Las vidas de un saco de arroz en Madagascar
El diario de viaje de una trabajadora de la ONG a la isla refleja la importancia de la educaci¨®n medioambiental en el pa¨ªs africano
El arroz es parte de la vida en Madagascar. Tanto que hasta los ni?os y las ni?as utilizan los sacos del cereal como esterillas para sentarse en el aula o para hacer bolsas donde guardar los libros del colegio. Una de las cosas que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n cuando llegu¨¦ all¨ª fue su paisaje, de un color verde intenso y dividido en terrazas por sus plantaciones. Madagascar es uno de los pa¨ªses que m¨¢s arroz consume en el mundo, y su cultivo y recolecci¨®n tienen una gran influencia en el ritmo de vida de la poblaci¨®n, utiliz¨¢ndose incluso como moneda de cambio.
Durante un viaje realizado por la isla, vi que las plantaciones siempre estaban llenas de gente trabajando y muchas veces hab¨ªa familias enteras en los campos. Daba la impresi¨®n de ser un evento familiar m¨¢s que una jornada laboral en un entorno en el que el arroz forma parte de la cultura malgache y sus costumbres se acompasan a las distintas etapas de producci¨®n. Sin embargo, a pesar de su producci¨®n, casi la mitad de los ni?os menores de cinco a?os sufren desnutrici¨®n cr¨®nica.
Estuvimos en el distrito de Ikalamavony, en la parte central del pa¨ªs, donde se encuentra Solila, la primera aldea que visitamos, a solo a 50 kil¨®metros de Fianarantsoa, capital de la regi¨®n y centro cultural e intelectual de toda la isla, de hecho su nombre significa ¡°buena educaci¨®n¡±. Es ir¨®nico que entre muy poca distancia, la situaci¨®n sea tan desigual. Tan pronto salimos de los alrededores de la ciudad nos dimos cuenta del aislamiento de la zona, tardamos 12 horas en coche en este corto trayecto debido al estado de las carreteras.
Este distrito ha sido catalogado por el Estado como "zona roja¡±, por sufrir una gran inseguridad y carecer de infraestructuras suficientes. Pero esto no conlleva una mayor inversi¨®n p¨²blica, al contrario, estas ¨¢reas son las m¨¢s olvidadas. El ¨²nico transporte p¨²blico con el que cuentan las 45.000 personas que la habitan consiste en los pocos camiones que se atreven a transportar alimentos a las aldeas los d¨ªas de mercado. Las consecuencias de esta desconexi¨®n son la enorme vulnerabilidad que sufre la poblaci¨®n, los escasos recursos con los que cuenta, la ausencia de hospitales y escuelas y, por supuesto, la dificultad de acceso a una educaci¨®n de calidad que permita avanzar hacia un desarrollo local.
A esta situaci¨®n se suma la sequ¨ªa que vive ?frica del sur inducida por el fen¨®meno clim¨¢tico llamado El Ni?o, la peor en 35 a?os. Casi 40 millones de personas padecen inseguridad alimentaria, de los que 23 millones requieren asistencia humanitaria urgente y alrededor de 2,7 millones de ni?os y ni?as se enfrentan a sufrir desnutrici¨®n aguda. Adem¨¢s, en zonas como Ikalamavony, especialmente vulnerables, aumenta el consumo de recursos naturales como la madera por ser su ¨²nica fuente de energ¨ªa, lo que genera una mayor degradaci¨®n ambiental. A esto se a?ade el da?o provocado por la quema de vegetaci¨®n que realiza la poblaci¨®n para que crezca la hierba que sirva de alimento al ganado.
