Guarder¨ªas trashumantes en la estepa
La crisis econ¨®mica amenaza los esfuerzos del Gobierno de Mongolia y Unicef por prestar servicios b¨¢sicos de educaci¨®n y salud entre la dispersa poblaci¨®n del pa¨ªs
Mongolia es un pa¨ªs dif¨ªcil de gestionar. Aunque apenas cuenta con tres millones de habitantes y m¨¢s de un mill¨®n vive en la capital, Ul¨¢n Bator, el resto est¨¢ desperdigado por una superficie tres veces mayor que la de Francia. Y, por si fuese poco, unos 800.000 mongoles no cuentan con una residencia fija porque son n¨®madas. Teniendo en cuenta que se trata de un Estado en desarrollo, donde las infraestructuras resultan extremadamente costosas de construir, proporcionar un acceso b¨¢sico a servicios como la educaci¨®n y la salud a gran parte de la poblaci¨®n es un reto de dimensiones colosales. Y m¨¢s ahora que el boom de la miner¨ªa ha acabado y el pa¨ªs sufre una importante crisis econ¨®mica que ensancha la brecha que separa a ricos y pobres.
No en vano, algunas de las estad¨ªsticas que reflejan esa realidad resultan preocupantes. Seg¨²n datos de Unicef, uno de cada tres mongoles no tiene acceso a una fuente segura de agua, mientras que el 41,7% carece de instalaciones sanitarias adecuadas. La tasa de mortalidad infantil ¡ªde menores de cinco a?os¡ª es de 25 ni?os por cada mil nacidos vivos, mientras que un 10,8% sufre retrasos en el crecimiento. Por si fuera poco, estas estad¨ªsticas nacionales esconden las grandes diferencias sociales existentes entre los residentes de la capital, donde las cifras son mucho m¨¢s esperanzadoras, y los del resto del pa¨ªs.
El distrito de Nalaikh, a unos 50 kil¨®metros de Ul¨¢n Bator, es un buen ejemplo de las carencias que sufren los mongoles menos afortunados. En esta polvorienta localidad minera llena de agujeros negros, todo lo malo se agudiza. La poblaci¨®n que tiene acceso a un v¨¢ter en cae hasta el 28%, mientras que la mortalidad infantil se dispara hasta los 48 ni?os por cada mil, sobre todo por culpa de la diarrea y de los accidentes dom¨¦sticos. El retraso en el crecimiento de ni?os y ni?as aumenta cinco puntos porcentuales. Adem¨¢s, solo la mitad de los menores de seis a?os acude a la guarder¨ªa.
Desafortunadamente, como apunta Unicef en un informe, la coyuntura econ¨®mica no ayuda a mejorar la situaci¨®n. ¡°Mientras entre 2011 y 2015 conseguimos reducir notablemente la mortalidad infantil en Nalaikh, la falta de fondos para medicinas y supervisi¨®n m¨¦dica ha provocado que en 2016 esa variable haya superado incluso a la de 2011, con lo cual se ha dado un importante paso atr¨¢s¡±, comenta Ariunzaya Davaa, del Departamento de Comunicaci¨®n de Unicef en Mongolia.
No obstante, el objetivo para el pr¨®ximo plan quinquenal, que comienza este a?o, es sacar el mayor provecho posible a los escasos recursos de los que dispone el Gobierno para dar un vuelco a la situaci¨®n. Y, en este contexto adverso, la guarder¨ªa n¨²mero 23 de Nalaikh se presenta como uno de los elementos clave. ¡°Es un proyecto piloto que, si tiene ¨¦xito, se ir¨¢ implementando en otras zonas del pa¨ªs¡±, avanza Davaa.
A primera vista, la guarder¨ªa no parece gran cosa. De hecho, est¨¢ compuesta solo de dos yurtas ¡ªger en mongol¡ª unidas entre s¨ª y a un contenedor como el que suelen transportar los buques de mercanc¨ªas. Sin embargo, las apariencias enga?an. En este complejo educativo en miniatura, 24 ni?os y ni?as menores de seis a?os reciben una educaci¨®n, est¨¢n supervisados por equipos m¨¦dicos que se encargan de vacunarlos, juegan, y se alimentan. Los dos ger les hacen sentir como en casa, ya que es la vivienda t¨ªpica de los n¨®madas. Por su parte, en el contenedor denominado WASH ¡ªacr¨®nimo del ingl¨¦s ¡®water, sanitation and higiene¡¯ o agua, saneamiento e higiene¡ª disfrutan de unos equipos sanitarios impecables.
