Un disfrute democr¨¢tico y equitativo de la ciudad
La vigilancia y la mercantilizaci¨®n de los espacios p¨²blicos se interponen en el camino
Todos los d¨ªas se publican noticias sobre conflictos suscitados en el espacio p¨²blico: desde protestas sociales hasta disputas por los usos de estos lugares (venta callejera, cuidacoches, etc). En los ¨²ltimos a?os, estos lugares fueron objeto de violencia extrema por medio de atentados terroristas y generaron p¨¢nico a los lugares abiertos. Esta variedad de situaciones hace que el espacio p¨²blico, sus caracter¨ªsticas, quienes transitan o permanecen en ellos sean objeto de nuevas pol¨ªticas p¨²blicas, de control y de debate en los medios de comunicaci¨®n.
Se considera que para que nuestras urbes sean realmente inclusivas, se deben fortalecer la convivencia social y el rescate, la ampliaci¨®n, mejora y cuidado de espacios p¨²blicos y abiertos a todas y todos. Sin embargo: ?qu¨¦ est¨¢ pasando hoy en los espacios p¨²blicos, qu¨¦ discursos y pol¨ªticas desarrollan las autoridades locales? ?Estos lugares fortalecen la democracia urbana? Responder estos interrogantes no es sencillo porque pueden observarse dos tendencias contradictorias y de forma simult¨¢nea.
La primera de ellas parte de considerar peligrosos estos espacios, por lo que concluye que se necesita desplegar un control que contribuya a dotarlos de mayor seguridad. Para ello se utilizan m¨²ltiples dispositivos tecnol¨®gicos, como c¨¢maras de seguridad o drones que muestran lo que sucede en tiempo real, cada vez con mayor precisi¨®n y alcance. Esto no siempre genera este efecto deseado, sino que puede estimular una mayor sensaci¨®n de inseguridad. Tambi¨¦n se incrementa la presencia policial en calles o espacios comunes. Se est¨¢ acrecentando la cantidad de personas o grupos considerados sospechosos y de esta manera en algunas ciudades se vive algo similar a un estado de sitio de baja intensidad: controles policiales de autom¨®viles, medios de transporte colectivo, peatones, reteni¨¦ndoles sus documentos a fin de verificar la identidad, antecedentes o revis¨¢ndoles sus pertenencias. En este contexto, los migrantes, las personas sin techo y los j¨®venes son los principales chivos expiatorios de esta creciente paranoia social que, por otra parte, tiene como grandes beneficiarios a las empresas e industrias de seguridad.
La otra tendencia busca fortalecer el discurso de que el espacio p¨²blico es el lugar de encuentro de distintos sectores sociales y, por lo tanto, el que permite la convivencia de la diversidad social. Veamos: existen muchas intervenciones de embellecimiento de centros hist¨®ricos, incentivos a la patrimonializaci¨®n arquitect¨®nica y mayores ofertas culturales. Se muestra preocupaci¨®n por la percepci¨®n de que los espacios p¨²blicos de uso recreativo, tales como plazas o parques, fueron abandonados por las clases medias. Se dice que estas prefieren los centros comerciales. No obstante, por ejemplo en Am¨¦rica Latina o Europa, esto no sucede de forma taxativa. Estos lugares tienen mucha vigencia, tanto lugar de expresi¨®n pol¨ªtica, cultural o de esparcimiento.
Pero se observa una tendencia por parte de los gobiernos locales (los mismos que postulan discursos inclusivos) a vallar de parques y plazas (restringiendo as¨ª sus horarios de uso). Al mismo tiempo, se estipula frecuentemente la prohibici¨®n de actividades econ¨®micas, tales como ferias o ventas ambulantes en algunas zonas o calles. Tambi¨¦n en nombre de la ¡°convivencia¡± se busca pautar lugares y modos de protesta social y pol¨ªtica, haciendo perder con ello su cualidad disruptiva. Estas manifestaciones deben ser autorizadas y hay iniciativas para prohibirlas en ciertos lugares centrales de las ciudades.
Tambi¨¦n es recurrente privatizar estos espacios o utilizarlos para iniciativas p¨²blico-privadas que mercantilizan a¨²n m¨¢s la vida urbana. Determinadas zonas, por lo general los centros hist¨®ricos, se convierten en espacios escenificados para el turismo o se generan iniciativas de festivalizaci¨®n de los centros urbanos, donde las colectividades extranjeras o grupos diversos son presentados como ¡°ex¨®ticos¡± e incorporados desde una perspectiva del multiculturalismo (y generador de atracci¨®n tur¨ªstica). En paralelo a estas pol¨ªticas urbanas, se fortalece la presencia de fuerzas policiales que abordan, y en algunos casos expulsan, a las personas que se consideran ¡°indeseables¡± solo por su aspecto f¨ªsico, a fin de dar seguridad a la clase media o turistas que circulan por estos espacios p¨²blicos.
