Una farmacia en el coraz¨®n verde
Javier Hern¨¢ndez, farmace¨²tico, explica c¨®mo es un d¨ªa de su vida para asegurarse de que los medicamentos lleguen a los pacientes de zonas remotas en Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo

Shabunda, Kivu Sur, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Jueves. 19:45 horas. Temperatura: 25?C. Humedad relativa: 85%.
Cuando digo que soy farmac¨¦utico con M¨¦dicos Sin Fronteras, la gente me corrige y me pregunta: ¡°Farmac¨¦uticos sin Fronteras, quieres decir, ?no?¡±. ¡°No, con M¨¦dicos Sin Fronteras¡±, respondo. "?Ah!" , dicen. Y me miran m¨¢s desconcertados a¨²n.
Es normal. Desde que empec¨¦ la residencia en Bilbao, me persigue la misma pregunta, incluso de gente que trabajaba en el mismo hospital que yo. ?Farmac¨¦utico? ?Pero hay farmacia en el hospital? Para que un equipo m¨¦dico pueda trabajar en terreno, necesita todo un equipo de log¨ªstica que le suministre lo b¨¢sico para la subsistencia (alojamiento, comida, transporte), un equipo administrativo que le facilite la obtenci¨®n de visados y gesti¨®n de entradas y salidas, el contrato y pago de salarios, la contrataci¨®n de trabajadores nacionales y de transporte y, tambi¨¦n, una farmacia que le proporcione medicamentos y material m¨¦dico para tratar a los pacientes.
Hoy me hab¨ªa propuesto a m¨ª mismo salir antes de las 19 horas, pero no hay manera. Recojo la mesa, desconecto el ordenador de la red por si hay tormenta y cubro todo con una de esas telas africanas con colores vivos. Ma?ana lo encontrar¨¦ cubierto con serr¨ªn de la madera del techo. Las termitas no descansan.
Acabo de volver de una visita a la periferia y la actividad en Shabunda no cesa porque no est¨¦ all¨ª. La periferia, ese concepto.
Hay veces en que me niego a llamarla farmacia: no deja de ser un almac¨¦n de medicamentos y productos sanitarios, desde gasas hasta sondas¡
El proyecto de Shabunda se encuadra en la zona sanitaria del mismo nombre, en Kivu Sur, fronteriza con Ruanda y pr¨®xima al lago que da nombre a la provincia. Llegar aqu¨ª no es f¨¢cil a pesar de encontrarse relativamente cerca de Bukavu, la capital donde tambi¨¦n se ubica nuestro equipo de coordinaci¨®n. El viaje por carretera puede durar d¨ªas, as¨ª que se suele hacer el trayecto en avioneta. Apenas una hora de vuelo.
Es en Shabunda donde tenemos la farmacia central, aunque se trata de un proyecto bic¨¦falo con centros en Shabunda y Matili. El segundo no est¨¢ lejos, poco m¨¢s de 30 kil¨®metros, pero se emplea no menos de hora y media en cubrir la distancia en moto. El camino es de barro rojo que atraviesa como una vena la carne verde de la jungla. Cada cierto tiempo, alguno de los escasos camiones que se atreven a intentar hacer la ruta queda atrapado en el lodazal tras romper alguno de los peque?os puentes de madera que jalonan el recorrido, bloqueando el paso a cualquier tipo de veh¨ªculo salvo a los viandantes.

Al principio me preguntaba de d¨®nde sal¨ªan tantas personas. Es un ¨²nico camino el que conecta Shabunda con Matili. Sin cruces ni bifurcaciones. Hay algunas aldeas de poco m¨¢s de diez casas y sin embargo, no dejas de encontrarte gente por todas partes. Mujeres llevando grandes fardos en la cabeza en un equilibrio tan imposible como las combinaciones de colores de los pa?os que las cubren. Hombres que, a falta de animales de tiro, arrastran bicicletas sobrecargadas de peces, gallinas, telas, gasolina, no importa qu¨¦. La mayor¨ªa descalzos. Los menos, con botas de goma. Algunos con gorros de lana e impermeable y yo sudando con una camiseta.
A poco que se acostumbre la vista, empieza a ver caminos o m¨¢s bien, indicios de sendas. Unas ramas aplastadas, un m¨ªnimo claro en la espesura. De ah¨ª salen senderos llevan, tras varios kil¨®metros, a aldeas a¨²n m¨¢s peque?as que las que dejamos atr¨¢s.
Y de ah¨ª tienen que conseguir llegar hasta el centro de salud m¨¢s cercano en caso de necesitar atenci¨®n sanitaria. Imagina caminar esa distancia con malaria, acarrear a un herido, a un paciente con t¨¦tanos, a una mujer con un parto complicado¡ o sencillamente llevar a tus ni?os a vacunar. Un esfuerzo tit¨¢nico.
En Shabunda atendemos un hospital general con un centenar de camas y el centro de salud de Mbangayo. El hospital data de la ¨¦poca colonial belga y se dispone en pabellones conectados por pasillos abiertos cubiertos para proteger a trabajadores, pacientes y cuidadores de esa lluvia que no cesa ocho meses al a?o. En los espacios abiertos entre los edificios, las mujeres preparan la comida, lavan la ropa y la tienden al sol. Desde Matili se cubre un hospital algo m¨¢s peque?o, con 80 camas, y cuatro centros de salud: Tusisi, Kikamba, Kalole y Kimbondi. Tambi¨¦n existen cinco puntos de atenci¨®n temprana y de referencia de casos complicados de paludismo que llamamos Puntos Palu (de paludismo) Tutungulu, Masanga, Kibila, Bubila y Makese.
Echo una ¨²ltima mirada a mi alrededor: las cajas se acumulan sobre los pal¨¦s, preparadas para el env¨ªo de ma?ana a la periferia. Cada una identificada con destino, n¨²mero y peso para poder distribuir la carga equitativamente entre los motards, los conductores de las motos. Se me hace extra?o llamarles de otra forma despu¨¦s de tres meses hablando todo el d¨ªa en franc¨¦s.
El grueso del cargo est¨¢ destinado al tratamiento de la malaria, la desnutrici¨®n y para la atenci¨®n perinatal tanto de madres como de reci¨¦n nacidos. Nuestro objetivo son los menores de cinco a?os, sus madres y las urgencias. ?ltimamente, hemos ampliado el foco para abordar casos de epilepsia, diabetes e hipertensi¨®n.

