La ciudad obesa que declar¨® la guerra a la obesidad
Oklahoma ha perdido 450.000 kilos de grasa gracias a la iniciativa de su alcalde, que primero acumul¨® peso y luego se embarc¨® en una cruzada por la vida sana y cambi¨® la fisonom¨ªa de su ciudad
Cuando Velveth Monterroso lleg¨® a Estados Unidos desde su hogar en Guatemala, pesaba exactamente 63,5 kilos. Pero despu¨¦s de una d¨¦cada en Oklahoma hab¨ªa engordado casi 32 kilos y, a sus 34 a?os, ten¨ªa problemas de diabetes. Esta simp¨¢tica mujer, madre de dos ni?os, es la prueba viviente de que la cultura de la obesidad es la maldici¨®n del pa¨ªs m¨¢s rico del mundo. ¡°En Guatemala es raro ver gente con sobrepeso, pero aqu¨ª es todo lo contrario¡±, dice. ¡°Lo percib¨ª en cuanto llegu¨¦¡±.
Nada m¨¢s llegar a Estados Unidos empez¨® a engordar: una media de tres kilos al a?o. En Guatemala com¨ªa mucha verdura porque la carne era cara. Pero en su trabajo de cocinera en un restaurante de Oklahoma City, de ocho de la ma?ana a once de la noche, sol¨ªa saltarse el desayuno y la comida mientras pasaba el d¨ªa picoteando trozos de pizza y de hamburguesa. De vuelta a casa en el coche sol¨ªa recurrir a la comida r¨¢pida porque ten¨ªa hambre y estaba agotada tras deslomarse durante 15 horas sobre una parrilla al rojo. Si ella y su marido Diego ¨Ctambi¨¦n cocinero- no paraban antes en alg¨²n sitio, sol¨ªan zamparse lo que encontraran en casa, en lugar de preparar algo decente.
Su estilo de vida no se volvi¨® m¨¢s saludable tras dejar de trabajar hace ocho meses, cuando tuvo a su segundo hijo. Estaba cansada y su familia la anim¨® a que tomara mucho atole ¨Cuna bebida dulce a base de ma¨ªz, muy popular en Centroam¨¦rica- para recuperarse durante la lactancia de su nueva criatura, Susie. El nivel de az¨²car en su cuerpo se dispar¨®, y adem¨¢s de obesa se volvi¨® pre-diab¨¦tica.
Cornett reaccion¨® y empez¨® a controlar lo que com¨ªa y a perder peso. Hoy pesa 18 kilos menos. Pero tambi¨¦n se puso a darle vueltas al asunto, pregunt¨¢ndose por qu¨¦ Am¨¦rica viv¨ªa ajena a un problema de esas dimensiones
La vida de Velveth cambi¨® ¨Cy se salv¨® probablemente- cuando llev¨® a Susie a una revisi¨®n m¨¦dica y entr¨® en un programa para poner freno a la obesidad. Ahora toma comida r¨¢pida solo una vez por semana, se hace m¨¢s verdura, ha reducido el n¨²mero de tortillas en el almuerzo y sube y baja todos los d¨ªas, durante veinte minutos, un tramo de escaleras. Aunque todav¨ªa tiene sobrepeso, en cuatro meses ha perdido 7 de esos kilos que ha cogido en Estados Unidos. ¡°Todos mis amigos est¨¢n impresionados¡±, me dice con una sonrisa. ¡°Siento que ahora tengo mucha m¨¢s energ¨ªa. Puedo hacer la compra y la colada, y ba?ar a la ni?a, y no me canso ni la mitad que antes¡±.
Velveth se ha beneficiado de un empe?o extraordinario en frenar la obesidad, pues Oklahoma City ha declarado la guerra a la gordura. Primero el alcalde ¡ªal darse cuenta de su propia obesidad mientras una revista identificaba a su ciudad natal como una de las de mayor sobrepeso en Am¨¦rica¡ª ret¨® a sus ciudadanos a perder entre todos 450.000 kilos (un mill¨®n de libras). Pero ese objetivo era solo el comienzo: este veterano pol¨ªtico republicano se enfrent¨® a la cultura del coche que define el pa¨ªs y pidi¨® a la gente que apoyara una subida de impuestos para financiar una reforma de la capital del estado que tuviera m¨¢s en cuenta a las personas.
