¡°Es hora de que las mujeres vigilemos de cerca a los pol¨ªticos en Per¨²¡±
Mientras el pa¨ªs es cada vez m¨¢s rico, el distrito el Agustino (Lima) es cada vez m¨¢s pobre. La coordinadora de la Red de Mujeres Organizadas de Lima exige a las autoridades cambios y transparencia
Lucy Mej¨ªa Calder¨®n ha declarado a sus 67 a?os la guerra al alcalde de Lima (Per¨²) y a los responsables municipales de cada distrito, en especial al suyo, el Agustino. Coordina la Red de Mujeres Organizadas de Lima y tras tres d¨¦cadas de lucha contra la pobreza y la violencia machista ha ca¨ªdo en la cuenta de que ha llegado la hora de la incidencia pol¨ªtica, la vigilancia y la denuncia. "Los gobiernos locales tienen la obligaci¨®n de invertir sus presupuestos municipales en generar cambios y vamos a formar al mayor n¨²mero de lideresas posibles para vigilarlos", asegura en su visita a Bilbao de la mano de la ONGD Alboan para conseguir nuevos fondos para sus objetivos. "El pa¨ªs es cada vez m¨¢s rico, mi distrito cada vez m¨¢s pobre. No vamos a dejar que la corrupci¨®n acabe con nosotras", se?ala frustrada mientras recuerda que cada mes 10 mujeres son asesinadas en su pa¨ªs y un nuevo brote de tuberculosis y VIH golpea a sus vecinos en el Agustino.
Pregunta. ?Qu¨¦ supone hoy nacer mujer y pobre en Per¨²?
Respuesta. Supone vivir una situaci¨®n bastante cr¨ªtica durante toda tu vida. Mi distrito se encuentra cada vez m¨¢s colapsado demogr¨¢ficamente, la tuberculosis y el VIH han aumentado y los pol¨ªticos solo nos visitan para hacerse fotos con nosotras. Les cuesta escucharnos. Piensan, todav¨ªa hoy, que las mujeres no valemos para el gobierno local, que pierden el tiempo si nos escuchan porque nuestro ¨²nico lugar es la cocina. Y no es as¨ª. Llevamos a?os trabajando por mejorar la salud del pa¨ªs, de la ciudad, del barrio y resulta que ahora encima aparecen nuevos casos de tuberculosis porque los gobiernos nos cumplen con sus compromisos.
P. ?C¨®mo valora la situaci¨®n actual de las mujeres tras 30 a?os de activismo?
Los pol¨ªticos piensan que las mujeres no valemos para el gobierno local, que pierden el tiempo si nos escuchan porque nuestro ¨²nico lugar es la cocina
R. La situaci¨®n actual es muy frustrante. El anterior presidente del pa¨ªs, Ollanta Humala, recorri¨® el Agustino para anunciar la campa?a Tuberculosis cero. Junto a ¨¦l nos visitaron todos los periodistas de la capital, todos los fot¨®grafos. Pero despu¨¦s no ha habido ning¨²n resultado. En este tiempo, hemos formado una mesa tem¨¢tica para mejorar la salud de todas las mujeres, hemos mandado cartas a todas las asociaciones e impartido charlas. La municipalidad, por su parte, nunca lleg¨® a desbloquear un presupuesto para trabajar en la misma direcci¨®n. Y as¨ª, no se avanza. Todo ha quedado en una fotograf¨ªa, en promesas y en ruido. No solo no ha desaparecido la tuberculosis, sino que crece. Est¨¢ claro que somos peque?as y pobres, pero no nos merecemos esto. La falta de salud es tambi¨¦n un tiempo de violencia contra las mujeres.
