El hambre infantil, un drama sin resolver
Para acabar con el hambre hay que evitar contemplar el sufrimiento de los otros como algo normal
¡°Pan pide la mano cerraday la mano extendida (...)Seguimos en el hambre...Seguimos en el hambre todav¨ªa¡±
Le¨®n Felipe
Este fin de semana, Manos Unidas ha dado visibilidad a su campa?a anual contra el hambre en el mundo. No son pocos los que padecen esta lacra, generada, entre otras causas, por la pobreza. Y el hambre de los pobres ha hecho mirar siempre hacia sus v¨ªctimas m¨¢s indefensas: los ni?os. P¨¢ginas memorables de Dickens, de Dostoievski o de Camilo Jos¨¦ Cela vienen f¨¢cilmente a la memoria como mensajes a la conciencia de la Modernidad ante uno de los esc¨¢ndalos y desafueros m¨¢s evidentes de la humanidad: el sufrimiento y a la muerte de los m¨¢s peque?os por falta de comida.
Aunque los esfuerzos de los ¨²ltimos a?os para erradicar el hambre han dado importantes resultados, la evidencia se impone. Desafortunadamente, este flagelo sigue golpeando nuestro mundo y contin¨²a ceb¨¢ndose en los ni?os. Son muchos los informes que nos se?alan que casi la mitad de las muertes de menores de cinco a?os puede atribuirse a la desnutrici¨®n. Son millones cada a?o.
Pero no es cuesti¨®n de abundar en las cifras, escalofriantes desde cualquier punto de vista. Tampoco se trata de traer a colaci¨®n nombres y lugares concretos, aunque es dif¨ªcil ignorar historias penosas, narradas por quienes trabajan al servicio de los indigentes en algunos pa¨ªses. Nos hablan de llanto y penuria, de criaturas escu¨¢lidas que no pueden dormir, ni jugar, ni re¨ªr. Y esto sencillamente porque no tienen nada que llevarse a la boca. Sufren y mueren de hambre. As¨ª de cruel, as¨ª de injusto.
La desnutrici¨®n, hija mayor de la miseria, ve danzar al hambre, acompa?ada en su macabro paso por las infecciones y las enfermedades frecuentes que se ceban en los organismos debilitados de los ni?os. Los servicios inadecuados de salud, de agua y de saneamiento constituyen el resto de un sombr¨ªo cuadro que cierra toda posibilidad a una vida digna y saludable. El hambre desdibuja el presente y bloquea el futuro. Dig¨¢moslo nuevamente para sonrojo nuestro: Si la situaci¨®n mundial no se revierte, en 2030 ser¨¢n 167 millones los ni?os que vivir¨¢n en la pobreza extrema, y ser¨¢n 69 los millones de menores de cinco a?os que morir¨¢n a causa del hambre entre 2016 y 2030.
La emaciaci¨®n, definida como ¡°adelgazamiento morboso¡±, es el resultado de la enfermedad o de la desnutrici¨®n aguda. Esa protagonista de las fotos y filmaciones que nos presentan a ni?os con la mirada perdida, esquel¨¦ticos en su complexi¨®n, con rostros lacerados de dolor y aflicci¨®n. Llama la atenci¨®n que, junto a esa tragedia, aparezca tambi¨¦n la necesidad de que no aumenten los niveles de sobrepeso en la ni?ez. La obesidad es la otra cara del drama de la malnutrici¨®n. Pero, de una forma u otra, al final vemos a la infancia transida por contrastes funestos.
Estos datos no han pasado inadvertidos al papa Francisco, que, en una carta escrita a los obispos de la Iglesia cat¨®lica el pasado 28 de diciembre invitaba a "escuchar el llanto y el gemir de estos ni?os" que hoy padecen los efectos de pobrezas, de violencias e iniquidades. Las religiones, almas de los pueblos y de sus culturas ¡ªy particularmente el cristianismo¡ª tienen la misi¨®n de lanzar mensajes a las conciencias, personales y colectivas, haciendo presentes las tristezas de los m¨¢s peque?os y fr¨¢giles. No podemos callar, sino prestar nuestra voz a los que no la tienen y tratar de realizar, seg¨²n nuestras posibilidades, lo que Cristo dijo: ¡°Dadles vosotros de comer¡±.
Ante estas palabras, se abren dos caminos: acoger el grito de los hambrientos de la tierra o aumentar nuestra sordera. Es una encrucijada que no ha de dejarnos indiferentes. Los que carecen de todo contin¨²an llamando a nuestra puerta, a la de cada uno de nosotros. ?Qu¨¦ haremos? Conviene recordarlo: o cambiamos de actitudes y nos comprometemos seriamente en ayudar a los desfavorecidos de este mundo o el tribunal de la historia nos pedir¨¢ cuentas.
La FAO ha se?alado a la comunidad internacional la necesidad del crecimiento inclusivo para sostener la mitigaci¨®n de la pobreza y la reducci¨®n del hambre, brindando oportunidades a las personas que tienen menos bienes, especialmente a quienes viven en el medio rural, buscando la mejora de la productividad de los recursos agr¨ªcolas familiares. La apertura del comercio internacional debe estar atenta a crear garant¨ªas efectivas para los pa¨ªses en desarrollo, evitando los efectos perjudiciales sobre la alimentaci¨®n de sus ciudadanos. Hay que luchar por la protecci¨®n social, especialmente en lo que se refiere a una seguridad b¨¢sica sobre los ingresos y al acceso a una mejor nutrici¨®n, asistencia sanitaria y educaci¨®n.
Acabar con el hambre no es solo deseable: es posible, necesario y urgente
Convenz¨¢monos: no es un sue?o inalcanzable, el hambre se puede derrotar. Acabar con ella no es solo deseable: es posible, necesario y urgente. Se ha hecho mucho, pero se puede hacer m¨¢s y mejor. Para ello es imprescindible "cuidarnos del triste signo de la globalizaci¨®n de la indiferencia, que nos va 'acostumbrando' lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal, o peor a¨²n, a resignarnos ante las formas extremas y escandalosas de 'descarte' y de exclusi¨®n social". Ante el hambre, tu ayuda cuenta. Si quieres, mu¨¦vete y act¨²a, pres¨¦ntale batalla. ?A qu¨¦ esperas?
Fernando Chica Arellano es observador permanente de la Santa Sede ante la FAO, el PMA y el FIDA.
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