Paella con chorizo y otros bocaditos de Espa?a y ol¨¦
Sopa de patatas bravas. Magdalenas de sangr¨ªa. Aceitunas rellenas de naranja. Por sorprendentes que parezcan estos platos, en el extranjero piensan que son recetas espa?olas.
UNA ma?ana del pasado mes de octubre, al chef brit¨¢nico Jamie Oliver le dio por cocinar una receta espa?ola. Dos dientes de ajo, pollo, guisantes, gambas congeladas, pasta de tomate¡, 70 gramos de chorizo. Bien de arroz para cubrir todos los ingredientes. Chup, chup, chup y listo. Plato a la mesa y foto a Twitter. Y a?adi¨®: ¡°Hay pocas cosas en la comida espa?ola mejores que la paella. Mi versi¨®n combina muslos de pollo y chorizo¡±. Fue el embutido el que elev¨® el punto de ebullici¨®n de la red social y abri¨® una brecha entre partidarios y detractores de incluirlo en la receta valenciana. No causaba tanta divisi¨®n un tema culinario desde que se plante¨® si la tortilla de patatas deb¨ªa llevar o no cebolla. Y en medio de la vor¨¢gine, el cocinero se vio obligado a dar explicaciones. Se ve que la culpa la tuvo una abuela espa?ola, que le recomend¨® echar al arroz spanish sausage.
A Oliver le llovieron cr¨ªticas, pero tambi¨¦n le echaron alg¨²n capote con estrellas Michelin. ¡°?Alguien me va a decir a m¨ª que en Valencia, en una casa cualquiera, est¨¢s haciendo paella, no tienes nada en la despensa y no le metes chorizo? ?Vamos!¡±. Entona al tel¨¦fono la iron¨ªa el chef asturiano Jos¨¦ Andr¨¦s, que lleva 25 a?os en Estados Unidos. All¨ª ha levantado un imperio culinario con m¨¢s de una veintena de restaurantes y se ha convertido en uno de los principales embajadores de la gastronom¨ªa tradicional con su local Jaleo, en Washington, como buque insignia. Jos¨¦ Andr¨¦s ya se pronunci¨® a favor de Oliver en Twitter el mismo d¨ªa que estall¨® la pol¨¦mica: ¡°Gente de Espa?a. S¨¦ que pens¨¢is que esa foto no se parece a una paella. Pero es un ¡®arroz espa?ol¡¯. Dadle un respiro a Jamie¡¡±. Y el tema parece que a¨²n le toca en lo m¨¢s hondo del puchero. ¡°Yo de peque?o me hac¨ªa para merendar un bocadillo con pat¨¦, esp¨¢rragos, mermelada, mayonesa y encima le pon¨ªa un huevo frito. ?Hab¨ªa hecho alguien esta combinaci¨®n antes? No ?A m¨ª me gustaba? S¨ª. Pues, entonces, ?qu¨¦ narices pasa?¡±.
Pero la paella de Oliver es solo un cap¨ªtulo m¨¢s del cat¨¢logo de horrores culinarios que ofertan tanto supermercados como restaurantes, puestos callejeros y cadenas de comida r¨¢pida de todo el mundo. En Inglaterra se puede dar un sorbo a una sopa de patatas bravas con su toque de chorizo. Tambi¨¦n saciar el hambre, quiz¨¢ no el gusto, con un gofre de spanish sausage. En Alemania, picar aceitunas rellenas de naranja. Y en China, pedir una tapas pizza que a¨²na encima de su masa lo mejorcito de nuestra gastronom¨ªa. O toda ella: pulpo, cebolla, gambas, pimiento, calamares, aceitunas negras, chorizo¡ y una especie de salsa arom¨¢tica con aceite m¨¢s parecida al pesto italiano que a cualquier aderezo patrio. Con tanta tradici¨®n, resulta casi un juego adivinar qu¨¦ producto se han dejado fuera.
