Mientras Trump se decide, la mesa clim¨¢tica recauda
EE UU, Arabia Saud¨ª y Turqu¨ªa, los pa¨ªses del G-20 que hacen menos esfuerzos por cumplir
Son las ¨²ltimas horas de la COP22 en Marrakech. Crece el tr¨¢fico hacia el aeropuerto, trabajan los traductores. M¨¢s all¨¢ de los textos, papeles y firmas, incluso m¨¢s all¨¢ de Trump, las incertidumbres son parte del plan, porque cuando la naturaleza tiene la palabra y los desastres del hombre no han terminado de ser medidos, solo es posible avanzar a partir de escenarios de posibilidades que van del rojo intenso al medio naranja.
Los cient¨ªficos dicen que, entre todas las mediciones de aumentos de temperaturas y l¨ªneas de puntos de los gr¨¢ficos, seguimos instalados en la tendencia m¨¢s preocupante. Pero conf¨ªan en que, con las acciones ya emprendidas, la trayectoria cambie, aunque no antes de 2030.
Los pol¨ªticos sonr¨ªen para la foto porque todo lo que no hagan en sus pa¨ªses se lo dejar¨¢n al que gane las pr¨®ximas elecciones, aunque ayer varios pa¨ªses presentaron ya sus planes de descarbonizaci¨®n. Los economistas siguen amparados en sus escudos bancarios, y los t¨¦cnicos y representantes de Naciones Unidas, haciendo lo posible por quedar bien con Dios y con el de enfrente. Algunos con sincera voluntad de conservar lo que queda del planeta, otros con declaraciones amables made in Nueva York. ¡°Tenemos limitaciones sobre lo que podemos decir respecto de la actuaci¨®n de los gobiernos de los Estados miembro¡±, se excusan.
Parece que todos esperan que Donald Trump, el negacionista m¨¢s famoso de este tiempo, se pronuncie. Y no para patear el tablero sino para ce?irse al Acuerdo de Par¨ªs, que impulsaron justamente la administraci¨®n Obama y el gobierno chino, y que pone deberes tambi¨¦n a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Recordemos que Kioto impon¨ªa reducci¨®n de emisiones solo a los pa¨ªses industrializados, y que ni Estados Unidos ni China lo ratificaron.
Eso s¨ª, para esta nueva etapa de compromisos dom¨¦sticos, la financiaci¨®n internacional es indispensable. Y all¨ª radicaba la posibilidad de esta COP 22 de hacer historia. Pero de los 100.000 millones de d¨®lares que se mencionaban en las conversaciones desde el principio, ¡°se han puesto en manos de los pa¨ªses receptores de ayuda en torno a los mil millones de d¨®lares¡±, como explica Magdy Mart¨ªnez Solim¨¢n, director adjunto de la Oficina de Pol¨ªticas y Apoyo de Programas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Para esta nueva etapa de compromisos , la financiaci¨®n internacional es indispensable
¡°Hay dos resoluciones importantes. Una es que hay una hoja de ruta para las finanzas del clima y unos compromisos por parte de los pa¨ªses n¨®rdicos, por parte de la Uni¨®n Europea, de los grandes contribuyentes de la cooperaci¨®n al desarrollo, que es insuficiente pero concreta", apunta el experto espa?ol que asiste a la jefa de la delegaci¨®n de PNUD y ex primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark. La otra noticia es que se ha echado a andar el Fondo Verde del Clima. "Hace falta m¨¢s, naturalmente, pero los primeros pasos se dan. No es f¨¢cil desembolsar, y ya hay unas primeras implicaciones que no son discursos sino plata encima de la mesa¡±, comenta Mart¨ªnez Solim¨¢n.
Y mientras llega la confirmaci¨®n de que el gigante no se retira, la sociedad civil y las instituciones siguen haciendo un poco de presi¨®n. Ayer se conoci¨® un estudio del Grantham Research Institute, adscrito a la London School of Economics and Political Science, sobre la coherencia entre las medidas de mitigaci¨®n emprendidas por los pa¨ªses del G-20 y los compromisos de Par¨ªs. En dicho an¨¢lisis, que firman Alina Averchenkova y Sini Matikainen, se se?ala precisamente a Estados Unidos, Arabia Saud¨ª, Turqu¨ªa, Australia, Canad¨¢ y Argentina como los seis pa¨ªses del G-20 que no est¨¢n haciendo suficientes (¡°consistentes¡±) esfuerzos en sus contribuciones nacionales. Por el contrario, los seis que han demostrado tener legislaciones y emprender acciones acordes con los requerimientos tratado son, seg¨²n el documento: Brasil, China, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, junto a la Uni¨®n Europea como bloque.
