Salman Rushdie, 24 horas de libertad
LA ESCOLTA nos envolv¨ªa como en un gl¨®bulo de velocidad y sigilo: pasamos sin detenernos por el control de pasaportes. Parec¨ªa que no hubiera nadie m¨¢s en el aeropuerto. Pens¨¦ que esa visi¨®n tan inusual para m¨ª se hab¨ªa vuelto normal en la vida de Rushdie: grandes vest¨ªbulos de aeropuertos deshabitados, hombres discretos y fornidos con trajes oscuros, gafas y transmisores que lo rodeaban y lo conduc¨ªan, paisajes y ciudades entrevistos a una velocidad excesiva tras cristales blindados.
Rushdie no parece tener nada de neur¨®tico, y el melodramatismo que suelen adquirir su mirada y los rasgos de su cara en las fotograf¨ªas.
Pero Rushdie no parece tener nada de neur¨®tico, y el melodramatismo que suelen adquirir su mirada y los rasgos de su cara en las fotograf¨ªas desaparecen del todo cuando uno se encuentra con ¨¦l. No es un solitario, desde luego, aunque las circunstancias lo hayan condenado durante a?os a la soledad, y la persecuci¨®n que sigue sufriendo no lo ha vuelto ni un iluminado ni un mis¨¢ntropo. El ayatol¨¢ Jomeini pronunci¨® su sentencia de muerte el 14 de febrero de 1989. Quien lo asesine tendr¨¢ garantizada no solo la eterna bienaventuranza, sino tambi¨¦n una recompensa de un mill¨®n de d¨®lares, m¨¢s gastos, seg¨²n subraya con iron¨ªa amarga Julian Barnes. ¡°Pod¨ªan haberme destruido f¨¢cilmente¡±, me dijo Rushdie, ¡°pod¨ªan haberme convertido en un hombre asustado, obsesionado por la seguridad y el encierro, alguien amargado, enfadado, hostil. Como persona y como escritor, pod¨ªan haber acabado conmigo. Esa habr¨ªa sido su victoria. Pero yo no quer¨ªa convertirme en un reh¨¦n del miedo, en una criatura de la fetua¡±.
Tampoco quer¨ªa que su literatura desapareciera bajo la tormenta pol¨ªtica de la condena a muerte, que sus libros dejaran de ser le¨ªdos para ser usados como s¨ªmbolos, atacados o defendidos en virtud no de lo que estaba escrito en ellos, sino de lo que otros decid¨ªan que representaban. Ahora Rushdie siente que en ese empe?o no menos angustioso que el de sobrevivir tambi¨¦n est¨¢ venciendo. La novela que acaba de publicar, El ¨²ltimo suspiro del moro, ha recibido cr¨ªticas entusiastas. En el Volvo blindado que nos conduce a Granada a trav¨¦s de un paisaje en el que la sequ¨ªa ha borrado cualquier indicio de oto?o, cuenta que tard¨® cinco a?os en escribir el libro, y se le nota que est¨¢ satisfecho y exhausto.
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