Malas noticias: sus 'selfies' no le interesan a nadie
Publicamos autofotos para buscar la aprobaci¨®n constante de los dem¨¢s, pero nos desagrada ver im¨¢genes de otros. Los expertos han hallado las causas de esta paradoja
Parece que si no colgamos nuestro selfie en Instagram o Facebook, nuestra vida no alcanza las cotas de emoci¨®n m¨ªnimas para presumir de una biograf¨ªa envidiable. Cada autofoto que lanzamos al ciberespacio se convierte, en cierto modo, en una prueba de que existimos y de que la vida nos sonr¨ªe (al menos, tanto como a los dem¨¢s).
Sin embargo, esta conducta que ejercen millones de instagramers es al mismo tiempo un comportamiento del que nadie presume y que muy pocos reconocen abiertamente. Su elevada prevalencia, junto con esta hipocres¨ªa generalizada, han hecho del selfie un fen¨®meno digno de estudio. De hecho, atrae tanto desde el punto de vista sociol¨®gico, cultural y comunicativo como desde la perspectiva de la psicolog¨ªa. Prueba de ello son los numerosos proyectos que centran sus investigaciones en las autofotos, analizando sus motivaciones y contextos.
La profesora Sarah Diefenbach, de la Universidad Ludwig Maximilian de M¨²nich (Alemania), lider¨® un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology en el que el 82% de los entrevistados (238 ciudadanos de Austria, Alemania y Suiza) admit¨ªan que disfrutaban publicando sus fotos, pero no les gustaba en absoluto ver este tipo de im¨¢genes en las redes sociales cuando no eran suyas. Este comportamiento fue bautizado por la investigadora como la paradoja selfie, un t¨¦rmino que sintetiza la idea de que nos gusta hacernos fotos y compartirlas en la red, pero nos desagrada ver las fotos de los dem¨¢s.
El confesionario digital
El perfil del usuario que describe Diefenbach es esencialmente hip¨®crita, ya que critica en su entorno conductas que ¨¦l mismo lleva a cabo. Sin embargo, desde la Universitat Oberta de Catalunya descartan la existencia de un patr¨®n de usuario ¨²nico y reconocen la participaci¨®n de una gran variedad de sujetos y contextos. "El selfie no es una pr¨¢ctica aislada del individuo, sino que forma parte de su narrativa personal y, por ello, tiene sentido en un contexto, no como una imagen individual", explica la profesora de Estudios de Ciencias de la Informaci¨®n y la Comunicaci¨®n, Gemma San Cornelio, que adem¨¢s lidera el proyecto SelfieStories. La investigadora defiende la importancia de ir m¨¢s all¨¢ de contabilizar el n¨²mero de autofotos, y apoya la necesidad de valorar otros elementos como los comentarios ligados a esas im¨¢genes. "En el caso de Instagram, que es la plataforma que estudiamos en el proyecto, hemos seguido varios perfiles, y en muchos de ellos hay momentos de confesi¨®n. Tambi¨¦n hay usuarios que presentan narrativas de transformaci¨®n, como cambios de sexo o procesos de adelgazamiento", atestigua la experta.
Los espacios virtuales como Instagram, Facebook o Twitter se han convertido en un gran escaparate donde mostrarnos ante millones de personas de las que no sabemos nada. Sin embargo, ?realmente hacemos uso de ese anonimato virtual para publicar nuestras vivencias? La respuesta es no. Seg¨²n revela San Cornelio, todav¨ªa buscamos un entorno conocido para comunicarnos: "Exponemos fotograf¨ªas de nuestra vida p¨²blica y privada, pero normalmente, solo lo hacemos dentro de nuestros c¨ªrculos sociales" . Y a?ade: "Otro caso distinto es el de las personas que utilizan las redes de forma profesional para la autopromoci¨®n, o aquellas que explican un proceso vital propio como una especie de terapia o catarsis p¨²blica. De hecho, para muchos, estas plataformas funcionan como antes hab¨ªan sido los blogs, una forma de ¡®salir del armario¡¯ emocionalmente, liberando quiz¨¢ una carga personal".
Dar de comer al ego
Para algunos, la publicaci¨®n de autofotos act¨²a como una v¨¢lvula de escape para dar salida a sus miedos, anunciar retos o exhibir logros. Pero para otros, es el m¨¦todo que han encontrado para recuperar la confianza perdida o alimentar su exiguo y malnutrido ego. Al menos, as¨ª lo cree la psic¨®loga cl¨ªnica Noelia Mata, especialista en trastornos de la personalidad y neuropsicolog¨ªa, quien ve en las personas que publican selfies una b¨²squeda de aprobaci¨®n constante de los dem¨¢s. "Las personalidades que m¨¢s tienden a este tipo de conducta son las narcisistas y las histri¨®nicas", distingue la experta. Eso s¨ª, Mata hace especial hincapi¨¦ en la intensidad con que se vive esta afici¨®n por la fotograf¨ªa: "La publicaci¨®n de esas im¨¢genes puede ser una muestra de creatividad y una excelente forma de comunicaci¨®n, siempre y cuando se haga con moderaci¨®n", advierte. Y contin¨²a: "El problema deviene cuando los usuarios est¨¢n pendientes del feedback, hasta tal punto que incluso se vuelven adictos a los comentarios de los dem¨¢s".
Por su parte, San Cornelio se apoya en el estudio de Daniel Halpern, Sebasti¨¢n Valenzuela y James Katz para plantear la siguiente cuesti¨®n: "Seg¨²n esta investigaci¨®n, la pr¨¢ctica del selfie fomenta y engrandece el narcisismo. Sin embargo, lo que no aclaran es qu¨¦ sucede con alguien cuya personalidad carece de ese rasgo y disfruta con esta afici¨®n. Me pregunto si alguien emocionalmente sano podr¨ªa convertirse en una persona narcisista debido a la pr¨¢ctica de estas fotos".
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