¡°De ?frica saldr¨¢n las epidemias del futuro¡±
Para Jean Jacques Muyembe, el vir¨®logo congol¨¦s codescubridor del ¨¦bola, hay que reforzar la vigilancia porque los virus atraviesan fronteras sin visado
En casi todos los libros, art¨ªculos y rese?as cient¨ªficas aparece el nombre del cient¨ªfico belga Peter Piot como descubridor del virus del ?bola. Y s¨ª, fue ¨¦l quien en 1976 analiz¨® las muestras de sangre procedentes del Congo que le llevaron a la conclusi¨®n de que est¨¢bamos ante un nuevo y peligroso pat¨®geno. Sin embargo, esas pruebas no llegaron a Amberes por arte de magia sino que tienen detr¨¢s el esfuerzo y el riesgo asumido por el doctor congol¨¦s Jean Jacques Muyembe, de 74 a?os, considerado oficialmente como codescubridor del virus pero casi siempre ensombrecido por su colega europeo. Ahora que se cumple el tercer aniversario del comienzo oficial de la peor epidemia de ¨¦bola de la historia, declarada el 22 de marzo de 2014, vale la pena recordar su historia y escuchar a este veterano vir¨®logo cuando advierte: ¡°las epidemias globales del futuro vendr¨¢n de ?frica, no debemos bajar la guardia¡±.
En 1976, Muyembe era el ¨²nico vir¨®logo de toda la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, entonces llamada Zaire. Con sus estudios reci¨¦n terminados en B¨¦lgica, esta joven promesa de la ciencia congolesa daba clases en la Universidad de Kinshasa hasta que un d¨ªa recibi¨® una inquietante llamada del Ministerio de Sanidad. ¡°Una enfermedad misteriosa est¨¢ matando a la gente en la misi¨®n cat¨®lica de Yambuku. Debes ir a averiguar de qu¨¦ se trata¡±, le dijeron. Junto a un m¨¦dico epidemi¨®logo del Ej¨¦rcito, Muyembe viaj¨® en avi¨®n militar hasta Bumba y luego recorri¨® por carretera otros 120 kil¨®metros. No ten¨ªa idea de a lo que se iba a enfrentar. ¡°Por los s¨ªntomas que me hab¨ªan explicado, pensaba que pod¨ªan ser fiebres tifoideas o fiebre amarilla, pero estaba equivocado¡±, asegura.
Llegaron sobre las ocho de la tarde. ¡°El hospital estaba vac¨ªo, todo el mundo hab¨ªa huido, as¨ª que comimos algo y fuimos a dormir¡±, explica. Pero la noche estuvo lejos de ser tranquila. En pocas horas murieron tres monjas, enfermeras del hospital, as¨ª como una mujer embarazada. Al correrse la voz de que hab¨ªan llegado dos m¨¦dicos desde la capital, la gente empez¨® a volver a la misi¨®n. ¡°Examinamos a varios enfermos, todos ten¨ªan los mismos s¨ªntomas, fatiga, astenia, fiebre, dolores de cabeza y articular¡±, recuerda. El doctor Muyembe, pensando a¨²n en la fiebre tifoidea, comenz¨® a sacarles sangre para analizarla. Sin embargo, ocurr¨ªa algo extra?o.
¡°Cuando pinchaba para extraer la muestra, la sangre no dejaba de correr, no coagulaba. Era algo raro. Yo estaba sin guantes y me ca¨ªa por las manos, no ten¨ªa ni idea del peligro que estaba corriendo¡±, asegura. Despu¨¦s, los dos m¨¦dicos fueron hasta la habitaci¨®n donde estaban las tres monjas fallecidas y les tomaron muestras del h¨ªgado. En el hospital las cosas iban de mal en peor, otra religiosa estaba con fiebre y, al examinarla, presentaba erupciones rojas en el cuerpo. ¡°Nuestra misi¨®n en Yambuku era de una semana, pero decidimos volver ese mismo d¨ªa a la capital para analizar las muestras. Decidimos llevarnos con nosotros a la hermana enferma¡±, revela.
Los transportes, la globalizaci¨®n y el cambio clim¨¢tico est¨¢n haciendo que los virus africanos salgan del continente
La monja fue directamente al hospital, donde empez¨® a recibir tratamiento para fiebre tifoidea, pero no respond¨ªa a los medicamentos y d¨ªas despu¨¦s falleci¨®. ¡°Tras guardarlas en mi casa la primera noche, llev¨¦ las muestras a mi laboratorio desde donde las envi¨¦ al Instituto de Medicina Tropical de Amberes en el que trabajaba el doctor Piot. All¨ª vieron que se trataba de un virus con una morfolog¨ªa similar al virus de Marburg¡±, que tambi¨¦n provoca fiebres hemorr¨¢gicas. Mientras tanto, en Zaire, ¡°empez¨® a cundir el p¨¢nico. Estaba claro que se trataba de una enfermedad grave as¨ª que comenc¨¦ a medirme la temperatura con asiduidad. Incluso decid¨ª dormir en el garaje unos d¨ªas, alejado de mi mujer y mis dos hijos¡±. Al final, se confirm¨® que se trataba de un nuevo y letal virus al que bautizaron ?bola en honor a un peque?o r¨ªo cercano a la localidad donde se produjo el brote.
