S¨ª, Urdaci tiene un programa que parece 'El intermedio' de la derecha
El presentador rechaz¨® ir a Supervivientes y se recicl¨® siendo tertuliano de La Noria y desde 2014 dirige los servicios informativos de 13 TV. Ahora en 'La Contra' se muestra totalmente desacomplejado
Alfredo Urdaci tiene algo de figura tr¨¢gica, pero en plan bien. El periodista navarro puede presumir de una rara honestidad: ¨¦l, al igual que las pel¨ªculas de Steven Seagal, no enga?a a nadie. Lo conocimos cuando le toc¨® dirigir los servicios informativos de Televisi¨®n Espa?ola en la segunda mitad del aznarato, aquella legislatura napole¨®nica. Levitando sobre una mayor¨ªa absoluta que permit¨ªa al PP salir del armario derechoso, sin necesidad alguna de bailar la sardana para camuflarse, ni discursos pre-errejonistas sobre el n¨²cleo irradiador (antes era la derecha la que no pod¨ªa gobernar dici¨¦ndose derecha, y ten¨ªa que poner ojitos: c¨®mo han cambiado las cosas), Urdaci manufactur¨® un neo-NODO a color sobre aquel Aznar que era ya parodia de s¨ª mismo, cuando a sus hechuras de inspector de finanzas gris se le subieron aires plenipotenciarios y su lengua ¨ªntima pas¨® a ser el tejano.
Aquel informativo, como su director, nunca quiso enga?ar a nadie porque el PP, que estaba ya tan legitimado democr¨¢ticamente como desatado, tampoco lo necesitaba; de ah¨ª que se pudieran permitir hasta el ejercicio c¨®mico de la troleada. Decir ce-ce, o-o era un poco eso: sobrarse, que disimular ya para qu¨¦.
La victoria de Zapatero en 2004 oblig¨® a Urdaci a reinventarse. No todos saben hacerlo, ojo. Un director de informativos es un director de informativos, por m¨¢s que ¨¦stos hayan quedado para el recuerdo como un ejercicio punk de propaganda, pero ¨¦l no tuvo reparos en bajar al barro para sobrevivir en la jungla medi¨¢tica. Aunque ignoramos si a lo largo de los a?os habr¨¢ rechazado ofertas que tensaran de verdad alg¨²n l¨ªmite dentro de su inventiva capacidad para metamorfosearse (como poco, sabemos que rechaz¨® ir a Supervivientes), lo cierto es que le quedan pocos g¨¦neros por explorar. Pudimos ver su primer update como monigote televisivo en El Club de Flo, que era como El Club de la Comedia pero con famosetes recitando mon¨®logos escritos por varios guionistas en vez de c¨®micos profesionales probando material propio (ehm, espera: s¨ª, ahora que lo pienso era exactamente como El Club de la Comedia).
Despu¨¦s se recicl¨® en tertuliano de programas como La Noria. All¨ª aceptaba sin tapujos su papel: la mesa se divid¨ªa entre tres periodistas de una tendencia y tres periodistas de la contraria que se gritaban cosas. ?l estaba ah¨ª, y cumpl¨ªa. Tampoco quiso dejar escapar el tren de haber convivido profesionalmente durante unos meses con la actual reina de Espa?a. Las entrevistas que concedi¨® en calidad de supuesto amigo de su alteza fueron varias. Incluso quiso publicar un libro, finalmente in¨¦dito. Hubo rumores de que fue la propia princesa de Asturias quien fren¨® esta creciente escalada de letiziaexploit. Urdaci lo neg¨® siempre con una sonrisita.
Abortado este proyecto, quiso transformarse en un entrepreneur de la comunicaci¨®n 2.0. Lo recuerdo en una entrevista afirmando que algunos famosos necesitaban urgentemente de asesor¨ªa profesionalizada para mejorar su imagen. Pon¨ªa como ejemplo a Fernando Alonso; el piloto a¨²n cosechaba ¨¦xitos de aquella, pero ca¨ªa regular a la gente porque no acababa de transmitir, seg¨²n Urdaci. Tal vez era un objetivo demasiado alto, por eso acab¨® susurrando al o¨ªdo de personajes pel¨ªn-menos-glamourosos.
