Ofrecimiento y petici¨®n
ESTIMADO SE?OR presidente, admirado cofrade de investigaciones y veterano amigo m¨ªo con la estafeta mediante ¨Cya que por desgracia no en persona¨C, me dirijo de nuevo a usted en su calidad de autoridad m¨¢xima de esa respetad¨ªsima y laudable academia que tanto ha hecho, hace y sin duda har¨¢ por mantener viva la elevada materia de estudio en la que muchos hemos cifrado y sustentado el sentido esencial de nuestra vida.
Como usted sabe ¨Cy a esto iba servidor de usted¨C, el hecho de haber dedicado m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de mi andar por el mundo al estudio minucioso de diversos aspectos de la obra inmortal de Cervantes creo que me confiere la suficiente autoridad como para dar por concluyentes dos cuestiones, a saber: 1) que las historias que de don Quijote y su escudero Sancho nos narra Alonso Fern¨¢ndez de Avellaneda no son falsas, sino que se corresponden con hechos reales que fue anotando al paso el codicioso Cide Hamete Benengeli, a quien Avellaneda compr¨® un surtido de informes sobres los lances del hidalgo perturbado, para desesperaci¨®n de nuestro Cervantes, que con dicho historiador ten¨ªa concertada la compraventa, en r¨¦gimen de exclusividad, del relato de las aventuras cotidianas del manchego,
Las historias que de don Quijote y su escudero Sancho nos narra Alonso Fern¨¢ndez de Avellaneda no son falsas, sino que se corresponden con hechos reales.
y 2) que no conocemos la verdadera identidad de Alonso Fern¨¢ndez de Avellaneda por una raz¨®n muy sencilla: porque su identidad verdadera no fue otra que la de Alonso Fern¨¢ndez de Avellaneda, y el equ¨ªvoco viene por haber cre¨ªdo a pies juntillas los estudiosos el lugar de natalicio que el propio Avellaneda se otorga: la villa de Tordesillas, cuando en realidad naci¨® a muchos kil¨®metros de all¨ª: en Pe?aranda de Bracamonte, seg¨²n puede comprobarse en los libros bautismales que se conservan en la iglesia de San Miguel Arc¨¢ngel de aquella localidad. En cuanto a la suposici¨®n de nuestro colega Mart¨ªn de Riquer de que el autor del Quijote de Avellaneda fue en realidad Ger¨®nimo de Passamonte, solo cabe replicar que el pobre Passamonte acab¨® sus d¨ªas m¨¢s loco que el propio don Quijote de la Mancha, hasta el punto de que ni siquiera el arrojado Cide Hamete se atrevi¨® a historiarle la vida, tarea con la que tuvo que apechar finalmente el propio interesado.
Estas cuestiones ¨Cas¨ª como otras no menos relevantes que reveladoras¨C las expondr¨¦ con detalle ¨CDeo volente¨C en el pr¨®ximo congreso de cervantistas que tendr¨¢ lugar en Alcal¨¢ de Henares durante los d¨ªas 14 y 15 del pr¨®ximo mes de marzo, donde estoy seguro de poder estrecharle la mano en persona por primera vez, despu¨¦s de tantos a?os de intercambios epistolares tan fruct¨ªferos para m¨ª, aunque entiendo que no siempre disponga usted de tiempo para discutir mis averiguaciones ni para confirmar mis conjeturas.
Al hilo de estas informaciones que le brindo para su libre uso, me permito reiterarle humildemente mi aspiraci¨®n a ingresar en esa noble academia en fecha no muy lejana, ¡°antes que el tiempo muera en nuestros brazos¡±, como dijo el otro. Tanto en los brazos suyos, en fin, como en los m¨ªos.
Su seguro amigo y fervoroso disc¨ªpulo.
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