El doctor Muyembe cree que le salv¨® el gesto de lavarse las manos tras atender a cada paciente, tras cada recogida de muestras. ¡°A¨²n recuerdo aquellos seis tubos que llev¨¦ a mi casa, que traslad¨¦ luego al laboratorio sin ninguna protecci¨®n. Pas¨¦ al lado de la muerte, pero no me toc¨®¡±. Desde aquel primer brote conocido, este vir¨®logo y profesor de Microbiolog¨ªa ha participado en el control de casi todas las epidemias de ¨¦bola que se han producido en ?frica. Incluida la que se declar¨® oficialmente en Guinea el 22 de marzo de 2014 y se extendi¨® r¨¢pidamente y fuera de control por Sierra Leona y Liberia, convirti¨¦ndose en el peor brote de la historia con cerca de 29.000 personas contagiadas y m¨¢s de 11.000 muertes.
¡°?frica occidental no estaba preparada, les pill¨® por sorpresa. La gesti¨®n del brote comenz¨® mal, se puso el foco en los centros de tratamiento en lugar de hacerlo en el di¨¢logo con la poblaci¨®n y en el compromiso con la comunidad. No hubo buena coordinaci¨®n, cada actor iba por su lado¡±, asegura el especialista congol¨¦s, quien se ha mostrado muy cr¨ªtico con el papel desempe?ado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS): ¡°No contaba con personal experto ni con gente preparada para una reacci¨®n r¨¢pida, no jug¨® el papel de coordinaci¨®n que se esperaba de este organismo. Incluso tard¨® mucho en declarar la emergencia global. Fue un caos¡±.
Hoy en d¨ªa, el Instituto Nacional de Investigaci¨®n Biom¨¦dica (INRB) que preside el doctor Muyembe en un coqueto rinc¨®n de Kinshasa imparte formaciones de respuesta r¨¢pida para futuras epidemias de ¨¦bola. ¡°Ya se sab¨ªa que el virus estaba circulando por el continente, pero tambi¨¦n se sabe que su extensi¨®n es debida a los problemas que tenemos en ?frica. Las epidemias se producen en pa¨ªses donde ha habido conflictos o que presentan carencias, donde no hay buena infraestructura sanitaria o est¨¢ destruida, donde no funciona la vigilancia epidemiol¨®gica, en hospitales donde no hay agua, ni desinfectante, nada. En un contexto de pobreza, la enfermedad se extiende y es letal¡±.
La OMS no contaba con personal experto ni con gente preparada para una reacci¨®n r¨¢pida
De la epidemia de 2014-2016, el doctor Muyembe extrae algunas lecciones. ¡°Sab¨ªamos que el virus estaba circulando por el continente, pero pens¨¢bamos que no pod¨ªa llegar a Europa o Estados Unidos. Este brote ha ense?ado al mundo que los virus pueden atravesar fronteras sin visado y que donde debemos pararlos es en origen. Tenemos que investigar m¨¢s y reforzar la vigilancia en ?frica porque aqu¨ª estamos muy en contacto con una naturaleza que a¨²n no conocemos del todo, con el bosque, con animales salvajes. ?frica es el punto de partida de nuevas enfermedades que vendr¨¢n y que pueden ser muy peligrosas si no estamos alerta¡±.
El especialista repasa algunos brotes recientes para ilustrar su afirmaci¨®n, como la fiebre amarilla que se origin¨® en Angola el a?o pasado y lleg¨® hasta China o el caso del virus zika, que ya se detect¨® en Uganda en 1947 y que al salir del continente gracias a la expansi¨®n del mosquito transmisor se convirti¨® en un peligro p¨²blico provocando microcefalias en reci¨¦n nacidos. ¡°La ciencia tiende a olvidarse de los virus africanos, pero los transportes, la globalizaci¨®n, el cambio clim¨¢tico est¨¢n haciendo que esos virus salgan del continente¡±.
En el Instituto de Investigaci¨®n Biom¨¦dica de Kinshasa, inaugurado en 1984, decenas de especialistas al mando de Muyembe se ven las caras cada d¨ªa con dolencias tropicales que afectan y matan a miles de personas cada a?o, como la ceguera de los r¨ªos, la enfermedad del sue?o o la elefantiasis, que cuentan con escasa financiaci¨®n del mundo desarrollado. Este m¨¦dico congol¨¦s, amable y bromista, que un d¨ªa anticip¨® que el ¨¦bola se pod¨ªa combatir con la sangre de los supervivientes, tal y como se demostr¨® luego pese al rechazo de la ciencia occidental, sigue mostrando el camino. ¡°Las enfermedades hoy olvidadas pueden ser un peligro para todos¡±, culmina.
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