?Y qu¨¦ hace hoy nuestro hombre? Desde 2014 dirige los servicios informativos de 13 TV, emisora de la Conferencia Episcopal. Como presentador del noticiario estrella de la cadena, Al d¨ªa, puso de moda una serie de editoriales jijijajescos, en tono de media chufla, casi siempre contra podemitas y alcaldes del cambio y cosas as¨ª. El mes pasado, los obispos renovaron su confianza en esta vertiente festiva de Urdaci y le dieron media hora m¨¢s para que exprimiera el formato sin cortapisas. La contra es una extensi¨®n autodenominada sat¨ªrica de Al d¨ªa, que pasa a tener un perfil m¨¢s ortodoxo. El nuevo programa de Urdaci es, pues, como el viejo programa de Urdaci (que no ha dejado de existir: termina uno y empieza el otro), pero ya totalmente desacomplejado. En las notas de prensa del estreno se suger¨ªa la idea de una respuesta conservadora a El Intermedio. ?ste es el resultado. ?ste es Urdaci haciendo humor.
Ok, lector. Lo has dejado de ver a los ?qu¨¦?, ?30, 40 segundos? Es natural. Esa sensaci¨®n creciente de desasosiego que acabas de experimentar se conoce en el mundillo como ausencia de p¨²blico. Nadie est¨¢ ah¨ª para re¨ªr, aplaudir ni disimular. Son s¨®lo dos se?ores hablando, uno de ellos (s¨ª) con pajarita, en medio de un vac¨ªo congestionado. Ese mortificante silencio entre r¨¦plicas no ayuda a camuflar la calidad de los chistes. Sabemos que Urdaci no teme al rid¨ªculo; le hemos visto hacer una imitaci¨®n er¨®tica de Tom Jones, entre otras muchas cosas, y creemos que se merece al menos un cierto reconocimiento por esa audacia sin l¨ªmites. Pero esto. Esto ya¡ Plantea dudas. ?Para qui¨¦n est¨¢ hecho este programa? ?R¨ªen de verdad los hooligans de la TDT con Urdaci y Ricardo Altable, ese sidekick fluorescente que, desesperado por chisporrotear simpat¨ªa, se viste como un mago disponible para cumplea?os infantiles? Como aqu¨ª no estamos para medias tintas, cada programa acaba con un n¨²mero musical de KARAOKE.
Hace a?os que Pablo Motos consigui¨® dejar atr¨¢s sus raps. Probablemente fue duro para ¨¦l. Es posible que sus amigos tuvieran que hacerle una intervenci¨®n. ¡°Es hora de pasar p¨¢gina, Pablo, Espa?a ya no quiere raps, ?es que no lo ves?¡± A Urdaci hay que admirarlo (aunque s¨®lo sea un poquito) por desafiar la dictadura de las modas, como esos valientes que se arrogan el derecho a dar el primer paso hacia el advenimiento m¨¢s cacareado despu¨¦s del de Cristo: el de las hombreras.
No, nada funciona en La Contra. Ni los gags, ni el ritmo, ni la poch¨ªsima qu¨ªmica entre presentadores, pero al menos (y esto Urdaci lo sabe) deja cancha para el espectador ir¨®nico. Es un personaje cien por cien autoconsciente. A diferencia de otros cocos de la diestra medi¨¢tica, ¨¦l parece estar ah¨ª por el circo, por las risas, por el espect¨¢culo, es un soldado de la ridiculez que nos da exactamente lo que esperamos. Cuando Hermann Tertsch?hace editoriales desde la cama de un hospital o afirma sin rubor que los de Podemos est¨¢n deseando sacarlo de su casa a rastras para fusilarlo, vemos a un hombre que habla en delirios, da casi como l¨¢stima; cuando vemos a Urdaci cantar, bueno, cuesta no palmearle la espalda en reconocimiento por el arrojo suicida. Carece del talento literario de un Losantos o de la picard¨ªa viral de un Sostres, pero sabe moverse y evolucionar, es inquieto, imaginativo y est¨¢ siempre dispuesto a asumir nuevas y cada vez m¨¢s arriesgadas identidades. Alfredo Urdaci no es un villano total, Alfredo Urdaci es s¨®lo el Saul Goodman de la derecha.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.