Hombres contra la mutilaci¨®n genital femenina
Bilbao incorpora a ocho varones de origen africano en el trabajo de prevenci¨®n de la ablaci¨®n
Para descubrir los efectos negativos de la mutilaci¨®n genital femenina, Lamine Diawara (Ziginchor, Senegal, 1983) tuvo que cruzar el mar en kayuko y vivir m¨¢s de cinco a?os en Espa?a. ¡°?Qui¨¦n era yo para poner en duda una tradici¨®n que ha pasado de tatarabuelas a nietas y que me dec¨ªan que hasta en el Cor¨¢n se citaba?¡±. Bast¨® una charla informativa hace tres a?os, un lunes por la tarde, en la sede de M¨¦dicos del Mundo en Bilbao para abrirle los ojos. ¡°Hasta ese d¨ªa, jam¨¢s hab¨ªa o¨ªdo hablar a una mujer africana sobre el tema y menos hablar de una forma tan negativa por los dolores f¨ªsicos y psicol¨®gicos que le hab¨ªa provocado¡±. Ese mismo d¨ªa discuti¨® en la charla, defendi¨® su pr¨¢ctica y termin¨® el d¨ªa llamando a Senegal por tel¨¦fono. ¡°Comprob¨¦ que era cierto: que en el Cor¨¢n no se citaba nada, que mis hermanas tambi¨¦n sufr¨ªan todo tipo de consecuencias negativas en sus cuerpos y que la ra¨ªz de la pr¨¢ctica son los celos de los hombres¡±. Desde entonces, Diawara se ha convertido en un agente activo desde el Pa¨ªs Vasco contra la mutilaci¨®n genital femenina (MGF) con lo mejor que sabe hacer: la m¨²sica y el teatro.
Lamine Diallo (Guinea-Conakry, 1974) necesit¨® m¨¢s que una charla. Hace un a?o fue invitado por el Ayuntamiento de Bilbao a un curso de formaci¨®n sobre el tema. En concreto, al primero que se celebraba con hombres africanos. Diallo accedi¨® y junto con otros siete varones cumpli¨® las 15 horas del programa de formaci¨®n durante seis d¨ªas. ¡°No me lo pod¨ªa creer: no hay fundamento religioso para justificar la mutilaci¨®n, ni l¨®gica en las creencias culturales¡±. A los pocos meses, convoc¨® una asamblea en la Asociaci¨®n que preside de guineanos en Bizkaia para hablar del tema con todos y plantear la posibilidad de una jornada informativa. ¡°Antes del curso jam¨¢s hubiera querido casarme con una mujer que no estuviera mutilada, ahora me averg¨¹enzo de estas creencias¡±. Ya prepara las segundas jornadas formativas en su asociaci¨®n pero ahora con los guineanos de todo Euskadi el pr¨®ximo mes de abril.
Antes del curso jam¨¢s hubiera querido casarme con una mujer que no estuviera mutilada, ahora me averg¨¹enzo de estas creencias Lamine Diallo, Guinea-Conakry
El curso en el que particip¨® Diallo forma parte del Programa Integral de Prevenci¨®n de MGF del Ayuntamiento de Bilbao que ya ha formado a 71 personas desde 2013, de las cuales 63 son mujeres. Tras la formaci¨®n, los asistentes adquieren el compromiso de participar e impulsar actividades de informaci¨®n tanto en sus organizaciones como en sus c¨ªrculos m¨¢s cercanos. ¡°Para este a?o, los cursos se van a intensificar por la buena acogida y por la demanda de nuevos colectivos¡±, asegura la t¨¦cnica de Inmigraci¨®n del ?rea de Igualdad, Cooperaci¨®n, Convivencia y Fiestas del Ayuntamiento de la ciudad vasca, Goizane Mota Gago, responsable tambi¨¦n del Protocolo de actuaci¨®n contra la MGF.
¡°El enfoque de g¨¦nero y la interculturalidad nos hacen pioneros. No buscamos articular medidas punitivas sino prevenir con formaci¨®n y accediendo a todas las comunidades en riesgo¡±, remarca. Diferentes instituciones internacionales ya se han interesado en la experiencia formativa y en el protocolo de intervenci¨®n interinstitucional. Entre ellas destacan, ONU Mujeres Alemania ¡ª¡°para trabajar con poblaci¨®n refugiada¡±¡ª y World Future Council de Hamburgo.
Mientras tanto, 223 ni?as menores de 15 a?os podr¨ªan seguir en riesgo de sufrir la mutilaci¨®n genital femenina en Bilbao, 900 en el Pa¨ªs Vasco, 17.000 en Espa?a y m¨¢s de 200 millones han sido ya mutiladas en los 30 pa¨ªses de ?frica, Asia y Am¨¦rica en los que todav¨ªa se practica.