Son las 9 de la ma?ana y todos ya han desayunado y se han cepillado los dientes. ¡°Uno de los efectos m¨¢s positivos de la guarder¨ªa es que los ni?os se acostumbran a utilizar el v¨¢ter y a mantener un elevado nivel de higiene. Luego, cuando vuelven a sus casas, hacen presi¨®n sobre sus padres para que mejoren la situaci¨®n de sus equipos sanitarios, que muchas veces ni siquiera existen¡±, explica una de las monitoras de la guarder¨ªa 23. Desafortunadamente, estas instalaciones que ha construido Unicef y que mantiene el gobierno local de Nalaikh no pueden acoger a los 86 ni?os en riesgo de exclusi¨®n del distrito, as¨ª que los 62 que no han obtenido plaza por sorteo contin¨²an sin escolarizar.
Lkhagvatungalag Tsogzolmaa ha tenido suerte. Uno de sus cuatro hijos acude a la guarder¨ªa 23, los otros tres participan en un programa de nutrici¨®n que les provee las vitaminas necesarias para compensar la dieta casi exclusivamente c¨¢rnica de Mongolia, y la ONG World Vision les ha proporcionado el ger en el que viven. ¡°Su situaci¨®n era horrible. La ni?a m¨¢s peque?a ten¨ªa un grave d¨¦ficit de vitamina D y estaba desnutrida, mientras que la mayor sufre una enfermedad de pulm¨®n para la que no recib¨ªa tratamiento. Cuando la llevaron al hospital por una crisis descubrimos c¨®mo viv¨ªan y los incluimos en nuestros programas de salud¡±, recuerda Batojan Asaltai, una de las enfermeras del equipo de salud m¨®vil RED ¡ª¡®Reach Every District¡¯, o llegar a todos los distritos¡ª que los visita regularmente.
En el caso de Tsogzolmaa, que ha echado ra¨ªces con su ger en Nalaikh, todo se torci¨® cuando se divorci¨® de su marido. ?l perdi¨® su trabajo y se desentendi¨® de la familia para darse al vodka barato, una gran epidemia entre los parados mongoles. Ella, por su parte, se vio en la necesidad de sacar adelante a cuatro hijos peque?os con los 120.000 tugrug mensuales (45 euros) que el Gobierno le da como subsidio. As¨ª que, a pesar de que sufre un problema de visi¨®n, Tsogzolmaa decidi¨® ponerse a sacar carb¨®n de una de las minas ilegales de Nalaikh. Aunque el term¨®metro caiga por debajo de los 30 grados bajo cero, cada d¨ªa sube a las monta?as humeantes para deslomarse y poder as¨ª dar de comer a la prole. Y, a pesar de ello, es afortunada por recibir la prestaci¨®n.
¡°Desafortunadamente, en torno al 50% o al 60% de las familias cuya atenci¨®n consideramos prioritaria no la reciben porque son n¨®madas y es dif¨ªcil encontrarlas¡±, explica Pagmadulan Batsaikhan, jefa del equipo m¨¦dico RED de Nalaikh. La acompa?amos hasta la peque?a localidad de Terelj, a unos 50 kil¨®metros de distancia, y no tardamos en descubrir los problemas a los que se enfrentan los trabajadores sanitarios en la b¨²squeda de sus pacientes.
A pesar del que el term¨®metro marca 10 grados bajo cero, el sol primaveral ya ha comenzado a derretir el pa¨ªs y algunas zonas a las que antes se acced¨ªa conduciendo sobre el hielo presentan ahora dificultades. El conductor frena a la orilla de un r¨ªo congelado y decide que no es seguro cruzarlo con el veh¨ªculo. Se podr¨ªa hundir. As¨ª que, debido a la cr¨®nica falta de carreteras ¡ªsolo est¨¢n asfaltados 4.800 kil¨®metros de una red viaria de de 49.200¡ª, la ¨²nica opci¨®n es recorrer a pie los cinco kil¨®metros que restan hasta el lugar en el que creen que se encuentra la familia, o dar media vuelta.
