Elizabeth Loftus: ¡°Tus recuerdos son como Wikipedia, se pueden modificar¡±
POCOS TESTIMONIOS puede haber tan impactantes como el de una persona que recuerda abusos sexuales sufridos en su infancia. Uno tiende a ponerse inmediatamente de parte de la v¨ªctima. Por eso pocas posiciones cient¨ªficas puede haber m¨¢s arriesgadas que decir: no me lo creo. Y ponerse a investigar.
Elizabeth Loftus (Los ?ngeles, California, 1944) lleva cuatro d¨¦cadas estudiando la fiabilidad de los recuerdos. En sus experimentos ha demostrado que se puede convencer a la gente, por ejemplo, de que una vez se perdieron en un centro comercial y lo pasaron muy mal. O de que vieron una se?al de tr¨¢fico que nunca estuvo all¨ª. En los a?os noventa surgi¨® un nuevo desaf¨ªo cuando comenz¨® a utilizarse ampliamente en terapia el concepto freudiano de los recuerdos reprimidos. De pronto empezaron a surgir casos en los que personas adultas descubr¨ªan que hab¨ªan sufrido abusos sexuales de ni?os. Los recordaban con sorprendente detalle a pesar de no haber sido conscientes de ellos hasta ese momento. Loftus, una especie de esc¨¦ptica oficial dentro de la psicolog¨ªa forense, ?advirti¨® contra estas pr¨¢cticas. Con esa capacidad que tienen los norteamericanos para crear esl¨®ganes, a aquello se le llam¨® las guerras de la memoria (the memory wars).
¡°A TRAV?S DEL PASADO SE PUEDE ?CONDICIONAR EL FUTURO. ? SI TE HACEN CREER QUE DE PEQUE?O TE PUSISTE MALO TOMANDO ALGO, NO LO QUERR?S¡±.
De ellas emergi¨® Elizabeth Loftus como una de las voces m¨¢s respetadas en su campo. Trabaja en un ?sencillo despacho del departamento de Ecolog¨ªa Social de la Universidad de California en Irvine, al sur de Los ?ngeles. Conduce un Mercedes de 1985 y en su oficina te reciben unas fotocopias de retratos de Mick Jagger. Se mud¨® aqu¨ª despu¨¦s de que la Universidad de Washington en Seattle se negara a publicar su trabajo m¨¢s famoso: ?Qui¨¦n abus¨® de Jane Doe? En ¨¦l, ella y un colega destru¨ªan met¨®dicamente, pieza a pieza, un famoso trabajo sobre uno de esos casos en los que, a trav¨¦s de terapia, una mujer hab¨ªa recordado abusos sexuales a los que le hab¨ªa sometido su madre en la ba?era cuando era ni?a. ¡°Si he aprendido algo es que solo porque alguien recuerde algo con mucho detalle y te lo cuente con emoci¨®n no significa que pasara de verdad¡±, defiende. El art¨ªculo, publicado en 2002, es una lectura policiaca fascinante, pero tan arriesgada en su momento que le cost¨® su puesto en Seattle.
Despu¨¦s de m¨¢s de cuatro d¨¦cadas jugando con recuerdos en un laboratorio, Loftus resume su trabajo en una idea: ¡°Tu memoria se parece a un art¨ªculo de Wikipedia. T¨² la puedes modificar, y los dem¨¢s tambi¨¦n¡±.
?C¨®mo define su campo de estudio? Soy psic¨®loga. Me dedico a la psicolog¨ªa cognitiva y estudio la memoria humana. Me he especializado en el campo de los falsos recuerdos.
Si le preguntan en una fiesta, ?eso es lo que dice? Digo que estudio la memoria, pero entonces enseguida me quieren hablar de un familiar que ha tenido alzh¨¦imer, y les explico que no, que no es eso. Yo estudio a personas que recuerdan cosas que no han sucedido, no a los que no pueden recordar.
Empecemos por casos como el de Jane Doe. ?Hay elementos que hacen sospechar siempre? S¨ª. Cuando el recuerdo va de cero a cien. Por ejemplo, cuando la ?persona empieza la terapia con un problema, como un desorden alimentario, pero no habla para nada de abusos sexuales en la infancia. El terapeuta comienza entonces una serie de sesiones en las que trata de encontrar se?ales de abusos, bajo la presunci¨®n de que quiz¨¢ estos ?des¨®rdenes est¨¦n provocados por algo que el paciente ha olvidado, y en ese momento afloran a?os de brutalidades supuestamente enterradas en el subconsciente. Eso me hace sospechar.
?Entonces no existen los recuerdos reprimidos? Lo que se asegura en estos casos es demasiado extremo. Cuando alguien de 18 o 19 a?os de repente rememora que durante 11 sufri¨® abusos y fue forzado a tener relaciones con el perro¡, ?con una peque?a droga de pronto accede a esta informaci¨®n? Si alguien dice que no hab¨ªa pensado en ello durante a?os y otra persona se lo record¨® a partir de una experiencia similar, es algo que puede ocurrir. Pero no llamar¨ªa a eso represi¨®n.