Estas pol¨ªticas, desplegadas en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y Europa, hacen surgir la siguiente cuesti¨®n: ?c¨®mo pueden contribuir estos lugares a morigerar la desigualdad urbana? Para responder, hay que incorporar tres cuestiones al debate de la agenda urbana.
En primer lugar, la calidad y oferta de espacios p¨²blicos y transporte no es homog¨¦nea en cada una de las urbes. Si queremos ciudades m¨¢s democr¨¢ticas debemos garantizar la circulaci¨®n de las personas en cada una de las zonas o barrios, tanto por la calidad y accesibilidad de los medios de transporte, como la disponibilidad y oferta diversa de lugares de esparcimiento en cada rinc¨®n de los espacios urbanos. Esto debe contemplar una igualdad de posibilidades para distintos grupos, incluyendo la perspectiva de g¨¦nero, ¨¦tnica, de edad y personas con discapacidad.
La segunda se vincula a la falta de participaci¨®n de la poblaci¨®n en las decisiones sobre las intervenciones urbanas p¨²blicas. Se deben generar mecanismos de gesti¨®n democr¨¢tica de las ciudades donde los habitantes puedan discutir sobre cada uno de los sectores de sus distritos y recuperar la mirada integral de los mismos, superando el llamado ¡°particularismo militante¡±. Es decir, no se deben reproducir din¨¢micas donde cada grupo defienda su posici¨®n o condici¨®n urbana barrial, sino debatir decisiones colectivas que lleven a que los espacios p¨²blicos sean abiertos, seguros y que se garantice all¨ª la diversidad de usos a lo largo de una jornada.
Por ¨²ltimo, debemos alertar sobre las consecuencias negativas, de las formas reiteradas (m¨¢s o menos sutiles o violentas) de formas de ¡°limpieza social¡± que van en la l¨ªnea contraria a la democracia urbana y que, por lo tanto, son inaceptables. Los migrantes son considerados como sospechosos. Los j¨®venes tambi¨¦n sufren los procesos de mercantilizaci¨®n, escenificaci¨®n y turistificaci¨®n de las ciudades y sus espacios p¨²blicos, de los que son expulsados t¨¢cita o expl¨ªcitamente. No se permite all¨ª que desarrollen formas autogestivas de cultura y deporte. Por ejemplo, en muchos casos se han destruido huertas comunitarias o espacios culturales gestionados por los j¨®venes o se han censurado expresiones art¨ªsticas como murales. En algunas ocasiones estos grupos recuperaron de espacios abandonados en lugares centrales, que se transformaron es espacios de vida, proyectados comunitariamente e inclusivos, pero en muchos casos son desalojados.
Ciudad es sin¨®nimo de espacio p¨²blico. La diversidad, que es la bandera de la vida urbana est¨¢ siendo reapropiada como medio de exotizaci¨®n de la ciudad y como mecanismo de generaci¨®n de valor patrimonial y mercantilizada. La diversidad tiene que ser espont¨¢nea (no regulada) y modo de expresi¨®n de la b¨²squeda de la igualdad social. No se debe caer en la trampa que est¨¢n generando las pol¨ªticas sociourbanas, donde existen grupos ¡°festejados¡±, grupos ¡°promovidos¡±, grupos ¡°tolerados¡± y grupos ¡°expulsados¡±. La ciudad debe ser de todos.
Mar¨ªa Cristina Cravino es directora de la maestr¨ªa de estudios urbanos en la Universidad Nacional General Sarmiento de Argentina. Co-directora del Grupo de Trabajo sobre Derecho a la Ciudad del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Cient¨ªficas y T¨¦cnicas
* A trav¨¦s de una serie de seis columnas, las organizaciones de la sociedad civil, integrantes de la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad en Am¨¦rica Latina, CLACSO, Habitajes, H¨¢bitat para la Humanidad, Instituto P¨®lis, la Coalici¨®n Internacional del H¨¢bitat HIC y TECHO, buscar¨¢n responder seg¨²n sus miradas y experiencias particulares, cu¨¢les son los desaf¨ªos que enfrentan actualmente las ciudades en la recta final hacia la Tercera Conferencia sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible de las Naciones Unidas, H¨¢bitat III. Esta serie de columnas se enmarca en la iniciativa que el conjunto de organizaciones lanz¨® en 2015: No es una ciudad si no es para todxs.
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