Isatou Touray, el cambio es cosa de ellas
Las mujeres fueron decisivas en la derrota de Jammeh en Gambia, aunque ahora se resiste a marchar
Entre una nube de periodistas, Adama Barrow, presidente electo de Gambia, sale de una de las salas privadas del lujoso hotel Coco Ocean de Banjul. Vestido con su habitual bubu y gesto sonriente, camina con cierta indolencia. Todos los focos apuntan hacia ¨¦l. En estos d¨ªas de mediados de diciembre, este peque?o pa¨ªs africano se juega su futuro entre un presidente que perdi¨® las elecciones y se niega a marcharse (Yahya Jammeh) y el aspirante opositor Barrow, ganador de los citados comicios. Sin embargo, pocos reporteros se percatan de que, un pasito por detr¨¢s del hombre de moda, vestida en esta ocasi¨®n con un traje de corte occidental, anda con paso decidido Isatou Touray, una mujer sin la que no se puede entender el vuelco pol¨ªtico que puede vivir este pa¨ªs. Porque, en buena medida, la victoria electoral de la oposici¨®n y la p¨¦rdida del miedo a cambiar las cosas en Gambia ha sido cosa de ellas.
Touray naci¨® el 17 de marzo de 1955 en Banjul, hija de un cocinero y una cultivadora de arroz. Fue precisamente su madre, Haddy Konteh, una mujer fuerte y comprometida pol¨ªticamente, quien se empe?¨® en que la peque?a Touray fuera a la escuela en igualdad de condiciones que los chicos. Tras graduarse en 1971 y siendo a¨²n muy joven dio sus primeros pasos como profesora rural, donde descubri¨® la realidad de la discriminaci¨®n de la mujer en los pueblos y aldeas de su pa¨ªs, tanto la pobreza severa de las comunidades como las consecuencias terribles de la mutilaci¨®n genital femenina. Fue entonces cuando decidi¨® dedicar su vida a luchar para cambiar las cosas.
Tras obtener diversos m¨¢steres y posgrados en Educaci¨®n, Filosof¨ªa y G¨¦nero en Nigeria, Reino Unido y Holanda, Isatou Touray canaliz¨® buena parte de su combate a trav¨¦s de la ONG Gamcotrap, que centra sus esfuerzos en sensibilizar acerca de la necesidad de abandonar la pr¨¢ctica de la ablaci¨®n. Durante a?os esta organizaci¨®n de la sociedad civil ha impulsado las ceremonias de Abandono del cuchillo en m¨¢s de un millar de comunidades del pa¨ªs y ha contribuido, junto a la presi¨®n de organismos internacionales, a que en enero de 2016 Gambia aprobara una ley prohibiendo esta pr¨¢ctica tradicional.
Llegar hasta aqu¨ª no ha sido f¨¢cil y Touray, como tantos otros gambianos, ha sufrido detenci¨®n y c¨¢rcel por atreverse a alzar la voz contra una costumbre que est¨¢ muy arraigada sobre todo en el entorno rural. Pero el trabajo no est¨¢ ni mucho menos terminado. ¡°Aprobar una ley es importante pero no es suficiente. Sigue habiendo enormes resistencias, sobre todo all¨ª donde la mutilaci¨®n genital se asocia a la religi¨®n. Por eso tenemos que seguir informando, sensibilizando, combatiendo el desconocimiento que hay sobre este tema¡±, asegura.
Ha sufrido detenci¨®n y c¨¢rcel por atreverse a alzar la voz contra la mutilaci¨®n genital femenina, una costumbre muy arraigada
Sin embargo, si el a?o 2016 ser¨¢ recordado en Gambia lo ser¨¢ por lo ocurrido en las urnas y aqu¨ª tambi¨¦n Touray ha jugado sus cartas. El pasado 14 de abril, una ins¨®lita manifestaci¨®n de los dirigentes de la oposici¨®n que reclamaban cambios en el pa¨ªs era reprimida con violencia y acababa con la muerte en prisi¨®n de uno de ellos, Solo Sandeng. La ola de protestas posterior no gener¨® sino m¨¢s represi¨®n y detenciones. Pero la planta que el r¨¦gimen intentaba arrancar ten¨ªa ra¨ªces profundas. Se estaba perdiendo el miedo. ¡°No hablo de las manifestaciones¡±, asegura Isatou Jeng, una joven feminista gambiana, ¡°esto germin¨® por el boca a boca, en reuniones privadas en las casas, en grupos de Whatsapp. La gente empez¨® a organizarse¡±.