¡°Muchos piensan que si tu mujer no est¨¢ mutilada, va a ser ninf¨®mana porque nunca ser¨¢s capaz de satisfacer su apetito sexual. Y te ser¨¢ infiel¡±, asegura Seydou Togola (Mali, 1872), presidente de la Asociaci¨®n de Malienses de Bizkaia y tambi¨¦n uno de los ocho primeros hombres formados como agentes activos de prevenci¨®n. En su caso, ni su mujer, ni su hija han pasado por la ablaci¨®n, pero no era consciente de la gravedad de su pr¨¢ctica.
¡°Hay que erradicarlo como sea, es una manera de agresi¨®n contra las mujeres y de limitar su salud¡±, se?ala. Ahora entiende por qu¨¦ muchos de sus compatriotas prefieren no viajar con sus hijas a Mali durante las vacaciones. ¡°Muchos tienen miedo de que durante el verano sus t¨ªas o sus abuelas las mutilen para mantener viva las tradiciones y limpiarlas¡±.
M¨¦dicos del Mundo ha impulsado una campa?a de sensibilizaci¨®n para estos casos en los que anima a firmar un contrato entre los pediatras y las familias para que se comprometan por escrito a realizar un revisi¨®n a sus hijas a la vuelta. ¡°El proyecto se llama Un viaje con compromiso y ayuda a las familias a poner todos los medios en sus pa¨ªses para que no las mutilen¡±, se?alan sus impulsores. ¡°Sin embargo, a los mayores de la familia les da igual que puedas ir a la c¨¢rcel por esto. Lo consideran una limpieza del alma de las ni?as¡±, explica Togola.
Michael Addo (Benin, Nigeria, 1966) est¨¢ m¨¢s tranquilo. Sabe que en Nigeria s¨®lo en el ¨¢mbito m¨¢s rural se practica. ?l particip¨® en el curso invitado tambi¨¦n por el Ayuntamiento al llevar m¨¢s de 20 a?os en la capital vizca¨ªna y ser un hombre respetado y conocido entre la poblaci¨®n inmigrante. ¡°Todav¨ªa estoy conmocionado. No me gustaba la pr¨¢ctica, pero tampoco ve¨ªa necesaria combatirla por sus arraigadas ra¨ªces religiosas y culturales. Pero ahora que he visto que el mapa de los pa¨ªses que lo practican y ha comprobado que la raz¨®n religiosa no tiene ning¨²n fundamento, me atrevo a criticarlo y atacarlo¡±, enfatiza. Ese mapa de los pa¨ªses donde se realiza la ablaci¨®n lo lleva siempre consigo. ¡°Muchos pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana no la realizan: ?qu¨¦ hacemos nosotros defendi¨¦ndolo?¡±.
Por eso, Addo ya no se calla y siempre que puede lo habla: bien por tel¨¦fono con los suyos, bien en persona con sus compatriotas en el Pa¨ªs Vasco. Eso s¨ª, es consciente de que llevar el cambio de mentalidad hasta el ¨¢mbito m¨¢s rural de los pa¨ªses como Nigeria, Mal¨ª, Senegal o Guinea-Conakry llevar¨¢ m¨¢s tiempo y m¨¢s esfuerzos. ¡°Toca ser pacientes y muy delicados. Nadie realiza la mutilaci¨®n para hacer sufrir, se realiza por creencias culturales muy arraigadas¡±.
Con ese planteamiento y esa delicadeza, el Ayuntamiento de Bilbao form¨® a Addo, Diallo y Togola. Con esa misma delicadeza Diawara lo habla en sus talleres con M¨¦dicos del Mundo y con esa sensibilidad piden todos ellos que sea abordado.
En esa l¨ªnea, la capital vizca¨ªna pone a disposici¨®n 13 profesionales de diferentes ¨¢mbitos para atender los requerimientos de intervenci¨®n. ¡°No queremos que se convierta en un motivo de rechazo cultural, sino que se trate siempre con enfoque de g¨¦nero y respetando la diversidad cultural¡±, explica la responsable del protocolo de actuaci¨®n. Una demanda a la que se suman las organizaciones que como M¨¦dicos del Mundo trabajan en ello. ¡°Nadie quiere hacer sufrir a sus hijas de forma gratuita, pero desconocen completamente el alcance de sus consecuencias¡±, a?ade Marisa Sanz, coordinadora de movilizaci¨®n social de M¨¦dicos del Mundo en el Pa¨ªs Vasco y responsable del primer diagn¨®stico elaborado en el Pa¨ªs Vasco sobre el tema.
