En Per¨² se experimenta para combatir la desnutrici¨®n infantil
Una aldea del altiplano se ha convertido en laboratorio de pr¨¢cticas para mejorar la alimentaci¨®n de los ni?os
Magdalena Yrpanoca muestra con orgullo su nueva casa, sencilla pero ordenada y con sus distintos espacios estancias separados: por un lado una estancia para la cocina y comedor, por otro el dormitorio, un lavabo en el exterior, un patio con suelo de cemento y una habitaci¨®n para que sus hijos de dos y seis a?os jueguen, adaptada particularmente para la estimulaci¨®n temprana del m¨¢s peque?o. Nada que ver con los dos ambientes donde esta familia de cuatro miembros llevaba a cabo su vida de hogar de una manera an¨¢rquica y poco saludable: ¡°Solamente ten¨ªamos la cocina y un cuarto donde dorm¨ªamos los cuatro en una cama¡±, detalla la mujer.
Los muros encalados y pintados de naranja de la vivienda destacan entre la docena de casas dispersas que hay en Puerto Arturo, un paraje donde solo crece ichu (una especie de paja que se usa como forraje para llamas y otros cam¨¦lidos) en el distrito peruano de Ajoyani, situado el departamento de Puno, a m¨¢s de 4.300 metros sobre el nivel del mar en el fr¨ªo altiplano andino, cerca del Lago Titicaca. Magdalena y su esposo construyeron con sus propias manos su nuevo hogar con el asesoramiento y el apoyo de un programa de la ONG internacional Acci¨®n Contra el Hambre (que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª) para combatir la desnutrici¨®n infantil en dos de sus vertientes: la desnutrici¨®n cr¨®nica (insuficiencia de alimentos) y la anemia.
¡°Ahora mis hijos son m¨¢s libres, est¨¢n en un espacio m¨¢s limpio. As¨ª es m¨¢s c¨®modo, no est¨¢n las cosas mezcladas. Antes todo estaba desordenado: la cama, la ropa¡ Y no pod¨ªa estimular a mi hijo peque?o¡±, se?ala Magdalena.
Aunque en un principio pueda parecer que el orden y la estimulaci¨®n temprana tienen poco que ver con el combate a la desnutrici¨®n, Acci¨®n Contra el Hambre considera que su trabajo en Ajoyani representa un nuevo modelo de intervenci¨®n integral que supera algunas de las deficiencias que han restado eficacia a la forma de afrontar el problema hasta ahora y que incorpora adem¨¢s los componentes de la adaptaci¨®n y la sostenibilidad.
La bonanza econ¨®mica que ha vivido en los ¨²ltimos a?os le ha permitido a Per¨² reducir sus ¨ªndices de pobreza, lo cual ha repercutido obviamente en las tasas de desnutrici¨®n cr¨®nica infantil, que pasaron de del 29,5% en 2006 a 14,4% en 2015. Sin embargo, hay algo que falla: la anemia, que incide en los ni?os menores de tres a?os por los bajos niveles de hemoglobina debido principalmente a una dieta escasa en hierro y poco variada y al padecimiento de ciertas enfermedades, no s¨®lo no ha descendido en la misma proporci¨®n sino que incluso entre 2011 y 2015 aument¨® del 41,6% al 43,5%.
La desnutrici¨®n cr¨®nica est¨¢ directamente relacionada con la pobreza monetaria, por eso a mayores ingresos, menor ser¨¢ su prevalencia. En cambio en la anemia entran en juego otros factores que tienen que ver, entre otros aspectos, con los h¨¢bitos higi¨¦nicos y alimenticios y los patrones culturales. Y la anemia tiene consecuencias nefastas en la capacidad de aprendizaje, en la vitalidad e incluso en el coeficiente intelectual de los m¨¢s peque?os.
¡°Nosotros no queremos que nuestros ni?os tengan el tama?o o la talla de un basquetbolista, queremos que tenga desarrollo cognitivo¡±, explica W¨¢lter V¨ªlchez, gerente de programas de Nutrici¨®n y Seguridad Alimentaria de la ONG de lucha contra pobreza Care Per¨². Por eso, a?ade, ¡°buscamos que las intervenciones sean integrales¡±. Es decir, que no s¨®lo se enfoquen en el combate contra el hambre, sino tambi¨¦n en otros aspectos como una dieta balanceada y el cuidado adecuado de los menores. Esto requiere de estrategias m¨¢s elaboradas y m¨¢s a largo plazo.
Ajoyani es un buen ejemplo de lo que pasa en Per¨². Por el distrito pasa la ruta interoce¨¢nica que conecta desde 2010 el Atl¨¢ntico con el Pac¨ªfico a trav¨¦s de Brasil y el sur de Per¨². Adem¨¢s, en su territorio se encuentra la mina San Rafael, la ¨²nica de esta?o del pa¨ªs, que deja unas jugosas regal¨ªas. Una parte de estas son gestionadas directamente por las autoridades locales desde 2008, por el n¨²cleo urbano de Ajoyani, el Sector Aurora, cuenta con un estadio de tama?o m¨¢s que considerable para una poblaci¨®n de poco m¨¢s de 2.000 personas, un complejo deportivo, un enorme mercado o una piscina cubierta que se qued¨® a medio construir.
