?Puede ?frica liberarse de la desigualdad?
Las medidas para construir una econom¨ªa m¨¢s humana est¨¢n ante nuestras narices; ha de ser una que funcione para todas las personas y no s¨®lo para una minor¨ªa
Podr¨ªas sentarlos a todos alrededor de una mesa de comedor. Incluso, todos juntos, cabr¨ªan en un solo ascensor. Son ocho; ocho hombres que ¡ªesto hay que leerlo despacio para asimilarlo bien¡ª acumulan tanta riqueza como la mitad m¨¢s pobre de la poblaci¨®n mundial: 3.600 millones de personas.
Bienvenidos a la crisis mundial de desigualdad, en la que ?frica ocupa un lugar prominente.
Nuestro continente sigue viendo c¨®mo se desaprovecha el potencial de innumerables ni?os y ni?as. Y a pesar de contar con abundantes riquezas y recursos naturales, la mayor parte de ellas abandona las costas y fronteras africanas sin beneficiar nunca a nuestros hermanos y hermanas.
No hay m¨¢s que ver el n¨²mero de milmillonarios africanos. Es el doble que en 2016. Y entretanto, desde 1990 el n¨²mero de personas en situaci¨®n de pobreza en el continente ha aumentado en 50 millones.
?Esto es econom¨ªa de goteo? ?En serio?
La desigualdad desenfrenada genera descontento, frustraci¨®n, miedo y rabia, y eso expresaron ciudadanos y ciudadanas de todo el mundo a trav¨¦s de su voto en las urnas el a?o pasado.
En Estados Unidos, el milmillonario Donald Trump gan¨® las elecciones tras atraer el voto de muchos votantes cuyos puestos de trabajo hab¨ªan sido deslocalizados a otros pa¨ªses por fabricantes en busca de mano de obra m¨¢s barata y mayores beneficios.
En Filipinas, tras a?os de floreciente crecimiento econ¨®mico que apenas ha beneficiado al 25% de la poblaci¨®n que desde hace dos d¨¦cadas vive en situaci¨®n de pobreza, los votantes rechazaron a los pol¨ªticos convencionales y, en su lugar, eligieron a Rodrigo Duterte.
Y en Sud¨¢frica, uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales del mundo, el Congreso Nacional Africano, el partido de Nelson Mandela, sufri¨® su peor derrota desde el fin del apartheid y perdi¨® Pretoria, Ciudad del Cabo y Johannesburgo.
La desigualdad desenfrenada genera descontento, frustraci¨®n, miedo y rabia, y eso expresaron ciudadanos y ciudadanas de todo el mundo a trav¨¦s de su voto en las urnas el a?o pasado
Los Gobiernos han permitido que toda esta rabia se agudice, y no desaparecer¨¢ a menos que se esos mismos gobiernos trabajen en serio para reducir la brecha entre los s¨²per ricos y las personas de a pie.
Si no lo hacen, estos s¨²per ricos continuar¨¢n amasando una incre¨ªble riqueza a expensas de toda la ciudadan¨ªa. Cientos de millones de personas seguir¨¢n padeciendo hambre, los servicios p¨²blicos continuar¨¢n sin dar abasto, los salarios seguir¨¢n disminuyendo y la mayor parte de los impuestos continuar¨¢ recayendo sobre aquellas personas que menos pueden permit¨ªrselo.
Hemos denunciado estos problemas muchas veces, pero ?qu¨¦ vamos hacer para afrontarlos?
A pesar de todo, debemos tener esperanza. Oxfam, como muchas otras organizaciones, lleva a?os manifestando su indignaci¨®n ante la crisis de desigualdad. Porque no tiene por qu¨¦ ser as¨ª. La desigualdad no es inevitable. Contamos con el talento, la imaginaci¨®n y las habilidades necesarias para hacer del mundo un lugar m¨¢s justo.
En todo el planeta, numerosas personas han encontrado soluciones para construir un mundo m¨¢s justo y m¨¢s estable; un mundo basado en modelos econ¨®micos serios y eficaces en los que los Gobiernos no trabajen en beneficio de intereses creados, sino que rindan cuentas y trabajen en favor del 99% de la poblaci¨®n mundial.
