Lo complicado de las operaciones simples
En pa¨ªses pobres como Ben¨ªn, incluso las enfermedades controlables suponen un gran riesgo para la salud de los ni?os. Un grupo de m¨¦dicos viaja al pa¨ªs regularmente para paliar la escasez de recursos
Jude entra en el quir¨®fano caminando descalzo. Con las manos sujeta una tela de colores alrededor de su cintura. Tras ¨¦l camina Gabine Houllou, enfermero del hospital Auberge de l¡¯Amour Redempteur de Dangb¨®, una peque?a localidad cerca de Porto Novo, la capital de Ben¨ªn. El sanitario lleva una caja con todas las medicinas y material de curas que el peque?o necesitar¨¢ durante su estancia en este centro del peque?o pa¨ªs de ?frica Occidental que linda al Este con Nigeria.
Jude tiene catorce a?os, aunque aparenta menos por su cuerpo peque?o y su delgadez. Est¨¢ muy asustado a pesar de que el enfermero le ha preparado y explicado qu¨¦ va a pasar en la sala de operaciones. Houllou ayuda al chico a subir a la camilla situada en el centro de la habitaci¨®n. La doctora Olalla Varela Garc¨ªa (A Coru?a, Espa?a, 1984), m¨¦dico anestesista del hospital madrile?o Gregorio Mara?¨®n, empieza a prepararle. Le pide que respire dentro de la m¨¢scara que le pone sobre la boca y la nariz. Jude empieza a relajarse y en pocos segundos se duerme.
Mientras, el doctor Jorge Parise Methol (San Isidro, Argentina, 1947), cirujano pediatra jubilado del hospital 12 de Octubre de Madrid, y Gabriela Vallejo Chamorro (Riobamba, Ecuador, 1992), estudiante de sexto de Medicina en la Universidad Complutense de la capital espa?ola, que le asiste, se ponen la bata y los guantes esterilizados con los que van a operar al peque?o.
Van a realizar una orquidopexia, intervenci¨®n que tiene como objetivo hacer descender el test¨ªculo izquierdo de Jude hasta el escroto. Normalmente, este proceso ocurre de forma natural antes del nacimiento de un beb¨¦ var¨®n. Sin embargo, en ocasiones, uno o ambos test¨ªculos permanecen dentro de la cavidad abdominal en lugar de desplazarse hasta su destino final. Esto se conoce como ¡°test¨ªculos no descendidos¡± o criptorquidia.
¡°Cuando estamos aqu¨ª podemos salvarles la vida, ?pero qu¨¦ pasa cuando no estamos?¡±
La criptorquidia afecta a entre el 3% y el 9% de los varones nacidos al t¨¦rmino del proceso del embarazo, y a m¨¢s del 30% de los pret¨¦rminos (prematuros), estando en relaci¨®n con la edad gestacional, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa. Las cifras son similares en todas las partes del mundo. En los ni?os criptorqu¨ªdicos nacidos a t¨¦rmino, el descenso del test¨ªculo se puede completar durante los seis primeros meses de vida, en los prematuros este descenso se puede retrasar hasta los doce. La proporci¨®n de ni?os con criptorquidia despu¨¦s del primer a?o de vida oscila, en Espa?a, entre el 0,8% y el 2%.
Sin embargo, en un pa¨ªs como Ben¨ªn donde la densidad de m¨¦dicos en 2015 era de 0,06 por 1.000 habitantes ¡ªla mayor¨ªa concentrados en las grandes ciudades¡ª las facilidades m¨¦dicas son escasas y el acceso a la salud es caro, no es posible realizar este tipo de operaciones. De ah¨ª la necesidad de expediciones como las que varias veces al a?o organiza en Dangb¨® la Asociaci¨®n Infancia y Cirug¨ªa, que preside el doctor Parise.
La operaci¨®n a la que se va a someter Jude puede reducir el riesgo de c¨¢ncer o de problemas de infertilidad en el futuro. En Ben¨ªn, un diagn¨®stico de c¨¢ncer es una condena a muerte segura, ya que no existen medios para tratarlo. Y la esterilidad es una maldici¨®n para un benin¨¦s: le aislar¨ªa de su familia y su entorno, alej¨¢ndole de toda relaci¨®n social y, sobre todo, impidi¨¦ndole ser parte activa de su sociedad.