Esto dio lugar a una incre¨ªble variedad de iniciativas, entre ellas la creaci¨®n de parques, aceras, carriles bici y paseos panor¨¢micos a trav¨¦s de la ciudad. En cada colegio se est¨¢ haciendo un gimnasio. Con el acento puesto siempre en el ejercicio, los responsables de la ciudad invirtieron 100 millones de d¨®lares en crear el mejor complejo de remo y kayak del mundo en una ciudad del Medio Oeste sin ninguna tradici¨®n en estos deportes. Se anima, en sus casas y en el trabajo, a la gente con sobrepeso a que cambie su estilo de vida, mientras se estudian las estad¨ªsticas para identificar los distritos con los peores datos de salud y as¨ª destinar all¨ª recursos para cambiar los h¨¢bitos.
Es un experimento excepcional por su ambici¨®n, su envergadura y su coste, que lo sit¨²an m¨¢s all¨¢ de cualquier tentativa en cualquier otra ciudad americana por combatir la gordura. La batalla se est¨¢ haciendo con ¡ªy no contra¡ª los fabricantes de comida r¨¢pida y refrescos, confiando en la persuasi¨®n en lugar de la coacci¨®n, a trav¨¦s de impuestos a los az¨²cares y la proscripci¨®n de la soda. La ciudad ha sido bautizada como el ¡°laboratorio de la vida sana¡±. Pero lo que hace del experimento algo tan extraordinario es que se lleve a cabo precisamente en Oklahoma.
Y es que la ciudad es uno de los entornos urbanos m¨¢s extensos del pa¨ªs, con un ¨¢rea de 1.000 kil¨®metros cuadrados, lo que implica que sus 600.000 residentes dependan por completo del coche. Hay tantas autopistas que bromean con que ¡°te pueden poner una multa por velocidad en hora punta¡±. No es ya que la ciudad no tuviera un solo carril bici, es que era famosa por albergar la mayor concentraci¨®n de sitios de comida r¨¢pida de Am¨¦rica, con 40 McDonald¡¯s entre otros muchos establecimientos. Est¨¢ asentada en un estado al que se ve como un territorio de vaqueros lleno de okies ¡ªcomo se conoce a los que viven all¨ª¡ª ultraconservadores, retratados para la posteridad en Las uvas de la ira, la novela de los a?os 30 de John Steinbeck sobre los granjeros pobres que tuvieron que emigrar a causa de las sequ¨ªas y la pobreza. La econom¨ªa volvi¨® a desplomarse en los a?os 80, en plena crisis energ¨¦tica, con cierres de bancos y otra generaci¨®n de desplazados. Luego vino el espantoso atentado de 1995 que mat¨® a 168 personas.
Se anima a la gente con sobrepeso a que cambie su estilo de vida, mientras se estudian las estad¨ªsticas para identificar los distritos con los peores datos de salud
El hombre que est¨¢ detr¨¢s de esta transformaci¨®n es Mick Cornett, un ex locutor deportivo de televisi¨®n que fue elegido alcalde en 2004. Tres a?os despu¨¦s, hojeando una revista de fitness, se enter¨® de que su ciudad ten¨ªa el discutible honor de ser la de peores h¨¢bitos alimenticios en Estados Unidos y ocupaba uno de los primeros puestos en una lista de las poblaciones m¨¢s obesas del pa¨ªs. Al mismo tiempo, tras consultar sus propios datos en una web del Gobierno, tuvo que aceptar a rega?adientes que sus 100 kilos de peso le convert¨ªan en un obeso.
¡°Esa lista me afect¨® como alcalde, y cuando me sub¨ª a la b¨¢scula me afect¨® personalmente. Siempre he hecho ejercicio y recuerdo haber pensado que no tomaba nada entre comidas, aunque consum¨ªa 3.000 calor¨ªas al d¨ªa. En tu condici¨®n de alcalde, la gente siempre quiere reunirse contigo, as¨ª que era normal tener un desayuno de trabajo, luego una comida con alguien y alguna recepci¨®n para la cena. Y en medio puede haber diversas actividades con aperitivos y dulces¡±.