Los f¨¢rmacos deben llegar, primero, a Matili. Desde all¨ª, las distribuir¨¢n a los centros de salud de lo que llamamos eje sur: Kikamba, Tusisi, Kimbondi. Tambi¨¦n a Kalole (oeste). No podemos retrasarnos m¨¢s porque el lunes tienen que salir hacia su destino o habr¨¢ que esperar una semana m¨¢s para poder hacerlas llegar. Para entonces puede que ya hayan agotado el stock de muchos de los medicamentos que ya hemos empaquetado.
Como cada moto no puede transportar m¨¢s de 60 kilos, o lo hacemos escalonado o enviamos una verdadera flota de motocicletas. Espero que no a?adan ning¨²n pasajero imprevisto porque tendr¨ªa que modificar, una vez m¨¢s, la lista del env¨ªo.
La log¨ªstica, como veis, es un problema. Y eso que hace ya unos d¨ªas que entramos en la ¨¦poca seca y durante un tiempo el barro no ser¨¢ un problema. Pero en cuanto vuelvan las lluvias¡
Como he dicho, desconecto el ordenador de la red. En Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo nunca se sabe¡ aunque la noche aparezca estrellada, en el horizonte pueden estar vi¨¦ndose al mismo tiempo las nubes iluminadas por los rayos.
Cierro la doble puerta de la farmacia. Hay veces en que me niego a llamarla farmacia. No deja de ser un almac¨¦n de medicamentos y productos sanitarios, desde gasas hasta sondas¡ pero intento procurarle ese componente extra que s¨¦ que le puedo dar. Y que necesitamos.
Vuelvo acompa?ado a casa por uno de los guardas. Con linterna. No importa en qu¨¦ mes estemos: aqu¨ª en el ecuador geogr¨¢fico anochece siempre a las 18.30 horas y a las 20.00 es ya noche cerrada. Les saludo en swahili. Se r¨ªen. Les hace gracia que el musungu (de piel blanca o extranjero en swahili) se esfuerce por decir cuatro cosas. Tardamos menos de cinco minutos en llegar a la casa, lo justo para perfeccionar la ¨²ltima frase que he aprendido. Se r¨ªen.

De vez en cuando me quedo mirando el cielo estrellado. Alguna vez les he comentado que aqu¨ª el cielo es diferente. No me entienden. "S¨ª, s¨ª, las constelaciones, que son diferentes¡ En mi casa el Carro est¨¢ mucho m¨¢s arriba, y Ori¨®n queda al este, Casiopea¡" Me doy cuenta de que camino a oscuras. El guardi¨¢n se ha quedado parado con la linterna, desconcertado. No s¨¦ si no me cree o no me entiende. Ahora el que r¨ªe divertido, soy yo.
Llegamos a la casa. Est¨¢n ya todos prepar¨¢ndose para cenar. ¡°?Jambo!¡±, saludo ¡°Jambo, ?havari?¡± (hola, ?qu¨¦ tal?), contesta alguno¡Ya no me preguntan por qu¨¦ llego a estas horas, ya es lo normal. Me lo tomo a broma y tengo una nueva explicaci¨®n: debo invertir mucha energ¨ªa para mantener a raya la entrop¨ªa, contesto ahora serio. En el colegio me ense?aron que la entrop¨ªa es una magnitud f¨ªsica que mide el desorden de un sistema. S¨¦ que no es una definici¨®n acad¨¦mica, ya se encargar¨ªan durante la carrera de darle matices suficientes como para complicarlo, pero para explicar mi labor en MSF como farmac¨¦utico puede servir. Soy el responsable a nivel de proyecto de que dispongamos de todo lo necesario para poder desarrollar las actividades m¨¦dicas, para abastecer el d¨ªa a d¨ªa, tanto en los dos hospitales y cinco centros de salud, como los cinco puntos Palu y de las campa?as exploratorias para acciones puntuales.
Huelga decir que pocas veces lo consigo por m¨¢s que intente planificarme porque finalmente la realidad tiene otros planes para nosotros.
En fin, veamos qu¨¦ hay para cenar¡ arroz, alubias y una especie de pisto. Es mejor que la pizza de lentejas, pero creo que me voy a hacer una ensalada con ese arroz. Menos mal que ma?ana vienen en el avi¨®n los suministros de comida para la pr¨®xima semana.
Javier Hern¨¢ndez, farmac¨¦utico de M¨¦dicos Sin Fronteras en Shabunda, Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
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