¡°La medicina en Guatemala ha sido y a¨²n es racista¡±
La doctora Lidia Morales impulsa el uso de t¨¦cnicas populares y de la cultura maya para atraer a la gente
A cada sistema sanitario del mundo se le pueden poner pegas. A unos por las listas de espera, a otros por su privatizaci¨®n y a alguno por su sectarismo frente a lo tradicional. Es el caso de Guatemala. En el pa¨ªs centroamericano, con unos 16,5 millones de habitantes, la brecha entre las t¨¦cnicas naturales y las cient¨ªficas es tan profunda que muchos se sienten ajenos a estos espacios de salud. Un ejemplo: parir en el hospital, como cualquier otra intervenci¨®n, es gratuito. Sin embargo, la mayor¨ªa de las mujeres prefiere pagar a una matrona para que la asista en su casa. ?Por qu¨¦? Porque lo ven como algo extra?o. Desconf¨ªan de las batas planchadas y las camillas de s¨¢banas blancas. Prefieren aquello que secularmente se ha realizado en su comunidad.
Esta fisura, reflejo paralelo de una poblaci¨®n polarizada entre lo rural y lo urbano o entre lo mestizo, lo ind¨ªgena y lo blanco, es la que lleva intentando curar la m¨¦dica Lidia Morales desde hace 14 a?os. Esta licenciada, nacida en la capital guatemalteca en 1970, ide¨® junto a varios colegas lo que denominaron el M¨¦todo Incluyente de Salud (MIS), un sistema de saberes combinados que extrajera lo ¨²til de las disciplinas ind¨ªgenas y acad¨¦micas y que conquistara al grueso de la poblaci¨®n. "Que coordine, no que integre. De respeto e intercambio mutuo". Y para eso hacen falta medios, pero sobre todo una pedagog¨ªa que termine con las barreras sociales.
"La medicina en Guatemala siempre ha sido, y sigue siendo, racista", explica Morales en la sede madrile?a de Medicus Mundi, donde recal¨® hace unos d¨ªas en medio de una gira por Espa?a. Aqu¨ª divulg¨® este proyecto pionero, que empez¨® en un rinc¨®n del pa¨ªs, aupado por organizaciones no gubernamentales, y se ha convertido en estatal, financiado p¨²blicamente y respaldado por la actual ministra de sanidad, Lucrecia Hern¨¢ndez Mack. "Es un gran reto. Tiene m¨¢s de 14 a?os desde las primeras experiencias piloto hasta el traspaso al sistema de salud. Actualmente nos encontramos en un momento muy importante porque el equipo ministerial ha estado siempre muy involucrado desde su nacimiento. Ha seguido la investigaci¨®n y ha tomado la decisi¨®n de impulsarlo", contextualiza.
Las abuelas matronas tienen mucha experiencia y buenas condiciones de higiene, pero se las ha excluido
Con presupuestos estatales, este sistema ¡ªpromovido por el Instituto de Salud Incluyente¡ª consta de tres estadios: la atenci¨®n primaria, la especializaci¨®n y la hospitalizaci¨®n. Unos escalones que comienzan malogrados por la falta de servicios y de acceso a los mismos. "Se requieren unos 4.000 puestos m¨¢s de salud para cubrir las necesidades del pa¨ªs", comenta Morales. "Llevamos un retraso de 30 a?os. La pol¨ªtica nunca se ha preocupado y ha hecho falta la acci¨®n civil", adelanta. "A esta carencia se le juntan el contenido o los enfoques del servicio de salud, que siempre se ha basado en lo curativo y no en lo preventivo y que, como somos un pa¨ªs con una amplia diversidad cultural ¡ªcon 25 variedades ling¨¹¨ªsticas y el 40% de la poblaci¨®n perteneciente al pueblo maya¡ª, juega con una forma de aproximarse y entender la salud distinta de la que le ofrecen los servicios", explica la doctora.
"Existe solo el pensamiento de la medicina tradicional, y choca. Hay una barrera cultural. Lo que pretendemos es la articulaci¨®n, la complementaci¨®n de ambos sistemas. Pero como la sociedad guatemalteca ha sido construida muy en base al racismo y la discriminaci¨®n, el conocimiento m¨¦dico de los pueblos ind¨ªgenas es poco reconocido. Se considera creencia, brujer¨ªa", cuenta. "Esta situaci¨®n no anida solamente en este ¨¢mbito, sino en otros sectores. En el campo de la salud se expresa mayormente porque hay una relaci¨®n de hegemon¨ªa y poder de la biomedicina ¡ªacreditada acad¨¦micamente y regulada por el ejercicio de la actividad m¨¦dica y los mecanismos legales¡ª sobre los m¨¦todos ancestrales, que suelen menospreciarse", recalca. "Solo se estudian desde otras disciplinas como la antropolog¨ªa".