Cornett reaccion¨® y empez¨® a controlar lo que com¨ªa y a perder peso. Hoy pesa 18 kilos menos. Pero tambi¨¦n se puso a darle vueltas al asunto, pregunt¨¢ndose por qu¨¦ EE UU viv¨ªa ajeno a un problema de esas dimensiones. Por fin se dijo que la explicaci¨®n estaba en que nadie ten¨ªa una soluci¨®n real para esta crisis. Al mismo tiempo, el alcalde empez¨® a mirar con otros ojos la cultura y las infraestructuras de su ciudad, y vio hasta qu¨¦ punto la dependencia del coche hab¨ªa alejado a las personas del disfrute del entorno urbano.
El primer paso fue lanzar un reto a los ciudadanos: que se pusieran, como ¨¦l, a dieta. Haciendo gala de su talento para la publicidad tras 20 a?os en televisi¨®n, anunci¨® que quer¨ªa hacer perder a Oklahoma City 450.000 kilos. Lo hizo delante de las instalaciones de los elefantes en el zoo local, en Nochebuena, consciente de la atenci¨®n que los medios dedicaban a la dieta en los d¨ªas posteriores a los excesos de las fiestas. Convenci¨® a un magnate de la salud para que financiara una p¨¢gina web informativa llamada This City Is Going On A Diet (Esta ciudad se pone a dieta) y se sinti¨® aliviado al ver, en los d¨ªas sucesivos, que los peri¨®dicos locales apoyaban su campa?a y los medios nacionales la elogiaban en vez de re¨ªrse de los gordos okies.
Las iglesias organizaban clubes de running, las escuelas analizaban los men¨²s, las empresas celebraban competiciones para perder peso, los chefs en los restaurantes compet¨ªan por ofrecer platos saludables. Y, lo m¨¢s importante para el alcalde, la gente de la ciudad hablaba de un problema que se les hab¨ªa empezado a ir de las manos. Aproximadamente uno de cada tres adultos en Oklahoma es obeso, mientras que el estado se encuentra entre los que consumen menos fruta y tienen una esperanza de vida m¨¢s baja de todo el pa¨ªs. La tasa de diab¨¦ticos casi se ha doblado en diez a?os. Y quiz¨¢ lo m¨¢s alarmante sea que m¨¢s de la quinta parte de los ni?os entre 10 y 17 a?os sufre de obesidad y casi un tercio de los ni?os en edad preescolar tiene sobrepeso.
La doctora Ashley Weedn, directora m¨¦dica de una cl¨ªnica especializada en obesidad infantil abierta hace tres a?os en Oklahoma City, me dijo que ve¨ªan casos ¡®incre¨ªbles¡¯ de ni?os de cuatro a?os con el colesterol alto. Algunos chavales, solo en refrescos, consum¨ªan una cantidad diaria de az¨²car cinco veces mayor de la aconsejable. ¡°Incluso nos encontramos con ni?os de 6 a?os con los mismos problemas en las articulaciones que suelen padecer las personas mayores por la tensi¨®n que soportan sus piernas. Podr¨ªan tener que operarse, pues la presi¨®n en los huesos produce un crecimiento anormal que a menudo deforma las piernas¡±.
A pesar de algunas cr¨ªticas de los m¨¦dicos, Cornett decidi¨® desde un principio trabajar con la industria alimenticia. As¨ª que el sector de los refrescos patrocina los programas de salud para combatir la obesidad, y el alcalde se fotografi¨® con el due?o de Taco Bell en uno de los locales de la cadena para hacer publicidad del men¨² bajo en calor¨ªas. De hecho, tiene en su despacho uno de los dise?os promocionales y me lo mostr¨® orgulloso al recibirme. ¡°Incluso cuando estaba perdiendo peso sol¨ªa ir a alg¨²n restaurante de comida r¨¢pida, aunque solo me tomara un burrito de alubias sin crema agria¡±, me dijo. ¡°No pod¨ªa impedir que le gente acudiera a esos sitios, pero s¨ª pod¨ªa intentar que fuera m¨¢s razonable con lo que ped¨ªa. No puedes cambiar de arriba abajo lo h¨¢bitos de la gente¡±.
