Tras los acuerdos de paz, otra lucha para los ind¨ªgenas
Colombia y Guatemala han superado conflictos. Pero sus comunidades nativas tienen los mismos retos
Colombia ha celebrado un refer¨¦ndum tras la negociaci¨®n con las FARC. Un proceso parecido al de Guatemala, hace 20 a?os. Sin embargo, las comunidades ind¨ªgenas de los dos pa¨ªses se siguen enfrentando a retos considerables. Entre ellos, empoderar a su poblaci¨®n, en especial las mujeres. Evitar la explotaci¨®n del territorio por parte de las empresas. Y promover un modelo de desarrollo alternativo. A todo ello apuntan los activistas ind¨ªgenas entrevistados para esta informaci¨®n, que han participado en un ciclo de conferencias organizado esta semana por la ONG alternativa Intercanvi amb Pobles Ind¨ªgenes, con el apoyo de la Agencia Catalana de la Cooperaci¨®n al Desarrollo.
Los encuentros tambi¨¦n han servido para poner sobre la mesa propuestas para el control de las multinacionales europeas que act¨²an en territorio latinoamericano, como la puesta en marcha de un centro de supervisi¨®n de la actividad estas empresas. Los activistas, entrevistados en Barcelona, tambi¨¦n han colaborado en un ciclo de movilizaciones contra grandes proyectos energ¨¦ticos en Catalu?a.
Para los activistas entrevistados, la paz es un vaso medio vac¨ªo. O medio lleno, seg¨²n se mire. En el caso de Colombia, ¡°al movimiento ind¨ªgena lo llamaron pr¨¢cticamente en el ¨²ltimo d¨ªa para tratar el Cap¨ªtulo ¨¦tnico del tratado¡±, recuerda Aparicio R¨ªos, coordinador de la Central Cooperativa Ind¨ªgena del Cauca. R¨ªos matiza que esto no impidi¨® la movilizaci¨®n por el s¨ª de las comunidades ind¨ªgenas, ya que la violencia de las FARC se hizo sentir de forma especial en las regiones donde vive la poblaci¨®n maya del pa¨ªs. ¡°En el departamento del Cauca, el s¨ª gan¨® por un 62% contra un 30% del no¡±, explica.
Guatemala super¨® otro conflicto armado en 1996. Ello supuso acabar con el acoso sistem¨¢tico del ej¨¦rcito a las comunidades ind¨ªgenas, que durante 30 a?os de guerra civil se llevaron la peor parte. El 83% de las 200.000 v¨ªctimas eran ind¨ªgenas mayas, seg¨²n el informe Guatemala: memoria del silencio, elaborado en 1999 por la Comisi¨®n para el Establecimiento Hist¨®rico con el apoyo de la ONU.
Sin embargo, los acuerdos no han supuesto un cambio sustancial en las oportunidades vitales de los ni?os ind¨ªgenas, y 8 de cada 10 ni?os ind¨ªgenas padecen desnutrici¨®n cr¨®nica, seg¨²n la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos. Ni a las de las mujeres de las comunidades ind¨ªgenas.
¡°El Estado se comprometi¨® a avanzar en la aplicaci¨®n de la convenci¨®n sobre la eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n contra la mujer [de Naciones Unidas], pero no se ha hecho¡±, sostiene Leonicia Pocop, directora de la organizaci¨®n Cooperaci¨®n Ind¨ªgena por el Desarrollo Integral: ¡°Tan solo se han aplicado medidas paliativas, como proporcionar bolsas de comestibles a las familias¡±. Se ha puesto en marcha una ¡°defensor¨ªa de la poblaci¨®n ind¨ªgena¡±, pero ¡°no se involucra a la mujer [en ella]¡±, explica Pocop, tambi¨¦n secretaria general de la Mesa Departamental de Concertaci¨®n y Seguimiento de los Acuerdos de Paz. Los embarazos de menores de edad siguen estando a la orden del d¨ªa, aunque el a?o pasado el Gobierno elevara la edad legal del matrimonio hasta los 18 a?os.
Por otro lado, ya en el proceso de paz ¡°hubo una implicaci¨®n de la mujer¡±, que ha seguido creciendo. Al menos, a nivel institucional: ¡°El nivel de participaci¨®n de la mujer en los ¨®rganos de decisi¨®n llega al 10%¡±. Sobre todo en los ¡°consejos de desarrollo comunitario, los entes que planifican las necesidades de las comunidades¡±, aunque en otros niveles de gobierno la representaci¨®n sea m¨ªnima. Para ir m¨¢s all¨¢, Pocop reclama una formaci¨®n que cambie desde el hogar los roles de g¨¦nero. Esta se debe basar en la participaci¨®n de la familia ¡ªtanto de las mujeres como de los hombres¡ª y debe conllevar un cambio en el papel de los dos g¨¦neros, y en los valores transmitidos a los ni?os, sostiene.