M¨²sica contra la ablaci¨®n
Ya no m¨¢s Senegal. Ya no m¨¢s Mali. Ya no m¨¢s Guinea. Ya no m¨¢s Gambia. ?Acaso no te has dado cuenta de todos los riesgos? Riesgos de aborto, riesgos de infecciones, riesgos de contagio de VIH¡
As¨ª canta Diawara desde que decidi¨® combatirla y as¨ª lo hace siempre que tiene oportunidad de tocar con su grupo Friqbil Band. ¡°Canto en castellano, franc¨¦s y me llena de satisfacci¨®n compartir v¨ªdeos de actuaciones con otros m¨²sicos de mi pa¨ªs que lo cantan desde Senegal¡±. As¨ª lo hace tambi¨¦n con el teatro. Ha compuesto una obra en la que simula ser un hombre convencido de la mutilaci¨®n y lo rebate con argumentos hasta convencerlo. ¡°No hay actuaci¨®n en la que no se me acerquen compa?eros para hablar sobre el tema. Todos estos asuntos son un gran tab¨² para nuestra culturas y no siempre es f¨¢cil comentarlos¡±. Por haber descubierto las consecuencias de la mutilaci¨®n genital femenina asegura que ya ha merecido la pena su proyecto migratorio. ¡°Mi viaje en kayuko y los a?os en Bilbao ya han tenido sentido¡±.
A trav¨¦s de la m¨²sica y el arte, Diawara siente que es m¨¢s f¨¢cil comunicas sobre la ablaci¨®n. De todos modos, quiere m¨¢s formaci¨®n. En cuanto pueda, realizar¨¢ el curso del Ayuntamiento. ¡°Ahora mismo no tengo tiempo¡±, confiesa. M¨¢s all¨¢ de los argumentos, el resto de agentes activos reci¨¦n formados hablan de ser pacientes, muy delicados y constantes. ¡°A ninguno nos gusta que nos tachen de blancos y nos acusen de habernos dejado colonizar el cerebro, pero hay que avanzar mucho por los derechos de las mujeres¡±, asegura el nigeriano Addo. Y la revoluci¨®n ya la han comenzado con la mutilaci¨®n genital femenina como excusa, la formaci¨®n como arma y el trabajo en red como herramienta. ¡°Ya no m¨¢s Senegal. Ya no m¨¢s Gambia¡¡±
¡°Yo estoy mutilada; jam¨¢s lo estar¨¢n mis hijas¡±
¡°La mala suerte de las mujeres mutiladas es que nadie espera a que tengamos 18 a?os para preguntarnos si queremos estarlo¡±. A Fama Mballo (Senegal, 1979) nadie le pregunt¨®, ni esperaron a que respondiera. Con la edad de cuatro a?os viajo junto a su madre y sus hermanas desde Dakar (Senegal) hasta el sur del pa¨ªs para que su abuela las conociera. ¡°Fue durante esa escapada cuando nos mutilaron. Ni siquiera preguntaron a mi padre qu¨¦ le parec¨ªa. Un d¨ªa lo hacen y ya, tu vida ha cambiado¡±.
La buena suerte quiso que Mballo participara en un taller de sexualidad de M¨¦dicos del Mundo Euskadi tras varios a?os en Espa?a y reci¨¦n instalada en Bilbao. ¡°Una iglesia a la que ped¨ª ayuda me recomend¨® asistir a las actividades de la ONG para conocer a gente y aprender cosas nuevas¡±. Ese d¨ªa le toc¨® aprender el origen de todos sus dolores vaginales, de la raz¨®n de sus infecciones, del por qu¨¦ de sus partos eran tan complicados y de c¨®mo podr¨ªa llegar a mejorar su salud.
Hasta ese d¨ªa pensaba que todas las mujeres sufr¨ªan igual que ella. ¡°Son temas tab¨² en ?frica. Nunca los hab¨ªa hablado, y menos en p¨²blico¡±. Ahora es ella la que lidera las charlas, los talleres, los debates. Desde 2012, forma parte del grupo de voluntarios de M¨¦dicos del Mundo Euskadi contra la mutilaci¨®n genital femenina. Y fue su testimonio el que tambi¨¦n cambi¨® al m¨²sico senegal¨¦s Lamine Diawara tras una sesi¨®n informativa.
¡°Si no hubiera asistido al taller, hubiera mutilado a mi hija¡±. Lo tiene muy claro y por eso cuenta su testimonio all¨ª d¨®nde le invitan. ¡°Lo que m¨¢s duele no es el cuerpo, sino la cabeza: la humillaci¨®n que sufrimos las mujeres al limitarnos tanto la vida¡±. Y reclama que sean ¡°m¨¢s mujeres de ?frica las que decidan salir del armario y romper tab¨²es¡±.
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