Benjamin Kickz, el imperio de las zapatillas
EN EL AEROPUERTO ejecutivo de Opa Locka, en Miami-?Dade, un hombre de uniforme viene de la pista y entra en la sala para pasajeros de aviones privados. Sobre sus suelos de m¨¢rmol, empieza a susurrar. Est¨¢ emocionado. Acaba de ver al rapero Travis Scott y su s¨¦quito llegar en una flota de coches entre los que hay un Ferrari rojo, un Porsche negro y un BMW blanco con puertas de alas de mariposa. Segundos m¨¢s tarde llega al aparcamiento un chico de 16 a?os de mejillas sonrosadas llamado Benjamin Kickz, tocado con una gorra de Travis Scott. Lleva el tel¨¦fono siempre al borde del 1% de carga y hoy ha venido con un bulldog franc¨¦s llamado Gucci en una mano y una bolsa llena de zapatillas deportivas Air Jordan en la otra para cerrar una venta. Scott y Kickz se encuentran en medio de la sala y se saludan con los pu?os; el rapero es alto y desgarbado, con la dentadura llena de diamantes. Lleva tambi¨¦n Gucci (en su caso, en forma de sandalias), adem¨¢s de un llavero de Piol¨ªn con diamantes incrustados. ¡°?C¨®mo va el negocio?¡±, grita alguien. La respuesta est¨¢ escrita en la camiseta que lleva Ben, en un logo rojo y enorme. ¡°Boomin¡¯!¡±. ¡°?Genial!¡±, dice.
El verdadero apellido de Ben es Kapelushnik y, un a?o antes de la fecha en la que deber¨ªa graduarse en su instituto de Fort Lauderdale, es uno de los vendedores de zapatillas de segunda mano m¨¢s conocidos, en un mercado floreciente valorado en 1.200 millones de d¨®lares. Ben presume de que este a?o va a llegar a un mill¨®n de d¨®lares solo con las ventas a la gente normal que visita su colecci¨®n cada d¨ªa en su p¨¢gina web, sneakerdon.com. ¡°Gano m¨¢s en un d¨ªa en la web que en un mes con los raperos¡±, dice Ben, pero estos le dan la satisfacci¨®n de trabajar con sus personajes favoritos. Adem¨¢s, le sirven de embajadores y son anuncios vivos y gratuitos que recorren las redes sociales.
Los famosos, por supuesto, tienen a un empleado para cada cosa. P. Diddy ten¨ªa a un tipo que le sosten¨ªa el paraguas. Paris Hilton, a una mujer que le organiza el armario. Ben es su proveedor de zapatillas deportivas, lo que significa que, en un enloquecido mercado de aficionados en el que el valor depende mucho m¨¢s de la escasez de ejemplares que del estilo, est¨¢ dispuesto a hacer lo que sea para conseguirles las zapatillas que quieran. Es un intermediario de lujo y para un solo producto, tan centrado en la tarea de encontrar las zapatillas adecuadas que cuenta ya con cuatro empleados para llevar su p¨¢gina web y enviar las mercanc¨ªas, mientras ¨¦l se dedica a cultivar las relaciones con los famosos y los distribuidores.
En el instituto nunca sal¨ªa si no era para ampliar su negocio: ¡°no solo es aburrido, sino que As¨ª no se avanza¡±.
Existe un culto a las deportivas al menos desde los a?os ochenta, cuando el grupo Run-DMC escribi¨® una oda a Adidas, pero el mercado de segunda mano, en su forma actual, es relativamente nuevo. Si antes los aficionados a las deportivas se encontraban en el mundo aislado de los foros de Internet y las convenciones de productos deportivos, ahora concurren en la p¨¢gina Explore de Instagram y en grupos especiales de Facebook. Gracias a eso, ha podido hacerse un hueco fundamental un chico de 16 a?os. ?Podr¨ªa alguien como Travis Scott ponerse en contacto directamente con Nike? Seguramente. Pero un deportista que tenga un contrato con Adidas, no. Y los coleccionistas muchas veces quieren zapatillas que salieron hace 10 a?os pero que todav¨ªa parezcan nuevas. Para eso necesitan a Ben. Si se examina su Instagram, se le ve con aire serio, haciendo el signo de la paz con la cabeza en los hombros de Drake, Future y DJ Khaled. Pero escoge sus fotos con cuidado. ¡°No me quedo boquiabierto ante los raperos¡±, dice. ¡°Si cada vez que encuentras a uno dices: ¡®Qu¨¦ emoci¨®n, ?me puedo hacer una foto?¡¯, nunca llegar¨¢s a ?establecer una relaci¨®n¡±.
En el aeropuerto, Scott y Ben salen al verano de Miami con sus muchos grados de temperatura y se aproximan al avi¨®n privado del rapero. A bordo, todos se arremolinan mientras Ben abre la bolsa y ense?a tres zapatillas a Scott. Las que m¨¢s reacci¨®n provocan son las Broken Backboards Air Jordan 1 (425 d¨®lares), de color blanco, negro y naranja.