¡°Creo que se ha dramatizado un poco. Es un juicio un poco categ¨®rico desde el punto de vista de las contribuciones nacionales determinadas que son menos audaces. Hay pa¨ªses cuya estructura econ¨®mica hace m¨¢s dif¨ªcil la actuaci¨®n", valora el representante del PNUD. "En el caso de Argentina, se trata de un gigantesco productor agrario y, por lo tanto, el uso del suelo argentino est¨¢ marcado por su trayectoria econ¨®mica. En vez de apuntar a quienes no estuvieran haciendo los deberes, hay que reforzar un poco la solidaridad internacional. Los buenos ejemplos son contagiosos de manera positiva¡±.
Acerca de las ¡°buenas vibraciones¡± con que se retiran las delegaciones latinoamericanas, Mart¨ªnez Solim¨¢n comenta: ¡°En Am¨¦rica Latina y el Caribe est¨¢n dos de los 10 mayores contaminantes del mundo, pero tambi¨¦n hay pa¨ªses muy peque?os agredidos por el calentamiento global y que tienen una voz muy fuerte [la han tenido en la negociaci¨®n del Acuerdo y la tienen en cuanto a las nuevas pol¨ªticas p¨²blicas que est¨¢n poniendo en marcha]. Si hablamos de energ¨ªas renovables, Am¨¦rica Latina es l¨ªder. Si hablamos de nuevo planteamiento urbano o de protecci¨®n de masas forestales, los tres grandes pa¨ªses, Argentina, Brasil y M¨¦xico, est¨¢n en buena posici¨®n: demuestran que se puede crecer sin necesidad de sacrificar el patrimonio natural de las futuras generaciones¡±.
A prop¨®sito de Am¨¦rica Latina, en el ¨²ltimo informe de la Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Internacional, se se?alaba que las ¨²nicas ¨¢reas donde no se han registrado aumentos de las temperaturas sino una disminuci¨®n de las medias globales son las zonas subtropicales de Am¨¦rica del Sur, situadas en el norte y centro de Argentina, en Bolivia y Paraguay. El experto de Naciones Unidas elude los triunfalismos: ¡°Por desgracia, las temperaturas siguen creciendo. La actuaci¨®n tiene un efecto retardado y aunque las pol¨ªticas se est¨¢n empezando a implementar, todav¨ªa seguimos en la trayectoria creciente del calentamiento global. Por lo tanto, hay que tomar esto en serio no solo desde el punto de vista de la profundidad de las pol¨ªticas sino tambi¨¦n de la urgencia. Es un tema para el a?o que viene, para el pr¨®ximo presupuesto de cada pa¨ªs¡±.
Si hay que intentar un balance general de la cumbre, Mart¨ªnez Solim¨¢n apunta: ¡°Esta es la Conferencia que se autotitul¨® la COP de la acci¨®n, de la misma manera que Par¨ªs se defini¨® como la COP del gran acuerdo. Este era el momento para poner el acuerdo en marcha, para aterrizarlo desde el punto de vista de las acciones concretas de los pa¨ªses. El centro de gravedad de la ejecuci¨®n de los acuerdos se desplaza hacia el sur. Eso es buena noticia, porque los pa¨ªses del sur tienen un protagonismo conocido; aqu¨ª, han estado especialmente activos los pa¨ªses africanos. Marruecos ha sido un poco el escenario donde esto se ha puesto de manifiesto. No quiero hacer un balance de Disneylandia. Hay preocupaciones, pero la sensaci¨®n es que es m¨¢s lo que une que lo que separa, y hay un inter¨¦s com¨²n¡±. En el ¡®haber¡¯ est¨¢ tambi¨¦n la ¡®Cumbre africana de la acci¨®n¡¯, que se organiz¨® en paralelo a la COP, a instancias de los anfitriones.
Esta COP termina en hora (las anteriores se extendieron uno o dos d¨ªas). A criterio del director de PNUD, ¡°la temperatura pol¨ªtica se midi¨® a principio de la segunda semana: los l¨ªderes vieron que la cosa estaba en condiciones de convergencia y, por lo tanto, no hubo lugar ni a descafeinar la declaraci¨®n ni a prolongar los debates¡±. Solo queda esperar que Trump acuda a las llamadas de Ban Ki-moon y se suba al tren en marcha.
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