En enero de 2012, la ciudad logr¨® perder los 450.000 kilos propuestos por el alcalde: las 47.000 personas que se hab¨ªan apuntado al reto perdieron una media de 9 kilos cada una. Un logro admirable en una campa?a que demostraba su inteligencia para movilizar a la gente. Pero a pesar de toda la publicidad, la ambici¨®n de Cornett iba mucho m¨¢s all¨¢ de esa haza?a: ahora quer¨ªa rehacer su metr¨®polis, remodelarla para la gente y no para los coches. O, como ¨¦l dice, ¡°devolver la comunidad a la comunidad¡±. Y aunque ahora se le vea como un visionario urbano, no tiene problema en admitir que al principio no hab¨ªa ning¨²n ¡®gran plan¡¯.
Oklahoma City no ha dejado de expandirse desde que se fund¨® por medio de un ¡°acaparamiento de tierras¡± en 1889, cuando miles de colonos salieron a la carrera para marcar su territorio. Como la mayor¨ªa de las ciudades de Estados Unidos, est¨¢ atravesada por el estruendo de autopistas de varios carriles y dise?ada para los coches. Apenas se tuvo en cuenta ni a los peatones ni a los ciclistas, y hab¨ªa pocas aceras y ning¨²n carril bici. Cuando Cornett inici¨® el primero de sus cuatro mandatos ¨Ctodo un r¨¦cord- como alcalde en 2004, la ciudad estaba todav¨ªa reponi¨¦ndose del colapso financiero de los a?os 80. Tuvo la suerte de heredar el legado de un predecesor que ya hab¨ªa comprendido la necesidad de crear un entorno m¨¢s agradable para vivir, un lugar que atrajera a las familias y a los trabajadores, para lo cual? hab¨ªa construido un nuevo canal y recintos deportivos.
Las iglesias organizaban clubes de running, las escuelas analizaban los men¨²s, las empresas celebraban competiciones para perder peso, los chefs en los restaurantes compet¨ªan por ofrecer platos saludables
Lo que le anim¨® a actuar fue, en cierto modo, otra de esas listas que tanto gustan a las revistas, donde su ciudad natal resultaba ser la peor de todo el pa¨ªs para caminar. Cornett se puso en contacto con un experto en planificaci¨®n llamado Jeff Speck, que llev¨® a cabo un estudio de la ciudad donde se conclu¨ªa que ten¨ªa el doble de las carreteras necesarias. La consecuencia fue el desmantelamiento de su sistema de carriles de sentido ¨²nico, que fomentaba la conducci¨®n r¨¢pida, y la puesta en marcha de un proyecto para instalar cientos de kil¨®metros de aceras, parques, ¨¢rboles, carriles bici, complejos deportivos y aparcamientos en la v¨ªa p¨²blica con el fin de crear una ¡®barrera de acero¡¯ entre el ruido de las autopistas y los transe¨²ntes.
La escala impresiona. El coraz¨®n de la ciudad se est¨¢ hoy reconstruyendo, mientras lo siguiente va a ser la creaci¨®n de un parque central de 30 hect¨¢reas, pues, como demuestran varios estudios, la gente hace m¨¢s ejercicio si cerca hay zonas verdes. ¡°La mala salud americana es un problema de dise?o urbano¡±, sostiene Speck, autor de un libro llamado Walkable City (Ciudad ¡°caminable¡±). ¡°El descuido en ese aspecto ha sido como un gran agujero negro. Los datos demuestran que la salud f¨ªsica y la obesidad dependen mucho m¨¢s del ejercicio que de la dieta. Pero lo que hace de Oklahoma un caso excepcional es su disposici¨®n a invertir de un modo desinteresado, y por eso est¨¢ en boca de todos¡±.