La anemia alcanza al 100% de los ni?os de Ayoyani
Si bien es cierto que el distrito tambi¨¦n ha invertido en infraestructuras b¨¢sicas como una planta para el manejo de residuos s¨®lidos, obras de saneamiento y un instituto de secundaria con asientos acolchados, suelos de madera y ventanas de doble vidrio para el fr¨ªo, lo cierto es que tiene todav¨ªa serios problemas de desnutrici¨®n cr¨®nica y anemia infantil. La primera alcanza al 28% de los ni?os de entre seis meses y tres a?os y la segunda, seg¨²n un reciente control realizado por el centro de salud local, al 100% de los de menos de seis a?os.
El alcalde de Ajoyani, Adolfo Cosme Quispe, lamenta que el Estado les empuje a invertir el dinero proveniente de la miner¨ªa en proyectos de infraestructuras mientras que ¡°no se ha incidido en el tema de salud, de capital humano, de desarrollo de capacidades¡±. Por eso, la municipalidad busc¨® la ayuda de Acci¨®n Contra el Hambre.
Uno de los objetivos del proyecto de la ONG es diversificar la dieta de las familias con ni?os peque?os. La altitud y el fr¨ªo en Ajoyani (por la noche la temperatura puede llegar a los 20 grados bajo cero) s¨®lo permiten cultivar patatas y un grano llamado ca?ihua, que componen la dieta b¨¢sica de la poblaci¨®n local junto con la carne de alpaca y de oveja de vez en cuando.
Y a veces ni eso, advierte el alcalde, que indica que algunos vecinos ya no se dedican a este cultivo de autoconsumo sino que se van a trabajar a la ciudad, aprovechando el paso de la transoce¨¢nica, y lo que ganan ¡°lo invierten en productos que simplemente no deber¨ªan estar en la mesa de consumo de cada familia, como las harinas¡±. ¡°Nos hemos ido al facilismo, a comprar comida preparada, y en vez de cocinar a los chicos ca?ihua, vamos a la tienda y compramos un paquete de galletas, que son solamente calor¨ªas¡±, lamenta Quispe.
Por eso, uno de los pilares de la intervenci¨®n de Acci¨®n Contra el Hambre en Ajoyani ha sido el proyecto Chacra Productiva, que ha ayudado a familias con ni?os peque?os a construir corrales para cuyes (una cobaya andina cuya carne es muy apreciada) y gallinas, as¨ª como fitotoldos, peque?os invernaderos para cultivar verduras al amparo del la dura climatolog¨ªa.
Pascuala Trujillo fue una de las beneficiarias y en un solar construy¨® junto su marido un corral para cuyes para el que pusieron ellos mismos el material, consistente en ladrillos de adobe, y la mano de obra. Acci¨®n Contra el Hambre les asesor¨® y les proporcion¨® seis animales para empezar. Ahora, cuenta con 18 ejemplares.
¡°El cuy tiene mucho hierro. Ahora mis hijos lo comen una vez a la semana¡±, se congratula Pascuala, que tiene cinco descendientes entre los cuatro meses y los 18 a?os.
Junto a su corral han levantado un fitotoldo con muros de adobe y un agrofilm (un pl¨¢stico que permite pasar el calor y lo retiene) para el techo proporcionado por la ONG. Al entrar, la aumento de la temperatura respecto al exterior es notable. En un espacio de 40 metros cuadrados se dispone una decena de peque?os huertos con diferentes cultivos identificados con cartelitos: lechuga, tomate, cebolla, zanahoria, beterraga (remolacha), espinaca, acelga, repollo¡
¡°Antes s¨®lo com¨ªamos papa amarga y ca?ihua. Ahora mis hijos est¨¢n mejor alimentados y su rendimiento escolar ha mejorado¡±, asegura Pascuala.
Pero la intervenci¨®n de Acci¨®n Contra el Hambre en Ajoyani consta de un segundo programa denominado ¡®Buen Vivir¡¯, que ¡°est¨¢ relacionado con los h¨¢bitos que tiene la familia¡±, apunta Alejandro Vargas, coordinador de proyectos en Per¨² de la ONG. ¡°Puede haber alimentos en el hogar, pero las pr¨¢cticas de alimentaci¨®n y cuidado del ni?o van a determinar el buen consumo de alimentos del menor. Si no hay un adecuado cuidado, van a ocurrir enfermedades, y eso finalmente afecta a la desnutrici¨®n¡±, argumenta Vargas.
Por eso esta segunda parte del trabajo, llevada a cabo en el paraje de Puerto Arturo, ha buscado proporcionar un ambiente familiar adecuado para los menores de cinco a?os mediante la transformaci¨®n de sus hogares. Por lo general, las casas de las familias campesinas andinas constan de una o como m¨¢ximo dos habitaciones donde se lleva a cabo toda la actividad familiar.