As¨ª, el m¨¦todo pretende que los "licenciados" compartan tareas con los l¨ªderes de las comunidades. En igualdad y con un trasvase de conocimientos equilibrado. Lidia Morales habla en este sentido de los roces que han tenido hasta ahora. "A muchos curanderos o matronas se les ha tratado como inferiores, en puestos de auxiliar o limpieza que no son los suyos. Por eso ha fracasado en algunos rincones.
Aparte, el MIS propone combinar las acciones del sistema oficial, mejorarlas, y volver a la atenci¨®n primaria, pero tambi¨¦n articular o coordinar con el sistema de salud maya. Enfermedades no reconocidas oficialmente, como el 'ojeado' (mal de ojo), el 'susto' o el 'empacho', est¨¢n emparentados con el desajuste energ¨¦tico. En culturas como la oriental se les presta atenci¨®n a estos desequilibrios, pero no en occidente. Aqu¨ª, si un ni?o acude 'ojeado' y con diarrea, dir¨¢n que tiene diarrea porque es lo que puede diagnosticarse y recetarse. En realidad tiene las dos cosas. Y para eso hace falta el mentor del pueblo", explica.
Aqu¨ª, si un ni?o acude 'ojeado' y con diarrea, dir¨¢n que tiene diarrea porque es lo que puede diagnosticarse y recetarse. En realidad tiene las dos cosas
Declaraciones de este tipo han levantado polvareda en el pa¨ªs por la imprecisi¨®n de los postulados. Morales sale al paso rebatiendo que la culpa es del prisma cient¨ªfico de querer cuantificar todo. "El enfoque siempre ha sido querer controlarlos, capacitarlos y regular sus pr¨¢cticas. Con el MIS se intenta extrae lo mejor de ambas disciplinas", insiste, teniendo en cuenta las "fortalezas" y debilidades" de cada uno. "Por parte de la gente siempre ha habido mucha m¨¢s apertura a no utilizar un solo recurso terap¨¦utico", a?ade, "El debate viene m¨¢s del gremio profesional porque se piden evidencias cient¨ªficas. Se piden resultados que no da?en. Eso es correcto, sin embargo, en el caso de Guatemala, por los altos niveles de racismo que ha habido, las pr¨¢cticas de los pueblos ind¨ªgenas han subsistido con cierto hermetismo, porque se sabe que son estigmatizadas. Han continuado en las ¨¢reas rurales, no se han expandido tanto".
Con un 40% de poblaci¨®n ind¨ªgena, un 41% mestiza, un 18,5% blanca y un 0,5% garifuna, la naci¨®n centroamericana goza de una matriz cultural "muy fuerte", en palabras de la experta en desarrollo. La amalgama de etnias, no obstante, ha sido un caldo de cultivo para relegar a la invisibilidad a los d¨¦biles. "Sin unos fundamentos te¨®ricos, las f¨®rmulas populares se han considerado creencias, brujer¨ªa. Y se les ha dado la espalda. "Se les ha despojado de reconocimiento", apunta quien curs¨® la carrera en M¨¦xico, aludiendo a la an¨¦cdota de los partos: "Las abuelas matronas tienen mucha experiencia y buenas condiciones de higiene, pero se las ha excluido. Ahora est¨¢n en la consulta, para que la gente vaya y encima tenga seguridad en caso de que se haya complicaciones".
Extendido al resto de operaciones, el MIS lleva un progreso imparable. Morales se jacta de que desde su origen en Guineales ¡ªun municipio de la provincia de Quetzalquenango, al oeste de la capital¡ª las muertes han descendido notablemente. Tanto en infecciones y enfermedades como en los mencionados partos. "Hemos pasado a cero fallecimientos de madres o ni?os desde 2008", sonr¨ªe, "y ya hay proyectos piloto en Bolivia y Per¨²". Datos que le provocan alegr¨ªa, a pesar de repetir la instalada desigualdad entre g¨¦neros o razas, y le hacen tener fe en el futuro. "Se est¨¢ infiltrando en la sociedad. Y, adem¨¢s, se est¨¢ transformando la mirada de los m¨¦dicos".
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