Miradas a una mujer con velo
Una andaluza de familia cat¨®lica explica por qu¨¦ ha abrazado el islam y los prejuicios con los que se ha topado
Miradas desafiantes; miradas inciertas; miradas que extra?an; miradas con odio; miradas con miedo; miradas que hablan y otras que no dicen nada. Miradas. Una tras otra y ninguna indiferente. Comentarios de rechazo; comentarios (de) ignorantes; comentarios vac¨ªos; comentarios hirientes; comentarios que duelen; comentarios y m¨¢s comentarios, carentes en su mayor¨ªa de amor, de empat¨ªa y, sobre todo, de conocimiento.
Gestos despectivos; gestos que infravaloran; gestos que llegan a lo m¨¢s profundo de nuestra alma donde se clavan cuan cristal helado. Gestos que por educaci¨®n o, a veces, por pensar que no servir¨¢ de nada responderlos, ignoramos, pero no dejamos de sentir. Miradas, comentarios, gestos. Personas, gente, entorno, mundo. Todos y todas somos parte de este ¡°nuestro¡± planeta, y como parte del mismo, estamos expuestos continuamente a juicios o, mejor dicho, prejuicios, que en mi opini¨®n, son a¨²n peor.
Nac¨ª hace 24 a?os en el seno de una familia cristiana. Fui bautizada y me form¨¦ para hacer la comuni¨®n. Estos sacramentos que para algunas personas pudieran tener alguna importancia, para m¨ª fueron meras vivencias que el 99,9% de los ni?os y ni?as de nuestra generaci¨®n experimentaba. Ni siquiera entend¨ªa bien qui¨¦n era Jes¨²s o qu¨¦ se supone que quiso hacer Dios cuando ¡°lo engendr¨®¡± y nos lo puso en el camino.
Mientras he sido, podr¨ªamos decir, cristiana no practicante (figura que abunda en nuestro pa¨ªs), he vivido tranquila en lo que respecta a la integridad de mi persona. Hace unos meses volv¨ª al islam (la expresi¨®n "conversi¨®n al islam" no es correcta) y es aqu¨ª donde radica el sentido de estas palabras que hoy, gracias a que se me ha dado la oportunidad, comparto con vosotros y vosotras.
Todo comenz¨® hace muchos a?os cuando, de manera inexplicable, empec¨¦ a ser consciente de que me apasionaba todo lo relativo al mundo musulm¨¢n. Construcciones, m¨²sica, historia, costumbres, modo de vida, pa¨ªses, creencias, alimentaci¨®n¡ Nac¨ª en Sevilla, ciudad andaluza con inmenso bagaje musulm¨¢n. Quiz¨¢s algo de ¨¦ste, siglos despu¨¦s, permaneci¨® en m¨ª.
Por la gracia de Allah o por destino o por casualidad, como cada uno en su respetable creencia quiera llamarlo, en un bonito proyecto que luchaba y lucha contra la pobreza de los ni?os y ni?as que viven en Espa?a, conoc¨ª al hombre de mi vida. ?l, espa?ol de origen marroqu¨ª y musulm¨¢n, fue la chispa que reaviv¨® mi inter¨¦s por el mundo espiritual (que por circunstancias de la vida hab¨ªa ca¨ªdo en el m¨¢s horrible ate¨ªsmo) y que m¨¢s adelante incendiar¨ªa mi coraz¨®n de amor y mi mente de conocimientos. Le hac¨ªa cientos de preguntas: sobre Dios, sobre la vestimenta, sobre lo haram o halal (prohibido o permitido en nuestro Din, que no religi¨®n), sobre el famoso ¡ªpero falso¡ª machismo que promulga el islam, etc¨¦tera. Me solucionaba algunas dudas y otras tantas no.
De esta forma, fui poco a poco leyendo libros, estudiando hadices (peque?as narraciones que tras un exhaustivo estudio nos cuentan la vida y comportamiento de nuestro ¨²ltimo profeta Muhammad: la sunnah que seguimos los musulmanes sunn¨ªes), comprendiendo interpretaciones del Quran, escuchando a sabios y reuni¨¦ndome con los musulmanes de mi ciudad para seguir aprendiendo en comunidad o Ummah.