Creo que las medidas para construir una econom¨ªa m¨¢s humana est¨¢n ante nuestras narices; una econom¨ªa que funcione para todas las personas y no s¨®lo para una minor¨ªa. Estas son algunas:
No es ning¨²n secreto que una fiscalidad progresiva es la clave para luchar contra la desigualdad. El Banco Mundial la considera ¡°un componente esencial de cualquier estrategia para garantizar igualdad de oportunidades¡±. Incrementando los impuestos a las rentas m¨¢s altas, los Gobiernos pueden recaudar los fondos necesarios para invertir en una educaci¨®n y sanidad universales para todos sus ciudadanos y ciudadanas; inversiones esenciales que han demostrado reducir la desigualdad.
A veces los pa¨ªses tratan de aplicar una fiscalidad progresiva, pero sus esfuerzos resultan in¨²tiles debido a un sistema internacional que juega en su contra. Los m¨¢s ricos prosperan gracias a un sistema que les permite hacer trampas, mientras los pa¨ªses y las personas m¨¢s pobres sufren. Los m¨¢s ricos ocultan su patrimonio en para¨ªsos fiscales privando as¨ª a ?frica de 14.000 millones de d¨®lares anuales en ingresos fiscales, una cantidad que ser¨ªa suficiente para garantizar la atenci¨®n sanitaria y salvar la vida de cuatro millones de ni?as y ni?os al a?o, y permitir¨ªa contratar a suficientes profesores para escolarizar a todos los ni?os y ni?as africanos.
Una econom¨ªa m¨¢s humana para ?frica deber¨ªa brindar a las ni?as la oportunidad de vivir vidas plenas. Cuando esto no sucede, ellas pierden, pero nosotros tambi¨¦n
En una econom¨ªa m¨¢s humana, los Gobiernos trabajar¨ªan juntos para prevenir esta competencia t¨®xica entre pa¨ªses para atraer inversores reduciendo la factura fiscal a las grandes multinacionales. Por ejemplo, los incentivos fiscales a grandes multinacionales cuestan a Kenia 1.100 millones de d¨®lares al a?o, casi el doble del presupuesto nacional para sanidad.
Soy una de las muchas personas de nuestro continente que cree que las empresas deben promover el crecimiento y proporcionar empleo a nuestros j¨®venes. Pero, para ello, necesitamos otro tipo de capitalismo; uno que beneficie a todas las personas, incluidos a los trabajadores y las comunidades locales, no s¨®lo a los accionistas m¨¢s adinerados.
Los Gobiernos deber¨ªan apoyar a las empresas que cuenten con pol¨ªticas que beneficien a sus trabajadores y trabajadoras. Las cooperativas u otros tipos de empresa propiedad de sus trabajadores a menudo ofrecen mejores derechos y salarios. Para los pa¨ªses africanos, esto implica apoyar a las cooperativas agr¨ªcolas de las comunidades, por encima de las grandes explotaciones en manos extranjeras que se apoderan de la tierra de los peque?os agricultores y concentran los beneficios en manos de unos pocos.
Por ¨²ltimo, pero no por ello menos importante, los Gobiernos deben aplicar pol¨ªticas que contribuyan a aprovechar el potencial de nuestras mujeres y ni?as. Una econom¨ªa m¨¢s humana para ?frica deber¨ªa brindar a las ni?as la oportunidad de vivir vidas plenas. Cuando esto no sucede, ellas pierden, pero nosotros tambi¨¦n. Tan s¨®lo piensa en la inocencia y la creatividad de las que se est¨¢ privando al mundo cada vez que se obliga a una ni?a a abandonar la escuela para cultivar ma¨ªz o recoger agua. Y esto est¨¢ sucediendo mientras lees este art¨ªculo.
Combatir la brecha entre ricos y pobres es crucial para erradicar la pobreza, en ?frica y en todo el mundo. El crecimiento debe beneficiar a la mayor¨ªa, especialmente a las mujeres, y no s¨®lo a una minor¨ªa. No podemos dejar que los beneficios del crecimiento econ¨®mico se sigan acumulando en las manos de los m¨¢s ricos. Y esto es algo que sucede en ?frica. Pa¨ªses como Zambia, que durante a?os han disfrutado de un din¨¢mico crecimiento econ¨®mico, han visto c¨®mo al mismo tiempo los niveles de pobreza aumentaban.
La desigualdad amenaza los duros progresos que nuestro continente arduamente ha logrado. No obstante, como buena africana, no pierdo la esperanza.
Nuestro continente tiene un gran potencial. Trabajemos para lograr que nuestras econom¨ªas y nuestros Gobiernos funcionen para todos y todas.
Winnie Byanyima es directora ejecutiva de Oxfam Internacional.
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