Adolescencia agridulce
Un personaje no muy simp¨¢tico pero con un alto nivel de vulnerabilidad
La adolescencia es agridulce. A m¨ª me recuerda mucho a los mutantes de los X-Men, cuerpos que de repente cambian a una velocidad que en general la cabeza no lo sigue. El adolescente tiene unas caracter¨ªsticas generalizables, principalmente esta b¨²squeda permanente de la identidad, el despertar de lo que luego ser¨¢ la madurez. El otro d¨ªa me lo resum¨ªa perfectamente el magn¨ªfico Enrique Mart¨ªnez Reguera, un educador que lleva 40 a?os trabajando con chicos de la calle: los ni?os son vulnerables pero tienen la protecci¨®n de la ignorancia, pero con la adolescencia se empieza a ser consciente de lo que sucede. A esto se suma que el adolescente en general no suele generar mucha ternura, sino m¨¢s bien rechazo y algo de miedo. El adolescente es, por lo tanto, un personaje no muy simp¨¢tico que mantiene un gran nivel de vulnerabilidad, que est¨¢ decidi¨¦ndose como adulto, y que, en general, sufre bastante.
Sobre este marco se construyen las historias de los MENA, Menores Extranjeros No Acompa?ados, en su mayor¨ªa adolescentes que viajan solos y llegan, entre otros lugares, a nuestro pa¨ªs, en m¨²ltiples circunstancias. El tema de los chavales y chavalas extranjeros no acompa?ados es grave y ha sido objeto de muchos estudios y denuncias por parte de infinidad de organizaciones que trabajan con temas de menores. Pero sin duda lo peor es que, por mucho que los que trabajamos en el tema nos esforcemos, no conseguimos generar en la opini¨®n p¨²blica el nivel necesario de empat¨ªa con ellos. Adem¨¢s de adolescentes son extranjeros, en muchos casos no conocen el idioma, y nos aparecen muy distintos f¨ªsica y culturalmente.
Las historias de los MENA son terror¨ªficas, cuando las escuchas te rompen el alma. Los chicos subsaharianos atraviesan media ?frica para llegar aqu¨ª en busca de un futuro mejor. Son serios, adultos antes de tiempo, obtienen su fuerza de unos valores heredados que les ayudan a recordar, en su soledad, que tienen una misi¨®n: tener una vida digna. Los chicos marroqu¨ªes, en general, son los aventureros de su pueblo, en muchos casos captados por las mafias que los llevan a cruzar por el Estrecho arriesgando sus vidas a cambio 1200 euros. Cuando llegan a Espa?a todos estos chicos, lo m¨¢s probable es que las autoridades intenten demostrar que son mayores de edad, porque as¨ª si son marroqu¨ªes los pueden devolver a su pa¨ªs de origen y si son subsaharianos no tienen que hacerse cargo de ellos en los centros de menores abarrotados.
La situaci¨®n de las chicas es mucho peor. En general a Espa?a solo llegan chavalas subsaharianas que en su mayor¨ªa son v¨ªctimas de trata y que se declarar¨¢n mayores de edad porque as¨ª se lo exigen sus captores. Las penas por proxenetismo no son nada comparado con las penas por abuso de menores. Muchas de las chicas llegan embarazadas o con un beb¨¦ fruto de las m¨²ltiples violaciones que han sufrido durante los varios a?os que ha durado su viaje.
Pero entre todo este horror hay historias de superaci¨®n llenas de esperanza. Muchos chavales y chavalas han conseguido encontrar a gente maravillosa que les ha atendido y les ha dado el cari?o y la atenci¨®n que necesitaban y se han convertido en adultos estupendos. Enrique Mart¨ªnez Reguera me contaba c¨®mo chavales ayudan a chavales, c¨®mo antiguos menores dedican ahora su vida a ayudar a superar las barreras del sistema a otros menores que, como ellos, llegan solos, asustados y agotados. De nuevo el ciclo de humanidad que genera humanidad versus los sistemas deshumanizados que destruyen a los individuos.
Todos los problemas a los que se enfrentan los MENA son producto de un complejo entramado de disfunciones del sistema que tienen dif¨ªcil soluci¨®n inmediata. Pero hay cosas que como ciudadanos y ciudadanas podemos hacer: mirar a estos chavales y chavalas con la empat¨ªa que se merecen para empezar, apoyar a las organizaciones que trabajan con estos chavales, para acabar. Y entremedias solicitar a las autoridades de nuestro pa¨ªs que cumplan con sus compromisos con la infancia. Nosotros desde porCausa estamos pidiendo algo que sabemos que no solucionar¨¢ el problema pero que se podr¨ªa poner en marcha inmediatamente, y es que en Espa?a se cree el puesto del Defensor del Menor, que no ha existido nunca. Y recuerden que todo suma porque partimos de un nivel de indefensi¨®n enorme.
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