P. Y en paralelo, Per¨² es cada vez m¨¢s rico.
R. Lamentablemente no toda la poblaci¨®n vive este cambio que experimenta el pa¨ªs. Per¨² es cada vez m¨¢s rico; el Agustino, cada vez m¨¢s hacinado, m¨¢s pobre, con peor salud. La gente de mi barrio no siente la mejora ni en sus bolsillos, ni en sus ollas. La corrupci¨®n en el pa¨ªs es enorme: nos vac¨ªa los bolsillos para llenar el de los pol¨ªticos. Ante estos robos, las mujeres nos ponemos en alerta. Ahora mismo nuestro plan de trabajo pasa por realizar una vigilancia real a los pol¨ªticos, a las municipalidades. Queremos comprobar que los presupuestos se invierten, que las pol¨ªticas sociales se cumplen y que la mejora del pa¨ªs sea real para todos. Queremos dejar un distrito mejor a nuestros hijos, a nuestras hijas; en mi caso a mis bisnietas. Ya no basta con el asistencialismo, hay que vigilar a los pol¨ªticos que cuentan con la capacidad real de invertir en los cambios.
El pa¨ªs es cada vez m¨¢s rico, mi distrito cada vez m¨¢s pobre. No vamos a dejar que la corrupci¨®n acabe con nosotras
P. Comenz¨® su trabajo en un comedor popular. ?Cu¨¢l ha sido su evoluci¨®n como activista?
R. Empec¨¦ en un comedor popular durante los peores a?os econ¨®micos del pa¨ªs, en concreto, en el Centro Social de la Compa?¨ªa de Jes¨²s del Agustino (SEA). All¨ª consegu¨ª una salida para mi familia y me ayud¨® a apoyar a mi hija para que continuara con sus estudios hasta la universidad. Ahora, en cada aniversario del comedor, mi hija realiza una aportaci¨®n para agradecer todo el apoyo de aquellos a?os. A m¨ª trabajar en el comedor me ayud¨® a sacar adelante a la familia y me dio fuerza para liderar organizaciones y proponer soluciones concretas de cambio.
P. Pronto pas¨® del comedor a trabajar en una casa de acogida para mujeres maltratadas...
R. Estaba en los comedores, conoc¨ªa las necesidades de las mujeres y pas¨¦ a ser la administradora de la casa refugio de las mujeres v¨ªctimas de violencia. Fue una experiencia muy dura y dif¨ªcil. La mujer maltratada nunca ven¨ªa sola: all¨ª atend¨ªamos tambi¨¦n a sus hijos. En esa ¨¦poca conseguimos cerrar un convenio con el colegio de abogados para conseguir asesoramiento legal en las denuncias y tambi¨¦n un acuerdo con facultades de Psicolog¨ªa para que los alumnos de ¨²ltimo curso atendieran a las mujeres. A pesar de todo, el recuerdo es doloroso porque la gran mayor¨ªa regresaba con sus parejas por temor a no ser capaces de mantener a sus hijos. Todav¨ªa hoy guardo contacto con tres mujeres que s¨ª fueron capaces de romper de forma total con sus parejas. Una mont¨® su propio negocio de mototaxis; otra regres¨® a su tierra y ha conseguido que sus hijos sean ya todos unos profesionales; y la tercera es hoy profesora en Puno.
P. ?Qu¨¦ le ha llevado ahora a centrar su lucha en la incidencia pol¨ªtica?
R. Tras casi una vida de trabajo, tres d¨¦cadas, veo claro que la reuni¨®n con las autoridades locales es clave para conseguir cambios reales y medidas pol¨ªticas que fortalezcan esos cambios. El gobierno local cuenta con el presupuesto para implementar las mejoras. Y cada vez que exigimos que cumplan sus responsabilidades acabamos discutiendo. Nos reprochan hasta que seamos mujeres, como si no supi¨¦ramos m¨¢s que cocinar. Me niego. Por eso, exigimos con fuerza que los presupuestos sean de verdad participativos, los comit¨¦s de vigilancia efectivos y los planes de salud puestos en marcha.
