Los impuestos sobre el az¨²car no evitar¨¢n solos la obesidad infantil
Catalu?a desaf¨ªa al 'lobby' azucarero. Los expertos creen que urgen m¨¢s medidas como la educaci¨®n, el etiquetado y la promoci¨®n del deporte
La batalla contra la obesidad ha pasado a otro nivel en Catalu?a con el impuesto a las bebidas azucaradas que entra hoy en vigor. Sin embargo, los nuevos precios quedan muy lejos del 20% impositivo que recomienda la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) para que realmente sea efectivo. ?C¨®mo puede beneficiar esta medida a los ni?os, el sector m¨¢s vulnerable, con elevadas tasas de sobrepeso? La idea es que un aumento del precio obligue a cambiar los h¨¢bitos de compra, empezando por una reducci¨®n del elevado consumo diario de bebidas azucaradas entre los m¨¢s j¨®venes. El bolsillo o la salud. Seg¨²n los datos de la ¨²ltima Encuesta Nacional de Salud, dos de cada 10 ni?os espa?oles tienen sobrepeso y uno de cada 10 sufre obesidad; es decir, el 27,8% de los menores en nuestro pa¨ªs ya presenta alg¨²n tipo de problema de peso que con los a?os puede desembocar en diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
M¨¢s medidas, menos obesidad
Aunque el ¡°impuesto saludable¡± de Catalu?a es un primer paso, los expertos se?alan que para conseguir una reducci¨®n real de la epidemia de la obesidad infantil ser¨¢n necesarias medidas globales, interdisciplinares, que van desde la educaci¨®n al etiquetado, de la promoci¨®n del deporte sin patrocinios encubiertos a la subvenci¨®n del consumo de frutas y verduras, pasando por un control exhaustivo -que ahora no existe- del cumplimiento de la normativa publicitaria, como el c¨®digo PAOS, que apenas se cumple. La revisi¨®n del contenido de las m¨¢quinas de vending en colegios, cancelar las excursiones a f¨¢bricas de comida r¨¢pida o de bebidas carbonatadas y la no inclusi¨®n de juguetes en los productos de menor perfil nutricional son otras medidas necesarias para que se observe un impacto real en la salud infantil.
¡°Centrar la atenci¨®n solo en las bebidas azucaradas es un error. ?Qu¨¦ sucede con el resto de productos procesados? ?Desde cu¨¢ndo lo m¨¢s saludable, como nos intenta vender la industria, son desayunos y meriendas con boller¨ªa, galletas y cereales hiperazucarados? El problema es que el consumidor no es consciente del riesgo para la salud que asume al comprar a sus hijos ciertos productos que son r¨¢pidos de cocinar incluso en casa, algo muy c¨®modo para el ritmo de vida que llevamos. Y tampoco es consciente del poder que tiene: si cambiase la demanda por alimentos frescos y saludables, la oferta tendr¨ªa que cambiar porque lo que busca toda empresa es ganar dinero. Pero no podemos pedir que las multinacionales protejan nuestra salud porque eso es tarea de los gobiernos¡±, explica Miguel ?ngel Lurue?a, divulgador cient¨ªfico y autor del blog Gominolas de Petr¨®leo.
Precisamente, en Espa?a el gobierno prometi¨® el pasado diciembre aplicar la tasa a las bebidas azucaradas en todo el pa¨ªs. Pero las presiones del lobby azucarero consigui¨®, en apenas tres meses, que la propuesta quedase en un caj¨®n. Tenemos reciente y cercano el caso de Portugal, que tras el anuncio de este tipo de impuestos perdi¨® una inversi¨®n de 40 millones de una importante multinacional de bebidas carbonatadas. Tampoco hay que perder de vista que el sector de los refrescos aporta 12.000 millones de euros a la econom¨ªa nacional (un 1,4% del PIB). Seg¨²n las ¨²ltimas cifras facilitadas por la Asociaci¨®n de Bebidas Refrescantes (Anfabra), en Espa?a facturaron 4.500 millones de euros en 2015, un 2,8% m¨¢s que el a?o anterior: los espa?oles cada vez consumen m¨¢s este tipo de bebidas.