Y el gusto se pregunta entonces: ?por qu¨¦ nacen fuera de nuestras fronteras semejantes engendros culinarios? Sazona la respuesta el historiador, fil¨®sofo y escritor sevillano Rafael N¨²?ez, que se ha remontado al siglo XVI para analizar la mirada extranjera hacia los usos y costumbres alimentarios nacionales. Cada sociedad, explica, intenta comprender el mundo dentro del marco de sus propios esquemas culturales, que son reducidos. Cuando alg¨²n elemento externo, v¨¦ase la paella, rompe estos esquemas, se pueden dar dos circunstancias: que cause un rechazo absoluto o que guste y desate una atracci¨®n ¡°sin ton ni son¡± que haga nacer de sus tripas un s¨¢ndwich relleno de arroz, pollo y guisantes. Con chorizo. N¨²?ez, que ha visto a los daneses untar churros en mayonesa y k¨¦tchup, a?ade: ¡°El paladar es una de las cosas m¨¢s conservadoras que existen, pero no tenemos por qu¨¦ llevarnos las manos a la cabeza con estas interpretaciones. Somos demasiado puristas con ciertos platos, y el purismo hoy d¨ªa, con la globalizaci¨®n, ha quedado obsoleto¡±.
Hace d¨¦cadas que la cocina espa?ola de vanguardia brilla internacionalmente gracias a la avanzadilla de exponentes como Juan Mari Arzak, Ferran Adri¨¤ y los hermanos Roca. En paralelo, de manera menos medi¨¢tica, otra corriente ech¨® mano de los t¨®picos como estrategia de marketing y favoreci¨® la distorsi¨®n del recetario. Revuelven el est¨®mago e incendian las redes, pero estos atentados culinarios tampoco escandalizan en la sede de Marca Espa?a. A Carlos Espinosa, alto comisionado del Gobierno para la promoci¨®n de la imagen del pa¨ªs, le resultan hasta positivas. ¡°Sin duda son interpretaciones que est¨¢n fuera de la ortodoxia, pero arrancan de la premisa de que generan inter¨¦s. El hecho de que se hagan barrabasadas indica que nuestros productos son conocidos. Todo lo que sea divulgar y expandir un proyecto cuya paternidad nos pertenece es bueno¡±.
Pero que en el extranjero se elaboren cupcakes de sangr¨ªa para ¡°una cena de tapas¡±, seg¨²n propone en su web la empresa de alimentaci¨®n estadounidense Wilton, no es solo cuesti¨®n de paladar. A esto se suma que el producto nacional ha sido un perfecto desconocido de puertas afuera. El extreme?o Jos¨¦ Pizarro, uno de los chefs hispanos de m¨¢s renombre en Reino Unido, resume su evoluci¨®n: ¡°Cuando yo llegu¨¦ a Londres, hace 18 a?os, exist¨ªa alg¨²n bar de tapas, cerveza caliente y sangr¨ªa. Los brit¨¢nicos hab¨ªan escuchado hablar del jam¨®n serrano y el aceite de oliva, que lo usaban para limpiarse los o¨ªdos. Ahora s¨ª est¨¢ considerada como una comida de calidad, pero cost¨® mucho que se posicionara. Se han hecho muchas barbaridades de por medio¡±. El propio Pizarro ha sido testigo, por ejemplo, de c¨®mo supermercados londinenses comercializaban risotto de paella con chorizo.