En ese ambiente, con suelo de tierra, est¨¢ la cocina, la cama donde duerme toda la familia y todos sus enseres, por lo que no hay privacidad ni un espacio para que el ni?o juegue. Casi siempre hay animales de corral sueltos que dejan excrementos con los que entran en contacto los ni?os en y el fog¨®n es de le?a y carece de un sistema de extracci¨®n del humo, lo que incide en enfermedades respiratorias infantiles. El ¨²nico vestigio de un ba?o es una letrina situada en el exterior, en una caseta de madera, por lo que el lavado de manos no es habitual.
Ahora, en la nueva casa de Magdalena Yrpanoca, cada uno de los espacios est¨¢ marcado con su nombre pintado en amarillo sobre la puerta: est¨¢n el ¡°rinc¨®n de aseo¡±, la ¡°cocina-comerdor¡±, que cuenta con una cocina que impide la acumulaci¨®n de humo, o el ¡°¨¢rea de estimulaci¨®n¡±, reservada a los ni?os.
Magdalena nota la diferencia entre su hijo de dos a?os, que est¨¢ pasando su etapa temprana en este ambiente m¨¢s propicio, y el de seis, que no ha disfrutado de esos beneficios. ¡°Al mayor casi no lo he estimulado. No sab¨ªa c¨®mo hacerlo. El peque?o es m¨¢s inteligente y aprende m¨¢s r¨¢pido¡±, dice mientras observa al peque?o Ronaldo, de dos a?os, jugar a hacer columnas con peque?os cubos de madera seg¨²n su color.
¡°La idea es que los ni?os tengan un espacio en donde puedan tener un desarrollo intelectual y f¨ªsico que les brinde mejores condiciones¡±, destaca Alberto Rubina, Jefe de gesti¨®n social de la mina San Rafael, que ha financiado el proyecto. ¡°Que las casas sean espacios m¨¢s abrigados, m¨¢s ordenados, en donde la familia tambi¨¦n gestione el espacio: hay un espacio para dormir, un espacio para comer, un espacio para jugar¡¡±, agrega.
Si no hay un adecuado cuidado del ni?o, van a ocurrir enfermedades, y eso afecta a la desnutrici¨®n
Alejandro Vargas (ACH)
Las nuevas casas est¨¢n hechas de adobe en vez de piedra y tienen los suelos de madera, los techos bajos y claraboyas para aprovechar el sol, lo que hace que sean menos fr¨ªas. Adem¨¢s, cuentan con roperos, zapateros, alacenas para guardar la comida y, a falta de corriente el¨¦ctrica, ¡°refrigeradoras ecol¨®gicas¡±, consistentes en armarios con estantes para los alimentos con un balde de agua en la parte inferior para mantener el lugar fresco. Todo ello elaborado por las propias familias y con los recursos de la zona.
La implicaci¨®n de las familias en la construcci¨®n tanto de las casas como de los corrales y los invernaderos es otro de los objetivos que buscaba en el proyecto. ¡°Aqu¨ª no ha venido un ingeniero que lo ha construido y que cuando eso se caiga van a esperar a que otro ingeniero venga a que les vuelva a construir¡±, sostiene Vargas. ¡°Ac¨¢ lo han hecho con sus propias manos y con sus propios recursos, por lo que va a haber un sentido de valorizaci¨®n mayor¡±.
Esta participaci¨®n no se ha limitado a la fase de realizaci¨®n, tambi¨¦n en la de planificaci¨®n. El proceso comenz¨® con la visita de los beneficiarios a otros lugares que ¡°en condiciones muy similares han logrado vencer esas dificultades, han implementado su tecnolog¨ªa y han disminuido la anemia¡±, explica el coordinador de proyectos de Acci¨®n Contra el Hambre.
Luego, ¡°cada tecnolog¨ªa ha seguido un proceso de an¨¢lisis por las familias, de adaptaci¨®n¡±, a la que se ha preguntando c¨®mo la aplicar¨ªa, si cree que funcionar¨¢ en su comunidad y si tiene recursos para llevarla a cabo. Finalmente, se ha programado su aplicaci¨®n conforme a lo que pod¨ªa aportar cada familia.
El proyecto ha tenido un efecto multiplicador. El presidente de la asociaci¨®n de vecinos de Puerto Arturo, Eleuterio Turpo, asegura que, al ver la mejora de la calidad de vida de las familias que participaron en el proyecto, otras est¨¢n construyendo sus hogares de la misma forma por su propia cuenta. ¡°Todos quieren vivir mejor entonces, al ver esto, est¨¢n cambiando sus casas. Ya las est¨¢n haciendo con adobe. Antiguamente viv¨ªamos en chocitas m¨¢s tristes. Ahora tenemos m¨¢s espacio, es m¨¢s saludable y bajamos un poco el fr¨ªo¡±.
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