porque el espectador sabe que eso va a acabar como el rosario de la aurora y, lo que es peor, est¨¢ deseando que suceda.
El miedo a disfrutar con la violencia
El espectador juega un papel activo en Carrie. Somos parte de la perversi¨®n. Por un lado, nos reconforta ver a Carrie por fin feliz, porque nada nos gusta m¨¢s que una Cenicienta. En ese momento nos convertimos en parte del problema. La raz¨®n por la que los chavales marginados existen es porque la sociedad sigue considerando que ser raro es un fracaso y ser popular representa la felicidad.
La pel¨ªcula es cruel con su protagonista, tanto v¨ªctima como villana, pero en ninguno de los dos casos lo es de forma convencional. El director la explora, la quiere, y la quiere ver sufrir. Y, por extensi¨®n, nosotros tambi¨¦n. Al principio de su matanza involuntaria estamos de su parte, al final nos sentimos horrorizados. Este es un travieso recurso que otros thrillers psicol¨®gicos han utilizado: en El silencio de los corderos nos sorprendemos a nosotros mismos jaleando la hu¨ªda del can¨ªbal Hannibal Lecter.
El miedo a la religi¨®n
La madre de Carrie (interpretada por Piper Laurie) es una ferviente mujer religiosa, que condena a su hija como pecadora por tener el periodo. La t¨¦trica imaginer¨ªa cat¨®lica, que incluye corazones espinados y sangrientas crucifixiones a las que hay que rezar, lleva siglos traumatizando a generaciones enteras de ni?os. El Hollywood de los 70 disfrutaba ridiculizando a los creyentes, pero en Carrie el circo va m¨¢s all¨¢ representando a la religi¨®n como un monstruo opresivo ante el cual es imposible acertar.
Un a?o antes del estreno de Carrie, Estados Unidos eligi¨® a su primer presidente miembro de la Iglesia Evang¨¦lica (Jimmy Carter), lo cual desatar¨ªa una insurrecci¨®n de los valores m¨¢s conservadores norteamericanos que afect¨® sobre todo al cine de la d¨¦cada posterior. Pero Carrie consigui¨® colarse justo a tiempo, cuando Hollywood a¨²n disfrutaba con el escarnio del conservadurismo, con pel¨ªculas como Taxi Driver o Alguien vol¨® sobre el nido del cuco.
El miedo a la familia
Carrie tiene el terror en casa. Su madre vive en un fanatismo sin retorno que la lleva a castigar a Carrie haga lo que haga. El rechazo materno es una penitencia para la que ning¨²n ser humano est¨¢ preparado, y genera un trauma que inevitablemente estalla tarde o temprano. En el caso de Carrie, sus poderes telequin¨¦ticos son una bomba de relojer¨ªa que su madre alimenta cada d¨ªa.
Y el miedo a ser incomprendidos
Tras la ¨¦pica batalla dom¨¦stica entre Carrie y su madre, en la que ambas representan tanto el bien como el mal y ninguna de las dos gana, la pel¨ªcula termina. Sin embargo, un ep¨ªlogo nos muestra a Sue Snell como la ¨²ltima superviviente de la masacre como si Carrie fuera, ahora s¨ª, una pel¨ªcula de terror de las de toda la vida.
Sue vive atormentada por las pesadillas en las que va a visitar la tumba de Carrie y de repente es agarrada por una mano que sale de la tierra. Se trata del ¨²nico susto de la pel¨ªcula y de su crueldad definitiva. La pel¨ªcula la acaba convirtiendo en la criatura asesina de una historia de terror convencional. Las luces se encienden, y el espectador se va a su casa con la sensaci¨®n de que Carrie, la chica que le ha despertado pena y a la que le ha deseado la felicidad, es una amenaza. Ahora tenemos miedo de Carrie. La carnicer¨ªa en el gimnasio tiene algo de ¨¦xtasis, y la muerte de Carrie es un sacrificio para proteger a los dem¨¢s. Pero, a diferencia de los mes¨ªas, el sacrificio de Carrie no ha servido para nada.
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