En el caso de Jude, como en la mayor¨ªa de los chicos que han pasado por las manos del doctor Parise en esta campa?a, la criptorquidia viene acompa?ada de una hernia inguinal. Primero hay que deshacerse de esta antes de ocuparse del test¨ªculo. Tambi¨¦n en este caso se trata de una operaci¨®n sencilla que en Espa?a se realizan a los pocos meses de nacer el beb¨¦. Una vez m¨¢s en Ben¨ªn la falta de cirujanos y de facilidades m¨¦dicas, adem¨¢s del alto coste de la operaci¨®n, hacen que esta se retrase lo m¨¢s posible, o que nunca se lleve a cabo, por lo que las hernias se hacen grandes y muy peligrosas, pudiendo llegar a causar la muerte del paciente.
La operaci¨®n de Jude dura m¨¢s de lo previsto. El peque?o se agita y la doctora Varela le administra un poco m¨¢s de gas para mantenerle la anestesia. Una vez terminada, el enfermero se acerca a ¨¦l, controla el suero que cuelga de un palo junto a la camilla, comienza a hablarle en fon ¡ªun idioma local¡ª y le muestra un coche de juguete, un regalo que se da a todos los ni?os que son operados. A continuaci¨®n, el enfermero coge al ni?o en brazos, arropado con la s¨¢bana de la camilla, y saliendo por la puerta de la sala operatoria lo traslada hasta la habitaci¨®n donde lo espera su familia.
Mientras, una actividad fren¨¦tica se ha desatado en el quir¨®fano, todos los presentes empiezan a recoger el material no utilizado y a almacenarlo en distintas cajas. Se tiene mucho cuidado de que nada se pierda. Hay que guardarlo para dentro de unos meses, cuando una nueva expedici¨®n regrese al hospital.
Jude es el ¨²ltimo de los 43 ni?os operados en esta campa?a. Todos ellos llegan hasta el hospital de Dangb¨® enviados por el personal sanitario de la zona. Algunos incluso vienen de otras partes del pa¨ªs. Cuando los enfermeros o m¨¦dicos se enteran de que los doctores espa?oles van a llegar?¡ªalgo que se anuncia en mezquitas, iglesias o mercados¡ª llaman a los pacientes necesitados de una intervenci¨®n de operaci¨®n y los env¨ªan all¨ª.
Parise recuerda que en la primera expedici¨®n llegaron 180 ni?os de los que solo pudo operar a 32. El resto presentaban otros tipos de dolencias que ellos no pod¨ªan tratar, como par¨¢lisis o macrocefalias. En esta ¨²ltima misi¨®n han examinado a 70 ni?os de los cuales ha operado a 43 y dejado para la pr¨®xima visita, dentro de unos meses, a 15 cuyos casos no revest¨ªan ninguna gravedad. En esta campa?a han operado, principalmente, defectos de la pared abdominal, en otras se centran m¨¢s en tumores benignos d¨¦rmicos o cervicales. Tambi¨¦n se organizan campa?as de cirug¨ªa general par adultos, de tiroides o ginecolog¨ªa.
Casi en cada campa?a acude tambi¨¦n un pediatra que pasa consulta en el hospital, visita varios orfanatos de la zona y se desplaza por las poblaciones ribere?as del r¨ªo Ou¨¦m¨¦, que carecen de atenci¨®n sanitaria y medicaci¨®n. Esta puede ser una de las razones de la alta tasa de mortalidad infantil que experimenta el pa¨ªs, que se encuentra en el n¨²mero 163 (de 185) en el ?ndice de Desarrollo Humano.
¡°Cuando estamos aqu¨ª nosotros podemos mejorarles o salvarles la vida, ?pero qu¨¦ pasa cuando no estamos?¡±, se pregunta la doctora B¨¢rbara Rubio (Madrid, 1959), pediatra del Hospital Universitario de Getafe. ¡°Una simple transfusi¨®n de sangre para salvar a un ni?o de una malaria, se convierte en un gran problema por la falta de recursos¡±. La m¨¦dica intenta lanzar un programa de prevenci¨®n de la malaria en la zona. ¡°Solo con eso se evitar¨ªa la muerte de muchos ni?os, pero falta mucha sensibilizaci¨®n¡±, lamenta Rubio. De hecho, en los pueblos ba?ados por el Ou¨¦m¨¦ se ven mosquiteras utilizadas como redes de pesca o para proteger los huertos.
El doctor Jorge Parise Parise sue?a con convertir el hospital de Dangb¨® en un centro de referencia de la zona, pero para ello la mejora de las infraestructuras y la formaci¨®n del personal local son clave. El m¨¦dico viaj¨® a ?frica por primera vez en 2008, cuando visit¨® un hospital en la zona del lago Turkana, en el norte de Kenia. Tambi¨¦n trabaj¨® en Camer¨²n hasta que en 2014 lleg¨® a Dangb¨®. Y no tiene pensado moverse de Ben¨ªn ante el potencial y el enorme trabajo que queda por hacer en ese hospital y la receptividad de los pacientes y la poblaci¨®n local.
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