As¨ª, poco a poco, el r¨¦gimen de Jammeh fue cavando su propia tumba. Ya no eran solo las violaciones de los Derechos Humanos y la represi¨®n contra opositores y periodistas cr¨ªticos, denunciadas sin mucho ¨¦xito por organizaciones internacionales. El deterioro de las condiciones de vida se acrecentaba en una econom¨ªa estrangulada, lo que ha forzado un aut¨¦ntico ¨¦xodo de sus j¨®venes hacia Europa a trav¨¦s de la dur¨ªsima ruta libia y el Mediterr¨¢neo, conocido como el Back Way. No hay una sola familia que no tenga alguien muerto en este viaje. Madres viendo partir a sus hijos que no volver¨¢n. Madres que decidieron que ya estaba bien.
As¨ª las cosas, Isatou Touray decide presentarse a las elecciones. Por primera vez, una mujer aspiraba a ocupar la jefatura de Estado de este peque?o pa¨ªs. Con una escoba como s¨ªmbolo, dispuesta a barrer el pasado, la emigraci¨®n y la pobreza estaban en el centro de su mensaje. Sin embargo, ocurri¨® algo sorprendente, antes nunca visto. Los l¨ªderes de los principales partidos pol¨ªticos deciden apartar sus diferencias y presentar un solo candidato. Touray est¨¢ en la jugada y es una de las favoritas, pero tras intensas discusiones se inclinan por Adama Barrow, con un perfil pol¨ªtico m¨¢s bajo, menos agresivo, menos rupturista y que cuenta adem¨¢s con el respaldo del principal partido opositor. Touray, candidata independiente, lo acepta y da un paso atr¨¢s a favor de una unidad que resultar¨¢ clave para el vuelco pol¨ªtico.
Entre bambalinas est¨¢ su buena amiga y veterana defensora de los Derechos Humanos Fatoumata Jallow Tambajang quien hace todo lo posible por convencerla, por limar asperezas. Es ella la aut¨¦ntica mu?idora de la coalici¨®n, su pegamento interno. ¡°El papel desempe?ado por las mujeres en este proceso es fundamental¡±, asegura Touray, ¡°hablo de todas las que han trabajado en la sombra para hacer posible un cambio en este pa¨ªs¡±. Estuvieron en primera fila en las manifestaciones y han sufrido c¨¢rcel y tortura por ello, como Fatoumata Diawara, que acaba de ser liberada. ¡°Son quienes ven morir a sus hijos en la emigraci¨®n, son las que van cada d¨ªa al mercado a comprar y ven que con sus m¨ªseros ingresos no llega ni para comer, son las que m¨¢s fueron a votar el pasado 1 de diciembre¡±, tercia la joven Isatou Jeng.
Touray estuvo en todos los actos de campa?a de Barrow, le apoy¨®, moviliz¨® votos, sobre todo de mujeres convencidas de la necesidad de un cambio. Tras su victoria, lo celebr¨® como una m¨¢s, convencida de que hab¨ªa llegado un momento hist¨®rico y dispuesta a asumir responsabilidades de gobierno. ¡°Me siento orgullosa y feliz de haber contribuido al progreso de la democracia en este pa¨ªs¡±, aseguraba hace unos d¨ªas convencida de que nada ni nadie iba a alterar el deseo de los gambianos por un cambio. Jammeh ha decidido aferrarse al poder, sumiendo al pa¨ªs y a la regi¨®n en un escenario in¨¦dito de crisis postelectoral, pero habr¨¢ siempre y un antes y un despu¨¦s del momento en el que miles de mujeres de Gambia como Isatou Touray, Fatoumata Jallow, Fatoumata Diawara, Aminata Correa o Isatou Jeng dieron un paso al frente. Sin ellas no hubiera sido posible.
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