Alberto Iglesias, el emperador de las bandas sonoras
EL MAESTRO Francisco Escudero, compositor vasco y profesor en el Conservatorio de M¨²sica San Sebasti¨¢n, le ense?¨® a desmenuzar el cuarto concierto para piano de Beethoven. ¡°?l ve¨ªa m¨¢s all¨¢, se?alaba los motivos, los ecos y la estructura. Hasta ese momento yo no hab¨ªa reparado en la importancia de la estructura de las piezas y para m¨ª aprender de su capacidad anal¨ªtica fue muy importante. Me abri¨® los ojos¡±. Alberto Iglesias recibi¨® de este modo las ense?anzas en armon¨ªa, contrapunto y composici¨®n que apuntalaron una vocaci¨®n nacida entre los dos pianos que ten¨ªa su profesora particular, Blanca Burgaleta, en el piso del barrio de Egu¨ªa, en un alto de San Sebasti¨¢n, donde el ni?o se aplic¨® para ser m¨²sico. Toc¨® a d¨²o con su hermana Lourdes (ella al violonchelo, ¨¦l al piano), sigui¨® estudiando en Par¨ªs y Barcelona, e incluso form¨® un grupo de electr¨®nica con el tambi¨¦n compositor de cine Javier Navarrete, hasta que a mediados de los a?os ochenta, otro hermano suyo, Jos¨¦ Luis, le present¨® a sus amigos ¡°del cine¡± y de la mano de Montxo Armend¨¢riz e Imanol Uribe descubri¨® su nuevo rumbo.
¡°La m¨²sica ha de estar muy conectada con el habla, con la voz de los actores¡±, dice el compositor.
La m¨²sica de Alberto Iglesias (San Sebasti¨¢n, 1955) est¨¢ llena de im¨¢genes, aunque no sean necesariamente de las pel¨ªculas para las que fueron ideadas, sino otras nuevas que surgen cuando se escuchan sus composiciones lejos de la pantalla. Esas nuevas sincron¨ªas fluyen en Archipi¨¦lago, extensa compilaci¨®n en cinco discos en la que el compositor (ganador de diez goyas, candidato tres veces al Oscar y a los Bafta y premio Nacional de Cine en 2007, entre otras distinciones) re¨²ne algunas de sus partituras fundamentales. Asegura que no se trata de reivindicar su trabajo fuera de la pantalla ¨Cconsidera sus piezas ¨®rganos ¡°funcionales¡± al servicio del cine¨C, pero que al ser tambi¨¦n ¡°m¨²sica pura¡± se permiten esta doble vida, dentro y fuera del vientre que las gest¨®.
Sentado en su piso de Madrid, donde un cartel realizado en 2014 para el Festival del Cante de las Minas por otra hermana, la artista Cristina Iglesias, convive con una escultura de quien fue marido de esta, Juan Mu?oz, y con un piano, ¡°el de siempre¡± (el de cola lo tiene en su estudio de trabajo, en Torrelodones), Iglesias explica que con Archipi¨¦lago no se trata de matar al padre, solo de sentarse a escuchar sin orden ni concierto momentos musicales de pel¨ªculas tan dispares como la brit¨¢nica El topo (2011); la estadounidense El jardinero fiel (2005); las espa?olas Vacas, La ardilla roja y Tierra, de Julio Medem, o la larga lista firmada para Pedro Almod¨®var, su relaci¨®n profesional m¨¢s extensa y fruct¨ªfera. Desde La flor de mi secreto (1994) hasta Julieta (2016), ambos han forjado una comuni¨®n creativa que merece detenerse en la pel¨ªcula que para Iglesias marca el punto de inflexi¨®n en su carrera: Hable con ella (2002). ¡°Entre otras cosas porque estrech¨® mucho mis lazos con Pedro, creci¨® su confianza conmigo¡±, asegura sobre un trabajo que lanz¨® su carrera internacional y que contiene entre otros momentos inolvidables (como esa pieza central con instrumentos de cuerda y guitarra espa?ola) una isla con derecho propio: los 8 minutos y 26 segundos de El amante menguante, la pel¨ªcula muda que Almod¨®var incluy¨® en la historia y para la que Iglesias compuso una de sus partituras favoritas. ¡°El amante menguante nos dice que la m¨²sica puede hablar, y eso, en un cine con tantas palabras como el de Pedro, fue un reto y un regalo¡±. Para Iglesias la conexi¨®n de su trabajo con la cadencia hablada es fundamental: ¡°La m¨²sica de cine debe estar muy conectada con el habla, con la voz de los actores. Yo me fijo much¨ªsimo en eso¡±. Historias, voces, colores, para ¨¦l todo influye en esa ¡°coreograf¨ªa¡± que es una banda sonora.
Sus obras no cinematogr¨¢ficas componen su ¡°pensamiento musical¡±, un cuaderno oculto que de vez en cuando se deja ver (y escuchar) y que parad¨®jicamente se alimentan de la escuela que el cine ha sido para ¨¦l. ¡°La confrontaci¨®n con im¨¢genes e historias me ha hecho calcular sobre el ingrediente qu¨ªmico de la m¨²sica. ?Cu¨¢nto tiempo perdura en nuestra memoria una melod¨ªa? ?Qu¨¦ significado tiene? Eso me conduce a una reflexi¨®n sobre la esencia musical. Un ejercicio que me ha hecho revisar, estudiar y so?ar con todas las categor¨ªas de significado que tiene la m¨²sica¡±. Perfeccionista y obsesivo, trabajar para otros le ha obligado tambi¨¦n a no encerrarse excesivamente en s¨ª mismo. Sus peores experiencias han sido con algunas grandes producciones donde el contacto con el director no era sencillo. ¡°Para m¨ª ese di¨¢logo es imprescindible¡±. Eso s¨ª, asegura que no siente necesidad de reivindicar su autor¨ªa porque para ¨¦l est¨¢ clara: ¡°Pedro dice que yo no tengo ego, pero tampoco creo que sea as¨ª¡±. Calla por unos segundos (los silencios forman parte sustancial de su expresi¨®n) y, se?alando a la chimenea que preside el sal¨®n de su casa, una pieza grande, setentera, de lat¨®n, que vista ah¨ª, bromea, ¡°hasta podr¨ªa parecer de mi hermana¡±, Iglesias explica su forma de relacionarse con el azar y los dem¨¢s: ¡°Cuando llegu¨¦ a esta casa alquilada no sab¨ªa si la chimenea era bonita o fea, pero el caso es que me acab¨® gustando. Con mi trabajo me ocurre algo parecido, termino aceptando al otro. No s¨¦ si es una buena comparaci¨®n, es solo una forma de explicar que uno aprende a aprovechar lo que se encuentra por el camino y finalmente eso es bueno¡±.
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