Cornett calcula que unos 3.000 millones de d¨®lares proceden de fondos p¨²blicos, y que el sector privado lleva las riendas del renacimiento de la ciudad con una inversi¨®n cinco veces mayor. Hab¨ªa, por ejemplo, un solo hotel, y casi en las ¨²ltimas, en el centro al comienzo del nuevo siglo: hoy hay quince, y no es f¨¢cil encontrar habitaci¨®n sin reserva. Lo m¨¢s incre¨ªble es que los habitantes votaron el pago de esta remodelaci¨®n a trav¨¦s de una subida de un 1% del IVA, lo que supone un ingreso de 100 millones de d¨®lares anuales. Otros fondos se deben a un acuerdo con las tabacaleras y al aumento de los ingresos procedentes de los impuestos sobre el patrimonio, ya que mucha gente y muchas empresas han vuelto a la ciudad. Oklahoma City tiene ahora mismo una de las tasas de desempleo m¨¢s bajas del pa¨ªs, lo que desmiente todos los t¨®picos rancios de Las uvas de la ira.
La mayor sorpresa de este cambio de imagen se encuentra a solo unos minutos de Bricktown, el distrito de ocio de la ciudad, donde se ha construido, en el coraz¨®n del Medio Oeste, una de las mejores instalaciones de remo del mundo. Esta es una ciudad de la que incluso el jefe de gabinete del alcalde dice que era un sitio ¡°horrible¡± en su infancia. Pero lo que en su d¨ªa fue un cauce seco entre zanjas ruinosas que era mejor evitar por la noche, hoy es un brazo de agua de 5 kil¨®metros, bordeado de un paisaje? frondoso, embarcaderos de aspecto futurista, carriles bici y reflectores.
Seg¨²n Shaun Caven, un escoc¨¦s de 47 a?os que capitane¨® el equipo de Gran Breta?a ganador de la medalla de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008 antes de afincarse en Oklahoma City, donde dirige el embarcadero, estas ser¨¢n las mejores instalaciones del mundo cuando se termine su circuito de aguas r¨¢pidas, cuyo coste es de 45 millones de d¨®lares. Hay incluso un espacio para entrenar en altitud en uno de esos embarcaderos de nueva tecnolog¨ªa. ¡°La gente cre¨ªa que estaba loco cuando me traslad¨¦ aqu¨ª. Me dec¨ªan que no hab¨ªa agua, porque la sensaci¨®n es la de un paisaje ¨¢rido¡±, dice Caven. ¡°Pero me gust¨® el que no hubiera tradici¨®n, y tamb¨¦n la oportunidad de empezar algo de cero¡±.
El r¨ªo no es en absoluto patrimonio de los ricos: gente con sus canoas y grupos escolares con sus barcos drag¨®n comparten el agua con los equipos ol¨ªmpicos americanos que entrenan bajo el sol abrasador. Se est¨¢ haciendo un gran esfuerzo para atraer a personas de todos los estratos sociales: 50 empresas se han unido a una liga de remo corporativa, mientras que ocho institutos locales tienen sus propias embarcaciones. Entre los que all¨ª conoc¨ª estaba Bob Checorski, un hombre de 76 a?os que sudaba a mares tras haber remado nada menos que 11.000 metros, y que me dijo que hab¨ªa empezado seis a?os antes tras perder su abono gratuito para el gimnasio del trabajo. ¡°Lo hago m¨¢s para relajarme que por competir, aunque gan¨¦ una medalla de plata en una carrera por parejas al poco de apuntarme, con un tipo que se hab¨ªa sometido a una operaci¨®n a coraz¨®n abierto¡±, me dijo. ¡°Ahora simplemente vengo y me divierto¡±.