Los acuerdos de paz, asimismo, pueden traer un riesgo: la desmovilizaci¨®n de las organizaciones ind¨ªgenas. As¨ª lo cree Domingo Hern¨¢ndez, activista hist¨®rico de las luchas por los derechos maya. ¡°Con la paz empieza a llegar dinero de proyectos de cooperaci¨®n, y las organizaciones ind¨ªgenas piensan a escala local, no de la comunidad [compitiendo para atraer fondos]¡±, sostiene quien fue miembro de organizaciones como el Ej¨¦rcito Guerrillero de los Pobres y el movimiento Octubre Revolucionario. Hern¨¢ndez cita el caso de otra organizaci¨®n, la Coordinadora de Organizaciones del Pueblo Maya de Guatemala: ¡°Le inyectaron 16 millones de d¨®lares anuales. Acab¨® habiendo corrupci¨®n¡±. Para evitar que esto suceda, el cofundador del Comit¨¦ de Unidad Campesina recomienda que el funcionamiento de las organizaciones ind¨ªgenas no dependa de la financiaci¨®n externa.
Otro de los peligros que las comunidades ind¨ªgenas afrontan es la ocupaci¨®n del territorio por parte de ¡°proyectos extractivistas¡± de empresas multinacionales en sectores como el minero, agr¨ªcola o hidroel¨¦ctrico, seg¨²n Hern¨¢ndez: ¡°Cuando la poblaci¨®n local no quiere las escuelas que la empresas ofrecen en compensaci¨®n, empiezan las persecuciones o el encarcelamiento de quienes protestan¡±. Este l¨ªder maya cita el caso de una empresa nicarag¨¹ense, que quiso poner en marcha una plantaci¨®n de ca?a en la cuenca del R¨ªo Polochic: ¡°Desde hace dos a?os, se est¨¢ reprimiendo y expulsando a la poblaci¨®n ind¨ªgena¡±.
Sin embargo, movilizaciones como las consultas comunitarias indican que los movimientos ind¨ªgenas pueden recuperar el m¨²sculo perdido. La empresa Ayssa contabiliza la realizaci¨®n de 114 de estas entre 2004 y 2014, de las cuales 46 se celebraron en 2013. El 88,59% ten¨ªan que ver con proyectos mineros. Estos referendos, realizados por las propias poblaciones, han ayudado a que la poblaci¨®n cuente con la fuerza necesaria para oponerse a proyectos que la hubieran privado de sus medios de subsistencia. Es el caso del proyecto de la presa Xalal¨¢ que, con una potencia de 181 MW, hubiera sido la segunda instalaci¨®n hidroel¨¦ctrica m¨¢s grande de Guatemala: en 2007 y 2009 se celebraron dos consultas comunitarias, con un 90% de los votos apostando por el no. ¡°A trav¨¦s del refer¨¦ndum se ha conseguido movilizar entre 2.000 y 3.000 personas para detener el proyecto¡±, relata Hern¨¢ndez. Desde 2014, las organizaciones ind¨ªgenas cuentan con una resoluci¨®n judicial favorable, que sostiene que la instalaci¨®n podr¨ªa suponer un riesgo de violaci¨®n de los derechos ind¨ªgenas. Aunque la resoluci¨®n no ha declarado la nulidad del proyecto.
Asimismo, la paz parece haber brindado, a la larga, la oportunidad de forjar alianzas entre la comunidad ind¨ªgena, el 65% de la poblaci¨®n del pa¨ªs, y algunos sectores de la poblaci¨®n mestiza. La movilizaci¨®n contra los expresidentes de Otto P¨¦rez y la exvicepresidenta Roxana Baldetti, el a?o pasado, reuni¨® bajo un mismo paraguas a ¡°organizaciones sindicales, campesinas, estudiantiles, y de derechos humanos¡±, y a la entidad ind¨ªgena Convergencia Maya Waq¡¯ib¡¯ Kej, explica Hern¨¢ndez.
?Qu¨¦ modelo de desarrollo buscan las comunidades ind¨ªgenas? Hern¨¢ndez cree que las cooperativas permiten ¡°valorar la econom¨ªa comunitaria¡±, al tiempo que refuerzan el trabajo local y ayudan a optar por una agricultura org¨¢nica. Las iniciativas que hay sobre la mesa pasan por fomentar el trueque entre miembros de la comunidad, ¡°como una forma de intercambio horizontal¡±, la agricultura local y la venta directa del productor. Asimismo, las agrupaciones mayas tambi¨¦n han experimentado ¡°con turbinas de energ¨ªa solar termal¡± en el departamento de Quich¨¦. Estas atienden las necesidades de una treintena de comunidades cercanas, a un coste sensiblemente inferior al de la red convencional: ¡°20 quetzales al mes, o sea, dos euros, contra 300 quetzales¡±.
En el caso de Colombia, organizaciones como el Consejo Regional Ind¨ªgena del Cauca, del que R¨ªos es investigador, han optado por recuperar una agricultura que no sobreexplote la tierra, que permita al productor ganar mayores ingresos a trav¨¦s del comercio justo. Las acciones tambi¨¦n incluyen la puesta en marcha ¡°de un sistema de salud tradicional¡±, que valore la medicina local.
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