Por qu¨¦ los grupos de WhatsApp del ¡®cole¡¯ son una p¨¦sima idea
Si no ha podido asistir a una reuni¨®n, alguien le pasar¨¢ un resumen. Ah¨ª acaban los beneficios de estos ¡®chats¡¯ que incrementan nuestra dependencia del m¨®vil y nos impiden desconectar del colegio
Si tiene hijos en edad escolar, sabr¨¢ de lo que hablamos: ese activ¨ªsimo grupo de WhatsApp creado por alg¨²n progenitor diligente al que se ha unido pensando que es la forma id¨®nea de estar al d¨ªa de lo que ocurre en la clase de sus peque?os. ?Lo es? De entrada, y como tantos otros grupos de mensajer¨ªa del m¨®vil, nace con el lastre de carecer de un prop¨®sito concreto. ¡°Surgen por la pertenencia a un entorno, y no por un objetivo en particular¡±, explica la psic¨®loga cl¨ªnica Vanessa Abrines, parte del equipo de Psicoterapeutas.com. ¡°As¨ª, cada miembro, al no ser expl¨ªcito el objetivo, lleva a cabo su participaci¨®n en funci¨®n de lo que cree que es v¨¢lido para el grupo¡±. Esto explica que, adem¨¢s de informaci¨®n pr¨¢ctica relativa al cole (el resumen de una reuni¨®n, la informaci¨®n sobre una excursi¨®n) se cuelen mensajes del tipo ¡°?Alguien ha visto un jersey rojo?¡± que dan pie a ins¨®litos debates a la una de la madrugada, acompa?ados del caracter¨ªstico silbidito.
Sin embargo, la falta de direcci¨®n inicial es propia de todos los grupos, que poco a poco se van autorregulando. En su constituci¨®n, y como explica Luis L¨®pez-Yarto Erizalde, profesor de Psicolog¨ªa Social y de Din¨¢mica de Grupos en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid) y autor de Din¨¢mica de grupos 50 a?os despu¨¦s, los miembros de los nuevos grupos son como ¡°una pandilla de ni?os que salen por primera vez de casa¡± y necesitan un padre o l¨ªder que les dirija. Al principio todo es ansiedad y tensi¨®n, adem¨¢s de preguntas como ¡°?qu¨¦ hago aqu¨ª?¡±, ¡°?me aceptar¨¢n?¡±, o ¡°?qu¨¦ es lo correcto en este grupo?¡±. Poco a poco el grupo se va conformando y van surgiendo roles y tem¨¢ticas en funci¨®n de lo que permite el grupo. Cualquier tem¨¢tica ser¨¢ posible en estos microchats instant¨¢neos en los que, seg¨²n Abrines, ¡°se proporciona un medio f¨¢cil y accesible donde relacionarse con otros¡± (y que, como te despistes dos horas, te puedes encontrar con doscientos mensajes pendientes).
Una percepci¨®n err¨®nea de los dem¨¢s
El primer ¡°pero¡± a estos grupos radica en que en el fondo nos estamos relacionando con desconocidos, que se van a llevar una imagen de nosotros basada ¨²nicamente en los mensajes que difundamos en el chat. ¡°Cuando el mensaje es escrito, al no verse la expresi¨®n facial de quien lo escribe, las conclusiones de cada uno son mucho m¨¢s arbitrarias. Es decir: alguien puede tener una intenci¨®n conciliadora, pero desde fuera se puede interpretar como agresivo o invasivo al faltar la componente de la comunicaci¨®n no verbal¡±, dice Abrines. Esto puede llevar a que unos padres etiqueten a otros como ¡°el borde¡± o ¡°el que no se entera¡± de forma err¨®nea e injusta.