?C¨®mo se implanta un recuerdo falso? Al salir de la universidad hice muchos experimentos sobre c¨®mo se puede alterar la memoria. Dar a la gente detalles err¨®neos puede alterar lo que recuerda de eventos pasados. Ese fen¨®meno se conoce como efecto desinformaci¨®n. Hac¨ªamos creer a las personas, por ejemplo, que se hab¨ªan perdido en un centro comercial y que hab¨ªan estado asustados, llorando, hasta que se reun¨ªan con su familia. Hicimos una serie de estudios por todo el mundo. Vimos que se pod¨ªan implantar recuerdos que ser¨ªan traum¨¢ticos si hubieran sucedido de verdad, como haber sido atacado por un animal o sufrido un accidente.
?Vislumbra un futuro en el que estos conocimientos se puedan usar en la pr¨¢ctica cl¨ªnica? Creo que es posible. Hemos demostrado que se pueden implantar falsos recuerdos que condicionan el comportamiento posterior. Si te hacen creer que te pusiste malo de peque?o comiendo una determinada cosa, ya no querr¨¢s tomarla. Lo veo como una potencial t¨¦cnica de dieta. Tambi¨¦n puedo hacerte creer que enfermaste bebiendo vodka para que est¨¦s menos interesado en ese alcohol. ?Ser¨ªa posible cultivar esta tecnolog¨ªa e implantar recuerdos falsos que ayuden a vivir una vida m¨¢s feliz y sana? La idea asusta. Alguien podr¨ªa utilizarla mal.
?Y borrar recuerdos, como en la pel¨ªcula Olv¨ªdate de m¨ª [Michel Gondry, 2004]? Hay pruebas cl¨ªnicas con una droga que te hace olvidar y que se puede usar para quitar un trauma, por ejemplo. Si te ha ocurrido algo horrible, puedes tomarla y alterar tu memoria. Parece que ha funcionado con cierto ¨¦xito. Pero hicimos un estudio en el que pregunt¨¢bamos a la gente sobre algo traum¨¢tico, como un asalto por la calle, y si estar¨ªan dispuestos a tomar una droga que les ofreciera un m¨¦dico para borrarlo de la memoria. Para mi sorpresa, el 80% dijo que no. Pensamos que quiz¨¢ quer¨ªan mantener el recuerdo fresco para testificar en un juicio o perseguir al malo. Entonces cambiamos el escenario. Ya no hab¨ªa malo. La hip¨®tesis era una misi¨®n de paz en Afganist¨¢n en la que explotaba una mina y ve¨ªan a un amigo saltar en pedazos. Les llevaban en estado de shock al hospital y un doctor les ofrec¨ªa este producto para mitigar sus recuerdos. Pues bien, el 80% dijo que no lo quer¨ªa. Hicimos otro experimento en el que explic¨¢bamos lo grave que es el estr¨¦s postraum¨¢tico, una dolencia muy debilitadora, y aun as¨ª no quer¨ªan la droga que pod¨ªa ayudarles a reducir las posibilidades de desarrollar este mal. Incluso cuando se trata de recuerdos muy duros y dolorosos, las personas no desean deshacerse de ellos; no quieren que nadie se los toque.
?Podemos alterar nuestra memoria nosotros mismos? S¨ª. Hemos demostrado que la gente recuerda sus notas mejores de lo que eran, creen que votaron en elecciones en las que no participaron, que dieron m¨¢s a la caridad de lo que en realidad donaron o que sus hijos caminaban y hablaban antes de cuando lo hicieron. No hay una sugesti¨®n externa que plante estos recuerdos. Lo hacemos solos. Quiz¨¢ nos ayuda a vivir una vida m¨¢s feliz y sentirnos mejor con nosotros mismos.
¡°las noticias falsas van a contribuir a que la gente construya recuerdos sobre cosas que ?nunca sucedieron?¡±.
Buscando razones para el escepticismo, ?hay un l¨ªmite de lo que se puede recordar? No s¨¦ si esto puede ser clasificado X. Tuve un caso en el que una mujer dec¨ªa que hab¨ªan abusado de ella de ni?a, que le hab¨ªan metido el tercer dedo por la vagina. Y yo pensaba: ?qui¨¦n puede saber cu¨¢l era el dedo en una situaci¨®n as¨ª? El nivel de detalle me provoc¨® preguntas. Reconozco que, cuando alguien sale con una acusaci¨®n de abusos sexuales, s¨¦ que hay mucha gente en el mundo que dice: ¡°Oh, Dios m¨ªo, pobre v¨ªctima, qu¨¦ persona m¨¢s horrible el que ha hecho esto¡±. Yo lo que me pregunto es si es real.
