Los ¡®ciberfurtivos¡¯, a la caza de animales geolocalizados
Un grupo de investigadores advierte de los riesgos de radiomarcar especies en peligro
Todo esfuerzo es escaso para rescatar a los animales amenazados de las fauces de la extinci¨®n. Conocerlos mejor, entender su comportamiento, saber d¨®nde est¨¢n y por qu¨¦ es esencial para desarrollar estrategias efectivas para su conservaci¨®n. En la actualidad, cada vez son mayores las poblaciones animales que cuentan con ejemplares anillados, radiomarcados, geolocalizados permanentemente por GPS para saber m¨¢s sobre ellos. Pero tanta informaci¨®n puede ser una fuente de destrucci¨®n de caer en las manos de aquellos que est¨¢n en el bando contrario, el de quienes, como los furtivos, aspiran a obtener grandes sumas de dinero arrasando los tesoros naturales.
No son pocos los casos en los que esta situaci¨®n se ha convertido en una amenaza real. Incluso en las circunstancias m¨¢s parad¨®jicas, como cuando los pescadores de Minnesota (EE UU) exigieron que se hicieran p¨²blicos los datos de localizaci¨®n de los lucios. Su argumento fue que los datos de movimientos de estos peces se hab¨ªan obtenido en proyectos financiados con dinero p¨²blico y que por tanto deb¨ªan ser p¨²blico. No tuvieron ¨¦xito, pero la an¨¦cdota ilustra que el riesgo est¨¢ presente incluso por cauces legales. Un art¨ªculo publicado en Conservation Biology por un grupo de especialistas canadienses recopila muchas m¨¢s situaciones y alerta a los implicados, desde gobiernos hasta cient¨ªficos, para que act¨²en con cautela.
Los furtivos intentaron acceder a los datos del collar GPS de un tigre de Bengala que tuvo que ser trasladado
Toda precauci¨®n es poca. En 2013, Krishnamurthy Ramesh recibi¨® una alerta bastante com¨²n: alguien hab¨ªa intentado acceder a su cuenta de correo electr¨®nico. Pero la cuenta de Ramesh no es una cuenta cualquiera: ¨¦l era el jefe de seguimiento de la reserva de tigres de Panna y en su bandeja de entrada se recib¨ªan los datos del collar GPS que ubicaba con una certeza de metros a Panna-211, un macho joven de tigre de Bengala que podr¨ªa llegar a valer 50.000 d¨®lares en el mercado negro. El intento de acceso a su cuenta se realiz¨® desde India, pero a 1.000 kil¨®metros de la reserva. El tigre tuvo que ser trasladado a otro lugar.
Desde entonces, las capacidades de los ciberdelincuentes se han multiplicado y los proyectos que vigilan animales por medios tecnol¨®gicos se han disparado con sat¨¦lites-esp¨ªa siguiendo ballenas y elefantes, por ejemplo, y chips ubicando a millares de ejemplares en tiempo real y gran precisi¨®n. "Como ha aumentado el uso del marcado electr¨®nico en investigaciones y el conocimiento p¨²blico de esta tecnolog¨ªa, ha surgido una serie de problemas preocupantes e imprevistos", aseguran los autores del art¨ªculo, liderados por el bi¨®logo de la Universidad de Carleton Steven Cooke.
Australia propuso monitorizar a los tiburones blancos por el riesgo para las personas, pero los datos se usaron para matarlos
Los principales organismos en la lucha contra el furtivismo se?alan que es un sector que, como es natural, se est¨¢ digitalizando para mejorar la eficiencia del negocio. Por ejemplo, la organizaci¨®n Traffic y el Convenio Cites se est¨¢n centrando en la lucha contra el cibercrimen y en tejer redes de colaboraci¨®n con los grandes del sector. El mercado negro de vida salvaje mueve miles de millones de euros al a?o.?
"Ignorar estos problemas puede tener serias consecuencias negativas para animales individuales, poblaciones de animales, la conservaci¨®n y el uso futuro del seguimiento electr¨®nico, su regulaci¨®n y la percepci¨®n del p¨²blico", explican. Ponen otro ejemplo, esta vez de Australia, cuando una regi¨®n propuso monitorizar a los tiburones blancos con el pretexto de que pod¨ªan suponer un peligro para las personas. De ah¨ª se pas¨® a establecer alertas en funci¨®n de sus movimientos. Finalmente, estos datos se usaron matar a los tiburones blancos, en peligro de extinci¨®n.
En el art¨ªculo se repasan otras situaciones que sirven de llamada de atenci¨®n sobre los riesgos asociados al radiomarcado de los animales y la digitalizaci¨®n de todo lo que concierne con la conservaci¨®n de especies. Por ejemplo, los cazadores abatieron en el popular Parque Nacional de Yellowstone al lobo 832F, el m¨¢s famoso del lugar. Un lobo que llevaba collar para su geolocalizaci¨®n, lo que hizo sospechar a los responsables del parque que quiz¨¢ el tiro fue deliberado para perjudicar la investigaci¨®n sobre estos depredadores. Casualmente, el famoso le¨®n Cecil, que provoc¨® una reacci¨®n global contra la caza de estos animales, tambi¨¦n llevaba un collar de localizaci¨®n.
"Ignorar estos problemas puede tener serias consecuencias para animales individuales, poblaciones de animales y su conservaci¨®n", advierten los expertos
Las autoridades tuvieron que prohibir el uso de receptores de radio en un parque natural de Alberta, Canad¨¢, porque los fot¨®grafos los usaban para interceptar la informaci¨®n que compart¨ªan los guardas del parque sobre la localizaci¨®n de los animales. En este sentido, los autores del art¨ªculo reclaman que se tenga cuidado con lo que se dice en el mundo digital, ahora que cada vez m¨¢s investigadores comparten sus experiencias y fotograf¨ªas en redes sociales, aportando pistas a los enemigos de la biodiversidad. "Dado que muchos investigadores usan los medios de comunicaci¨®n social y otras formas de divulgaci¨®n para compartir informaci¨®n con el p¨²blico y que los resultados de la investigaci¨®n a menudo est¨¢n disponibles gratuitamente en l¨ªnea, es necesario aumentar la custodia, la administraci¨®n y la seguridad de la informaci¨®n de marcado electr¨®nico, de modo que no faciliten el abuso", concluyen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.