Debido al fr¨ªo y a los resbalones que provocan un par de ca¨ªdas en pocos metros, el equipo RED opta por la segunda opci¨®n. ¡°Cuando el r¨ªo se descongele ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil cruzarlo para dar con la familia¡±, afirma Batsaikhan. Eso s¨ª, los sanitarios no se quedan de brazos cruzados. Regresan a Terelj para analizar el desarrollo de los hijos de Batsukh Aleksander, una viuda de 28 a?os que ya tiene cuatro. Uno de ellos sufre una enfermedad cong¨¦nita que le provoca par¨¢lisis, y el resto participa en el programa de nutrici¨®n de Unicef, que ofrece tabletas de vitaminas y minerales y un seguimiento de su crecimiento.
¡°Sin un hombre que nos ayude econ¨®micamente no podemos salir adelante¡±, cuenta Batsukh. ¡°Mi marido ¡ªcon el que tuvo dos hijos¡ª muri¨®, y luego he tenido otros dos hijos con un hombre que no ha querido casarse conmigo porque uno de ellos es discapacitado. Ni siquiera me pasa algo de dinero para cuidar de sus hijos, y como son peque?os no puedo ir a trabajar¡±, se lamenta. La ¨²nica formaci¨®n que ella ha recibido es para ejercer como empleada de gasolinera, pero ahora tiene que sobrevivir con los 220.000 tugrug (84 euros) que recibe en concepto de pensi¨®n de viudedad y subsidio infantil. ¡°De momento, solo uno de mis hijos acude a la guarder¨ªa. Ojal¨¢ hubiese plazas para todos, porque entonces podr¨ªa trabajar¡±.
M¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa lo tienen las familias n¨®madas que viven lejos de cualquier n¨²cleo urbano, por peque?o que sea. En su caso, el desempleo no es un problema, pero s¨ª la escolarizaci¨®n de los ni?os m¨¢s peque?os. Las familias suelen optar por atarlos para evitar que se hagan da?o cuando est¨¢n solos, sobre todo mientras el resto trabaja en el campo. ¡°A los hijos mayores los solemos enviar a la capital del distrito, pero es poco pr¨¢ctico porque pierden el contacto con la familia y con la tierra durante casi todo el curso. Al final de su escolarizaci¨®n, ya no quieren ser n¨®madas¡±, explica Tsetsegev, un pastor de la remota provincia de Uvs, en el extremo nordoccidental del pa¨ªs.
Por eso, para los m¨¢s peque?os el Gobierno de Mongolia puso en marcha hace ya dos d¨¦cadas el proyecto de guarder¨ªas m¨®viles, que funcionan en verano de la misma forma que los n¨®madas. De un lado para otro. ¡°Son ger bien acondicionados que cambian de lugar para que a los n¨®madas les resulte sencillo dejar all¨ª a sus hijos de entre dos y seis a?os. De esta forma, se van acostumbrando a las clases y reducen la brecha que les separa de los estudiantes en las zonas urbanas¡±, apunta Davaa. La iniciativa ha tenido tanto ¨¦xito que se ha extendido ya a todo el pa¨ªs, y con la nueva ley de preescolar ¡ªaprobada en mayo de 2016 y puesta en pr¨¢ctica el pasado mes de enero¡ª se espera que unos 300.000 menores de seis a?os se vean beneficiados por el programa. Sobre todo los m¨¢s desprotegidos.
Sin duda, los proyectos de guarder¨ªas m¨®viles y de instalaciones como la de Nalaikh, sumados al trabajo que realizan equipos de salud como los RED, son un importante avance para lograr una sociedad m¨¢s equitativa en Mongolia. No obstante, las dificultades econ¨®micas por las que pasa el pa¨ªs, sumadas a la corrupci¨®n que contin¨²a arraigada en las esferas del poder, se han convertido en una gran amenaza para los logros que el pa¨ªs de Gengis Kan ha ido alcanzando gracias al gran crecimiento econ¨®mico que la explotaci¨®n de sus recursos naturales propici¨® la pasada d¨¦cada.
Art¨ªculo publicado con ayuda de UN Foundation
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.