?Hay falsos recuerdos pol¨ªticos? ?Puedes recordar como ciertas cosas que nunca pasaron? Eso es algo que se ?mostr¨® muy bien en un art¨ªculo de la revista Slate. Hicieron un experimento con sus lectores. Falsificaron fotograf¨ªas y preguntaron si la gente hab¨ªa le¨ªdo sobre ello o conoc¨ªa ese momento hist¨®rico. Muchos dijeron que se acordaban. Por ejemplo, de Obama dando la mano a Ahmadineyad. La gente dec¨ªa: ¡°S¨ª, lo recuerdo¡±, y daba detalles de c¨®mo hab¨ªa sido. Pero era todo Photoshop. Vamos a ver recuerdos falsos en el contexto pol¨ªtico. Ahora que ha ganado, habr¨¢ gente que recordar¨¢ que apoy¨® a Trump desde el principio.
Es inevitable relacionar los recuerdos falsos con las noticias falsas y las redes sociales. La informaci¨®n que recibimos est¨¢ contaminada. Me encontr¨¦ hace poco un estupendo ejemplo en el que parodias del programa de televisi¨®n Saturday Night Live eran recordadas como si fueran reales. Hay una encuesta de gente que est¨¢ convencida de haber o¨ªdo a Sarah Palin ¨Ccandidata a la vicepresidencia de EE UU junto a John McCaine por el Partido Republicano en las elecciones de 2008¨C decir ¡°puedo ver Rusia desde mi casa¡± porque lo dec¨ªa la actriz que la imitaba, Tina Fey. Las noticias falsas van a contribuir a que la gente construya recuerdos y creencias sobre cosas que nunca sucedieron.
?C¨®mo podemos prevenirlo? ?C¨®mo nos defendemos? No estoy segura. Incluso si educamos a la gente y les advertimos de la distorsi¨®n de la memoria, seguir¨¢n siendo vulnerables. Pueden disponerse a ser esc¨¦pticos a corto plazo. Pero no vamos por la vida permanentemente en ese estado. No puedes mantener esa alerta en el primer plano de tu consciencia a todas horas.
?En qu¨¦ est¨¢ trabajando ahora? Me hago la pregunta de si todos somos vulnerables. Hay individuos con una memoria extraordinaria de casi todo lo que les ha ocurrido durante su vida adulta. Mis colegas que los estudian los llaman ¡°gente con memoria autobiogr¨¢fica altamente superior¡±. Decidimos probar con ellos programas de distorsi¨®n de los recuerdos, porque si alguien fuera inmune ser¨ªan estas personas. Hicimos los experimentos y descubrimos que son igual de vulnerables que los dem¨¢s a los falsos recuerdos. Tambi¨¦n investigo el efecto de la privaci¨®n del sue?o. Por ejemplo, interrogando a sospechosos. Durante las pruebas, les d¨¢bamos informaci¨®n para memorizar. Unos pod¨ªan dormir toda la noche y otros no. La gente que no hab¨ªa dormido era m¨¢s propensa a caer en las sugestiones de falsos recuerdos. Lo que nos lleva a relacionarlo con las confesiones falsas. Los que no hab¨ªan dormido eran cuatro veces m¨¢s propensos a reconocer cosas que no hab¨ªan hecho.
Igual que alguien puede acabar convencido de que le asaltaron, ?puedes acabar convenci¨¦ndote de que hiciste algo que no hiciste? Si preguntas a los expertos, te dir¨¢n que hay al menos tres v¨ªas hacia una confesi¨®n falsa. Una es una enfermedad mental de gente que cuenta cosas porque quiere ser parte de un caso famoso. Luego est¨¢n los que despu¨¦s de un interrogatorio intenso acaban convencidos de que reconocer el delito es el mal menor. Y los ¨²ltimos son los que de verdad se convencen de que lo hicieron. Pueden ser entre el 10% y el 20% de las confesiones falsas. Y se parecen a los falsos recuerdos de los acusadores.
Cada vez m¨¢s nos fiamos de empresas y redes sociales para que pongan en orden nuestros recuerdos. Antes ten¨ªamos un par de fotos de alg¨²n evento y ahora tenemos mil al mes de cualquier cosa. Y esa informaci¨®n est¨¢ en manos de otros. ?Hay alg¨²n escenario de pesadilla en el que alguien podr¨ªa utilizar eso para implantar falsos recuerdos? Se puede. Hay un estudio en el que se muestran varias fotos a los participantes y en una de ellas aparecen con su padre en un globo aerost¨¢tico. Se trata de una imagen trucada. El 50% cayeron en la sugesti¨®n y recordaron un viaje en globo con su padre que nunca hab¨ªa sucedido. Es uno de los primeros ?experimentos que muestra c¨®mo fotograf¨ªas trucadas ?pueden alterar tus recuerdos. Me preocupa lo que podr¨ªan hacer las empresas con ello. Si le ense?amos a alguien una ?imagen de s¨ª mismo con una botella de agua de una marca ?concreta, esa agua le va a gustar m¨¢s, seg¨²n ha demostrado una investigaci¨®n de la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Una red social bien podr¨ªa tomar las fotos de un usuario y meter alg¨²n producto con Photoshop. ?Qu¨¦ les impide hacerlo?
Lea el reportaje 'Un falso recuerdo me llev¨® a la c¨¢rcel', por M¨®nica Ceberio.
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