El caso de ?msterdam
Un ejemplo de pol¨ªtica de salud p¨²blica sin af¨¢n recaudatorio y realmente comprometida en la lucha contra la obesidad podr¨ªa ser ?msterdam, que despu¨¦s de analizar sus elevadas tasas de sobrepeso infantil dise?¨® un programa global para reducirlo, como fuera, barrio por barrio. Implicaron a colegios, profesores, entrenadores, padres, sanitarios: todos los colectivos en contacto con ni?os fueron movilizados para cambiar los h¨¢bitos de vida y contribuir a crear un entorno saludable.
Entre las medidas impulsadas por el Ayuntamiento de ?msterdam se incluye la prohibici¨®n de llevar zumos a las escuelas (sustituidos por agua o leche), la sustituci¨®n de boller¨ªa industrial o casera por frutas en las celebraciones escolares, o la prohibici¨®n de los patrocinios de marcas de bebidas carbonatadas y comida r¨¢pida en eventos p¨²blicos. Tambi¨¦n se subvenciona el acceso a polideportivos y actividades deportivas para familias sin recursos; se imparten clases colectivas para aprender a cocinar de forma saludable, se garantiza que los ni?os tengan acceso a frutas y verduras en el colegio e incluso se estudia los patrones del sue?o. El resultado: entre el a?o 2012 y 2015 se ha reducido un 12% la obesidad infantil, seg¨²n los ¨²ltimos datos del Amsterdam Healthy Weight Programme.
¡°Los datos de este proyecto son interesantes, pero sin un grupo de control no podemos valorar hasta qu¨¦ punto el descenso de la obesidad ha bajado por todas esas medidas o porque cambiaron sus patrones de alimentaci¨®n por otro motivo. Cuando es un fen¨®meno multifactorial como este, se necesitan m¨¢s par¨¢metros, como hacer un seguimiento en las tiendas de lo que compran ahora para saber si han cambiado tambi¨¦n sus h¨¢bitos de alimentaci¨®n en casa. En marzo se ha publicado otro estudio sobre un condado de Maryland, en Estados Unidos, cuyas pol¨ªticas de reducci¨®n del consumo de bebidas azucaradas van acompa?adas de toda una bater¨ªa de medidas muy complejas. Al final, como escrib¨ª hace poco, redujeron el consumo de refrescos en un 20% y de zumos en un 15%, pero es un ejemplo de trabajo global contra la obesidad, no solo unos impuestos. La clave no es restringir sino dar alternativas saludables a la poblaci¨®n¡±, apunta Luis Jim¨¦nez, autor de libros como La Guerra contra el sobrepeso y El cerebro obeso, donde analiza las razones del entorno obesog¨¦nico en el que vivimos y el funcionamiento del cerebro para adoptar h¨¢bitos saludables o no.
El ¨¦xito de la subida de impuestos a productos no saludables en otros pa¨ªses est¨¢ reflejado en el documento Adaptaci¨®n Espa?ola a las Gu¨ªas Europeas sobre Prevenci¨®n de la Enfermedad Cardiovascular, con los siguientes datos: ¡°Las estrategias de precios pueden conducir a una disminuci¨®n de las ventas de alimentos no saludables y a un aumento de las ventas de frutas y verduras, mejorando el consumo de energ¨ªa y nutrientes, el IMC y la salud. El impuesto a la grasa en Dinamarca origin¨® una disminuci¨®n de su consumo de un 10-15% y el impuesto a la comida basura en Hungr¨ªa hizo que las ventas cayeran un 27%. El impuesto a las bebidas azucaradas en M¨¦xico provoc¨® un descenso en las compras del 12%, con mayor intensidad en los hogares de nivel socioecon¨®mico bajo, donde alcanz¨® el 17%¡±.
Pa¨ªses como Alemania se han atrevido a gravar las bebidas azucaradas con un 20% del precio, Inglaterra quiere sacar las m¨¢quinas de vending no saludables de los hospitales, Francia ha prohibido el ¡°relleno gratis¡± de bebidas azucaradas, Chile obliga a advertir en el etiquetado los altos contenidos en grasas, calor¨ªas, sal y az¨²car, proh¨ªbe la publicidad atractiva para ni?os en estos productos e incluso ha retirado los juguetes dentro de huevos de chocolate. En Espa?a, las medidas eficaces y multidisciplinares contra la obesidad ni est¨¢n ni se las espera.
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