La fiebre actual de las deportivas naci¨® en febrero de 2012, cuando Nike sac¨® a la venta la Foamposite One Galaxy. La empresa fabric¨® tan pocos ejemplares con ese estampado que ni siquiera los comercializ¨® en la web. Al mundo de las zapatillas le dio un ataque de histeria. Las pujas en eBay alcanzaron los 70.000 d¨®lares. Ben ten¨ªa entonces 12 a?os. Las Galaxy (que hoy cuestan 1.550 d¨®lares) fueron una de sus primeras compras, ¡°en eBay, incre¨ªblemente baratas¡±. Su madre le hab¨ªa comprado sus primeras Nike un par de a?os antes; al d¨ªa siguiente, volvi¨® a casa convertido en un hombre nuevo. Ley¨® revistas especializadas para enterarse de qu¨¦ estaba de moda, utiliz¨® el dinero que le regalaron por su bar mitzvah (celebraci¨®n jud¨ªa de la llegada a la madurez) para comprar m¨¢s pares, estudi¨® el mercado de segunda mano y conoci¨® a aficionados como ¨¦l en convenciones sobre calzado deportivo. Cuando ten¨ªa 14 a?os, compr¨® un par de LeBron X MVP. Nike sorteaba ejemplares de esas zapatillas altas, de color verde y rosa solo en 10 tiendas, pero Ben consigui¨® adquirir un par por 400 d¨®lares a un conocido que viv¨ªa cerca. El mismo d¨ªa que compr¨® las zapatillas, antes incluso de tenerlas en sus manos, las hab¨ªa vendido ya a un amigo de 18 a?os por 4.000 d¨®lares. Sus familiares no se extra?aron. Cuando ten¨ªa 10 a?os, le hab¨ªa preguntado a la madre de un amigo si pod¨ªa comprarle su loro. ¡°?De repente!¡±, recuerda el amigo. ¡°Ella le dice: ¡®No, Benjamin, el loro no est¨¢ en venta¡¯. ?l responde: ¡®?C¨®mo que no? Todo tiene un precio¡±.
¡°Quer¨ªa tener un Ferrari. Y pens¨¦ que deb¨ªa descubrir c¨®mo conseguirlo¡±, dice Ben. .
Es algo que aprendi¨® escuchando hip-hop. ¡°Lo ¨²nico que ve¨ªa era a Lil Wayne con cadenas de 100.000 d¨®lares y en un Rolls-Royce¡±, dice Ben. ¡°Quer¨ªa tener un Ferrari. Y pens¨¦ que deb¨ªa descubrir c¨®mo conseguirlo¡±.
De modo que, con el dinero que hab¨ªa ganado con las MVP, Ben decidi¨® hacer encargos al por mayor y limitar su vida social al imperativo del negocio. ¡°Ir con una chica al cine, o con tu hermano, est¨¢ muy bien, pero no tengo ning¨²n inter¨¦s en ir de fiesta si no puedo ampliar mis relaciones. No solo es aburrido, sino que as¨ª no se avanza¡±. No bebe ni se droga, dice, y, a la hora de conocer a nuevos clientes, no env¨ªa mensajes directamente a los famosos, sino que busca personas que los presenten y fuerza las ocasiones cara a cara. En realidad, dice, los sitios donde compra son vendedores de segunda mano que no atesoran la base de clientes que necesitan, as¨ª que venden al por mayor a Ben. ¡°Soy la persona que distribuye el producto¡±, explica. ¡°Nadie quiere tratar con eso [un vendedor cualquiera], porque solo tiene un par y de un solo n¨²mero. Yo tengo todos los pares de todos los n¨²meros, porque acabo de compr¨¢rselos a todos. Y ya est¨¢¡±.
Crecer cerca de Miami fue fundamental; la ciudad era suficientemente peque?a para que Ben se diera a conocer en el mundillo local de las deportivas y suficientemente grande para llegar a compradores influyentes.
Desde el aeropuerto, Ben llama a un coche de Uber y pasamos por su casa, en Aventura. Recoge a su hermano de nueve a?os, Daniel; se cambia para ponerse pantal¨®n corto y ordena al conductor que vaya al centro comercial de Aventura para comer all¨ª. La camarera dice que le ha visto en Snapchat.
Ben est¨¢ en el proceso de firmar un contrato para hacer un reality show, comenta, y quiere abrir tiendas f¨ªsicas. Hace poco m¨¢s de un mes, la familia se mud¨® a Los ?ngeles ¨C¡°m¨¢s oportunidades y m¨¢s dinero¡±, explica¨C, pero todav¨ªa tiene m¨¢s de mil zapatillas en Miami, en un almac¨¦n abarrotado desde el suelo hasta el techo, y dice que su inventario entero vale m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares.
Son las siete de la tarde, despu¨¦s de lo que Ben define as¨ª: ¡°Probablemente, uno de los d¨ªas m¨¢s improductivos, pero, no s¨¦, muy productivo al mismo tiempo¡±. Anoche estuvo hasta las cinco de la madrugada editando un v¨ªdeo del acuerdo con Travis Scott para su cuenta de Instagram; luego se despert¨® a la una de la tarde, llev¨® a Daniel a la piscina, fue a montar en moto n¨¢utica, se compr¨® para ¨¦l mismo un par de Adidas NMD agotadas en todas partes ¨C¡°Llam¨¦ a una persona y le dije: ¡®T¨ªo, las necesito hoy mismo¡¯. ?Facil¨ªsimo!¡±¨C, vendi¨® a alguien cinco pares de zapatillas, fue a correos a enviar varios encargos y comi¨® con un viejo amigo. ¡°T¨ªo, y me despert¨¦ hace solo siete horas¡±.
Ben habla mientras juega con Gucci (¡°?Eres un cerdito! ?Eres un me¨®n!¡±) y apretuja a su madre mientras le grita ¡°?Te quiero!¡±, y luego se deja caer en la cama. Necesita un momento en posici¨®n horizontal, dice, antes de volver a salir esta noche al club. Su ?dormitorio es un monumento a sus ¨¦xitos. Hay una fila de estantes que muestran las primeras Nike de color naranja brillante que le compr¨® su madre y unas Air Jordan 12 m¨¢s nuevas firmadas por Drake. En el sof¨¢ tiene un coj¨ªn en el que se lee ¡°Boomin¡±.
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