En enero de 2012, la ciudad logr¨® perder los 450.000 kilos propuestos por el alcalde: las 47.000 personas que se hab¨ªan apuntado al reto perdieron una media de 9 kilos cada una
Pero las instalaciones deportivas de lujo, los bonitos parques y las agradables aceras tienen un alcance limitado en la lucha con la obesidad rampante. Mucha gente necesita est¨ªmulos, ayuda e incluso un empuj¨®n para cambiar un estilo de vida que puede ser fatal. Y Oklahoma tiene algunas de las tasas de mortalidad m¨¢s altas de Estados Unidos. As¨ª que hace seis a?os la ciudad empez¨® a analizar todos los datos disponibles para encontrar sus c¨®digos postales menos saludables, y descubri¨® que en algunas zonas desfavorecidas el riesgo de morir de un derrame o de una enfermedad cardiovascular es cinco veces mayor que en las zonas m¨¢s acomodadas. De modo que se reorient¨® la inversi¨®n hacia las zonas m¨¢s necesitadas.
¡°La obesidad est¨¢ detr¨¢s de casi todas las enfermedades cr¨®nicas que padecemos en Oklahoma¡±, dice Alicia Meadows, directora de planificaci¨®n y desarrollo en el Departamento de Salud de Oklahoma City-County. ¡°Creemos que destinando los recursos necesarios a las ¨¢reas con mayores desigualdades en el reparto de la riqueza es como se puede ayudar m¨¢s¡±. Tienen un equipo de ocho miembros que acuden a mercados y eventos deportivos, y que incluso van casa por casa en aquellas zonas donde los datos se?alan que la gente est¨¢ m¨¢s necesitada de ayuda. ¡°Dejamos claro que no queremos ver sus papeles. Ya sabemos que muchos no tienen documentaci¨®n. Pero su salud influye en la salud de la ciudad¡±.
Estos funcionarios proceden de las mismas comunidades que quieren cambiar. Uno de ellos, una madre de dos ni?os con un pasado de pobreza en M¨¦xico, me dijo que antes no sab¨ªa nada de nutrici¨®n. Ahora ha perdido 30 kilos y se ha apuntado a kickboxing. Estuve observando a Dontae Sewell, otro converso, dirigir una clase de ¡®Bienestar Total¡¯ en una biblioteca, ri¨¦ndose de la ¨¦poca en la que zampaba hamburguesas en las barbacoas al tiempo que iba explicando el concepto de comida saludable. ¡°Si tus amigos te quieren, van a seguir visit¨¢ndote aunque les pongas solo verdura¡±, me dijo.
Era una clase alegre, con muchas bromas y aqu¨ª y all¨ª alg¨²n serm¨®n y alg¨²n consejo sobre cu¨¢ndo, qu¨¦ y d¨®nde comer. Los alumnos, veintid¨®s mujeres y un hombre, ten¨ªan casi todos sobrepeso, y alguno estaba claramente obeso. Entre todos hab¨ªan perdido 90 kilos en cinco semanas. ¡°Queremos conocer a nuestros nietos¡±, me dijo m¨¢s tarde una madre de mediana edad. Sewell, con una gruesa cruz de plata al cuello, pregunt¨® a sus alumnos cu¨¢ntos de ellos com¨ªan en sus mesas. Solo cuatro levantaron la mano. Luego pregunt¨® cu¨¢ntos sitios de comida r¨¢pida se encontraban en el camino del trabajo a casa. ¡°Unos veinte¡±, le contest¨® una mujer. ¡°Demasiados¡±, dijo otra, ri¨¦ndose. ¡°No se¨¢is muy duros con vosotros¡±, les dijo Sewell. ¡°Se trata solo de peque?os cambios y de crear nuevos h¨¢bitos¡±. Despu¨¦s me confes¨® que a la larga solo un tercio de ellos se manten¨ªan fieles a su nuevo estilo de vida.
La ciudad ha edificado tambi¨¦n ¡®Campus de Bienestar¡¯ en su zonas m¨¢s deprimidas, el primero en una zona de mayor¨ªa afroamericana de bajos ingresos, al noreste de la metr¨®polis. El flamante edificio ¨Cequipado con cl¨ªnicas, salas de reuniones y cocinas para hacer demostraciones- se asienta en una zona verde salpicada de carriles bici y senderos. Los pacientes de esta asociaci¨®n a la vez privada y p¨²blica consultan a expertos de todo tipo sobre cuestiones que van desde la nutrici¨®n hasta la violencia dom¨¦stica, y se llevan a casa prescripciones para comida y muy pronto tambi¨¦n para zapatillas de correr y camisetas. El equipo de f¨²tbol local est¨¢ construyendo su campo de entrenamiento junto al campus para animar a la gente a practicar deporte.