Durante el viaje pudimos visitar varias escuelas de las fundaciones Fe y Alegr¨ªa y Entreculturas en la regi¨®n y conocer de cerca el poder transformador de la educaci¨®n en vidas concretas. Una de ellas fue la de Mar¨ªa Claudia, una estudiante de 11 a?os del colegio Mar¨ªa Inmaculada de la aldea de Ikalamavony. Desde el primer momento me sorprendi¨® la seguridad con la que hablaba y la claridad de sus ideas. Para ella estudiar es muy importante porque as¨ª puede contribuir al progreso de su pa¨ªs. Es consciente de que hay escasez de m¨¦dicos y por eso sue?a con ser doctora. A diario debe andar casi una hora desde su aldea al colegio, pero no le importa porque sabe que la educaci¨®n es el mejor tesoro. Gracias a su esfuerzo, ha sido la primera en el examen de estatal de educaci¨®n primaria. Tiene claro que quiere ir a la universidad y por eso no piensa casarse ni tener hijos antes de los 25. Pude comprobar como la educaci¨®n efectivamente protege de embarazos y matrimonios precoces.
En Ikalamavony aumenta el consumo de recursos naturales como la madera por ser su ¨²nica fuente de energ¨ªa
Cerca de Solila, en una peque?a aldea que se llama Vohibola, conocimos a Rassoa, la ¨²nica profesora que hay en la escuela. Vohibola subsiste con el ganado y el arroz y solo unas pocas familias cuentan con medios suficientes para vivir dignamente. Pronto percib¨ª que gran parte de los ni?os estaban malnutridos y sufr¨ªan enfermedades respiratorias y de la piel, algunos incluso mueren de hambre. En esta situaci¨®n, son muchos los padres que no pueden pagar el colegio de sus hijos e hijas.
Pero Rassoa no se resigna a que los ni?os no vayan al colegio y, con la ayuda de Fe y Alegr¨ªa, realiza actividades productivas para ayudar a los m¨¢s desfavorecidos a comprar material escolar y poder asistir al colegio. Para ello vende gallinas, cuida la piscifactor¨ªa y tiene un huerto para cultivar legumbres y venderlas. Adem¨¢s, ante la degradaci¨®n ambiental de la zona, el a?o pasado empez¨® a plantar ¨¢rboles con los ni?os y ni?as de su escuela. Los organizan por grupos y los van regando y cuidando durante el curso. Rassoa es una de esas personas fuertes y luchadoras que uno recuerda siempre, de esas capaces de hacer que las cosas pasen, de conseguir que una escuela entera siga viva.
No podr¨ªa terminar sin recordar a Lydia y Pierre, un matrimonio de profesores que lleva por completo la escuela de Fe y Alegr¨ªa de Andohasaha. Solo al verlos en la escuela ya percibes su compromiso con los alumnos y su profunda vocaci¨®n. ?sta es una escuela 4x4 en todos los sentidos, por su solidez y calidad y, tambi¨¦n, porque literalmente las aulas miden 4x4 metros. En este peque?o espacio se acomodan m¨¢s de 200 alumnos que no faltan a clase ni un solo d¨ªa. La escuela tiene adem¨¢s un 100% de asistencia y de ¨¦xito, porque todos logran aprobar el examen estatal de primaria.
Con motivo del D¨ªa del Medio Ambiente, el 5 de junio, desde Entreculturas queremos llamar la atenci¨®n sobre c¨®mo los problemas ambientales tienen gran influencia en el hecho educativo. De hecho, la comunidad internacional ha reconocido la urgencia de poner fin a la pobreza, la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio clim¨¢tico suscribiendo la Agenda 2030 y el Acuerdo de Par¨ªs. Estamos convencidos de que la educaci¨®n es clave para la transformaci¨®n hacia la justicia social y ambiental. Contribuye a la construcci¨®n de una conciencia cr¨ªtica que busque otras formas de producci¨®n, cuestione el modelo de desarrollo y posibilite la transformaci¨®n hacia modelos m¨¢s sostenibles, equitativos y pac¨ªficos. Adem¨¢s, la educaci¨®n capacita a las personas y a las comunidades a gestionar mejor los recursos de la Tierra y mejora la resiliencia ante los desastres naturales y el cambio clim¨¢tico.
Los narrados son solo algunos ejemplos de las muchas personas que, ante las dificultades, la pobreza y la exclusi¨®n, deciden actuar, deciden apostar por la educaci¨®n y dar un paso m¨¢s hacia la esperanza. Son personas que, con su esfuerzo y con su vida, construyen futuro cada d¨ªa.
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