¡°Cuanto m¨¢s nos manifestamos en un grupo, m¨¢s opiniones sobre nosotros generamos en ¨¦l, en ambas direcciones¡±, advierte Abrines. En el otro extremo, una escasa participaci¨®n puede ser interpretada como indiferencia. ¡°No posicionarse o no intervenir en realidad es posicionarse en la no intervenci¨®n. Eso puede vivirse como una falta de inter¨¦s por parte de los dem¨¢s, aunque muchas veces sea solo timidez o prudencia¡±.
Impiden desconectar
El eterno soniquete del m¨®vil, por otro lado, impide la desconexi¨®n, siquiera el fin de semana, respecto a las obligaciones adquiridas con los hijos, sus deberes e incluso su vida social, a menudo mucho m¨¢s activa que la de sus padres. Porque si el hecho de desconectar del trabajo lo consideramos saludable, ?por qu¨¦ no habr¨ªamos de cortar con el colegio, y dedicar el tiempo libre a disfrutar de nuestros hijos en el ¨¢mbito de la familia? Vanessa Abrines avisa de que cada padre y madre deben ¡°autorregularse y ser conscientes de su nivel de estr¨¦s y de lo que lo origina¡±. Y recomienda que, ¡°si lo vivimos negativamente y como una obligaci¨®n, lo mejor es que lo silenciemos¡±.
Incrementan nuestra dependencia del m¨®vil
Independientemente de su mejor o peor funcionamiento, el grupo del cole termina siendo otro m¨¢s en nuestro smartphone, como si el del trabajo, los primos del pueblo o la pandilla del gimnasio no fueran suficientes. Esto nos genera un enganche cada vez mayor a los dispositivos, algo poco recomendable, sobre todo por la noche: ¡°El visionado del m¨®vil o de cualquier otro dispositivo genera insomnio nocturno como consecuencia del impacto de la proyecci¨®n de la luz y de la activaci¨®n que produce en nuestro sistema nervioso¡±, explica Dan Siegel, profesor de psiquiatr¨ªa de la Universidad de California en Los ?ngeles (UCLA).
El corrillo de la puerta del cole
Desde el sindicato independiente de la ense?anza p¨²blica ANPE cuestionan seriamente el papel de estos grupos de padres. Julio D¨ªaz Escolante, presidente de ANPE Galicia, reporta un sinf¨ªn de quejas a su organizaci¨®n multiplicadas por lo que denomina ¡°el efecto WhatsApp¡±de los padres. ¡°Hemos pasado del corrillo a la puerta del cole o de la cafeter¨ªa de la esquina, a estos grupitos de padres, con todo lo que supone el mal uso del mismo¡±, lamenta. Aunque considera que pueden ser una buena herramienta, se?ala haber presenciado usos poco convenientes e incluso destructivos, como la ¡°difusi¨®n de rumores, las cr¨ªticas a otros padres o situaciones de verdadero acoso a profesores¡±.
No es raro que estos grupos terminen como el rosario de la Aurora. ¡°En multitud de ocasiones, las rencillas y diferencias individuales dan lugar a la ruptura del grupo o a su separaci¨®n, form¨¢ndose entonces otros grupos y subgrupos que compensen la p¨¦rdida¡±, explica Bel¨¦n Panadero, psic¨®loga sanitaria y experta en grupos en el Instituto de T¨¦cnicas de Grupo y Psicodrama (Madrid). ¡°Esta nueva oportunidad de crear un nuevo grupo m¨¢s saludable nos volver¨¢ a llevar a una espiral de desastres grupales si los errores no son reconocidos y reconducidos, ya que volver¨¢n a reproducirse¡±. Y, aunque quedemos fatal, siempre hay tiempo de abandonar el grupo si ha llevado nuestra paciencia al l¨ªmite. Abrines se?ala que, aunque todos somos libres de estar o no en un chat, lo mejor es irse con educaci¨®n: ¡°Igual que cuando nos vamos de un sitio f¨ªsico nos despedimos, en este caso tambi¨¦n es una buena costumbre el decir adi¨®s¡±. Y no: eso no nos har¨¢ peores padres.
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