A los meses de estar form¨¢ndome en el islam nos casamos y, con ello, cambi¨¦ mi forma de vida, como cualquier persona hace inevitablemente tras unirse con otra, y mi forma de vestir por voluntad propia. Esto ¨²ltimo, parece no haber gustado demasiado, y no en lo relativo a moda, estilo o glamour. Mi ropa expresa mis creencias, pero no habla de mi personalidad, sentimientos o formaci¨®n. ?O acaso viendo mi foto sois capaces de adivinar cu¨¢l es mi profesi¨®n? O, ?qu¨¦ aspiraciones o sue?os tengo? Seguramente no. Solo sab¨¦is que digo ser musulmana, porque tampoco sab¨¦is si sigo el verdadero Islam o no.
Que las mujeres tapemos nuestros cuerpos porque queremos y creemos en ello, que algunas decidan mostrar solo sus ojos, que otras usen hiyab, que los hombres vistan t¨²nicas o jilabas, que dejen crecer sus barbas, que algunos de ellos trabajen fuera de casa y algunas de nosotras decidamos cuidar nuestro hogar¡ Todas ellas son apariencias externas y comportamientos basados en creencias y en valores profundos que a los musulmanes y musulmanas nos enorgullecen (porque as¨ª pensamos que se construye el camino de la paz y el del bienestar de la Ummah). Sin embargo, provocan miedo e incluso rechazo en la sociedad islam¨®foba en que vivimos. Sociedad, que tanto los manipulados y controlados medios de comunicaci¨®n que consumimos como los gobiernos xen¨®fobos que ponemos como borregos en el poder, se encargan de crear y modelar a sus anchas.
Mi ropa expresa mis creencias, pero no habla de mi personalidad, sentimientos o formaci¨®n
Es cierto que, de unos a?os para ac¨¢, unos locos que se llaman a s¨ª mismos ¡°yihadistas¡± se inmolan al grito de ¡°Allahu Akbar¡± (¡°Allah es grande¡±). Frase que, por cierto, decimos al principio de nuestros movimientos durante el rezo. Este hecho tan deplorable, inhumano y da?ino que destroza vidas de miles de familias no debe ser relacionado en ning¨²n caso con el Islam; no debe hacernos terroristas a todas las personas que real y concienzudamente creemos en un dios que nos revel¨® su mensaje para alcanzar la paz. Dicho sea de paso, ¡°yihad¡± significa lucha, lucha sana, lucha interna, lucha por llegar donde quieres, lucha por no dejarte da?ar por los dem¨¢s, lucha por ser mejor cada d¨ªa con tu entorno, lucha por combatir el desconocimiento transmitiendo el mensaje de Allah. Lucha, s¨ª, pero sana.
Con todas estas palabras que expreso pretendo dar a conocer a los lectores, desde mi humilde conocimiento, lo m¨¢s b¨¢sico del Islam. Islam significa paz (y la promueve), fomenta cuidar de los animales, obliga alimentar al pobre y acoger al hu¨¦rfano, predica que el mejor de los musulmanes es el que mejor trata a su mujer, exhorta el respeto hacia los padres, ense?a que todos los humanos somos iguales.
Discriminaci¨®n en el hospital
Para terminar, me gustar¨ªa contar el trato tan denigrante y doloroso que recib¨ª en uno de los hospitales m¨¢s importantes de Valencia a causa de mi vestimenta y la de una familiar (khimar y niqab, respectivamente). Nos echaron, literalmente, por negarnos a descubrir nuestro cuerpo ante hombres ajenos al personal sanitario del centro. Pero dijeron que fuimos nosotras las que decidimos no ser atendidas. Jam¨¢s me hab¨ªan tratado as¨ª en un hospital p¨²blico; nunca hab¨ªa ido as¨ª vestida a un hospital p¨²blico. No s¨¦ si habr¨¢ alguna relaci¨®n entre lo primero y lo segundo.
Podr¨ªan estar pensando ahora que es por cuestiones de higiene, de seguridad del paciente. Mis padres son enfermeros y ya me advirtieron, pero no es esa la cuesti¨®n. No nos negamos a desvestirnos para recibir atenci¨®n m¨¦dica. Nos negamos a hacerlo ante hombres que no tienen relaci¨®n alguna con el personal sanitario.
No es cuesti¨®n ni de machismo, ni de sumisi¨®n, ni de ninguna idea rara que pueda emerger de alg¨²n cerebro tergiverso. Simplemente es cuesti¨®n de pulcritud, de timidez (de ¡°lahya¡±), de modestia, de creencias. Y estas ¨²ltimas son muy poco respetadas en nuestro, cada vez menos, solidario pa¨ªs y, si me apuran, mundo.
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