El modelo espa?ol de exportaci¨®n de su cocina no ha ayudado a borrar la sombra de la ignorancia. En muchos restaurantes, lo culinario se ha asociado al toro y la bailaora para aumentar las ventas. Pero esta tendencia se est¨¢ revirtiendo, se?ala el alto comisionado de Marca Espa?a, con chefs m¨¢s concienciados que no venden t¨®picos, sino que ponen su nombre y apellidos delante de elaboraciones que respetan la tradici¨®n. Como Rodrigo de la Calle, que reconoce que el pa¨ªs no ha sabido dar a conocer su cocina. Este chef madrile?o se adentr¨® en Oriente hace dos a?os como asesor de un restaurante en China y ahora es socio de un local en Pek¨ªn que entre sus ¨¦xitos comerciales destaca el jam¨®n ib¨¦rico, arroces y ensaladas. Tambi¨¦n difunde la gastronom¨ªa tradicional en Francia, donde colabora con una de las figuras con m¨¢s estrellas Michelin del mundo: Jo?l Robuchon. De la Calle atribuye la debilidad patria a la hora de exportar sus recetas a una generaci¨®n de cocineros que se establecieron en el extranjero con la mentalidad de ¡°crujir al guiri¡± sin importarles la calidad de sus elaboraciones. Y a?ade: ¡°Italia, por ejemplo, ha vendido pizza, pasta. Platos ricos y f¨¢ciles de preparar. Francia, lujo, elegancia¡±. ?Y Espa?a? ¡°Folclore, baile, flamenco¡ Cuando ofreces algo as¨ª, es imposible que te tomen en serio¡±.
El t¨®pico de la Espa?a y ol¨¦ se ha utilizado para hacer negocio, ratifica el periodista Pepe Mar¨ªn, que ha recorrido m¨¢s de 50 pa¨ªses tras la pista de cocineros hispanos para la productora AMC Networks. ¡°He visto muchos restaurantes que asocian a lo culinario conceptos como Gaud¨ª, que tiene mucho tir¨®n. Tambi¨¦n locales en los que no hay ni un solo nativo en los fogones. As¨ª, es f¨¢cil encontrarse con que lo que se difunden son los estereotipos y se hace de forma rid¨ªcula¡±. Mar¨ªn coincide con De la Calle en el modelo de ¨¦xito: ¡°Si hici¨¦ramos un ranking, los italianos ser¨ªan de los que mejor han vendido su comida. En esta lista nosotros ocupar¨ªamos un puesto medio bajo¡±. Tambi¨¦n se debe en parte a las propias peculiaridades de los platos, seg¨²n el reportero. El recetario espa?ol, a?ade, incluye platos muy elaborados y producto aut¨®ctono que es dif¨ªcil conseguir fuera de nuestras fronteras, lo que encarece la materia prima y hace que muchos cocineros tengan que recurrir a lo que tienen m¨¢s a mano en los supermercados locales.
Jos¨¦ Andr¨¦s suma otra cultura al grupo de pa¨ªses que han sabido exportar con ¨¦xito su riqueza culinaria: la japonesa. Y ve en el modelo nip¨®n la clave para dar a conocer la tradici¨®n de forma fiel y, de paso, frenar las barrabasadas culinarias. ¡°Si te comes por el mundo 50 gambas al ajillo, no te encontrar¨¢s ninguna preparada de la misma manera. El sushi, sin embargo, se hace igual vayas donde vayas. Podr¨¢ ser mejor o peor seg¨²n el restaurante, pero la base es la misma. Los japoneses han formado ej¨¦rcitos de cocineros que dan a conocer sus elaboraciones por el mundo y han conseguido que su comida se recree de una forma fidedigna. A m¨ª eso me da mucha envidia¡±. El pa¨ªs ha hecho grandes avances culinarios, pero el desconocimiento de los platos t¨ªpicos a¨²n sigue siendo un punto d¨¦bil. En el extranjero es m¨¢s f¨¢cil que conozcan que la esferificaci¨®n de aceituna es obra de Ferran Adri¨¤ a que sepan si las patatas a la riojana llevan o no chorizo, apunta Jos¨¦ Andr¨¦s. La soluci¨®n que aporta el chef pasa por homogeneizar la gastronom¨ªa y sentar sus bases desde las escuelas nacionales. ¡°?Que no nos gusta que le echen chorizo a la paella? Bien, pues vamos a establecer los ingredientes que debe llevar este plato. Sentarnos y decir que paella es todo arroz que se cocine en un recipiente met¨¢lico, algo hondo, con dos asas. Que lleve agua de Valencia¡, yo qu¨¦ s¨¦. Pero vamos a sentar las bases y entonces podemos empezar a decir esto es paella y esto no¡±.
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