P. ?Qu¨¦ sucede todav¨ªa en Per¨² para que sea necesaria una Red de Mujeres que recuerde a los pol¨ªticos que deben de cumplir con sus deberes y escuchar tambi¨¦n a las mujeres?
R. Muchos alcaldes varones, en su pensamiento de hombres, consideran que no tenemos nada que aportarles. Y no es as¨ª. Necesitan de nuestra vigilancia para provocar los cambios reales. En Per¨² sigue habiendo mucho machismo y procede de una cultura de muchos a?os. Los logros que hemos alcanzado son fruto de todo un proceso. Ahora se escucha que hay m¨¢s violencia y no es verdad: lo que hay es m¨¢s visibilidad de esos casos. En mi pa¨ªs siempre ha habido violencia contra las mujeres. Ahora hemos conseguido que se denuncie y hemos terminado casi con el mito de la verg¨¹enza. Nos consta que hasta las mujeres polic¨ªa lo denuncian.
P. Lo denuncian y salen a la calle con cada caso de feminicidio en Per¨² o en la regi¨®n. ?Qu¨¦ ha supuesto la campa?a #NiUnaMenos que con tanto ¨¦xito recorri¨® todo el continente desde Argentina a Per¨²?
R. Lo que vivimos en el pa¨ªs es todo fruto de un proceso. La marcha del verano por #NiUnaMenos ha marcado un hito: ver a tanta gente en la calle denunciando la violencia machista nos ha unido mucho a todas. Nunca pens¨¦ que fuera posible ver a tantas mujeres en la calle por una causa as¨ª. Muchas parec¨ªan ajenas a la violencia machista y salieron a la calle incluso con sus hijas, sobrinas, nietas¡ La violencia no conoce de clases, ni de riqueza. Y es necesario que salgamos todas a la calle, que hagamos ruido en las redes sociales y que nadie m¨¢s le tenga miedo a denunciarla, ni por verg¨¹enza. A la vez, debemos hacer vigilancia pol¨ªtica para que la prevenci¨®n se cumpla y la salud de todos mejore. La falta de salud tambi¨¦n es violencia. No es justo que si has dise?ado todo un proceso para mejorar la tuberculosis que despu¨¦s crezcan los casos. Necesitamos conocer qu¨¦ falla y para eso, hay que vigilar. En eso estamos ahora.
P. ?En la formaci¨®n de j¨®venes es d¨®nde reciben el apoyo de la cooperaci¨®n internacional como la ONGD Alboan?
R. Lo primero que tenemos que hacer es capacitar a las lideresas. En el mes de marzo, nos juntamos con el gerente de la municipalidad de desarrollo humano para informarle de nuestros prop¨®sitos: queremos conocer su plan operativo anual en salud y violencia. Estos son los principales temas que vamos a vigilar: que cuenten con un plan, que le asignen un presupuesto y que lo pongan en marcha. Ahora queremos hablar tambi¨¦n con el alcalde: decirle, en buena onda, que nuestra vigilancia le va a servir para conseguir mejoras. No queremos acabar con ellos sino mejorar juntos. Y al final, ganar¨¢n ellos.
P. ?Qu¨¦ le hace a usted seguir en el movimiento feminista y seguir con tanta fuerza?
R. Esto es mi vida: mejorar de una vez la vida de las mujeres, de sus familias, del barrio. Mi hijo, que no me permite bajar el ritmo, dice que con cada reuni¨®n me ve m¨¢s feliz. Y las compa?eras tampoco me dejar¨ªan irme. Quiero cambios. Cada vez que veo a un joven cuidando de sus hijos, acompa?¨¢ndoles al colegio y ayudando en las tareas del hogar, lo siento como un triunfo de todas. Hace una generaci¨®n hubiera sido imposible ver a un hombre con sus hijos a la salida del colegio en Per¨². Ahora queremos que los cambios sean tambi¨¦n pol¨ªticos. Estoy segura de que tambi¨¦n lo veremos.
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