No hay duda de que Oklahoma City y su alcalde merecen un reconocimiento por su lucha contra la obesidad, una inspiraci¨®n para un pa¨ªs tan dependiente de los autom¨®viles,? en el que dos tercios de la poblaci¨®n adulta tiene problemas de sobrepeso. En el peor de los casos han hecho de la ciudad un sitio m¨¢s agradable para vivir, algo muy importante teniendo en cuenta la lucha de unas urbes con otras por atraer j¨®venes profesionales y crear oportunidades de trabajo. Pero la cuesti¨®n es si esfuerzos tan audaces y de tanto alcance como este pueden tener un impacto real en un problema de salud formidable, que mata, innecesariamente, a tanta gente en el mundo. Ah¨ª est¨¢ el art¨ªculo publicado en Lancet que analizaba tres d¨¦cadas de obesidad mundial y cuya conclusi¨®n era que ninguno de los 188 pa¨ªses estudiados hab¨ªa logrado revertir una situaci¨®n que empeora con cada d¨ªa que pasa.
Hay algunas buenas se?ales, aunque Cornett no se hace ilusiones. ¡°Lo ¨²nico que digo es que creo que vamos en la direcci¨®n correcta¡±. Es esc¨¦ptico sobre los datos de obesidad, pero los indicadores de salud parecen darle la raz¨®n. En las zonas con ingresos m¨¢s bajos y los ¨ªndices de diabetes y de problemas de presi¨®n sangu¨ªnea m¨¢s altos y m¨¢s funestos, han logrado reducir algunos indicadores clave entre un 2 y un 10% en los ¨²ltimos cinco a?os. Aunque los hombres de Oklahoma viven casi seis a?os menos que la media nacional, la ciudad ha experimentado un descenso del 3% en la tasa de mortalidad. Y, sin embargo, a pesar de que el ritmo es ahora m¨¢s bajo ¨Cde un 6% a un 1% anual-, la obesidad, tristemente, sigue creciendo.
El coraz¨®n de la ciudad se est¨¢ hoy reconstruyendo, mientras lo siguiente va a ser la creaci¨®n de un parque central de 30 hect¨¢reas
No es extra?o que muchos expertos comparen esta batalla con el movimiento antitabaco, que necesit¨® de muchas a?os de activismo, educaci¨®n y regulaciones para cambiar un comportamiento arraigado en la sociedad. Lo tuve muy claro la noche antes de dejar Oklahoma City, mientras com¨ªa en un restaurante recomendado por la oficina de Cornett. Despu¨¦s de un magn¨ªfico plato de pasta, me ofrecieron el postre y eleg¨ª ¡°helado de nuez tostada ba?ado en crema de chocolate¡±. El camarero me dijo que era una buena elecci¨®n y me pregunt¨® si lo quer¨ªa en tama?o ¡°b¨¦isbol, softball o voleibol¡±. Ped¨ª el m¨¢s peque?o: estaba delicioso y llenaba mucho. ?Un restaurante elegante ofreciendo una bola de helado de ¡°tama?o voleibol¡±? Como bien dice Cornett, no es nada f¨¢cil cambiar las costumbres en la lucha contra la obesidad.
Este art¨ªculo apareci¨® primero en Mosaic y se publica aqu¨ª gracias a una licencia Creative Commons.
Hace seis a?os la ciudad descubri¨® que en algunas zonas desfavorecidas el riesgo de morir de un derrame o de una enfermedad cardiovascular es cinco veces mayor que en las zonas m¨¢s acomodadas
La ciudad ha edificado tambi¨¦n ¡®Campus de Bienestar¡¯ en su zonas m¨¢s deprimidas, el primero en una zona de mayor¨ªa afroamericana de bajos ingresos
En el peor de los casos han hecho de la ciudad un sitio m¨¢s agradable para vivir, algo muy importante teniendo en cuenta la lucha de unas urbes con otras por atraer j¨®venes profesionales y crear oportunidades de trabajo
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