Construyendo la paz en Colombia desde El Salado
No es solo una cuesti¨®n de compensar los sufrimientos vividos sino de encontrar una f¨®rmula para que se pueda mirar al futuro dejando atr¨¢s un largo periodo de lucha armada
Un a?o m¨¢s recordamos uno de los episodios m¨¢s siniestros de la historia reciente de Colombia. En la Comunidad de El Salado, perteneciente al Corregimiento caribe?o de El Carmen de Bol¨ªvar, se perpetr¨® hace 17 a?os una de las matanzas m¨¢s atroces que se han llevado a cabo en el pa¨ªs en sus m¨¢s de cinco d¨¦cadas de conflicto armado. El recuerdo de esta masacre a¨²n contin¨²a vivo en el imaginario de los pobladores de la regi¨®n de Montes de Mar¨ªa y en el conjunto de la sociedad colombiana, por la dureza con la que mostr¨® las consecuencias de la violencia sobre las personas, sobre los campesinos y campesinas de esta regi¨®n, que fueron el blanco de los desmanes de las partes enfrentadas.
El Salado ha sido, desde que se produjeran los hechos en febrero del a?o 2000, un lugar donde se han manifestado en toda su crudeza las consecuencias del choque entre grupos armados. Se trata de un entorno rural en que la vida gira alrededor de un peque?o n¨²cleo urbano al que circundan veredas dispersas en las que viven un n¨²mero indeterminado de personas. Una poblaci¨®n que ha vivido y vive de trabajar la tierra, sufridora perpetua, que se ha visto obligada a desplazarse y retornar en varias ocasiones a causa de la violencia hasta 2008, a?o en el que se estableci¨® un acuerdo para que este lugar fuera una experiencia piloto materializada en un Plan de Reparaci¨®n Colectiva auspiciado por la Comisi¨®n Nacional de Recuperaci¨®n y Reconciliaci¨®n.
Localidades como El Salado han permanecido a?os sin acceso a los elementos m¨¢s b¨¢sicos del desarrollo humano como son la vivienda, la educaci¨®n, la salud o el agua
Este acuerdo busca un triple objetivo: la recuperaci¨®n de la institucionalidad propia del Estado Social de Derecho, el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos y la dignificaci¨®n de las v¨ªctimas. Hasta ahora ha sido un proceso complejo que requiere ¨Cy sin duda requerir¨¢¨C de mucha apertura y predisposici¨®n de las partes. No es solo una cuesti¨®n de compensar los sufrimientos vividos en primera persona por los habitantes de la regi¨®n sino de encontrar una f¨®rmula para que se pueda mirar al futuro dejando atr¨¢s un largo periodo de lucha armada. En este nuevo contexto, tras la firma el pasado mes de septiembre del acuerdo con las FARC y el previsible avance que se producir¨¢ en los pr¨®ximos meses con el llamado Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), acuerdos como el de El Salado son m¨¢s necesarios que nunca.
Encontrar esta f¨®rmula de paz duradera implica acometer diversos frentes. Por una parte, la integraci¨®n de una parte importante del territorio colombiano en una din¨¢mica de convivencia dentro de un pa¨ªs roto por el conflicto. Pr¨¢cticamente un tercio del mismo ha vivido por d¨¦cadas controlado por fuerzas al margen del Estado. Han sido lugares en los que se ha perdido la conexi¨®n entre instituciones y sociedad, donde las primeras no cuentan con informaci¨®n sobre c¨®mo viven y c¨®mo piensan los habitantes de estas zonas, y donde la segunda no conoce los mecanismos para relacionarse con los poderes p¨²blicos durante tanto tiempo ausentes de su vida. En muchos casos, ni se sabe qui¨¦nes son, ni lo que pueden hacer por ellos. Ni se les ve y ni tan siquiera se les espera.
En segundo lugar, y muy relacionado con lo anterior, es necesario recuperar las condiciones para ejercer plenamente los derechos. Localidades como El Salado han permanecido durante a?os sin acceso a los elementos m¨¢s b¨¢sicos del desarrollo humano como son la vivienda, la educaci¨®n, la salud, el agua o la energ¨ªa. Junto a ello, la falta de seguridad y de mecanismos de participaci¨®n en los asuntos que afectan al colectivo. El reto est¨¢ en asegurar estos aspectos b¨¢sicos y hacerlo de manera sostenible en el tiempo. Muchas organizaciones nacionales e internacionales, bajo la coordinaci¨®n del Gobierno de Colombia, ya est¨¢n trabajando en esta l¨ªnea, como es el caso de Ayuda en Acci¨®n junto a sus socios en el pa¨ªs. Se trata de una tarea ardua en la que se combinan esfuerzos de diferentes instancias p¨²blicas, privadas e internacionales, y donde hay que establecer un plan de futuro en el que las prioridades vengan orientadas por los pobladores y las organizaciones comunitarias. Despu¨¦s de tantos a?os, los ciudadanos bien se merecen que se les escuche y se tenga en cuenta qu¨¦ es lo que esperan de esta nueva etapa; de otra forma ser¨¢ dif¨ªcil generar la confianza necesaria para trabajar juntos.
Por ¨²ltimo, es preciso activar los cauces legales para que haya una reparaci¨®n, individual y colectiva, de los efectos del conflicto sobre las v¨ªctimas. Reafirmar los mecanismos para que se forje una aut¨¦ntica reconciliaci¨®n en aquellas zonas en las que el peso de la historia superar¨ªa la capacidad de cualquier ser humano para olvidar, mucho m¨¢s para perdonar. Es un elemento crucial que necesitar¨¢ un arbitraje objetivo, alta sensibilidad y mucho tiempo de discusi¨®n para llegar a soluciones compartidas. Para ello, el trabajo con los j¨®venes, con los ni?os y ni?as se plantea como un factor crucial porque si bien muchos de ellos no han vivido en primera persona la violencia, s¨ª que han crecido con ese estigma. Para Colombia es tan importante pensar en el pa¨ªs en paz que quiere dejarle a las nuevas generaciones, como en la generaci¨®n que se le deja al pa¨ªs para construir una paz permanente.
Para Colombia es tan importante pensar en el pa¨ªs en paz que quiere dejar a las nuevas generaciones, como en la generaci¨®n que se deja al pa¨ªs para construir la paz
Recordando el aniversario de la matanza de El Salado me vienen a la cabeza los otros muchos Salados que existen en Colombia. Junto a las 7.000l personas que vivieron hechos tan inhumanos en esta regi¨®n del Caribe colombiano, se calcula que hasta seis millones m¨¢s se han visto obligados a desplazarse forzosamente y hoy, una parte importante de ellas, buscan la forma de retornar a sus lugares de origen. Cuando esto se produzca van a encontrar algo similar a lo que encontraron en El Salado en 2008 y va a ser preciso articular soluciones similares a las que se est¨¢n forjando ah¨ª. Soluciones que pasan por la reconciliaci¨®n, por la restituci¨®n de derechos, entre ellos el acceso a la tierra, y por el apoyo a planes de vida que permitan a un n¨²mero elevado de colombianos y colombianas mirar al futuro habiendo superado el pasado. Una carrera de fondo en la que se impone una mirada a medio y largo plazo en la que la gente de El Salado ya lleva recorrido una parte del trayecto.
Fernando Mudarra es Director General de la Fundaci¨®n Ayuda en Acci¨®n.
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